Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
8. La Justicia Punitiva de Dios.
Ruina de Siria y Efraím (1-4).
1 Díjome Yahvé: Torna una tabla grande y escribe en ella con estilo de hombre: A Maher-salal-jas-baz. 2 Y tómame dos testigos fieles, Urías el sacerdote y Zacarías, hijo de Jaberequías. 3 Acerquéme a la profetisa, que concibió y parió un hijo, y Yahvé me dijo: Llámale Maher-salal-jas-baz, 4 porque antes que el niño sepa decir padre mío, madre mía, las riquezas de Damasco y el botín de Samaría serán llevados ante el rey de Asiría. En el capítulo anterior, el profeta había comunicado de parte de Yahvé a Acaz la
señal de la próxima devastación asiría; ahora también se le manda proponer públicamente un nombre simbólico que significara la ruina de los dos pueblos invasores de Judá, Siria y Efraím. Para ello se le ordena escribir en lugar público, en una tableta grande, una frase misteriosa que había de suscitar la curiosidad popular, dándole la ocasión de explicar la ruina de los invasores. Para dar más solemnidad al acto, se le obliga a hacerlo en forma legal, llamando por testigos oficiales a dos personajes importantes conocidos que dieran fe de lo escrito y anunciado de antemano. Esa inscripción ha de redactarse
con estilo de hombre, es decir, con caracteres usuales ordinarios, para que pudiera ser leída por el público en general; sería, pues, una inscripción del estilo de la del canal de Siloé, obra seguramente de los mismos obreros u oficiales de la excavación ! La inscripción va dedicada a
Maher-salal-jas-baz, que podemos traducir por pronto saqueo, rápido botín. Isaías no declara quién es ese personaje misterioso para excitar la curiosidad pública, pero lo quiere explicar plásticamente imponiéndole el nombre a su próximo hijo. A su esposa llama
profetisa (v.3), sin que esto implique que tuviera ella el don de profecía, sino que estaba asociada en vida a un profeta de oficio, y quizá entre el pueblo se la denominaba así. El niño nacido lleva el nombre enigmático que el profeta había escrito públicamente en la tableta, y el mismo profeta da la explicación de dicho nombre (v.4). Efectivamente, Damasco dejó de existir como reino en el 732, un año o dos después de la profecía
(antes que el niño sepa decir padre mío y madre mía),
bajo Teglatfalasar III, y Samaría caerá en el 721 bajo Sargón; pero, en realidad, cuando cayó Siria, las tropas de Teglatfalasar III saquearon la parte superior del reino de Efraírn. Así, pues, la profecía se cumplió al pie de la letra, aunque con la frase del profeta no se pretende explicar una cronología matemática, sino simplemente la inminencia de la desaparición de ambos reinos invasores para dar ánimos a la población aterrada.
Invasión de Jada por los asirlos (5-8).
5 Y me habló de nuevo Yahvé y me dijo: 6 Por haber despreciado este pueblo las aguas de Siloé, que corren mansamente, y haber temblado ante Rasín y el hijo de Romelía, 7 va a traer contra él el Señor aguas de un río caudaloso e impetuoso, al rey de Asiría y toda su magnificencia, y subirá sobre todos sus diques, y se desbordará por todas sus riberas, 8 y, llegando hasta Judá, la inundará y cubrirá, llegándole hasta el cuello. Y, desplegadas sus alas, cubrirá la plenitud de tu tierra, ¡oh Emmanuel! Si bien el pueblo se verá libre de la calamidad presente, no obstante, se acerca una catástrofe mayor debida precisamente a la conducta despectiva de la nación para con Yahvé. La invasión asiría es comparada a una imponente inundación de un caudaloso río que se desborda y sale de madre. Y precisamente jugando con esta imagen de inundación de aguas, el profeta expresa esa idea del abandono de Dios hacia su pueblo.
Dios gobernaba suavemente, como mansamente discurrían las aguas de Siloé 2, que arrancaban precisamente de la fuente que está a los pies del templo, donde moraba Dios símbolo de la providencia especial para Judá ; pero su
pueblo, Judá, le ha despreciado y ha buscado auxilio en pueblos extraños y en la política meramente humana, y en el momento de peligro se ha aterrorizado ante la invasión de Rasín de Damasco y del rey de Samaría (v.6); por ello van a experimentar la dureza de la mano de Dios, airado justamente, pues va a traer aguas de un río (Eufrates, símbolo de Asiría) cuyas aguas son impetuosas, y nadie las podrá encauzar 3. Y
tendidas sus alas (v.8): el profeta, por asociación de ideas, cambia de imagen, y concibe al ejército invasor como una enorme ave de rapiña4 que extiende sus alas sobre toda la tierra de Judá, sembrando la consternación y la ruina; siendo su situación tan angustiosa como la del que está a punto de ahogarse,
llegando el agua hasta el cuello. Y el profeta, ante aquel horizonte trágico y desesperado, al ver al pueblo escogido sumergido por la ola de la invasión asiría y entregado a las garras despiadadas del vencedor, lanza un grito de auxilio:
cubrirá toda tu tierra, ¡oh Emmanuel! Como ya hemos indicado, la expresión
tierra de Yahvé, aplicada al territorio de Judá, era un título exclusivo de Dios; por eso parece que, al decir Isaías
tu tierra, le da un carácter suprahumano a ese personaje misterioso a quien invoca como único posible auxiliador. El profeta vivía absorto con la figura excepcional del
Emmanuel probablemente debido a alguna revelación particular sobre él , y por eso otra vez, como en el v.14, lo asocia a la situación trágica que se cierne sobre Judá, la
tierra del Emmanuel 5.
Amenaza a las naciones (9-10).
9 Aprended, pueblos, que seréis quebrantados6; apresta del oído todos vosotros, los de lejanas tierras. Armaos, que vais a ser quebrantados; apercibios, que seréis quebrantados. 10 Trazad planes, que serán deshechos; haced proyectos, que no se lograrán, porque está Dios con nosotros7. El profeta, al ver la invasión del ejército enemigo, hace una verdadera profesión de fe en Yahvé, al afirmar que, a pesar de sus fuerzas y sus planes, no podrán salir, en definitiva, victoriosos. Los invita irónicamente a armarse y disponerse a ejecutar sus planes. Todo será en vano, pues es Yahvé el que dirige el curso de la historia. Sobre todo, la presencia y el nombre de
Emmanuel le hace reaccionar gozoso contra toda pusilanimidad y derrotismo, y piensa en el significado de ese nombre, Dios
con nosotros, que es prenda segura de salvación, y, por consiguiente, nada hay que temer. El profeta, pues, está como hipnotizado por el pensamiento de ese
Emmanuel misterioso que absorbe todas sus potencias intelectivas, imaginativas y de expresión.
Yahvé, piedra de escándalo (11-15).
11 Así me ha hablado Yahvé mientras se apoderaba de mí su mano y me advertía que no siguiese el camino de este pueblo. Me dijo: 12 No llaméis conjuración a lo que este pueblo llama conjuración. No tengáis miedo ni temor de lo que él teme. 13 A Yahvé de los ejércitos habéis de santificar, de El habéis de temer, de El tened miedo. 14 El será piedra de escándalo y piedra de tropiezo para las dos casas de Israel, lazo y red para los habitantes de Jerusalén. 15 Y muchos de ellos tropezarán, caerán y serán quebrantados, y se enredarán en el lazo y serán tomados. El profeta refiere cómo Dios le aleccionó en aquellos momentos de peligro y de pánico general en el pueblo, mostrándole que debía atemperar su conducta a la idea de que Dios está presente a su pueblo, habitando en Sión, y que, por tanto, ha de ser la roca contra la que se estrellará la parte infiel del pueblo. El pánico se había apoderado de todos ante la invasión siro-efraimita, y el profeta fue objeto de una especial revelación de tipo extático
(se apoderaba de mí su mano) 8, en la que se le indicaba la conducta que debía seguir, es decir, reaccionar muy de otro modo que el pueblo, que cree que todo está perdido
(me advertía que no siguiese la conducta de este pueblo). Parece que el pueblo había perdido toda la serenidad en aquellos momentos de peligro, y veía cómplices con el enemigo por todas partes, pues había corrido el grito de
¡conjuración! o
¡traición! por la ciudad 9. Isaías parece aquí hablar a un grupo de discípulos para que contrarresten esta moral de pánico. En realidad, la solución estará en
santificar a Yahvé, es decir, reconocerle prácticamente, con la conducta, como
santo, ateniéndose a sus prescripciones santísimas 10, pues el verdadero peligro para Judá no está en la coalición de enemigos exteriores o interiores, sino en las reacciones de la justicia divina airada. El peligro radica en menospreciar los planes de Dios; por consiguiente, a El solo hay que temer cuando se vive a espaldas de sus mandamientos y con una política totalmente profana, sin tener en cuenta que Judá es el pueblo
santo y escogido de Dios en sus designios (v.12). Dios, pues, puede ser ocasión de perdición y un gran peligro para muchos, como
piedra de escándalo que les haga caer en la ruina tanto en el reino del norte (Israel) como en el reino de Judá (Jerusalén), que sustancialmente pertenecían al mismo pueblo de Dios. El hecho de pertenecer al pueblo elegido sería para muchos ocasión de mayor castigo:
muchos se enredarán y caerán en el lazo (v.14-15).
Isaías y sus hijos, presagio para Israel (16-18).
16 Guardaré el testimonio, sellaré esta enseñanza para mis discípulos. 17 Y esperaré en Yahvé, que oculta su rostro a la casa de Jacob; en El esperaré. 18 Henos aquí a mí y a mis dos hijos, que me dio Yahvé como señales y presagios en Israel, de parte de Yahvé de los ejércitos, que mora en el monte de Sión. El profeta parece que está desalentado ante el escaso fruto de su predicación, y de momento parece quiere retirarse de la vida pública. En realidad está cumpliendo la misión que Dios le había encargado H, de predicar al pueblo aunque éste no escuchare. Pero ahora quiere limitarse a la formación espiritual de un pequeño núcleo de discípulos que le siguen y son sus portavoces en el pueblo. Así, la frase
sellaré esta enseñanza para (o en) mis
discípulos significa que la encomienda a ellos, procurando que éstos con su conducta sean el sello viviente de su doctrina. O quizá el sentido sea que quiere poner por escrito la predicación oral por él hasta ahora desarrollada, y depositarlo como documento sellado a la custodia de sus discípulos. Por este acto solemne forma un círculo íntimo de discípulos espirituales, que es el núcleo del nuevo pueblo de Dios 12. Y por otra parte se inhibe de toda actividad pública, con el corazón amargado y triste por la suerte trágica que espera a su pueblo, esperando
que Yahvé, que ocultó su rostro a la casa de Jacob, es decir, la abandonó 13, ponga en práctica sus juicios. Pero al mismo tiempo no desespera, y cree que al fin Dios hará brillar de nuevo su faz a la casa de Jacob, y por eso dice resignado y esperanzado:
en El esperaré (v.17).
Pero, aunque Isaías calle, su mismo nombre (
Yeshayahu: Yahvé es salvador) y los de sus hijos (
Sear-Yasub: un resto volverá de la cautividad, y
Maher-salal-jas-baz: pronto pillaje, rápido botín) son una
señal y un
presagio para su pueblo 14 de parte de Yahvé,
que mora en el monte de Sión.
Prevención contra las prácticas supersticiosas (19.-23)
19 Y todavía os dirán sin embargo: Consultad a los evocadores y a los adivinos, que murmuran y susurran: ¿No debe un pueblo consultar a sus dioses y a sus muertos sobre la suerte de los vivos? 20 Por la ley y el testimonio. Si no hablan según esta palabra, no hay aurora para ellos. 21 Tribulación y hambre invadirán la tierra, y, enfurecidos por el hambre, maldecirán a su rey y a su Dios. 22 Alzarán sus ojos arriba, luego mirarán a la tierra, pero sólo habrá angustia y tinieblas, oscuridad y tribulación; mas se pasará la noche, 23 y ya no habrá tinieblas para el pueblo que andaba en angustia. El sentido de todo esto no es seguro, porque el texto está muy mal conservado 15; pero, no obstante, parece que el profeta quiere prevenir a sus discípulos contra las tendencias de sus conciudadanos a los usos mágicos y adivinatorios, sobre todo la nigromancia. El profeta parece establecer un diálogo en el que intervienen unos supuestos interlocutores que invitan a los discípulos de Isaías a participar en las prácticas de nigromancia y de consulta a los seres de ultratumba, a los que da el nombre de dioses: ¿No
debe un pueblo consultar a sus dioses? 16. Ante esta insinuación, los discípulos deben reaccionar acudiendo a la
enseñanza y al testimonio, es decir, a la profecía
sellada, recibida por revelación y entregada por el profeta a los discípulos como garantía de su misión y como antídoto contra toda tentación de desfallecimiento; y esa profecía
sellada es llamada en el v.16
testimonio y enseñanza. Por el contrario, al que no quiera hacer caso de esa
enseñanza y
testimonio le sucederá como al viajero que anda de noche, para el que nunca llega la aurora (v.20). Serán anegados en una noche tenebrosa como consecuencia de la devastación y de la ruina y, al ver caídos sus planes humanos, surgirá por doquier la desesperación,
maldiciendo al rey y a su Dios como supuestos causantes de tal situación. Pero parece que se abre de nuevo el rayo de esperanza para no sumir a sus oyentes en un cerrado pesimismo: No
habrá ya tinieblas para el pueblo que andaba en angustias 17. Es una especie de
sursum corda como epílogo a todo lo anterior, muy en consonancia con las reacciones de esperanza en los profetas ante un horizonte cerrado de tinieblas.
1 Cf.
Deu_3:11 : codo de hombre: codo común. Esta inscripción de Siloé se halla actualmente en el museo de Estambul, y recuerda la inauguración del canal de Siloé bajo Ezequías, en el siglo vni a. G. Quizá esta escritura
de hombre (ordinaria) se contraponía a la cuneiforme o a otra forma de escribir esotérica reservada a los sabios, como la jeroglífica egipcia ea contraposición a la demótica. 2 La
piscina de Siloé (
Neh_3:15;
Jua_9:7), ahora At'n
Silwan, al sudoeste del templo, comunicaba con la fuente de Gihón por un canal. 3 En el verano, el Eufrates se desborda, sembrando muchas veces la desolación y la ruina. En esto parece fijarse el profeta. La frase al rey de Asiría y toda su magnificencia, a pesar de estar en TM y LXX, es considerada por muchos críticos como glosa explicativa por razones métricas. 4 Quizá
las alas puedan ser sinónimas de
brazos del río. 5 Algunos han querido desvirtuar el texto, traduciendo: llenando la plenitud de la tierra,
porque con nosotros Dios, en vez de
Emmanuel, lo que daría un sentido trivial, pues en la frase del profeta se ve un claro grito de auxilio. 6
Aprended, así según LXX. TM dice
exterminad. 7 El texto hebreo dice
Immanu-El, como en 7:14 y 8:8. 8
Eze_3:22. 9 Quizá la palabra
conjuración se refiera sencillamente a la coalición de los dos pueblos invasores, Damasco y Samaría, en cuanto aliados. 10 Algunos autores, en vez de
a Yahvé santificad (
taqshidu),
leen a Yahvé considerad como conspirador (
taqshiru. Por la semejanza gráfica ¿el
daleth y el
resch es muy posible la confusión), lo que daría un sentido muy afín al contexto: lo que hay que temer no son las
conjuras de los hombres, sino las de Dios. 11
Isa_6:9ss. 12 Skinner, o.c., 76. 13 Cf.
Deu_31:175;
Miq_3:4;
Jer_33:5;
Sal_13:1;
Sal_44:24;
Job_13:24. 14
Isa_20:3;
Isa_7:11. 15 De ahí que las traducciones varíen con cada autor. La que damos es una de tantas posibles, pero no es segura, pues el texto es obscurísimo por su incorrección. 16
1Sa_28:8, donde a los difuntos se les llama dioses. 17 Muchos autores consideran este v.23 como glosa, pues creen que tiene un sentido enigmático fuera de contexto. Los LXX traducen: Habrá tinieblas sin brillo, porque es noche para el que está en la angustia.