Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
28. Viaje de Jacob a Siria.
E sta perícopa parece desconocer lo de la suplantación de Esaú por Jacob, y así presenta el viaje de éste a Mesopotamia o Alta Siria no como una huida de su hermano Esaú, sino como directamente intentado para encontrar esposa para Jacob, ya que su madre no quería se casara con una de la tierra, como lo había hecho Esaú.
1Llamó, pues, Isaac a Jacob, y le bendijo, y le mandó: No tomes mujer de entre las hijas de Canaán. 2Anda y vete a Padán Aram, a casa de Batuel, el padre de tu madre, y toma allí mujer de entre las hijas de Labán, hermano de tu madre; 3el Dios omnipotente te bendecirá, te hará crecer, y te multiplicará, y te hará muchedumbre de pueblos, 4y te dará la bendición de Abraham a ti y a tu descendencia contigo, para que poseas la tierra en que como extranjero habitas, que dio Dios a Abraham. 5Despidió, pues, Isaac a Jacob, que se fue a Padán Aram, a Labán, hijo de Batuel, arameo, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú. 6Viendo Esaú que Isaac había bendecido a Jacob y que, al bendecirle, le había mandado irse a Padán Aram para tomar mujer de allí, diciéndole: No tomes mujer de entre las hijas de Canaán, 7y que, obedeciendo a su padre y a su madre, se había ido Jacob a Padán Aram, 8conoció Esaú que disgustaban a Isaac, su padre, las hijas de Canaán, 9y se fue a Ismael y, sobre las que ya tenía, tomó por mujer a Majalat, hermana de Nebayot, hija de Ismael, hijo de Abraham.
Sin aludir para nada a la estratagema del fraude para conseguir la bendición, el autor sagrado dice con toda naturalidad que Isaac
bendijo a Jacob, dándole la orden de no casarse con una cananea, y por eso intimándole a ir a casa de Labán, hermano de Rebeca, a buscar esposa de la familia. La fórmula de la bendición es solemne, y no se refleja ningún sentimiento de rencor por haberle engañado:
el Dios omnipotente (El Sadday)
te bendiga. Le desea se multiplique, convirtiéndose en
muchedumbre de pueblos, recibiendo la bendición y promesa hecha a Abraham de poseer la tierra donde habita1. No se alude para nada a la fecundidad de la tierra, como en la bendición anterior (27:28). En la
Deu_27:28 no se menciona la bendición de Abraham ni la promesa hecha a éste de poseer la tierra. Aquí, en cambio, se trata de resaltar que la bendición hecha al patriarca Abraham se ha transmitido literalmente a Jacob y a su descendencia.
Esaú, al ver que Jacob había partido para Padán Aram 2 a buscar esposa, porque no le agradaba que la tomara de entre las cananeas, se decidió también a buscar esposa en su familia, y así se fue a casa de su tío Ismael en busca de nueva mujer (v.9).
La Visión de la Escala en Betel (10-22).
Este relato combina dos tradiciones relativas al origen del santuario de Betel.
10Salió, pues, Jacob de Bersebá, para dirigirse a Jarrán. 11Llegó a un lugar donde se dispuso a pasar la noche, pues el sol se ponía ya, y, tomando una de las piedras que en el lugar había, la puso de cabecera y se acostó. 12Tuvo un sueño. Veía una escala apoyándose en la tierra, y bajaban los ángeles de Dios. 13Junto a él estaba Yahvé, que le dijo: Yo soy Yahvé, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra sobre la cual estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. 14Será ésta como el polvo de la tierra, y te ensancharás a occidente y a oriente, a norte y a mediodía, y en ti y en tu descendencia serán bendecidas todas las naciones de la tierra. 15Yo estoy contigo, y te bendeciré adondequiera que vayas, y volveré a traerte a esta tierra, y no te abandonaré hasta cumplir lo que te digo. 16Despertó Jacob de su sueño, y se dijo: Ciertamente está Yahvé en este lugar, y yo no lo sabía; 17y, atemorizado, añadió: ¡Qué terrible es este lugar! No es sino la casa de Dios y la puerta de los cielos. 18Levantóse Jacob bien de mañana, y, tomando la piedra que había tenido por cabecera, la alzó como memoria y vertió óleo sobre ella. 19Llamó a este lugar Betel, aunque la ciudad se llamó primero Luz. 20E hizo Jacob voto diciendo: Si Yahvé está conmigo, y me protege en mi viaje, y me da pan que comer y vestidos que vestir, 21y retorno en paz a la casa de mi padre, Yahvé será mi Dios; 22esta piedra que he alzado como memoria será casa de Dios, y de todo cuanto a mí me dieres, te daré el diezmo.
Jacob salió de Bersebá y se dirigió hacia el norte, camino de Jarrán. Al llegar a un
lugar que no nombra, se echó la noche encima y, rendido por el cansancio, se acostó en tierra, poniendo por cabecera una piedra. En sueños vio una
escala que llegaba hasta el cielo, y por ella
ángeles de Dios que subían y bajaban (v.12). La escala indica la existencia de una comunicación continua entre el cielo y la tierra. Dios, del que los ángeles forman la corte, envía mensajeros que suben y bajan para ejecutar sus órdenes; no se los representa con alas, ya que necesitan de escala para cumplir su misión. El cielo, residencia de Dios, no está separado de la tierra...; la Providencia vela por el hombre, y la distancia no le separa...; hay una relación directa entre ella y el hombre3. La idea central de la visión es la protección especial de Dios sobre Jacob en su viaje y después en su vida, como heredero de las promesas hechas a Abraham. Así, la
escala tiene ese sentido de conexión de la divinidad por medio de sus ángeles con el que iba a ser padre del pueblo elegido4. Dios habita en el cielo y desde él contempla a los hombres, que moran en la tierra. Pero hay ciertos lugares en los cuales tiene puestos especialmente sus ojos y desde los que se comunican los hombres con Dios, y Dios responde a los votos y plegarias de los hombres5. En este ministerio servirán los ángeles, que aquí aparecen subiendo y bajando por la
escala, es decir, son portadores de mensajes divinos a la humanidad. Jesucristo se aplica este texto al declararse a los primeros discípulos6. Jesucristo será la verdadera
escala puesta para comunicación entre el cielo y la tierra, el punto de unión de los hombres con la divinidad.
Los v.13-16 nos dan otra versión de la revelación en Betel: no habla de escala ni de ángeles; es el propio
Yahvé el que está delante de Jacob7. Se presenta como el Dios de Abraham y de Isaac, es decir, aunque se aparezca aquí, es el mismo de Bersebá y de Hebrón, que se manifestó a sus antepasados. Y, como tal, le anuncia la antigua promesa de que la tierra en que está le pertenecerá un día, y su posteridad será innumerable
como el polvo de la tierra (v.14)8.
Jacob despertó sobresaltado, pues le aterró el haberse sentido en la presencia visible de la divinidad: él no sabía que Yahvé estaba en aquel lugar. Jacob no tiene la idea de la omnipresencia divina, que se expresa más tarde en el salmo 139. Durante mucho tiempo, los hebreos han localizado la divinidad.,. Así, Yahvé viene del Sinaí a través de Edom en auxilio de su pueblo en el canto de Débora9; David, huyendo de Saúl, piensa que en la tierra extranjera estará lejos de la faz de Yahvé10, como si Dios habitara junto al arca o sobre el cielo de Palestina. En tiempo de los patriarcas, las ideas eran aún más primitivas11. Jacob considera aquel lugar como
terrible, porque se sentía cerca de la divinidad, y esto, en su mentalidad, entrañaba un peligro para su vida. Isaías gritará al ver a Dios en el templo: Desgraciado de mí, que voy a morir, porque mis ojos han visto al Rey, al Señor de los ejércitos12. Jacob, pues, siente el estremecimiento de encontrarse junto al superior. Después quiere dejar un recuerdo de esta aparición divina. Aquel lugar es
la casa de Dios (Bet Elohim) y la
puerta del cielo (v.17). Concibe aquel lugar como un palacio que da acceso a la morada de la divinidad, que está en los cielos. Cree que desde ahora existe una relación especial de este lugar con Dios, y por ello quiere consagrar su recuerdo. Puso vertical la piedra que le había servido de cabecera, y la erigió como estela (
masebáh)
o memorial (v.18), derramando libaciones de aceite, con lo que quedaba consagrada a la divinidad. En los santuarios cananeos al aire libre se levantaban estelas (
masebót)
o betilos, en las cuales se creía habitaba un genio divino13. El pueblo israelita imitaba estas estelas, multiplicándolas sobre los lugares altos (
bamót)
y dándoles un sentido semiidolátrico. Contra esta costumbre lucharon los profetas14. No sabemos el alcance que Jacob da a este monumento por él erigido. No cabe duda que el acto del patriarca no está sin relación con las creencias cananeas respecto de las piedras sagradas... El culto de las piedras estaba muy extendido15. Para el autor sagrado, el monumento erigido por Jacob tiene un sentido de memorial o recuerdo de la aparición de la divinidad, sin implicaciones fetichistas (la erección de altares de piedra o estelas). Tiene un carácter votivo, como testimonio de un voto cumplido; es el testimonio de una gracia alcanzada y del sacrificio prometido y fielmente cumplido16. Pero, en la narración, la trascendencia de Dios es manifiesta: la visión de la escala muestra que Dios habita en el cielo (y no en la piedra); que comunica con el mundo, pero que es trascendente17. Jacob da al lugar el nombre de
Betel (casa de Dios); es la actual
Beitin, a 17 kilómetros al norte de Jerusalén. La aclaración de que antes se llamaba
Luz parece una glosa explicativa18. Jeroboam I constituyó allí el santuario cismático del reino del norte19.
Jacob, sintiéndose cerca de la divinidad, en un santuario suyo, le hace una súplica y un voto, una promesa condicional. Si le protege, le da lo necesario y vuelve bien a la casa paterna, le devolverá el diezmo de todo lo que le dé (v.32). Aquella estela se convertirá en la
casa de Dios, es decir, erigirá allí un santuario, al que entregará los
diezmos de lo que tenga para su mantenimiento. Los israelitas encontrarán en este recuerdo patriarcal un motivo para frecuentar el santuario cismático de Betel20. Jacob agradece a Dios diciendo:
Yahvé será mi Dios (v.21).
1 Cf.
Gen_17:8. 2 Sobre este nombre véase com. a 25,2. 3 J. Chaine, o.c., p.317. 4 A propósito de esta escala de Jacob se han traído a colación los
zigurrat babilónicos, especie de montículos artificiales, punto de unión con la divinidad, que habita en lo alto. Pero no hay relación de dependencia alguna con el texto bíblico. Entre los egipcios se creía en la existencia de una
escala por la que subían las almas al cielo. Véase Erman,
La religión des Egyptiens p.332.256. 5 Cf.
1Re_8:27-30 : oración de Salomón en la dedicación del templo. 6
Jua_1:51. 7 En los LXX, Vg y Peshitta se dice que Dios está en la parte superior de la
escala. 8 Cf.
Gen_13:14-17;
Gen_22:17-18;
Gen_26:4;
Gen_26:24. 9
Jue_5:4. 10
1Sa_26:20. 11 J. Chaine, o.c., p.316-317. 12
Isa_6:5. 13 Véase H. Vincent, Canaan... p.102-103. 14 Cf.
Ose_3:4;
Ose_10:1;
Miq_5:12. 15 Clemente Alejandrino lo encuentra en los árabes: PG 7,133. Pausanias dice lo mismo de los griegos (
Protréptico IV 24,6). 16 J. M. Lagrange, Etudes sur les religions sémitiques 198. 17 J. Chaine, o.c., p.318. 18 Según
Jos_16:2;
Jos_18:13,
Luz es distinta de Betel, pero está en sus cercanías. 19
2Re_10:29;
Amo_7:12-14;
Ose_4:15. 20 Cf.
Amo_4:4.