Haz conmigo ahora
según lo que te plazca
y ordena que reciban mi vida
para que yo me disuelva
sobre la faz de la tierra,
porque más me vale morir que vivir.
Tengo que aguantar injustos reproches
y me anega la tristeza.
Manda, Señor, que sea liberado
de esta aflicción
y déjame partir al lugar eterno,
y no apartes, Señor, tu rostro de mí,
pues prefiero morir
a pasar tanta aflicción durante la vida
y tener que seguir oyendo injurias.
(Tobías 3, 6) © Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998)
Times New Roman ;;
Plegaría de Tobit (3:1-6).
1 Yo me entristecí y lloré, y con dolor me puse a orar, diciendo: 2 Justo eres, Señor, y justas todas tus obras; todos tus caminos son misericordia y verdad; juzgas siempre según verdad y justicia. 3 Muéstrate a mí y para en mí tus ojos. No me castigues por mis pecados, ni por mis ignorancias, ni por las que mis padres cometieron 4 Porque ellos desoyeron tus preceptos, [contra ti. tú nos has entregado en botín al cautiverio y a la muerte, objeto de escarnio para todas las naciones entre las que hemos sido dispersados. 5 Muchos son tus juicios y verdaderos, para que vayas a tomar venganza por mis pecados y los de mis padres; porque ni cumplimos tus preceptos ni caminamos sinceramente delante de ti. 6 Ea, pues, haz conmigo según tu beneplácito. Quítame el aliento de vida, para que muera y me convierta en polvo; porque más prefiero morir que vivir, pues he oído ultrajes mentirosos y una gran tristeza se apodera de mí Haz que sea yo libertado de esta angustia para ir al eterno lugar. No apartes tu rostro de mí.
Las palabras de Ana contristaron a Tobit hasta hacerle derramar lágrimas. A las persecuciones de parte de los gentiles, a las risas burlonas de sus con nacionales, se juntaban ahora las palabras injuriosas de su mujer, que le habló como una mujer necia (Job_2:10). En tales circunstancias, su pensamiento se vuelve al Señor. En la plegaria habla Tobit de la justicia y misericordia divinas; ruega al Señor que no le trate según su justicia (3-5), sino según su misericordia, pidiéndole que ponga fin a su vida, llena de penalidades. Con la muerte iría al eterno lugar. En el texto no se presenta el lugar eterno como una morada oscura, sombría y espantosa, sino como lugar de reposo y de tregua de las penalidades de la vida. Esta concepción de la vida de ultratumba es superior a la de otros pasajes bíblicos más antiguos, y algunos autores católicos ven en el texto aquella confianza, seguridad y paz que se respira en el libro de la Sabiduría (Miller).
La prueba de Sara (Job_3:7-8).
7 Aquel mismo día aconteció en Ecbatana de Media que Sara, hija de Ragüel, fue insultada por las esclavas de su padre, 8 porque, habiendo sido dada en matrimonio a siete maridos, el maligno demonio Asmodeo les había dado muerte antes que con ella hubieran tenido vida conyugal, y le decían: ¿No estás loca tú, que ahogas a tus maridos? Siete has tenido ya, y de ninguno de ellos has gozado.
El autor sagrado ha diseñado en esta perícopa (Job_3:7-17) un cuadro concebido en estrecha relación con 2:1-3:6. Los acontecimientos que se narran en ambos cuadros son contemporáneos, y entre ellos se dibuja una manifiesta analogía y paralelismo. Simultáneamente, en el mismo día, dicen  y Vulgata, una dura prueba alcanzó a los dos protagonistas: a Tobit en Ninive (2:29) y a Sara en Ecbatana (3:7); en el mismo tiempo (Sin.) ambos, en su dolor encuden a Dios la oración del uno y de la otra fue escuchada al mismo tiempo (Sin.3:16), y en la misma hora en que se volvía Tobit y entraba en su casa, bajaba Sara del piso alto de la suya (3:17). A Tobit le persiguió un monarca asirio; a Sara, el demonio Asmodeo; de aquél se mofaban sus compatriotas y su mujer; de Sara, las sirvientas o esclavas de su padre. Las desgracias que acaecieron a ambos no eran consecuencia de sus pecados, porque los dos eran justos, sino resultado de una prueba a la cual Dios les sujetó para acrisolar su virtud. Dios premia su resignación en el sufrimiento devolviendo a uno las riquezas y la vista, y a la otra premiándola con un matrimonio feliz. Los males que aquejaron a Tobit acontecieron por su piedad y amor hacia sus compatriotas; los de Sara contrastan con su buena conducta. Tobías y Sara son hijos únicos, y la presente narración pone de relieve la Providencia divina, que destinaba el uno para el otro. Junto a estas analogías, existen algunas divergencias, pues es distinto el estado de ánimo de Tobit y Sara y la ocasión de los sufrimientos de ambos. Estas analogías entre la situación de Tobit y la de Sara revelan que el autor ha dispuesto la narración artificiosamente.
Vanos intentos de matrimonio (3:9).
9 ¿Por qué nos azotas? Ya que ellos murieron, vete tú con ellos y que no veamos jamás hijo o hija tuya.
Sara era hija única. Para perpetuar la descendencia de su padre fue dada en matrimonio a siete jóvenes, que murieron antes que llevaran con ella vida conyugal. Lo extraordinario del caso dio pie a que se esparciera entre el vulgo el rumor de que todos ellos fueron muertos por el demonio Asmodeo. Probablemente, los pretendtendientes eran judíos, que iniciaron su vida de matrimonio con la bendición de Dios, al que invocaron con la oración (6:17), Pero la razón principal que deja traslucir el libro, es que ellos no reunían las condiciones que exigía la Ley para desposar a una hija única (6:12-18; 8:17), sobre la cual sólo Tobías tenía derecho (3:15; 6:12-18; 7:1 o). Según la Vulgata, los pretendientes murieron en la primera noche de la boda: mox ut ingressi fuissent ad eam; sin embargo, los textos  y Sin señalan que ellos murieron de improviso (3:15; 6:14; 7:11; 8:10), antes que tuvieran con ella relaciones sexuales, sin ulterior determinación de tiempo. La muerte extraña de los esposos fue muy comentada e interpretada diversamente. Las criadas (una criada según la Vulg.) acusaban a Sara de que ahogaba a sus maridos.
1 O. Eissfeld, Erstlingen und Zehnten im Alten Testament (Leipzig 1917); A. Vincent, Les rites de balancement (tenouphah) et de prélévement (teroumah) dans le sacrifice de Commu-çßïç de à A· T.r Melantes Syriens offerts a M. D, Dussaud, I (París 1939) 267-272.
2 L. Spmkowski, De marte Sennacherib: Miscellanea Bíblica, 3 (1934) 148-160.
1 Dhofme, Elam: DBS 920-962.
El demonio asmodeo.
En el v.8 se atribuye la muerte de los varios maridos de Sara a la acción del demonio Asmodeo. Únicamente en este lugar y en 3:17 se especifica el nombre de este ser diabólico que concurrió, involuntariamente, a la realización de los designios de Dios. En las diversas redaciones este demonio es llamado el perveso; el rey de los demonios; (HM), demonio de la impureza (akázarton). Muchos autores creen que Asmodeo, tanto por el como por su naturaleza y actividad, corresponde al Aeschma daeva de los antiguos persas. El Asmodeo bíblico no parece que deba considerarse como procedente de la mitología iraniana. En el supuesto que así fuera, no podría, sin embargo, concluirse que la demonología judía fuera de origen iránico. La única conclusión que pudiera deducirse es que tenemos aquí un rasgo, que podríamos llamar de color local, en el sentido de que los acontecimientos del libro de Tobías se desarrollaron en Persia 1. El nombre de Asmodeo puede ser de origen semítico y derivar del verbo hebraico shamad (Hifil), destruir, arruinar, de donde los nombres derivados: Ashmodai, Ashmedon, que se encuentran en la literatura rabínica y talmúdica 2. En este supuesto, el Asmodeo del libro de Tobías correspondería al ángel destructor de que se habla en otros textos bíblicos o al Satán intrigante y enemigo de la felicidad (2 Sam 24:16; Sab_18:25; Rev_9:11; 1Cr_21:1; 1Re_22:20), y estaría en oposición con Rafael, el ángel cuya misión es curar los males de Sara y llevar la felicidad a las familias 3.
Las sirvientas no culpan al demonio de la muerte de los maridos, sino a Sara (1Re_3:8). Esta y sus padres comprueban el hecho de la muerte de los maridos, pero no lo achacan al demonio (1Re_3:15; 1Re_7:11; 1Re_8:10); tampoco se hace mención del demonio en la plegaria de Sara (1Re_3:11-15) ni en la de su padre (1Re_8:15-17) y de Tobías (). Únicamente el pueblo atribuye al demonio aquellas muertes. Tobías recoge el rumor popular de que el demonio ama a Sara y que, por lo mismo, mata a todos los que trataban de acercarse a ella (1Re_6:14-15).
En todos los pueblos del antiguo Oriente existía la creencia en la existencia de espíritus malos. Los antiguos árabes creían que el desierto estaba poblado por djinns; que estos espíritus malignos desencadenaban enfermedades y que constituían un peligro para los nuevos esposos. Según los árabes, los djinns se encuentran en todas partes: cada lugar tiene sus habitantes sobrenaturales. A estas potencias invisibles se atribuían las anormalidades de la vida sexual4. El demonio Asmodeo presenta ciertos rasgos que demuestran su parentesco con los demonios del paganismo, mencionados en el Antiguo Testamento con los nombres de Shedim, Seirim (Isa_13:21; Isa_34:14; Deu_32:17; Sal_106:37). En la versión aramea del libro de Tobías, Asmodeo es llamado rey de los Schedim (Sal_3:8; Sal_6:14), o simplemente shedu (Sal_6:16), término con el cual se designan los espíritus de potencia limitada que, aun entre los paganos, no tienen ni rango de las divinidades.
Tentación de suicidio y plegaria de Sara (Sal_3:10-15).
10 Oyéndolas, se entristeció sobremanera, tanto que quería ahorcarse. Pero decía: Soy la hija única de mi padre; si tal hiciera, el oprobio vendría sobre él y de dolor conduciría su ancianidad al sepulcro.
Fue tan sensible Sara a los ultrajes de las sirvientas, que quería ahorcarse. Únicamente la reflexión sobre su condición de hija única, y por respeto a su anciano padre, no llevó a efecto su alocada idea.
11 Y oraba puesta a la ventana, y decía: Bendito eres, Señor Dios mío, y bendito tu nombre, santo y excelso por los siglos. Bendígante todas tus obras para siempre. 12 Y ahora, Señor, en ti pongo mis ojos y mi rostro. 13 Llévame de la tierra y que no oiga ya más ultrajes. 14 Tú sabes, Señor, que yo estoy limpia de todo pecado con hombre 15 y que no he manchado mi nombre ni el nombre de mi padre en esta tierra de mi cautiverio. Hija única soy de mi padre, el cual no tiene hijo que pueda heredarle ni pariente próximo con un hijo para quien yo deba guardarme por mujer; ya se me han muerto siete maridos; ¿de qué me sirve la vida? Y si no te parece bien quitármela, mírame y ten piedad de mí y que no escuche ya más estos ultrajes.
Recobrada la serenidad, después de la tentación de suicidio, se asomó Sara a la ventana y, con las manos extendidas y la vista dirigida hacia Jerusalén, como solían orar los israelitas en el destierro (Dan_6:10), se entregó a una fervorosa oración. Pide al Señor que le envíe la muerte para no oír más las afrentas de que ha sido objeto. No evoca el recuerdo de sus propios pecados y los de su pueblo para obtener esta misericordia del Señor, como hizo Tobit; al contrario, recuerda su pureza de vida, su conducta ejemplar en sus pensamientos, intenciones y obras. Recuerda su condición de hija única, y que, por lo mismo, le correspondía heredar todos los bienes de su padre y conservarlos por el matrimonio en la familia o tribu (Num_36:1-13), lo que no le es posible por la muerte de sus siete maridos que intentaron desposarla. De ahí que su vida no tiene ya finalidad alguna. Sara no tiene ningún pariente próximo. Tanto ella como sus padres, que conocían la existencia de Tobit (Num_7:2), ignoraban la de Tobías (Num_3:15).
Dios escucha las oraciones de Tobit y Sara (Num_3:16-17).
16 Fue escuchada la oración del uno y de la otra en la presencia de la gloria de Dios.17 Rafael fue enviado para remediarlos a los dos, para batir las cataratas de Tobit y para casar a Sara, la hija de Ragüel, con Tobías, el hijo de Tobit, y paralizar a Asmodeo, el maligno demonio, por cuanto a Tobías tocaba heredarla. Al mismo tiempo en que se volvía Tobit y entraba en su casa, bajaba Sara, la de Ragüel, del piso alto de la suya.
Ha descrito el autor la situación trágica de los dos fieles servidores de Dios, Tobit y Sara. ¿Cuál será la solución que dará Dios para acabar con las tribulaciones que afligen a ambos? En el v.16 aparece el salvador, el instrumento de la Providencia divina, el que recompensa a los fieles por sus virtudes, el ángel que cura, Rafael (que significa: Dios cura).
Ambos rogaban a un mismo tiempo, y, sin que uno supiera nada del otro, pedían al Señor que les quitara la vida. Sus oraciones fueron escuchadas en presencia de la gloria de Dios (Num_12:12.15) o delante de Dios todopoderoso, cuya presencia se revelaba por la manifestación de su gloria, como en los días del Sinaí (Exo_24:16; Exo_33:18). Las oraciones de Tobit y Sara llegaron al trono del Altísimo por mediación de Rafael, quien, además, era el guía de Tobit en todas las obras de misericordia que practicaba (Exo_12:12). En la literatura apócrifa se habla a menudo de Rafael (Henoc 10:4; 23:3; 49:9). En nuestro texto, su misión es doble: curar la enfermedad física que aquejaba a Tobit (12:14) y sanar los males morales de Sara con un matrimonio feliz. Con la mención de Asmodeo se quiere contraponer la obra salvífica de Rafael a la acción destructora del demonio.
1 Clamer; Lagrange, Lejudalsme avant Jésus-Christ 403; Asmodée: DBS 1103-1104.
2 Talmud, Git. 68a. Véase Strack-Billerbeck, Kommentar zum Neuen Testament IV 510-513-
3 En el Testamento de Salomón reaparece Asmodeo con las siguientes palabras de presentación: Mi misión es conspirar contra los nuevos esposos para impedir que se conozcan. Yo destruyo la belleza de las esposas y cambio sus corazones. Provoco en los nombres accesos de locura y hago que, aunque tengan sus mujeres, las abandonen para ir a las de otros, de manera que pequen y caigan en actos de homicidio (cit. Pautrel).
4 Lods, 274-277.