Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 97 (Vg 96): La Manifestación Gloriosa de Yahvé.
E ste salmo empalma, por el contenido, con el precedente, y en él se destaca la perspectiva escatológica: Yahvé vendrá a imponer un reinado de justicia y de equidad. El poeta, en estilo dramático y entrecortado, presenta ya a Yahvé a punto de ejercer sus funciones judiciarias para dar un veredicto equitativo y justo.
Podemos distinguir bien dos secciones en el salino:
a) profecía de índole escatológica (1-7): se acerca el fin del estado actual de cosas para nacer un nuevo mundo, inaugurado por Yahvé, que va a establecer su reino en toda su plenitud, en el que se destacarán los valores de justicia y fidelidad;
b) invitación a la general
alegría por tan importante acontecimiento. Como en el salmo anterior, encontramos aquí predicado el monoteísmo más estricto, juntamente con el anuncio de un nuevo estado de cosas que se asemeja
al anunciado en los vaticinios mesiánicos. La naturaleza, con sus grandiosas manifestaciones, le rinde homenaje; los mismos dioses de los otros pueblos se postran ante él. Esto señala el triunfo de los fieles, que ven así cumplidos sus más íntimos anhelos.
El valor literario de esta composición es juzgado así por un comentarista: El autor de este salmo no era un poeta muy original, pero era un maestro himnógrafo. Apenas tiene una frase en el salmo que no haya sido tomada de prestado; pero del lenguaje de los salmistas y de los profetas anteriores ha compuesto un precioso mosaico que es digno de las circunstancias...1 Particularmente parece depender de la segunda parte de Isaías y de otras composiciones salmódicas 2.
En la versión alejandrina se atribuye también este salmo a David, pero las analogías literarias con los fragmentos deutero-isaianos y con otras composiciones del Salterio nos obligan a retrasar la composición del mismo a los tiempos que siguieron a la cautividad babilónica.
La majestuosa teofanía de Yahvé-Rey (1-7).
1
Yahvé reina! Gócese la tierra, alégrense las muchas islas. 2
Hay en torno de El nube y calígine; la justicia y el juicio son la base de su trono. 3
Precédele fuego, que abrasa en derredor a todos sus adversarios; 4
sus rayos alumbran el mundo; tiembla la tierra al verle. 5
Derrítense como cera los montes ante Yahvé, ante el Señor de toda la tierra. 6
Anuncian los cielos su justicia, y todos los pueblos ven su gloria. 7
Quedan confundidos todos los adoradores de los simulacros, los que se glorían de sus ídolos. Se postran ante El todos los dioses.
Ante el nuevo orden moral, basado en el equilibrio y la equidad, debe la naturaleza tomar parte en el regocijo general; toda la
tierra va a participar de las consecuencias benéficas del reinado de Yahvé, y por eso debe saludar alborozada
la aparición del Rey de justicia 3. Hasta las lejanas
islas países costeros del Mediterráneo deben sentirse dichosas de la aparición del Soberano de la tierra.
Conforme al módulo tradicional, el poeta describe la aparición de Yahvé envuelto en
nube y calígine para velar su majestad, pero precedido del
fuego, que es el símbolo de la atmósfera aislante de santidad que rodea al Dios de Israel4.
El fuego purifica y aisla; por ello simboliza bien la zona de separación
entre el Creador y la criatura, entre el Dios santo y la criatura contaminada. El salmista presenta al fuego
abrasando a los adversarios de su Dios. Nadie puede oponerse a su acción justiciera. Como Rey omnipotente, va sembrando el terror por doquier, fulgurando los
rayos que con su resplandor alumbran la tierra, que se estremece a su paso. La teofanía está calcada en la tradicional del Sinaí: Yahvé hablando desde la cima del monte en medio de relámpagos y truenos para impresionar al pueblo, reunido al pie de la montaña sagrada 5. A su paso se
derriten los montes, que constituyen la parte más sólida de la tierra. El salmista parece inspirarse en el cántico de Habacuc: Llega Dios de Teman... Su majestad cubre los cielos, y la tierra se llena de su gloria. Su resplandor es como la luz; de sus manos salen rayos. Delante de El va la mortandad, y a su zaga el azote.
Si se detiene, hace temblar la tierra, y si mira, conmueve las naciones. Los montes eternos se resquebrajan, se abajan los eternos collados...6
Pero esta manifestación majestuosa de Yahvé no es preludio de cosas siniestras, sino la alborada de una
época de justicia; por ello los cielos la anuncian alborozados, mientras que, abajo, los pueblos asisten a la manifestación esplendente de su
gloria (v.6). El triunfo de Yahvé señala, por otra parte,
el fin de la idolatría. Es la hora de la decepción de los que se arrodillaban ante los ídolos 7. Y el poeta presenta a los simulacros de los gentiles postrados en signo de acatamiento ante el Dios de Israel (v.7) 8.
El regocijo de los santos por la manifestación de la justicia divina (8-12).
8
Oyó Sión y se alegró; regocijáronse las hijas de Judá por tus juicios, ¡oh Yahvé! 9
Porque tú eres, Yahvé, el Altísimo sobre toda la tierra, inmensamente ensalzado sobre todos los dioses. 10
Aborreced el mal los que amáis a Yahvé, que El guarda las almas de los piadosos, librándolos de la mano de los impíos. 11
Ya alumbra la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. 12
Alegraos en Yahvé, ¡oh justos! y alabad su santo recuerdo.
El poeta canta en esta segunda parte la impresión agradable sentida por los que han sido fieles a Yahvé al asistir a la manifestación de su justicia retributiva. Sión, testigo de tantas injusticias y atropellos, se estremeció de alegría al anunciarse el cumplimiento de los
juicios de Yahvé. Con la capital se alegraron las ciudades filiales:
las hijas de Judá 9
. Yahvé es el
Altísimo título del dios de Melquisedec y de Baal en Ras Shamra
sobre toda la tierra. Las divinidades de los otros pueblos pretendían gobernar sobre el territorio de su nación; pero Yahvé domina la panorámica del universo, por ser el Creador. Está por encima de todos
los dioses 10, lo que no implica reconocimiento de la existencia de éstos, sino simplemente es una declaración de que los supuestos dioses de los otros pueblos no pueden medir su fuerza y dominio con el Dios de Israel. En el v.6 se les llama despectivamente
simulacros o
elilim (ídolos en el sentido de vacíos, sin vida).
Supuesta la grandeza del Dios de Israel, el salmista invita a los fieles yahvistas a no seguir las sendas del mal y del pecado. Yahvé tiene especial providencia de las
almas o vidas de los piadosos,
que a El se confían. En los momentos de peligro los salva de las artimañas de los impíos n. Ha llegado la
luz o felicidad para el justo; con ella se colma la
alegría de los rectos
de corazón, porque se manifiesta Yahvé protegiendo a los suyos y castigando a los malvados 12. El poema termina con una exhortación a los justos para que se alegren por el triunfo de su Dios, alabando su nombre. Lit.: su santo recuerdo.
El nombre divino expresa la esencia de la divinidad, y bajo este aspecto es como un eco o
recuerdo de su presencia entre los hombres 13.
1 A. F. Klrkpatrigk, O.C., 579. 2 Cf. v.1 y Sal 93; 99; 96:10-11;
Isa_42:10-12;
Isa_42:5L5;
Sal_89:153;
Sal_48:12;
Sal_93:19;
Sal_32:11. 3 Cf.
Isa_49:13;
Sal_96:11;
Isa_42:1-12;
Isa_51:5. 4 Cf.
Exo_19:16;
Exo_19:20-21;
Deu_5:22;
Exo_33:10;
Sal_18:8-16;
Sal_85:14;
Sal_89:15. 5 Cf.
Exo_19:8;
Exo_24:153. 6
Hab_3:3s. 7 Cf.
Isa_42:17;
Isa_45:16-17. 8 Los LXX traducen ángeles en vez de dioses. 9 Cf.
Num_21:25.32;
Jos_14:45 ;
Jue_11:25;
Sal_48:12. 10 Cf.
Sal_47:3;
Sal_83:19;
Sal_95:2. 11 Cf.
Sal_37:29;
Sal_34:21. 12 Cf.
Sal_27:2;
Sal_36:10;
Isa_5:30;
Isa_42:16;
Sal_112:4;
Job_12:25. 13 Cf.
Exo_3:15;
Sal_135:14.