¡Jerusalén, ciudad santa!
Dios te castigó por las obras de tus hijos,
mas tendrá otra vez piedad
de los hijos de los justos.
(Tobías 13, 9) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
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Cántico de Ôïbit (c.13).
Características Generales.
El cántico de Tobit se divide en dos partes: 1) Tobit alaba a Dios por los beneficios concedidos a él y a su pueblo en el destierro (v.1-10a); 2) perspectivas de salvación y grandeza de Jerusalén (11-18). Doxología final (v.15cd). Por su contenido genérico e incoloro, el himno da la sensación de estar desconectado del ambiente histórico que le precede. De hecho son escasas las referencias a las vicisitudes de la vida de Tobit, si exceptuamos una clara alusión a su cautividad (v.15) y algunas otras menos explícitas (13:2 = 11:15; 13:4 = 12:6; 13:5 = 334-5)· Por su aspecto se asemeja a una composición a base de otros pasajes bíblicos (1Sa_2:1ss) y lugares comunes, sin contenido original. En cuanto a su inspiración poética, nos hallamos frente a un himno lírico, aunque su belleza poética es inferior a los modelos de la antigua poesía hebraica conservados en libros históricos anteriores (Ex 15; Deut 32; Jue 5; 2Sa_1:18-27; Vacgar1).
Invitación al pueblo a ensalzar a Dios (2Sa_13:1-10).
1 Y Tobit, en un transporte de júbilo, escribió una oración y dijo: Bendito sea Dios, que vive por los siglos, por todos los siglos permanece su reino. 2 Porque El azota y se compadece, lleva al sepulcro y saca de él; nadie hay que escape de su mano. 3 Confesadle, hijos de Israel, ante las naciones, pues El nos dispersó entre ellas. 4 Pregonad aquí su majestad, ensalzadle ante todos los vivientes, que El es nuestro Señor y nuestro Dios, El nuestro Padre por los siglos de los siglos. 5 Nos azota por nuestras iniquidades, y luego se compadece y nos reunirá de las naciones en que nos ha dispersado. 6 Si os convertís a él de todo corazón y con toda vuestra alma para practicar la verdad en su presencia, entonces se volverá a vosotros y no os ocultará su rostro. 7 Contemplad ahora lo que ha hecho con vosotros. Dadle gracias a boca plena, bendecid al Señor de la justicia y ensalzad al rey de los siglos. 8 Yo le confesaré en la tierra de mi cautiverio y pregonaré su poder y su majestad al pueblo pecador. Convertios, pecadores, y practicad la justicia delante de El? quizá tenga misericordia de nosotros. 9 Yo ensalzo a mi Dios, rey de los cielos; mi alma se regocijará en su grandeza. 10 Hablen todos y confiésenle en Jerusalén.
Conforme a la recomendación del ángel (2Sa_12:6-17), en la primera estrofa (2-3) bendice Tobit al Dios verdadero, Dios viviente y eterno (Jer éï,éï; Deu_5:26; Deu_32:40; Sal_24:5).
En la segunda estrofa (v.4-5) se profundiza en los motivos que recomiendan la alabanza a Dios. Si es verdad que Dios castigó a su pueblo con el exilio, también lo es que Dios es para Israel como un padre que le ama, y que lo castiga precisamente porque le ama (Heb_12:6).
En la cuarta estrofa (v.7) invita al pueblo a volver la vista hacia el pasado, en donde encontrará innumerables ejemplos de la misericordia de Dios para con él. El Señor es justo, castiga cuando uno se lo merece y ensalza cuando el pecador confiesa su culpa y hace penitencia.
En las dos estrofas (8-10a), no obstante las dificultades del texto, con sus muchas vacantes, parece vislumbrarse clara la idea de que Tobit continuará sin cesar de alabar a Dios en el destierro para obtener su misericordia.
Perspectivas de grandeza para Jerusalén (Heb_13:11-18).
11 Jerusalén, la ciudad del Santo. Por las obras de tus hijos te azotará, pero de nuevo se compadecerá de los hijos de los justos. 12 Confiesa dignamente al Señor y bendice al rey de los siglos para que de nuevo sea en ti edificado su tabernáculo con alegría, para que alegre en ti a los cautivos y muestre en ti su amor hacia los desdichados por todas las generaciones y generaciones. 13 Pueblos numerosos vendrán de lejos al nombre del Señor, nuestro Dios, trayendo ofrendas en sus manos, ofrendas para el Rey del cielo. Las generaciones de las generaciones exultarán en ti. 14 Malditos todos los que te aborrecen y benditos para siempre todos los que te aman. 15 Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos, que serán congregados, y al Señor de los justos bendecirán. 16 Dichosos los que te aman; en tu paz se alegrarán. Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes, pues en ti se alegrarán contemplando toda tu gloria, y se regocijarán para siempre. 17 Bendice, alma mía, a Dios, Rey grande, porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas será reedificada, con piedras preciosas sus muros y con oro puro sus torres y sus almenas. 18 Y las plazas de Jerusalén serán pavimentadas de berilo y rubí y piedra de Ofir, y todas sus calles dirán: ¡Aleluya, bendito sea Dios, que te ensalzó, por todos los siglos!
Tobit abriga la esperanza de que muchos de sus connacionales se convertirán y que con ello darán ocasión a que Dios se apiade de los justos, de que regresen a Jerusalén, siendo con ello posible la reedificación de la ciudad y del templo. Jerusalén volverá a ser el punto de reunión de todos los pueblos (Isa_2:2-3; Isa_2:66,18ss; Bar_4:36-37; Miq_4:2), a la que irán con abundantes dones (Isa_60:6; Sal_67:30; Sal_71:10-11), y, según la Vulgata, adorarán al rey de los cielos.
El profeta invita a Jerusalén a alegrarse por el retorno de los hijos de los justos, lo que puede interpretarse como refiriéndose al resto santo de que habla Isa_10:21; Isa_60:4; Isa_65:8-9, o a los israelitas en general.
1 Lagrange, La religión des Perses: RB 14 (1904) 208-309,