Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
25. Nueva Replica de Bildad.
E ste breve discurso del segundo interlocutor se limita al enunciado de una doxología sobre el poder divino. No responde a las argumentaciones de Job sobre la reconocida prosperidad de los malvados en esta vida, sino que simplemente destaca la pequenez e imperfección del hombre, indigno de presentarse
ante la santidad inmaculada de Dios. Quizá su discurso se continúe en 26:55, aunque en el estado actual este fragmento se atribuya a Job.
El poder de Dios y la insignificancia del hombre (1.-6)
1
Y replicó Bildad de Suaj, diciendo: 2
Suyos son el poder y la majestad, y establece la paz en sus alturas. 3
¿Tienen número sus tropas? ¿Sobre quién no surge su emboscada? 4
¿Cómo, pues, justificarse el hombre ante El? ¿Cómo ser puro el nacido de mujer? 5
La luna misma no brilla, ni son bastante puras las estrellas a sus ojos. 6
¡Cuánto menos el hombre, un gusano; el hijo del hombre, un gusanillo! La soberanía de Dios es total, y su dominio, avasallador. Consecuencia de ello es la paz total en las alturas. Nadie allí le disputa el poder (v.2). En los cielos, todos están sometidos a su realeza. En 26:5 dirá que hasta los muertos tiemblan debajo de la tierra ante el Señor de los cielos. Como gran soberano, tiene un numeroso ejército a su disposición. Con ellos hace caer a todos en su emboscada (v.2). En 19:12 había declarado Job: Vinieron contra mí todas sus milicias, se han atrincherado en mi camino y han acampado en torno de mi tienda. Dios rodea al ser humano hasta que le rinde. Por tanto, es inútil oponerse a su poder, pues no es posible salir de sus emboscadas.
Supuesta esta superioridad inaccesible, resulta ridículo que el hombre quiera pedir cuentas a las decisiones de su providencia, y menos justificarse ante El (v.4). Bildad aquí repite las razones que había dado Elifaz sobre la impureza atávica del hombre 2. Como nacido de mujer, es ya un ser pecador e impuro. En su naturaleza hay algo mórbido que le impulsa a apartarse de los caminos de Dios.
La justicia humana, pues, no puede sufrir el examen de Dios 3.
Ni los astros con su brillo son dignos de acercarse
a la pureza de Dios. Mucho menos el hombre, que como gusano se arrastra sobre la tierra, puede presentarse erguido ante el tribunal divino. La expresión hijo de hombre tiene el sentido de perteneciente a la raza humana, con todo lo que implica de humildad y fragilidad frente al Dios fuerte4.
1 Emboscada: corrección según los LXX, seguida por Dhorme, Bib. de Jér. El TM: luz. 2 Cf.
Job_4:17-19;
Job_15:14-16. 3 Cf.
Job_4:17-19, ,- 35:6-- 4 Sobre la impureza del hombre véase com. a
Job_14:4-5;
Sal_51:7;
Lev_15:19s. Cf.
Eze_2:1.