El santo espíritu que nos instruye huye del engaño,
se aparta de los razonamientos sin sentido
y se aleja cuando está presente la injusticia. (Sabiduría 1, 5) © La Biblia de Nuestro Pueblo (2006)
Times New Roman ;;
La Sabiduría, Fuente de Felicidad e Inmortalidad (1:1-5:23).
1. Exigencias de la Sabiduría y Origen de la Muerte.
La sabiduría exige conducta recta (1:1-11).
1 Amad la justicia los que gobernáis la tierra; pensad rectamente del Señor y buscadle con sencillez de corazón. 2 Porque se deja hallar de los que no le tientan, se manifiesta a los que no desconfían de EL 3 Los pensamientos perversos apartan de Dios, y la omnipotencia puesta a prueba corrige a los imprudentes. 4 Porque en alma maliciosa no entrará la sabiduría, ni morará en cuerpo esclavo del pecado. 5 Porque el Espíritu Santo de la disciplina huye del engaño, y se aleja de los pensamientos insensatos, y al sobrevenir la iniquidad se aleja. 6 Porque la sabiduría es un espíritu amador del hombre, y no dejará impune al de blasfemos labios; que Dios es testigo de sus pensamientos, y veraz observador de su corazón, y oidor de sus palabras. 7 Porque el Espíritu del Señor llena la tierra, y El, que todo lo abarca, tiene la ciencia de todo. 8 Por eso nadie que hable impiedades quedará oculto, ni pasará de largo ante él la justicia vengadora. 9 Porque los pensamientos del impío serán examinados, y hasta el Señor llegará el sonido de sus palabras, para castigo de sus iniquidades; 10 que su celoso oído lo oye todo y el rumor de las murmuraciones no quedará oculto. 11 Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles, preservaos de la lengua mal hablada; porque la lengua mentirosa no quedará impune, y la boca embustera da muerte al alma.
El autor de la Sabiduría dirige en el pórtico de su libro una triple exhortación a los que gobiernan la tierra. La primera dice relación a la voluntad, y le recomienda el amor a la justicia, que es la sabiduría puesta en práctica, o cumplimiento de la ley de Dios. La segunda se refiere a la inteligencia, y la invita a pensar rectamente del Señor, Dios justo, que recompensará las obras de los buenos y castigará las obras de los malvados. La tercera mira al corazón, y le intima la sencillez, que es condición indispensable para agradar a Dios, que tiene sus predilecciones con las almas sencillas y escoge para sus empresas a los humildes de corazón. La exhortación va dirigida especialmente a los que rigen los destinos de los pueblos; son ellos quienes con sus leyes y con su ejemplo deben inducir a los demás a la práctica de la justicia. Pero en el fondo, como advierten los Padres, la invitación se extiende a todos los mortales; todos ellos, dice San Agustín, son jueces de la tierra, en cuanto que el amor los levanta sobre las cosas terrenas y humanas.
Quienes cumplen la voluntad de Dios con sencillez y no le tientan llevando una vida impía con la presunción de que es misericordioso y no los castigará, quienes se abandonan confiadamente al Señor y no dudan de su bondad para quienes le aman y cumplen sus mandamientos, fácilmente le hallan, porque El mismo les sale al encuentro y les hace experimentar su amor y su misericordia. Los malvados, en cambio, cuyos perversos pensamientos pondrá de manifiesto en el capítulo siguiente, se mantienen alejados de Dios, Santidad absoluta, incompatible con los pecados del impío, Omnipotencia suprema, que castigará a todos aquellos imprudentes que ponen en tela de juicio su poder para recompensar a los justos o para castigar a los impíos, y se burlaban de la conducta de aquéllos y viviendo tranquilos en sus pecados 1.
A la vez que da en los versos 4-7 la razón de las afirmaciones precedentes, nos hace unas declaraciones doctrinales que recibirán su plena luz en la revelación del Nuevo Testamento. Constata en primer lugar que la Sabiduría no entra en alma maliciosa ni en cuerpo esclavo del pecado (v.4). Se trata de la sabiduría divina, don del Espíritu Santo que presupone la caridad, la cual es incompatible con el pecado. La mención del alma y del cuerpo obedece sencillamente al paralelismo tan frecuente en los libros sapienciales; una y otro designan al hombre todo él. No hay alusión alguna a la doctrina platónica, según la cual el cuerpo es la fuente de todo mal. Y el Espíritu Santo de la disciplina, añade en seguida el sabio - el Espíritu de Dios, que induce al alma a observar los preceptos de la sabiduría 2 -, detesta toda doblez e hipocresía, como haría patente la actitud de la Sabiduría encarnada con los fariseos 3, y aborrece tanto los pensamientos de los insensatos, que tan pronto como el hombre les da cabida en su corazón, la sabiduría se aleja sin tardanza de él, no obstante el amor que le profesa y tener sus delicias en estar con los hijos de los hombres 4.
En los versos siguientes (6b-10), el autor afirma tajantemente que Dios castigará los pecados de pensamiento y de palabra con que el impío injurie a Dios o niegue su protección sobre quienes permanecen fieles a su ley. Y advierte que ninguno que tal hiciere verá pasar lejos de sí la justicia divina, pues Dios, que lo llena todo, ve cuanto contra El pueda el hombre pensar o manifestar con sus palabras. En efecto, el Señor, que es Espíritu, con su omnipresen-cia llena los cielos y la tierra, de modo que las mismas tinieblas son claras para El como la luz del día 5, y con su poder mantiene a todos los seres en su existencia, para que no vuelvan a la nada, y en su unidad a todas las cosas, para que no se disgreguen 6.
La liturgia cristiana ha tomado estos pensamientos del v.7 para la festividad de Pentecostés, aplicándolos, en sentido acomodaticio, a la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles, que, llenos del divino Espíritu, llevarían el mensaje evangélico al mundo entero. Y por lo mismo que Dios está presente en todas partes y en todas las cosas, penetra lo más íntimo del corazón del hombre, de manera que nada puede escapar a su mirada perscrutadora, ni palabra alguna sustraerse a su oído, celoso de su gloria.
Repetidas veces se afirma en las Sagradas Letras que Dios escudriña los ríñones y el corazón 7. Aquéllos son considerados como la sede de los sentimientos y sensaciones más íntimas 8; el corazón, de la inteligencia y la voluntad 9. Ambos términos van muchas veces juntos y designan los pensamientos y sentimientos más íntimos del hombre. En consecuencia, ningún pensamiento inicuo ni palabra blasfema puede quedar oculta a los ojos de Dios y sin que a su debido tiempos reciba el oportuno castigo. En la promulgación del Decálogo, Yahvé, al ordenar el culto al Dios de Israel, se presenta como un Dios celoso que castigaría las iniquidades de quienes le odian hasta la tercera y cuarta generación.
El autor de la Sabiduría concluye la primera perícopa de su libro con una exhortación a evitar los pecados de lengua, las murmuraciones inútiles, que no pueden en lo más mínimo hacer daño alguno a Dios, contra quien no pueden prevalecer los consejos y las maquinaciones de los hombres 10, y sí a quienes las profieren, pues recibirán su castigo. De la lengua embustera dice que da la muerte al alma. No quiere decir que toda mentira prive al hombre de la gracia santificante, que él desconocía. Seguramente se refiere a los razonamientos embusteros del capítulo siguiente, que suponen una vida impía que lleva a la muerte temporal y a la muerte eterna.
La muerte no proviene de Dios, sino del pecado (1:12-16).
12 No corráis tras la muerte con los extravíos de vuestra vida, ni os atraigáis la ruina con las obras de vuestras manos. 13 Que Dios no hizo la muerte ni se goza en la pérdida de los vivientes. 14 Pues El creó todas las cosas para la existencia e hizo saludables a todas las criaturas, y no hay en ellas principio de muerte, ni el reino del hades impera sobre la tierra, 15 porque la justicia no está sometida a la muerte. l6 Pero los impíos la llaman con sus obras y palabras; mirándola como amiga, se desviven por ella; con ella hacen pacto, y por autores de ella merecen ser tenidos.
El pensamiento de la muerte, con sus desastrosas consecuencias para el malvado, lleva al sabio a hacer a sus lectores una apremiante exhortación a que observen una conducta conforme a la justicia, advirtiéndoles que no es Dios el autor de la muerte, sino las malas obras quien conduce a ella. El Génesis nos presenta en sus primeras páginas a Dios creando todas las cosas, y en particular al hombre. Al hacerlo se propuso indudablemente su existencia, no su destrucción; y así, al hombre le confiere la inmortalidad y a las cosas las destina a que sirvan perpetuamente de sustento al hombre y le ayuden a conseguir la inmortalidad mediante la práctica de la virtud. De modo que no hay en ellas principio alguno de destrucción que atienda a su exterminio, sino al contrario, ese principio de conservación que observamos en todas ellas. Ni tiene el hades (v. I4d), es decir, los poderes infernales, potestad alguna sobre la tierra y el hombre, pues la justicia no está sometida a la muerte del pecado en esta vida ni a la muerte eterna en la otra, sino que ella conduce a la inmortalidad a los justos, los cuales se encuentran en las manos de Dios, por lo que no los alcanzará el tormento 11.
La muerte tiene su origen en el pecado cometido en el paraíso a instigación del diablo. Si el hombre no hubiere pecado, hubiera sido inmortal, habría pasado de la tierra al cielo sin morir. Si alguna vez se dice que la muerte viene de Dios o que el Señor quiere la muerte 12, esto hay que entenderlo en el sentido de que es un acto de justicia que no puede menos de querer 13. El es infinitamente bueno y misericordioso, pero también infinitamente justo, y, por lo mismo, no puede menos de castigar la transgresión de sus leyes con el castigo merecido. Y son los pecadores quienes con su conducta se exponen a la muerte prematura, con que tantas veces les amenaza el autor de Proverbios 14, y caminan como de la mano hacia la muerte eterna en la otra vida. El autor sagrado describe con expresiones gráficas el afán con que los malvados se entregan a sus iniquidades, haciéndose por lo mismo acreedores al castigo divino: la llaman con sus palabras y con sus obras (v.16), pues sus murmuraciones y blasfemias, su lenguaje insolente contra los justos, su conducta para con ellos y desenfrenadas orgías, son como un llamamiento que están haciendo continuamente al castigo divino. Como el amante piensa a cada momento en su amada y se desvive por su compañía hasta consumar sus amores, así los impíos están siempre planeando impiedades que les conduce a la muerte, con la que parece han hecho alianza, de modo que en todas sus obras la buscan y con la que un día irremisiblemente se unirán en el hades.
1 La Vulgata traduce sb: y la virtud probada confunde a los necios, cuyo sentido es que el hombre constante en la virtud confunde y reprocha con su conducta la de los insensatos. - Viene mejor al contexto interpretar äýíáìéò de la omnipotencia divina y åëÝã÷ù en el sentido de castigar que tiene a veces aun en el mismo griego clásico. - 2 El cód. A, algunos minúsculos y las versiones armena y copta leen; el Espíritu santo de la Sabiduría. - 3 Mt 23:1-33. - 4 Pro_8:31. - 5 Isa_3:6; Jer_23:24; Sal_139:11-12. - 6 El autor emplea el verbo óõíÝ÷åéí, que significa en los filósofos griegos el lazo que une y mantiene unida una cosa. Algunos han querido ver en este verso 7 la doctrina estoica que considera a Dios como alma del mundo, confirmada, dicen, en 7:24; 8:1; 12:1. Si bien el término puede estar tomado de la filosofía griega, las ideas del autor sagrado, que están tomadas del A.T., difieren totalmente de las de los estoicos. Baste advertir que el autor sagrado nunca usa la expresión alma del mundo, jamás deja entender que el espíritu se una a la materia inerte para comunicarle el movimiento. Se contenta con atribuir a la sabiduría creadora y ordenadora del universo ciertas cualidades que posee también el alma universal, en cuanto se la considera como la que cumple funciones que son en realidad la obra inmediata de la divinidad (Tobac, Les cinq Livres de Salomón [Bruselas 1926] p.120). - 7 Jer_11:20; Jer_18:10; Sal_7:10; Rev_10:23. - 8 Sal_16:7; Pro_23:16. - 9 Jer_11:20; Pro_2:2. - 10 Pro_21:30; Sal_2:1-5. Cf. Mat_12:36; Efe_5:11; Tit_3:8; Heb_13:17. - 11 3:1-3 - 12 Ez 18:32; Eco_11:14. -Eco_13 11:11 2.1 ad 3. -Eco_14 1:19; Eco_2:22; Eco_6:15, etc.