Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 96 (Vg 95): Alabanza al Señor, único Dios y Rey del Universo.
E ste salmo se divide netamente en tres secciones:
a) invitación a Israel para que le alabe en el santuario como Dios único (1-6);
b) invitación a las naciones a asociarse a estas alabanzas, porque ha creado el mundo y gobierna los pueblos con equidad (7-10);
c) invitación a la naturaleza a regocijarse ante Yahvé, que rige el mundo con justicia (11-13). Este himno de alabanza forma parte del cántico que se inserta en
1Cr_16:23-33, y que, según el relato, fue compuesto para David
con motivo del traslado del arca a Jerusalén. No obstante, los críticos modernos consideran este cántico como una pieza postiza insertada por un compilador posterior, por tanto, no se debe deducir de él el origen davídico de nuestro salmo.
El universalismo que se respira en este salmo parece un eco de los vaticinios de la segunda parte del libro de Isaías (c.40-66). El establecimiento del reinado universal de justicia sobre todos los pueblos domina el pensamiento del salmista como el del profeta isaiano. Abundan las reminiscencias de otros salmos 1 que se sitúan en la misma panorámica. El estilo es florido y lleno de lirismos. Desde el punto de vista doctrinal, encontramos un verdadero esquema de teodicea:
afirmación de su monoteísmo y enumeración de sus atributos.
Los LXX adjudican también este salmo a David: Cántico de David cuando se edificó la casa después de la cautividad, lo que históricamente no es imaginable. Algunos autores tratan de arreglar esta aparente contradicción diciendo que es de David, pero que fue cantado en la inauguración del templo segundo de Zorobabel. Pero el poema no tiene nada de arcaico, ni en el fondo ideológico ni en la forma literaria. Como, por otra parte, no son pocas las concomitancias literarias y conceptuales con la segunda parte del libro de Isaías, los comentaristas modernos suponen comúnmente que el salmo es postexílico, aunque no posterior al siglo ni, ya que aparece en el fragmento de los Paralipómenos.
Invitación a los israelitas a alabar a Yahvé (1-6).
l Cantad a Yahvé un cántico nuevo, cantad a Yahvé la tierra toda. 2
Cantad a Yahvé y bendecid su nombre, anunciad de día en día su salvación. 3
Contad su gloria entre las gentes, en todos los pueblos sus maravillas. 4
Porque grande es Yahvé y digno de toda alabanza, terrible sobre todos los dioses, 5 pues todos los dioses de los pueblos son vanos ídolos; pero Yahvé hizo los cielos. 6
Delante de El la majestad y la magnificencia, en su santuario la fortaleza y el esplendor. Las nuevas gracias que Yahvé otorga constantemente a su pueblo, y, en general, a las criaturas, requieren que se le entone un cántico
nuevo: expresiones frescas de alabanza y de acción de gracias. El salmista se dirige primeramente a los israelitas, según se deduce de la mención del
santuario en el v.6; pero asocia inmediatamente
a toda la tierra a las alabanzas que va a proferir. Yahvé tiene una dimensión universal, pues aunque esté vinculado especialmente a Israel, sigue siendo el Soberano de todo el orbe creado 2. Los fieles deben recordar cada día la
salvación obrada por Yahvé en favor de su pueblo y de todos los que a El se acogen. Las perspectivas nacionalista y universalista se entrelazan en la mente del poeta, que considera
el santuario de Jerusalén como morada de Yahvé en la tierra, punto de atracción de las miradas de todos los pueblos 3. La historia de Israel es la historia de la
manifestación salvadora de Yahvé: primero al sacarlo de la esclavitud faraónica, y después liberándolo de la cautividad babilónica.
Todos los pueblos deben conocer las
maravillas en favor de su pueblo, pues redundan en su
gloria4. Como ser trascendente destaca sobre todos los supuestos dioses de los otros pueblos, los cuales son, en realidad,
vanos ídolos sin vida 5. Con sus gestas ha demostrado que sólo
El es el Dios viviente, capaz de proteger a su pueblo, mientras que las divinidades de los otros pueblos son impotentes para salvarlos. Yahvé tiene un título único de poder:
hizo los cielos, lo más excelso de la creación. El mundo es su obra, y, por tanto, sólo El puede intervenir en
la historia de la humanidad6. Como Rey soberano del universo, lleva de escolta de honor a su
majestad y magnificencia, juntamente con
su fortaleza y esplendor (v.6). Estos atributos se manifiestan en su
santuario, los cielos morada permanente de Yahvé como ser trascendente y el templo de Jerusalén, lugar santificado con su presencia como Santo de Israel, es decir, vinculado a los destinos históricos del pueblo elegido, el cual, por otra parte, es instrumento suyo para dar a conocer su salvación a los otros pueblos. Por eso se invita a narrar sus proezas
entre las gentes.
Invitación a las naciones a asociarse a las alabanzas a Yahvé (7-10).
7
Dad a Yahvé, oh familias de los pueblos! dad a Yahvé la gloria y el poderío. 8
Dad a Yahvé la gloria de su nombre, tomad ofrendas y venid a sus atrios. 9
Inclinaos ante Yahvé con ornamentos santos. ¡Tema ante El toda la tierra! 10
Decid entre las gentes: ¡Reina Yahvé! Pues El afirmó el orbe, y no se conmueve. Juzga con equidad a los pueblos. Supuesta su divinidad y su carácter de Creador, todos los pueblos están obligados a darle
gloria y reconocer su
poderío. Por ello deben acudir con sus ofrendas a los
atrios del templo de Jerusalén, donde tiene· su morada terrestre. La invitación supone la perspectiva universalista que encontramos ya en
Isa_2:2-4 : todos los pueblos confluyen hacia Sión para ser adoctrinados
en la ley de Yahvé. Aquí, conforme a las perspectivas de la segunda parte del libro de Isaías, se les invita a traer sus ofrendas de reconocimiento. Todos deben acercarse con
ornamentos santos o vestidos de ceremonia para participar en su culto, como lo hacen los sacerdotes7. Todos deben acatar
la realeza de Yahvé, que reina sobre todos los pueblos y gobierna con sentido de equidad y de justicia. Como el
orbe, cimentado por Yahvé,
no se conmueve, así todo encuentra su sitio cuando es Yahvé el que dirige las riendas de la vida social.
Invitación a la naturaleza a alabar a Yahvé (11-13).
11
Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, truene el mar y cuanto en él se contiene. 12
Salte de júbilo el campo y cuanto hay en él, y exulten todos los árboles de la selva 13
ante la presencia de Yahvé, que viene, porque viene a juzgar la tierra Regirá el orbe con justicia, y a los pueblos con equidad. Toda la naturaleza debe participar en esta alegría sonora en honor del Creador: la
tierra, el mar, el campo y los arboles de la selva 8. Estas apelaciones a la naturaleza para asociarse a la gloria de los repatriados en la nueva teocracia son características de la segunda parte del libro de Isaías 9. Toda la creación debe entonar un himno de alabanza, que sea como el eco del himno de los seres humanos, que se asocian al culto de Yahvé en Jerusalén en un preludio de la inauguración de los tiempos mesiánicos:
ante la presencia de Yahvé, que viene a juzgar la tierra. El horizonte es netamente escatológico: se acerca el gobierno de Yahvé sobre toda la sociedad humana 10. Con El viene
el reinado de la justicia y de la equidad. Es el cumplimiento de los antiguos vaticinios mesiánicos 11.
1 Cf.
Sal_33:3;
Sal_33:40, 4:
Sal_47:2;
Sal_98:1; I49.I4
Isa_42:10;
Sal_9:12;
Sal_105:1;
Sal_105:95.3!
Sal_48:2;
Sal_29:1; 9:9- 2 Cf.
Isa_66:18;
Sal_9:1;
Sal_98:15;
Sal_98:96.18, 3 Cf.
Isa_2:2-4. 4
Sal_98:1-3;
Isa_42:10s;
Isa_43:1-8; 45:1s. 5 Cf.
Isa_40:183;
Isa_44:93. 6 Cf.
Isa_45:25-26;
Isa_45:14-17;
Isa_46:1s;
Isa_43:3;
Isa_85:10-12;
Isa_89:15. 7 Cf.
Sal_29:3. 8 Cf.
Sal_98:7. 9 Cf.
Isa_44:23;
Isa_44:49.13- 10 Cf.
Sal_2:10;
Sal_9:9;
Sal_98:10. 11 Cf.
Isa_42:10s;
Isa_44:23;
Isa_49:23;
Isa_49:55.12