Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo63 (Vg 62): La Sed de Dios.
E l salmista, perseguido y alejado del centro teocrático de la nación, siente nostalgia de la compañía de Dios,
que moraba en el templo de Jerusalén. El recuerdo del
santuario punzaba el alma del levita exilado, que no podía participar de las solemnidades litúrgicas. Las expresiones efusivas se repiten y reflejan la profundidad de un alma religiosa que encuentra su única felicidad
en la comunicación afectiva con Yahvé dentro de su casa, el templo de Jerusalén. Sus enemigos, que le forzaron a un destierro doloroso, recibirán su castigo de manos d
el propio Yahvé, que vela por la vida e intereses de sus fieles.
El estilo es sentimental, sin mayor orden lógico, ya que fluye de la efusión afectiva del corazón más que de las consideraciones de la mente: el poeta ansia vivir
a la sombra de las alas de su Dios, seguro de que con su protección le dará el triunfo de su causa. La distribución estrófica es regular, aunque el ritmo métrico es bastante libre. Abundan los paralelismos sinónimo y sintético. Las expresiones de la primera parte, que se dirigen directamente a Dios, llevan el sello insinuante de un alma delicada; en cambio, cuando habla de sus enemigos aparecen las formulaciones enérgicas, conforme a la mentalidad viejotestamentaria, que sabe menos del perdón que del espíritu de revancha.
El título atribuye el salmo a David, quien lo habría compuesto cuando andaba fugitivo por el desierto de Judá, sin duda con ocasión de la rebelión de su hijo Absalón 1, aunque ya antes de ser rey de Jerusalén había sido perseguido por las huestes de Saúl por las zonas esteparias del sudeste de Palestina2. El v.1a alude al
rey, lo que supone que el salmo está compuesto en tiempos de la monarquía. Esto nos hace suponer que esta bella composición es anterior al exilio babilónico.
Podemos dividirla en tres estrofas:
a) ansias de vivir con Dios (2-5);
b) propósitos de alabanza continua al Señor (6-8);
c) castigo de los enemigos y glorificación del rey (9-12).
Ansias de vivir en comunicación con Dios (1-5).
1
Salmo de David. Cuando estaba en el desierto de Judá 3
. 2
Elohim, tú eres mi Dios; a ti te busco solícito; sedienta de ti está mi alma; mi carne languidece en pos de ti como tierra árida, sedienta, sin aguas. 3
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! 4
Porque es tu piedad mejor que la vida. Te alabarán mis labios. 5
Así te bendeciré toda mi vida, y en tu nombre alzaré mis manos.
Dios es el centro del alma del salmista, que busca desde la aurora la presencia del que constituye las delicias de su
alma y aun de su
cuerpo, que
languidece fuera de la órbita sagrada del templo en que mora Yahvé. Se siente como árbol plantado en tierra desierta y
árida, que está ansioso del riego del agua.
La presencia de Dios vivifica el alma, y el salmista se considera alejado del santuario de Yahvé, donde en otro tiempo
contemplaba la
fuerza esplendorosa de su Dios, manifestada en las solemnidades litúrgicas, que reflejaban su gloria (v.3). Su
vida no tiene sentido sino a la sombra de la
piedad del Omnipotente; por ello, en su exilio forzado
promete alabarle, alzando las manos en señal de acatamiento y acción de gracias 4. Toda su vida será una
bendición continuada del que le dispensa su auxilio y alegría íntima.
Propósitos de alabanza continua (6-8).
6
Como de medula y de grosura se saciará mi alma, y mi boca te cantará con labios jubilosos. 7
Aun en mi lecho me acuerdo de ti; en ti medito en las vigilias, 8
pues tú eres mi auxilio, y salto de gozo a la sombra de tus alas. La mente del poeta se traslada al momento en que podrá entonar himnos de alabanza en el templo, donde su
alma se saciará plenamente, como los que asisten a los convites sagrados se sacian de
medula y grosura 5.
El pensamiento de la presencia de su Dios le persigue también durante la noche, pues medita en sus misericordias, y tiene la experiencia de su protección; y el pensamiento de sentirse seguro, como el pajarito bajo la
sombra de las alas de Yahvé, le hace exultar 6.
Castigo de los enemigos y glorificación del rey (9-12).
9
Mi alma está apegada a ti, y tu diestra me sostiene. 10
Pero los que buscan perder mi alma irán a las profundidades de la tierra. 11
Serán dados a la espada, serán pasto de chacales. 12
Y el rey se gozará en Dios, se gloriarán los que juran en El, pues la boca de los mentirosos se cerrará.
De nuevo una confesión de adhesión incondicional a Dios, pues sabe que en los momentos críticos le
sostiene su diestra (V.9).
Yahvé ha sido su apoyo en todo momento, y no le ha de faltar en este momento en que es hostilizado por sus enemigos. En realidad, éstos recibirán su merecido la muerte , yendo a las
profundidades de la tierra, es decir, al
seol, o región subterránea tenebrosa de los difuntos. Y sus cuerpos serán pasto de las fieras salvajes (v.11)7.
Al ser restablecido en su vida social y muertos sus enemigos, el
rey y los fieles a Yahvé
que juran por El alabarán a Dios, pues ha premiado la virtud y cerrado la boca de los mentirosos 8,
1 Cf. 2 Sam 15:1ss. 2 Cf. Sam 23:145. 3 Véase
Sal_3:1. 4 Las oraciones iban acompañadas de la elevación suplicante de las manos (cf.
1Re_8:22;
Sal_28:2;
Sal_141:2;
Lam_2:19;
Lam_3:41;
2Ma_14:341 Isa_1:15;
Sal_88:10). 5 Cf.
Deu_14:29;
Deu_16:11;
Deu_26:11;
Jer_31:14;
Sal_36:9. 6 La sombra de las alas de Yahvé es la protección debida a la presencia de Yahvé en el santuario (cf.
Sal_61:9). 7 Cf.
2Sa_21:10-14;
2Re_2:9-10;
Jer_16:4. 8 Cf.
Sal_4:3;
Sal_42:4.