Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
12. La Rehabilitación del pueblo de Yahvé.
Jerusalén, cáliz de vértigo para los pueblos (1-9).
1 Oráculo. Palabra de Yahvé sobre Israel. Palabra de Yahvé, que extiende los cielos, funda la tierra y que forma el aliento del hombre dentro de él. 2 He aquí que voy a hacer de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos de en derredor. También para Judá habrá angustia y para Jerusalén. 3 Aquel ¿lía pondré a Jerusalén como piedra pesada para todos los pueblos, y cuantos con ella carguen se harán cortaduras, y se reunirán contra ella todas las gentes de la tierra. 4 Aquel día, dice Yahvé, heriré de terror a todos los caballos y de locura a sus jinetes, pero abriré mis ojos sobre la casa de Judá, y a todos los caballos de las gentes los heriré de ceguera. 5 Entonces se dirán los jefes de Judá: La fuerza de los habitantes de Judá está en Yahvé de los ejércitos, su Dios. 6 Aquel día haré de los jefes de Judá brasero encendido en medio de leña y antorcha ardiendo en medio de las haces, que consumirá a diestro y siniestro a todos los pueblos de en derredor, y Jerusalén será de nuevo habitada en su lugar, en Jerusalén, 7 y salvará primero las tiendas de Judá, para que no se enorgullezcan contra Judá la casa de David y los habitantes de Jerusalén. 8 En aquel día escudará Yahvé a los moradores de Jerusalén, y la casa de David será como Dios, como el ángel de Yahvé ante ellos. 9 Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieron contra Jerusalén. El oráculo es enfático; procede de Yahvé, que
extiende los cielos y funda la tierra. El profeta apela al Señor de la naturaleza para garantizar su palabra amenazadora contra todos los pueblos que se atrevan a hacer frente a Jerusalén. Todos se tambalearán cuando quieran probar la
copa de vértigo, Jerusalén, piedra de toque de la omnipotencia divina. En los profetas es frecuente este símil del
cáliz embriagador de la ira divina que Yahvé ofrece a los pueblos para hacerlos perder el sentido. Aquí Jerusalén, como capital del pueblo de Dios, es presentada como una
copa de vértigo que se derramará sobre los que se atrevan a atacarla.
Judá y Jerusalén serán presas de
angustia (v.2), pero se salvarán de la crisis por intervención divina. Todos los que la ataquen
se harán cortaduras, como el que osa ponerse a levantar una
piedra pesada (v.3). En efecto, cuando llegue el momento del ataque de
todas las gentes de la tierra reunidas contra ella, Yahvé tendrá una especialísima protección de Jerusalén (
abriré mis ojos sobre la casa de Judá, v.4), sembrando el
terror y la
locura (por efecto de la
copa de vértigo) entre los caballos y jinetes enemigos. Será ése el momento del reconocimiento de la omnipotencia divina por parte de los
jefes de Judá (v.6).
Los
jefes (o familias según otra posible versión)
de Judá, con la ayuda de su Dios, se reavivarán y harán presa en los enemigos que los atacan, como el
brasero encendido lo hace en la
leña, y la
antorcha en los
haces o gavillas que le sirven de pábulo.
Jerusalén quedará intacta y volverá a ser habitada en su misma colina de Sión; pero no sólo participarán de la victoria la capital santa y la casa real de David, sino que también las ciudades del campo tendrán su preeminencia, como la tuvieron en otro tiempo (Hebrón y Belén) bajo el caudillaje de David; por eso Yahvé salvará
primero las tiendas de Judá, es decir, a las localidades rurales de Judá, para que
no se enorgullezcan contra Judá (como región)
la casa de David (la corte)
y los habitantes de Jerusalén (v.8). En estas palabras, el profeta fustiga el orgullo de los moradores de la capital, que se consideraban los únicos privilegiados.
Con todo,
Jerusalén, como capital de la nueva teocracia, tendrá una especialísima protección de Yahvé; y la casa de David, o dinastía davídica, será como Dios, es decir, gozará de un prestigio superior, comparable al de su Dios, verdadero vencedor y organizador de la nueva sociedad judía. La frase
como Dios queda atenuada en el contexto con la aclaración
como el ángel de Yahvé, que bien puede ser explicación erudita teológica posterior para evitar el posible sentido irreverente de la frase
como Dios. En realidad es Yahvé el que da la victoria a su pueblo contra todos sus enemigos.
En toda esta descripción encontramos la perspectiva del juicio divino sobre las naciones paganas que precederá a la inauguración mesiánica. Antes de la entrada en la nueva era definitiva habrá un gran combate sobre las naciones paganas que se impusieron al pueblo de Israel, y Yahvé les dará el merecido como compensación a los sufrimientos de su pueblo:
Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieron contra Jerusalén (v.9). La amenaza es esperanzadora para los judíos, que penosamente, después del exilio, tuvieron que levantar de las ruinas la Ciudad Santa y comunidad nacional en medio de la hostilidad de los pueblos gentiles circunvecinos.
Lamentación general de la nación por un misterioso crimen (10-14).
10 Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración, y alzarán sus ojos a mí. Y aquel a quien traspasaron le llorarán como se llora al unigénito, y se lamentarán por él como se lamenta por el primogénito. 11 Habrá aquel día gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-Rimmón en el valle de Megiddo. 12 Se lamentará la tierra, linaje por linaje; el linaje de la casa de David aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de la casa de Natán aparte, y sus mujeres aparte; 13 el linaje de la casa de Levi aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de Semeí aparte, y sus mujeres aparte, 14 y todos los otros linajes, cada uno aparte, y sus mujeres aparte.
Este fragmento es también sumamente enigmático y muy diversamente interpretado. El profeta habla de un misterioso duelo general de la nación por un crimen no menos misterioso. Una razón de la dificultad en la interpretación del texto estriba en la oscuridad del mismo en su original y versiones.
El profeta anuncia, después de la victoria sobre los enemigos de Judá, una efusión del
espíritu de gracia y de oración l
. La nación, reconocida a los beneficios y protección de su Dios por la victoria total reportada, se volverá en masa hacia El: 3;
alzaran sus ojos a mí (v.10a). A continuación la mente del profeta se centra en torno a un enigmático duelo general de la nación sobre un sujeto nebuloso que no concreta.
Para esclarecer el sentido debemos primero buscar una lección aceptable en el confuso y ambiguo contexto. El TM dice literalmente: y me contemplarán a mí, al que traspasaron 2. Según esta lectura, el objeto de esa contemplación es Yahvé, que es el que habla. Pero a continuación se dice: Le llorarán. El cambio de primera a tercera persona es inexplicable lógicamente en el contexto gramatical, pues el llanto es sobre una persona
distinta de Yahvé. Resulta difícil entender que hayan
traspasado a Yahvé, y, por otra parte, que la lamentación recaiga sobre un sujeto diferente de Yahvé. La Vulgata sigue literalmente al TM. Los LXX, en cambio, traducen: y mirarán a mí, porque (me) insultaron, y
le llorarán 3.
Por otra parte, muchos comentaristas de nota creen que la construcción del texto hebreo no es regular, y así procuran corregir el texto. Unos creen encontrar la solución admitiendo la lección de algunos manuscritos, que traen: contemplarán a
él, al que traspasaron 4. Pero las versiones de los LXX, la Pcshitta, Vulgata, la de Aquila y Símaco y Teodoción leen unánimemente: contemplarán a raí, al que traspasaron. La lección, pues, de esos manuscritos parece ser una corrección erudita para evitar la dificultad del texto. Por ello, muchos expositores prestigiosos prefieren mantener la lección actual del TM, si bien, siguiendo a San Cirilo Alejandrino 5, dividen el texto como hemos propuesto: y alzarán sus ojos a
mí. Y aquel a quien traspasaron,
le llorarán.6
Ahora bien, supuesta esta lectura, ¿quién es este sujeto misterioso al que
llorarán como se llora al unigénito? Se ha propuesto que el duelo sería por un mártir desconocido de la época del profeta, por una víctima de la pasión ciega popular, sobre cuyo crimen reflexionarán más tarde los judíos, lamentándose de su torpe acción. Diversos nombres han sido propuestos para su identificación: Zacarías, hijo de Joyada, muerto por orden del rey Joás de Judá (798-782 a.C.); Urías, hijo de Semeyas, muerto bajo el rey Joaquim de Judá (609-598 a.C.); Godolías, el gobernador judío puesto por los babilonios después de la toma de Jerusalén en 586, muerto por el nacionalista Ismael. Se ha pensado incluso en
el propio profeta Jeremías, que habría sido víctima de esta misma facción nacionalista. No faltan quienes proponen a Zorobabel, contemporáneo de Zacarías. No pocos comentaristas creen que hay que relacionar a este mártir incomprendido con el
Siervo de Yahvé de los famosos cánticos de Is 52:13-53:12.
Los Santos Padres y comentaristas católicos, siguiendo al evangelista San Juan 19,37 (mirarán al que traspasaron), ven en esta perícopa una alusión clara al Mesías-Jesús muriendo en la cruz, víctima de la ciega pasión popular. El contexto parece favorable a ello, ya que el profeta
parece unir la perspectiva mesianica con la compunción general por la víctima inocente. En efecto, después de hablar del triunfo del pueblo elegido sobre las naciones paganas, se anuncia la efusión del
espíritu de gracia y de oración, como en
Joe_3:1. Consecuencia de ello será la íntima compunción y arrepentimiento por un atropello colectivo cometido contra una víctima inocente, cuya muerte parece tener relación con la misma salvación del pueblo.
En este supuesto, el fragmento sería paralelo a los
cánticos sobre el
Siervo de Yahvé de Is 52:13-53:12, donde se habla de un Justo que sufre callado y que muere por los pecados de su pueblo. Todos estos detalles se cumplen literalmente en Jesús, condenado a muerte por el pueblo judío, que en su ceguera no comprendió su alto mensaje de redención.
El v.11 habla de la magnitud del duelo que tendrá lugar en la Ciudad Santa por ese misterioso mártir, y es comparado al llanto de una madre sobre el hijo
unigénito perdido para siempre. Después el profeta añade un enigmático punto de comparación:
habrá llanto en Jerusalén como el llanto de Hadad-Rimmón en el valle de Me-giddo 7. La generalidad de los autores ve aquí asociados dos nombres geográficos del territorio donde se dio la batalla de Megiddo, en la que pereció el rey Josías (609 a.C.) en lucha desigual contra el faraón Necao II.
El duelo por esta catástrofe fue muy grande8, ya que Josías había sido uno de los reyes más religiosos y piadosos de la dinastía davídica. Este duelo debió de hacer época, y a él puede hacer referencia como punto de comparación el profeta en este vaticinio. San Jerónimo dice que
Hadad-Rimmón sería la localidad de su tiempo llamada
Maximianópolis, en la llanura o
valle de Megiddo 9.
En este duelo por la muerte del misterioso mártir participa toda la nación, y el profeta nombra a cuatro familias principales como símbolo de toda la comunidad 10.
1 Cf.Jl 5.1. 2 Así traduce Cantera. 3 La versión de me insultaron, en vez de me traspasaron, se explica suponiendo que los traductores leyeron equivocadamente en el hebreo
raqadu en vez de
daqaru. 4 Así Kennicot, Rossi, Konig, Dillman, Kittel. 5 Cf. Cirilo Alej.,
In Zach. A/ex.: PG 72:221.224. 6 Así leen A. Van Hoonacker, o.c., p.623, y RB 11 (1902) 348-349; M. J. Lagrange,
Les prophéties messianiques des derniers prophétes: RB 15 (1906) p.75; A. Gondamin,
Le sens messianique de Zacharie XII, 10: Recherches de Se. Reí., 1 (1910) p.53; E. Tobac,
Les prophétes d'Israel 2 (1921) p.521; F. Geuppens,
De prophetiis messianicis in Antiguo
Testamento (Roma 1935) p.4?6. 7 Hoonacker corrige el texto y lee como la lamentación de Rimmón en el valle de Mi-grón, y supone que el profeta alude al Rimmón en Migrón de
1Sa_14:2. En
Jue_20:45.47;
Jue_21:13, se dice que los benjaminitas de Guebá se refugiaron en la roca de Rimmón. Entonces la lamentación de que habla Zacarías sería la famosa de Jue 21, donde se lamenta la suerte de los restos de la tribu de Benjamín. Algunos autores, como Hitzíg, Jeremías y Cheyne, creen que
Hadad Rimmón sería un nombre de Adonis (Tammuz), llorado ruidosamente en Fenicia por las mujeres. 8 Cf.
2Cr_35:25. 9 Se ha querido ver el nombre de
Hadad Rimmón en el actual
Rummaneh, cercano a Megiddo. Cf. G. mítchell,
Zechariah: ICC p.332. 10
Nathan parece ser un hijo de David (
2Sa_5:14).
Semel puede ser el de
Num_3:17.