Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 48 (Vg 47): Himno a la Gloria de Jerusalén.
E ste salmo parece la contrapartida del 46: en éste, la presencia de Dios en medio de Sión es la garantía de su seguridad, mientras que en el salmo 47
la seguridad de Sión es el resultado de esta presencia.1 Es una composición dirigida a los peregrinos que vienen a Jerusalén, a los que se invita a considerar la magnificencia de la ciudad y de su templo, y se les recuerda la milagrosa liberación de la ciudad santa de un ataque enemigo. Aunque por su contenido este salmo tiene mucho de parecido con el 46, sin embargo, el tono es más suave: el salmo 46 parece compuesto para guerreros y avanza con4un movimiento poderoso y majestuoso; el salmo 47, en cambio, destinado a peregrinos, es de un tono más dulce, aunque no desprovisto de fuerza y vivacidad, y tiene el ritmo de una elegía. 2
Podemos dividir la composición en dos partes netas, con dos estrofas cada una:
a) alabanza de Yahvé y de Sión (2-4) y descripción de la liberación de Sión por Yahvé (5-8);
b) acción de gracias en el templo (10-12) e invitación a visitar detenidamente la ciudad santa (13-15). El v.9 parece un estribillo de unión.
Después de Teodoreto se ha propuesto como fecha de composición del salmo la inmediata a la liberación de Jerusalén del ataque del ejército de Senaquerib en 701 a.C. Esta portentosa derrota del ejército asirio dejó eco en la literatura y tradición popular bíblica, y bien pudo dar lugar a composiciones salmódicas como la presente. Por otra parte, las concomitancias literarias que el salmo tiene con los escritos isaianos de esta época avalan esta suposición. No hay indicios seguros de alusiones escatológicas, como pretenden algunos autores, que suponen que el salmo es del siglo II antes de Cristo.
Sión, ciudad del gran Rey (1-4).
1
Cántico. Salmo de los hijos de Coré. 2
Grande es Yahvé y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo. 3
Bello promontorio, alegría de toda la tierra, el monte de Sión, en los confines del aquilón, es la ciudad del gran Rey. 4
Dios en sus alcázares se dio a conocer como ciudadela. Como es habitual en otros himnos, el salmista empieza ex abrupto, sin introducción, destacando la alabanza de Yahvé y de su morada, el templo jerosolimitano 3. Por sus proezas en favor de la ciudad santa,
Yahvé es digno de alabanza en grado sumo4
. Jerusalén es la ciudad de nuestro Dios, porque en ella tiene su residencia oficial en la tierra, y está particularmente unido a sus destinos históricos5.
Su monte santo, la colina de Sión, es la
alegría de toda la tierra. Sobre las ruinas humeantes de la ciudad después de la catástrofe del 586 dirán burlonamente los transeúntes: ¿Es ésta la ciudad que decía del todo hermosa, la
delicia de toda la tierra?6
El profeta anuncia la restauración de la ciudad santa en estos términos: De abandonada que eras..., yo te haré eterno prodigio,
delicia de los siglos.7 En la perspectiva de los hagiógrafos que vivían de las gloriosas promesas mesiánicas , Jerusalén era el centro de toda la tierra, de forma que todos los pueblos habrían de acudir a ella para adoctrinarse en la Ley y encontrar la paz y concordia 8.
Es más, como morada permanente de la divinidad, Sión se halla en los
confines del aquilón, sobrepasando a las montañas sagradas, en las que, según las mitologías orientales, moraban los dioses. En Ras Shamra se ha encontrado un baal Safon (señor del aquilón) 9. En
Isa_14:13 se dice de la arrogancia del rey de Babilonia: Tú, que decías: Subiré a los cielos; en lo alto, sobre las estrellas de Dios, elevaré mi trono, me instalaré en el
monte santo, en las profundidades del
aquilón.
Es el monte Nisir, donde según la mitología meso-potámica tenían su morada los dioses, como los númenes helénicos en el Olimpo. El profeta se acomoda a estas concepciones populares, dando un nuevo sentido. El salmista también juega con estas concepciones folklóricas ambientales, y coloca
al monte santo, Sión, morada de Yahvé, en los
confines del aquilón. El profeta Eze-quiel contempla el nuevo templo de Jerusalén sobre un. monte altísimo 10; es la idealización de la modesta colina de Sión, que en el futuro será establecida por cabeza de montes y será ensalzada sobre los collados, y correrán a él todas las gentes...11 Allí está la
ciudad del gran Rey, el centro de la teocracia hebraica. El título de
gran Rey corriente en los documentos cuneiformes aplicado a los reyes de Asiría 12 aparece en los salmos
también aplicado a Yahvé 13. Aquí se le presenta habitando
en sus alcázares el templo , desde donde dispensa
su protección a la ciudadela de Jerusalén (v.4).
Victoria de Yahvé sobre los enemigos de Sión (5-9).
5
Pues he aquí que los reyes se habían aliado, y unidos avanzaban. 6
En cuanto la vieron, quedaron espantados, y, aterrados, se dieron a la fuga. 7
Apoderóse de ellos el terror, una angustia como de mujer en parto; 8
como viento solano 14
, que destroza las naves de Tarsis. 9
Como lo habíamos oído, así lo hemos visto en la ciudad de Yahvé de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios. Dios la hará subsistir por siempre. Selah. El salmista se hace eco de una coalición de
reyes que avanzan hostilmente contra
Jerusalén,
la capital de la teocracia, donde mora Yahvé. Sabemos que en 734, en tiempos de Acaz, los reyes coligados de Damasco y Samaría pusieron cerco a la ciudad santa. Es la ocasión en que Isaías profirió el famoso vaticinio del Emmanuel, símbolo de liberación y de castigo a la vez. En 701, el ejército de Senaquerib puso de nuevo sitio a Jerusalén, en tiempo de Ezequías; y el rey de Asiría, Senaquerib, se gloría de que sus capitanes subordinados tienen categoría regia: Mis lugartenientes, ¿no son
reyes?15
Quizá en el salmo la palabra
reyes se ha de tomar en este sentido amplío, en el supuesto de que fuera redactado con ocasión de este asedio de los asir ios. Estos, lejos de apoderarse de la ciudad santa, al verla quedaron
espantados, y se retiraron descorazonados. No concreta el poeta la razón de esta
fuga vergonzosa; pero atribuye la derrota de los asediantes a una milagrosa intervención divina. El poeta dramatiza la situación militar desesperada:
vieron.,., espantados..., se dieron a la fuga. Es justamente lo contrario del veni, vidi, vici de César.
El temblor y espanto de los fugitivos es comparado a los dolores de la
mujer en parto, símil muy usual en la Biblia para designar los dolores más agudos 16. La intervención divina ha tenido el efecto del huracanado
viento solano, que destroza hasta las
naves de Tarsis, los navios de mayor tonelaje de la época, por ser las que tenían un recorrido más largo, hasta los extremos de Occidente, hasta la Tartesos de los griegos, en la desembocadura del Guadalquivir 17.
Esta derrota de los enemigos del pueblo de Dios estaba predi -cha; y así, los testigos oculares confiesan:
como lo habíamos oído, así lo hemos visto (V.9). En la tradición popular israelita flotaban las gestas de Yahvé en beneficio de su pueblo desde los tiempos del éxodo. Estos prodigios de salvación del pueblo israelita los han vuelto a ver los contemporáneos del salmista 18. La experiencia
ha confirmado la tradición sobre la protección divina sobre Israel. Esto funda las mejores esperanzas sobre la permanencia y
subsistencia de la ciudad santa
por siempre, ya que Yahvé la protegerá y defenderá contra todos los enemigos. Esta confianza ciega en la
permanencia de Jerusalén frente a todo embate se convirtió en una razón talismánica para no aceptar como posible la entrada de las tropas de Nabucodonosor en ella. Contra esta falsa presunción tuvo que luchar denodadamente Ezequiel en el exilio.
Acción de gracias por la victoria (10-12).
10
Considerarnos, ¡oh Dios! tu piedad en medio de tu templo. 11
Como tu nombre, ¡oh Dios! así tu alabanza llega hasta los confines de la tierra; tu diestra está llena de justicia. 12
Alégrese el monte de Sión, salten de júbilo las hijas de Judá por tus juicios. A la vista de tales portentos, los fieles reconocen la
piedad de Dios y meditan en ella, dando gracias en el templo y
considerando el sentido verdadero de estos acontecimientos, en los que se ve la protección divina.
El nombre del Dios de Israel, es decir, sus prodigios en favor de su pueblo, llenan de alabanzas los confines de la tierra. La imaginación profético-rnesiánica del salmista se lanza en seguida hacia los tiempos en que todos los pueblos reconozcan los designios y caminos de la omnipotencia divina, puesta a disposición de los destinos históricos de Israel como nación elegida entre todas para manifestarse a las gentes. La
diestra de Dios obra siempre conforme a justicia, y, por tanto, el auxilio milagrosamente prestado prueba la
justicia de los intereses de Israel en la historia. En consecuencia, debe alegrarse el
monte de Sión, y a esta alegría deben sumarse las hijas
de Judá, es decir, las ciudades menores de Judá, que habían también sufrido de la incursión del enemigo 19. La victoria de la capital es el triunfo de ellas contra el invasor. Con ello se han manifestado los juicios de Dios, que vela siempre por la causa de la justicia.
Invitación a visitar minuciosamente la ciudad (13.-15)
13
Dad vueltas a Sión, girad en torno; contad sus torres. 14
Poned atención a sus murallas; considerad sus alcázares, para poder contarlo a las generaciones venideras. 15
Porque éste es Dios, nuestro Dios por siempre jamás; El es quien nos guía. Al muth. El salmista cierra su composición invitando a los peregrinos a admirar personalmente las maravillosas construcciones de la ciudad santa, para que cuenten sus maravillas a las nuevas generaciones. Deben comprobar que está intacta, sin sufrir del asedio gracias a la
intervención salvadora de Yahvé. Las maravillosas construcciones tienen para ellos un mensaje religioso. Quizá la invitación no sea dirigida a los peregrinos, sino a los habitantes de Jerusalén, para que salgan de sus escondrijos y estrecheces del asedio para inspeccionar sin miedo las distintas construcciones sobresalientes de la ciudad y vean que no han sufrido nada 20. Deben narrarlo a las nuevas generaciones, para que se percaten de la fortaleza y
fidelidad del Dios de Israel, que guía a su pueblo a través de todas las vicisitudes históricas.
1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 262. 2 J. Calés, o.c., I 490. 3 Cf. Sal 46; 76; 84; 87; 12? 4 Cf.
Sal_47:10;
Deu_10:21;
Sal_22:4;
Sal_96:5. 5 Cf.
Jer_17:12-13; Sal 84; 87; 122;
Jer_22:8;
Neh_7:4. 6
Lam_2:15. 7
Isa_60:15. 8 Cf.
Isa_2:2-4. 9 Véase RB (1932) 641; Zatw (1933) 97; R. Dussaud,
Les découvertes de Ras Shamra et l'A.T. (1937) 69; E. Dhorme,
La religión des Hcbreux nómades 323. 10 Cf.
Eze_40:2. 11
Isa_2:3. 12 Cf.
2Re_18:19;
Ose_5:13;
Eze_10:6. 13 Cf.
Sal_47:3;
Sal_95:3 :
Mal_1:4;
Mat_5:35. 14 Así leyendo
kerúaj en vez de
berúaj del TM. 15
Isa_10:8. 16 Cf,
Isa_33:14;
Exo_15:14;
Isa_42:14;
Miq_4:10;
Jer_30:6;
Jer_48:41;
Jer_6:24. 17 Cf.
Isa_2:16;
Job_27:21;
Isa_27:8;
Jer_18:17;
Eze_27:26. 18 Cf.
Isa_41:26.27;
Isa_43:9-12;
Isa_44:7-8;
Sal_44:2-4. 19 Cf.
Num_21:25;
Jos_17:16;
Sal_69:36. 20 Cf.
Isa_33:20.