Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)
Salmo 119. El Abc de Oro de la Palabra de Dios Este, el ejemplo más grande del arte del Salmo alfabético (acróstico) (ver La poesía en la Biblia), tiene un tema digno de su habilidad. No sabemos cuándo fue compuesto y, por lo tanto, no podemos decir a cuánto material escrito se refiere cuando habla de la
palabra del Señor, o sus
mandatos, preceptos y
promesas. Nuestro es el privilegio de cantar estas palabras en un día cuando contamos con toda la Escritura escrita; del salmista fue el privilegio celebrar la realidad fundamental de que, venga como viniera y en qué forma exista, la palabra de Dios es central a la vida del pueblo de Dios. Nuestro Dios es un Dios que habla y es la posesión de esa revelación verbal lo que diferencia a su pueblo de todos los demás sobre la tierra.
Al referirse a esta palabra de Dios (lo cual hace en casi todos sus 176 versículos) el Salmo utiliza nueve palabras principales. Estas pueden ser listadas en cinco grupos: (i) La palabra se originó en el hablar divino:
Palabra(s) (heb.
dabar, 9, 16, 17, 25, 28, 42, 43, 49, 57, 65, 74, 81, 89, 101, 105, 107, 114, 130, 139, 147, 160, 161, 169) y
palabra/promesa(s) (heb.
imrah, 11, 38, 41, 50, 58, 67, 76, 82, 103, 116, 123, 133, 140, 148, 154, 158, 162, 170, 172) se derivan ambas de verbos del habla. La palabra es lo que el propio Dios ha hablado; ya sea directamente, como a Abraham (Gén. 17:1) o a Moisés o por intermedio de él o de algunos de los otros profetas (p. ej. Exo. 3:5; 19:9; Amós 1:1, 3).
(ii) Se usan dos términos para afirmar que esta palabra expresa la mente de Dios:
leyes (heb.
mispat 7, 13, 20, 30, 39, 43, 52, 62, 75, 84, 91, 102, 106, 108, 120, 132, 137, 149, 156, 160, 164, 175) se deriva del verbo dar juicio, tomar una decisión sobre lo que es correcto o errado;
testimonio(s) (heb.
eda 2, 14, 22, 24, 31, 36, 46, 59, 79, 88); edut (95, 99, 111, 119, 125, 129, 138, 144, 152, 157, 167, 168) se deriva del verbo dar testimonio: en su palabra Dios da testimonio de sí mismo, su naturaleza y su verdad.
(iii) La importancia permanente de la palabra de Dios es expresada por
leyes, en el sentido de decretos (heb. hoq 5, 8, 12, 16, 23, 26, 33, 48, 54, 64, 68, 71, 80, 83, 112, 117, 118, 124, 135, 145, 155, 171). Se deriva del verbo grabar y sugiere algo grabado en la roca a perpetuidad.
(iv) La autoridad de la palabra y el amor que la motivó se fusionan en la descripción
ley (heb.
torah, 1, 18, 29, 34, 44, 51, 53, 55, 61, 70, 72, 77, 85, 92, 97, 109, 113, 126, 136, 142, 150, 153, 163, 165, 174). Aunque la palabra es usada como una imposición autoritaria, básicamente significa enseñar y es específicamente (Prov. 3:1) la instrucción que un padre cuidadoso da a su hijo que ama.
(v) Por último, la palabra de Dios ha sido diseñada para una aplicación práctica a la vida. Es
mandatos, mandamientos (heb.
miswah, 6, 10, 19, 21, 32, 35, 47, 48, 60, 66, 73, 86, 96, 98, 115, 127, 131, 143, 151, 166, 172, 176). Si puede hacerse alguna distinción práctica entre esta palabra y la siguiente, es que
mandato es la simple idea de hacer lo se le manda mientras que
ordenanzas (heb.
piqqud, 4, 15, 27, 40, 45, 56, 63, 69, 78, 87, 93, 94, 100, 104, 110, 128, 134, 141, 159, 168, 173) sugiere aplicar la palabra de Dios a las menudencias de la vida, y
caminos (heb.
derek, 3, 15, 37) es lo que ahora se denomina estilo de vida.
A través de todas estas palabras existe un cierto énfasis continuo, por ejemplo, el amor a la palabra de Dios (16, 30, 54, 70, 127, 140, 159, 167), el compromiso de obedecerla (17, 34, 60, 100, 106, 129), la palabra a la cual uno resueltamente se aferra en los momentos de dificultad (51, 61, 83, 87, 95, 109, 110, 143, 157, 161). La preocupación por la palabra es motivo para rogar pidiendo compasión (77) y liberación (153); el Señor siempre cumple su palabra (41, 59, 65, 76, 116, 154, 170). Este Salmo es un tesoro sin fin. Es virtualmente un Salmo de oración de principio a fin, porque a lo largo de él se dirige al Señor y brota de un corazón realmente humano en toda su fragilidad y sus fallas. No importa cuán grandes sean nuestras aspiraciones para obedecer, para mantener la palabra del Señor muy viva en nuestras mentes y vidas, seguimos siendo hasta el final
como oveja extraviada necesitando el cuidado del Pastor (176).
Aunque ocasionalmente escribiendo un terceto (48, 176) el poeta a lo largo del Salmo dedica, por turno, ocho parejas de dichos a cada letra del alfabeto. Pero, como siempre en la poesía hebrea, la forma está subordinada al pensamiento y cada sección alfabética es una declaración cuidadosamente compuesta.
1– 8 Alef. El gran si al menos. Típico de todo el Salmo, la sección inicial afirma que la obediencia a la palabra de Dios es la clave de la vida. El gran clamor del v. 5 es el eje de la sección. Doblemente
bienaventurados son los que viven según su palabra con constancia y consagración (1– 3), porque es su palabra y su intención es que sea obedecida (4). Oh, que fuera yo así (5), porque entonces no habría esperanzas que terminen en desilusión (6) sino en alabanza (7). Con la ayuda de Dios obedeceré (8).
1– 4 Son objetivos: esta es la realidad.
Bienaventurados (1, 2) bajo la aprobación divina;
íntegros de camino, una vida integrada alrededor de la
ley del Señor, exterior (
andan) e interiormente (
corazón); no hacen, han determinado no hacer nada.
Tú (4), enfático tú, tú mismo.
5– 8 Son subjetivos: anhelos, expectaciones y resoluciones personales.
Estables. Este es el ideal de permanecer firme en nuestros caminos.
Avergonzado, encontrando que la vida es una desilusión.
Tus leyes (8) es enfático, concordando con el
tú del v. 4.
9– 16 Bet. El corazón absorto. Alef expresó su anhelo (5), pero la manera práctica de seguir adelante es enfocar ese anhelo en la palabra de Dios y en el Señor mismo (10, 12). Se presenta el caso de un
joven, o sea, una situación en que la vida de pureza está presionada constantemente. La posibilidad de una vida pura depende de la dirección de la voluntad (10), los contenidos de la mente y la memoria (11), las preocupaciones de la boca (13) y de las emociones (14, 16), los sujetos del pensamiento (15, 16). La vida exterior (
camino), emana de factores interiores, todos absortos en la palabra y centrados en el Señor en alabanza e instrucción (12).
9 Con qué, una pregunta práctica: ¿De qué manera? El problema es externo (9), pero la respuesta (10– 16) es interna.
10 La dirección deliberada (
he buscado) del
corazón (todo el ser interior) volviéndose hacia Dios y la práctica de la oración específica.
11 El
corazón repleto de la palabra es el antídoto contra el pecado.
13 El versículo comienza con
labios humanos y termina con la
boca divina: sea que hablemos solos o con otros, nuestra conversación rebosa de lo que Dios ha hablado.
15 Hasta este punto, los verbos principales han sido perfectos de decisión (estoy decidido a buscar ... guardar ... contar ... gozar). Los pensamientos paralelos son ahora volcados en una oración: Oh, por favor, permíteme meditar ... considerar. Nuestros compromisos deben estar saturados de oración.
16 Una silenciosa resolución se basa en un uso apropiado de las emociones y la memoria (16).
17– 24 Guímel. El que depende del Señor. Los versículos van juntos en parejas: 17 y 18 (obras de Dios que hacen posible la obediencia) van en pareja con 21 y 22 (obras de Dios que castigan la desobediencia y recompensan la obediencia); 19 y 20 (el salmista es un extraño sobre la tierra) van en pareja con 23 y 24 (el salmista es reprochado); nuestras pasiones dificultan la vida de santidad (9); de la misma manera, dice Guímel, lo hacen nuestras circunstancias. La tierra es un lugar extraño (19); la sociedad contiene a los que abandonan la palabra (21), uno se encuentra con oposición personal, y aun oficial.
¿Cómo hemos de vivir la vida de Dios en las cortes de la tierra? Primero (17, 18), pidiendo acción divina.
Haz bien, provee totalmente para.
Abre. En la completa provisión buscada, se especifica una cosa: la habilidad de comprender la palabra en toda su maravilla. En segundo lugar (19, 20), reconociendo las realidades de la situación y manteniendo una auténtica prioridad.
Peregrino, residente extranjero. Pero, no obstante las dificultades potenciales de una vida así, no es el bienestar terrenal, ni el que las necesidades sean suplidas, ni siquiera el regreso al hogar lo que se busca, sino el conocimiento de la palabra de Dios como un anhelo total. En tercer lugar (21 y 22), el equivalente negativo de lo anterior: anhelando la providencia divina que suple nuestras necesidades (17– 20) haciendo juego con el tratar de evitar el desagrado divino por medio de una obediencia consagrada a él. En cuarto lugar (23 y 24); cueste lo que cueste (aun el desagrado de personas influyentes), la palabra del Señor domina la mente, las emociones y el consejo práctico que da dirección a la vida.
25– 32 Dálet. Tiempo de dificultades, tiempo de ... ? La situación descrita en Guímel, un extraño en un ambiente extraño, es real. La humillación (25), el cansancio (28), la tentación (29), los posibles desencantos (31) son parte de la vida. Las cosas nos desaniman (25, mi alma se adhiere al polvo), la vida ya no se aguanta (28, mi alma no duerme por la depresión). Pero, más que nada, el momento de dificultad debe ser el momento de oración.
Estos ocho versículos contienen siete oraciones. Una oración pidiendo ser renovado (
vivifícame, 25), un mayor conocimiento (26, 27), fuerza en la necesidad (28), gracia, favor divino hacia el necesitado que carece de méritos (29), pidiendo un resultado favorable (31). El momento de la dificultad es también el momento para una consagración especial, fijar la mente en su maravillosa palabra (27), escoger y mantenerse firme en su verdad (30), encarar la dificultad con obediencia (31, me adhiero a tus estatutos), hacer el esfuerzo (correré). Pero el momento de la dificultad es también el tiempo del descanso, porque Dios siempre será fiel a su palabra (25b, 28b, 29b, mejor de acuerdo con tu ley).
33– 40 Hei. Renovación interior, el corazón permanece íntegro. El espíritu de dependencia continúa con nueve pedidos en ocho versículos. Pero la amenaza de algo que le impida correr en el camino de Dios (32) no es aquí el ambiente hostil (Guímel) ni las dificultades de la vida (Dálet) sino el corazón inconstante que quiere obedecer (34), pero puede fácilmente apartarse al ser atraído por propósitos egoístas (36) y cede a las tentaciones que entran por los ojos (37). Es así que hay una tensión en el corazón mismo: la lealtad del corazón amenazada por la deslealtad del corazón. La solución es la oración: sólo el Señor puede conservarlo obediente en el camino (33,
guardaré, lit el camino de tus decretos), el corazón íntegro (34), nos dirige hacia la verdadera felicidad (35), nos salva de actividades indignas (36, 37), nos salva de la desilusión (39,
oprobio) y renueva las fuentes de la vida (40,
vivifícame). La sección es de tres partes: 33– 35, consagración total, guardando la palabra de Dios con todo el corazón; 36, 37, amenazas interiores, el corazón dividido; 38– 40, cuidado fiel y providencia divina.
41– 48 Vav. Progreso firme. Cada versículo en esta sección empieza con y (omitido enteramente en la RVA y en el v. 42 traducido
entonces). Esta no es meramente una técnica para poder incluir la letra Vav (que, como prefijo, significa y) sino que es toda la razón de la sección: hay cosas que siguen una secuencia. Las secciones anteriores han luchado con el problema de vivir una vida pura (Bet) y en un mundo extraño (Guímel) lleno de presiones (Dálet) y con un corazón dividido (Hei). Un ingrediente es más importante que todos los demás: el Señor ha prometido
misericordia y
salvación (41); la
misericordia que conoce, se interesa, suple las necesidades y nunca falla y la
salvación que interviene para librar en todo momento de necesidad. De allí la importancia de y en el v. 41, como si dijera y por supuesto esto también. Luego vienen las cosas que acompañan a la salvación (42– 48).
42, 43 Estos versículos comparten el tema del testimonio hablado: los que conocen el amor y la salvación del Señor hablan de ellos. Se puede confiar en su palabra para que provea la respuesta aun del que cuestiona con hostilidad (42), pero (43) la palabra puede ser usada únicamente con consentimiento divino y tiene que haber, en todo momento, una dependencia sensible a la buena voluntad divina.
44– 46 Están unidos por una forma de verbo que va más allá de lo haré, indicando prometo que lo haré. El testimonio requiere el contexto de una vida obediente (44), una vida que demuestra la verdadera libertad que produce la obediencia (45). De esa manera no hay vergüenza o temor de desilusión aun en testificar a los
reyes (46).
47, 48 Están conectados por el amor (
amado) a la palabra, porque la boca que habla la palabra (42, 43) y la vida que la ejemplifica (44– 46) deben emanar del corazón que lo ama.
49– 56 Zayin. Administrador de la verdad. Muchas cosas generan la reacción ¿para qué seguir preocupándonos?: las dificultades (50), la oposición despreciativa (51) o porque a nadie parece importarle (53). En esos momentos, el salmista seguía centrando su vida en la palabra del Señor, encontrando que las promesas divinas generaban una renovación en él (50,
vivificado), que el tiempo de la oposición era justamente el de tomarse firmemente de las enseñanzas del Señor (51), que sus
juicios daban consuelo (52), que la oscuridad de la vida tiene que ser encarada con un resuelto guardar (el guardar de un siervo, 55) y constante conservación (56,
guardé, lit. mantuve intacto), el guardar de un administrador.
49, 50 La palabra de esperanza y consuelo.
Promesa ... palabra, habla. La palabra se origina en la boca del Señor; en consecuencia comunica esperanza segura y es una fuerza estimulante (50,
vivificado, renueva).
51, 52 La palabra defendida contra los burladores: la oposición descontrolada enfrentada con una consagración firme que da
consuelo. 53, 54 La palabra en la tristeza y en el canto. El pueblo observa normas diferentes y el mundo es un lugar extraño (
ámbito, 54 vivir como un extraño, ver el v. 19). Estas presiones no le hacen ceder sino que hacen que las alegrías de la palabra sean más preciosas.
55, 56 La palabra guardar, ver el comentario anterior. La sección Zayin equilibra cualquier impresión que haya creado la sección Vav en el sentido de que la vida es un triunfo sin interrupciones. La
libertad que da la palabra (45), la audacia (46) y el deleite (47, 48) deben ser vigilados y protegidos por medio de tomarse resueltamente de la palabra.
57– 64 Jet. El ordenamiento de la vida. La sección comienza y termina dirigiéndose al
Señor, su suficiencia y su amor fiel que llena toda la vida. ¿Cómo reaccionamos al que es totalmente suficiente (57– 60), y cómo vivimos en relación con aquel cuyo amor podemos encontrar en todas partes (61– 64)? Somos como la tribu de Leví (Jos. 13:14, 33; 18:7) que no necesitaba otra fuente de bienes fuera del Señor. Nuestra respuesta a esto consta de cuatro partes: obediencia prometida (57), buscando de corazón su favor y su gracia inmerecida (58), cambio reflexivo de uno mismo (59) y obediencia inmediata (60). O sea, una vida consagrada a su palabra, confiando en sus promesas y conformándose a sus estatutos. Afuera están los enemigos a enfrentar (61), un programa que organizar (62), amigos que cultivar (63) porque en toda situación y lugar sea hostil, secreto o corporativo su amor (constante) está en todas partes. Por lo tanto, toda situación debe ser aprovechada para deleitarle: manteniendo su palabra en la adversidad (61), ordenando la vida para apartar un tiempo para deleitarse en la palabra (62), siendo amigo de los que siguen la palabra (63).
65– 72 Tet. Graduación en la escuela del Señor. En Het se nos llama a un reordenamiento de la vida a la luz de lo que el Señor es; Tet se concentra en la nueva dirección que el Señor da a nuestras vidas. Somos alumnos en su escuela de aflicción (67, 70), él es el Director de la escuela y el premio de graduación es el tesoro de su palabra.
65– 67 El sorprendente beneficio de la aflicción. El Señor ha cumplido su palabra haciendo bien a su siervo (65, lit. tú has hecho bien ... ); esto induce al siervo a pedir más enseñanza (66), confiando en lo que el Señor manda aunque la escuela en que ha recibido el beneficio era la de la aflicción.
68– 70 El beneficio de un corazón resuelto y gozoso. Pase lo que pase, porque el Señor es bueno puede hacer sólo lo bueno. Por lo tanto, podemos ser alumnos dispuestos en su escuela, consagrándonos a enfrentar los
engaños, guardando su palabra de todo corazón (
cf. 56) y desarrollar verdadera sensibilidad del corazón deleitándonos en su ley (70).
71, 72 Beneficios en la escuela de la aflicción. Fue en esta escuela que aprendió los decretos del Señor (o sea, su palabra diseñada para nuestra obediencia) y aprendió también qué tesoro es la
ley (o sea, su palabra diseñada para nuestra instrucción). Nótese en esta sección la preponderancia de la idea de bondadoso: lo que el Señor ha hecho (65, ver lo anterior), lo que él es (68) y lo que nos otorga en su escuela (71, 72).
73– 80 Yod. Convirtiendo el sufrimiento en testimonio. En la aflicción el salmista mismo recibió beneficios (según Tet), pero ahora nos encontramos que está preocupado por vivir en la aflicción de tal manera que el beneficio pueda también tocar a otros. Aparecen los mismos agentes humanos de la aflicción (78,
cf. 69) pero él ora pidiendo poder aguantar la hostilidad de ellos de tal manera que
los que te temen puedan tener gozo por medio de la constancia de su esperanza (74) y se acerquen en comunión a él (79). La sección comienza, sigue y termina con una oración pidiendo el bien personal; sigue orando por otros y la influencia del buen ejemplo; y equilibra los dos agentes en la aflicción: el Señor fiel y el pueblo hostil.
73 Me formaron es más bien me establecieron: por lo tanto me has hecho lo que soy y puesto donde estoy.
Hicieron incluye todas las fuerzas por medio de las cuales modela nuestro carácter. Las presiones de la vida son las
manos del Alfarero.
Entender. La oración no es pidiendo enseñanza sino discernimiento, la habilidad de llegar al fondo de su verdad. Esta sección enfatiza la apreciación interior de la palabra: discernimiento y aprendizaje (73), confianza en el futuro (74), conocimiento (78) y un
corazón íntegro (80), o sea un ser interior en quien toda capacidad se integra perfectamente porque se basa en la palabra. ¡Esta era su oración, su meta y consagración en un momento de aflicción (75) y dolor inmerecido (78)!
81– 88 Kaf. En las últimas. La aflicción sigue. Sus opositores son los mismos (85,
cf. 69, 78), el sufrimiento es inmerecido (86,
cf. 69, 78) y ya no lo aguanta más.
81– 84 Expresan urgencia y ruegan que el Señor cambie la situación.
85– 88 Son una oración pidiendo ayuda y renovación (88,
vivifícame, renueva) dentro de la situación. Toda la sección es una oración, alternando las declaraciones con los ruegos al colocar delante del Señor las realidades y las necesidades de la vida: y esta es la lección principal que aprender, que cuando uno está en las últimas, hay una salida llamada oración. Con frecuencia, la oración es la primera cosa que se pierde en el sufrimiento, cuando en realidad es el remedio más eficaz. Muchas veces el sufrimiento es largo
desfallece (81),
desfallecen (82),
cuántos son los días (84) pero en las últimas siempre hay una salida llamada esperanza (81, 82) y otra llamada obediencia (83, 87). El sufrimiento puede ser extremadamente incómodo. Puede venir de personas hostiles y ser inmerecido, pero el quebrantamiento de la ley de Dios (85) debe ser vencido por nuestra obediencia (88). La palabra fiel sigue siendo nuestra regla para el presente (83, 87, 88) y nuestra esperanza para el futuro (81, 82).
89– 96 Lámed. Palabra sin fin. La palabra heb. que se ha traducido
para siempre (89) y
nunca jamás (93), divide a la sección en dos partes: la palabra del Señor y la consagración a su palabra son iguales para siempre. El pensamiento avanza desde la palabra en el cielo (89) a la palabra disfrutada personalmente (92), y después desde la palabra disfrutada personalmente (93) a la palabra en su propia naturaleza sobremanera amplia (96).
Tu palabra (89) que expresa la naturaleza y la voluntad del Señor es un punto fijo en el cielo. Pero el Señor es el mismo sobre la tierra (90). Su
fidelidad, consistencia invariable, permanece fortaleciendo a
generación tras
generación de gente y dando estabilidad a la
tierra que habitan. Por cierto que tal es su inmutabilidad permanente que es la misma hoy y tal es su dominio soberano total que
todos tanto buenos como malos hacen su voluntad (91). En el nivel personal pasa lo mismo. La palabra permanente da durabilidad al que se deleita en ella. Esto naturalmente lleva a la consagración, porque la palabra que protegió de la muerte, de la misma manera produjo una renovación (
vivificado, 93). Una consagración así a la palabra caracteriza a los que son del Señor (94). Aun en el mismo período de hostilidad (95, cf. 69, 78, 85), se dedicará a las
ordenanzas del Señor (su palabra que declara quién es él y qué requiere). Este es el camino a la vida porque en todo lo temporal veo un factor limitante pero tus mandatos significan la libertad verdadera (paráfrasis del v. 96,
cf. 45).
97– 104 Mem. La palabra deleitosa. La esencia de esta sección está entre el paréntesis formado por las exclamaciones
cuánto y
cuán: 97,
cuánto amo, deleite subjetivo en la palabra; 103,
cuán dulces, deleite objetivo de la palabra. El v. 104 es un resumen y conclusión. Somos enseñados (97– 100) que la palabra deleitosa informa a la mente: como el amor (
amo) resulta en una prolongada meditación de la misma, imparte una sabiduría que es superior a los peligros (98), más grande que la sabiduría humana (99), superando a la tradición (100). Además, la palabra deleitosa da dirección a la vida (101– 103): enseña lo que se debe evitar y lo que se debe hacer. Es la voz de enseñanza del Señor y es intrínsecamente deliciosa. En resumen (104), este es el camino de la mente santa (
inteligencia, captando y discerniendo la verdad), de las emociones seguras (
aborrezco) y del buen vivir (
camino). Nótese la secuencia: la meditación constante (97, 98, 99) se convierte en obediencia (100), el poder de la palabra para cambiar nuestras vidas. La obediencia (101) que surge del reconocimiento de la autoridad divina que tiene la palabra (102) se convierte en delicia (103).
105– 112 Nun. La palabra práctica. Las duras realidades de la vida, comunes a las secciones anteriores se encuentran presentes aquí como aflicciones (
afligido, 107) y trampas de
los impíos (110). Este es el contexto de lo que dice de la palabra. Es para la vida real en un mundo real. Como sucede con todas las secciones, ésta tiene una estructura claramente definida:
A1 (vv. 105, 106) La palabra como guía de la vida y una respuesta solemne: la luz y el voto.
B1 (vv. 107, 108) La palabra en la mano del Señor en medio de las dificultades de la vida, capaz de renovar y enseñar.
B2 (vv. 109, 110) La palabra en manos humanas en medio de las dificultades, recordada y obedecida.
A2 (vv. 111, 112) Una respuesta gozosa y la palabra como guía de la vida: posesión y dirección.
105 Lámpara ... lumbrera. Probablemente la lámpara para iluminar el próximo paso, la lumbrera para iluminar el camino que tiene por delante.
106 Jurado. La idea de una consagración deliberada es fuerte en esta sección. Los verbos en 109, 110 expresan decisión: Estoy decidido a no olvidar ... a no desviarme. ¡No podemos esperar que por accidente seamos devotos de la palabra!
107 Vivifícame, renueva.
108 Ofrendas de mi boca, ofrendas voluntarias, devociones deliberadas que uno mismo se impone.
109, 110 Combinan los riesgos que uno necesariamente asume en el transcurso de la vida con los riesgos que implican la hostilidad de otros. De esta manera se incluye todo peligro posible: todo el precario transcurso de la vida debe mantenerse bajo y dentro de la palabra.
111, 112 El corazón que se regocija debe ser conectado con el corazón dirigido (112), lit.: He inclinado, o dirigido mi corazón para cumplir tus decretos. El gozo sin la obediencia es frivolidad; la obediencia sin gozo es moralismo.
113– 120 Sámej. Perseverancia, no contemporizar. El salmista es lo contrario al indeciso, al malo, al descarriado y al impío. La diferencia observable es la palabra: amada (113, 119), conservada (115,
cf. 56), el lugar de
refugio y la razón de la
esperanza (114), el centro de una mirada firme (117, lit.: Siempre tendré, u Oh, que siempre tenga yo mi mirada clavada en ... ). Pero la realidad interior que lo distingue es el Señor: porque esperar en la palabra es refugiarse en el Señor (114); la palabra es
los mandamientos de mi Dios (115); temer la palabra y temer al Señor van juntos (120).
Por el contrario, los contemporizadores y los impíos por rechazar la palabra son rechazados por el Señor (118): andando mal con su palabra, no pueden andar bien con él. De esta manera Sámej desarrolla el énfasis de consagración de Nun. Esa consagración no es opcional ni negociable, sino intrínseca a vivir con el Señor en comunión y paz. La estructura de la sección aclara su mensaje.
A1 (vv. 113, 114) Amor y refugio
B1 (v. 115) Separación decisiva
C1 (v. 116) Oración pidiendo sostén
C2 (v. 117) Oración pidiendo sostén
B2 (v. 118) Rechazo divino
A2 (vv. 119, 120) Amor y temor
Es así que esta sección tiene que ver con una persona singular, mira su interior (113), su relación con el Señor (114) y su exterior (115); una vida que es sostenida, según la promesa (116), que trae liberación (117) y tiene que ver con un Dios que discrimina: razón por qué rechaza (118); una reacción diferente: amor (119), un temor real (120).
121– 128 Ayin. Un plan para tiempos peligrosos. El siervo del Señor ve que, a pesar de su determinación de ser una luz en el mundo, las personas opresivas y arrogantes son las que dominan, ¿y por cuánto tiempo podrá aguantar (123)? La verdad divina se hace a un lado y, al final, lo que cuenta es que sólo la acción divina será suficiente (126).
Actuar (126) es el mismo verbo que
practicado (121), como diciendo todos mis esfuerzos fracasan; hazte cargo tú. De esta manera, el v. 126 es el clímax al cual llevan 121– 125, pero es también un eje entre dos versículos de oración (124, 125) y dos versículos que prometen lealtad a Dios (121– 123). Decir no puedo más (121– 123) y tú debes actuar (126) dista mucho de ser escapismo. Las oraciones correctas del siervo pidiendo seguridad personal se expresan pidiendo aprender y comprender la verdad divina (125). Además, afirmar la necesidad de acción divina produce una consecuencia (
por eso, 127a, 128a): Amar la Palabra del Señor como nuestro principal tesoro (127), aceptar que es totalmente correcta (128a, lit. todos tus preceptos en todo concepto) y aborrecer todas las demás alternativas (128b). ¿Aprendemos aquí en qué contexto el Señor, si es su voluntad, da avivamiento? La oración, conocimiento de su verdad y amor por ella, odio a todos los caminos falsos.
129– 136 Pe. La luz de doble filamento. En Ayin los ojos exhaustos podían ver sólo una oscuridad que se acerca. Ahora una puerta se abre a la luz: la luz de la palabra (130) que, antes de que la sección llegue a su fin, ha llegado a ser la luz del Señor (135). No obstante, la situación es la misma: Su apreciación por la cualidad sobrenatural de la palabra del Señor dentro de un paréntesis en que muestra su dolor porque la palabra ha sido despreciada (136). Dentro de este paréntesis se encuentra:
A1 (v. 130) La luz de la palabra del Señor
B1 (vv. 131, 132) Misericordia divina, satisfaciendo el hambre de la palabra
B2 (vv. 133, 134) Redención divina, liberando
A2 (v. 135) La luz del favor del Señor
129 Maravillosos, más bien como nuestra palabra sobrenatural.
Guarda, defiende, conserva, mantiene intacta (
cf. 56). Aquello que es singular requiere que se lo cuide.
130 Exposición, lit. puerta, abertura. Puede significar que cuando la palabra se abre como una puerta, la luz del Señor pasa hacia adentro. Esta es parte de la cualidad sobrenatural de la palabra.
Ingenuos. Uno que, dejado a sus propios recursos, carecería de los principios para guiarle.
131, 132 El anhelo por la palabra y el amor por el Señor van mano a mano. Es únicamente por su
misericordia (favor divino en pro del que no lo merece) que la palabra es ofrecida al alma hambrienta.
133 Enseñoree, domine de manera que la libertad para obedecer a la palabra sea coartada o destruida.
134 Redimir, pagar el precio de rescate, hacerse responsable de sea cual fuere el costo.
137– 144. Tsade. Señor justo, palabra justa. ¿Cómo es que cuando la palabra alumbra el Señor alumbra (130, 135)? Tsade responde: Porque el Señor se expresa a sí mismo perfecta y eternamente en su palabra: Es
justo (137) y su palabra es
justicia, sus
testimonios (138) son ordenados en justicia y (142) su
justicia es
eterna. La unión entre los dos es perfecta.
137, 138 La palabra expresa al Señor. Los
juicios, las decisiones del Señor, revelando su pensamiento; sus
testimonios, lo que testifica revelándose a sí mismo;
que ha ordenado, mandado, revelando su voluntad. Es así que el que es justo da mandatos justos. El y su palabra son uno.
139, 140 La verdad cautiva al siervo de Dios. Encontrándose frente a sus enemigos, su primera preocupación es el prestigio de la palabra; encontrándose frente a la palabra en toda su refinada pureza (
sumamente pura) su corazón se brinda con amor.
141, 142 La palabra es una preocupación en su mente. La posición (
pequeño) y la reputación (
despreciado) no son importantes comparadas con tener la palabra claramente en la mente. El Señor eternamente justo ha hablado y su palabra es la verdad misma. ¿Qué consideración personal podría ser más importante que esto?
143, 144 La palabra da vida. La calidad de vida se ve amenazada por
aflicción y
angustia (143, adversidad y presión) pero la palabra imparte una calidad distinta de deleite. En consecuencia, la meta de la oración es tener
entendimiento, discernimiento porque éste es el camino a la vida que de veras es vida.
145– 152 Qof. La presencia sentida. Las dos mitades de la sección Qof corresponden a Stg. 4:8, acercaos a Dios (145– 148) y él se acercará a vosotros (149– 152). Los vv. 145, 146 están unidos por una palabra que tienen en común:
clamo; los vv. 147, 148 empiezan con el mismo verbo, lit. me adelanto ... mis ojos se adelantan ... y juntos abarcan una sesión de 24 horas de oración y meditación bíblica. En el v. 149 la oración se basa no en promesas humanas sino en el amor del Señor; los vv. 150, 151 contrastan dos cercanías y el v. 152 completa la sección con la verdad de la palabra eterna.
145– 148 Cerca del Señor. La oración es (i) inseparable de la obediencia. Sin una consagración moral seria, la intercesión es mero egoísmo; (ii) inseparable del negarse a sí mismo: no que nuestra urgencia haga que la oración sea eficaz sino que en la verdadera oración hay un elemento de consagración en sacrificios; (iii) inseparable de la palabra de Dios. Sin su palabra no sabemos qué podemos esperar o pedir.
149– 152 El Señor cerca. Cuanto más cerca estén los peligros, más cerca está el Señor.
Cercano (151) es una palabra que implica pariente cercano. El Señor ha prometido ser nuestro pariente cercano quien, en nuestra impotencia, hace suyas nuestras necesidades. Su cercanía entonces se relaciona con su
misericordia, fidelidad cariñosa prometida; y nuestra seguridad de que él es nuestro pariente cercano se basa en su testimonio inmutable (
testimonios, estatutos) de lo que él es y lo que hace. Pero además, porque el Señor y su palabra son identificados (ver Pe, Tsade), la palabra es su agente renovador de la vida (149,
vivifícame).
153– 160 Resh. Tres cosas dignas de confianza. El salmista digno de confianza, que no se olvida de la palabra (153), el Señor digno de confianza (154, 156, 159) y la palabra digna de confianza que nunca cambia (160). Pero la confiabilidad humana no se puede dar por sentado. La vida se caracteriza por la
aflicción y la presencia desgastante de los malos y
traidores. La vida necesita renovación constante que depende del amor, las promesas y decisiones del Señor. La oración reiterada pidiendo ser renovado constituye el corazón de esta sección.
153, 154 (A1) Mira mi necesidad. Defiende mi causa. Al salmista lo están acusando.
Líbrame (como
cercano, 151) pertenece al vocabulario relacionado con el pariente cercano: el redentor se identifica con su pariente afligido, toma y paga todas sus deudas, se hace cargo de todas sus necesidades. Dentro de esta situación problemática, sigue su fidelidad a la palabra.
155 (B1)
Los impíos. Los que se disocian de la palabra no pueden esperar una intervención divina salvadora.
156, 157 (C) Muchas compasiones. Muchos enemigos. La
misericordia es el amor del Señor que enseguida se conmueve.
Grande es la misma palabra usada para indicar
muchos. Su amor corre para encontrarnos y es tan grande como cualquier peligro.
158 (B2) Los
traidores. No se puede confiar en ellos, no tienen ninguna consagración a la palabra.
159, 160 (A2) Observa mi amor. Habiendo recibido su advertencia por medio de la experiencia de los que hacen caso omiso a su palabra (158) y no pueden esperar liberación (155) el salmista afirma su amor por la palabra y la verdad eterna de la palabra.
161– 168 Shin. Verdad atesorada, vida constante. Si seguimos la distribución de las letras iniciales: Sin y Shin, esta sección se divide en tres partes: 161– 163, 164– 166, 167, 168. Tratan, respectivamente, el amor constante (lo que teme, lo que atesora, lo que ama), la vida constante (que alaba, no tropieza, es obediente), y el constante en guardar (un guardar obediente que emana del amor, un guardar obediente que busca complacer).
Amor aparece en cada sección: el corazón constante guarda con diligencia su amor por las enseñanzas del Señor (163) con un odio correspondiente por lo falso; la vida constante goza de
paz (plenitud; paz con Dios, con la gente y paz en la mente; una vida completa) como consecuencia de amar la enseñanza del Señor (165); el guardador constante es motivado por el amor a lo que el Señor ha testificado de sí mismo (167). La vida que ha decidido ser constante bajo presión y devota resulta en su enriquecimiento y paz; pero también se topa con conflictos morales, porque no existe la constancia sin desafíos. La opción sobre qué amar y qué odiar; la lucha es por seguir pacientemente hasta que el Señor actúe. Pero es la obediencia la que caracteriza al amor y es la obediencia lo que complace al Señor (168).
169– 176 Tav. ¡Desviándose pero obediente! 169, 170 Conectados por
delante de ti, ambos son oraciones pidiendo ser oído y pidiendo al Señor que actúe según su palabra, obrando interiormente (
entendimiento, discernimiento) y exteriormente (
líbrame).
171, 172 Conectados por las referencias a
labios y
lengua, son ambos oraciones pidiendo respuesta, que la palabra sea enseñada y reconocida por lo que es.
173, 174 Piden y anhelan la acción divina, basando los pedidos en la respuesta (
escogido ... delicia) ya dada a la palabra.
175, 176 Enfoca necesidades personales, la impresión de que pierde vitalidad y la tendencia a desviarse. La clave para tener vitalidad y recobrarse es la palabra que sostiene y nunca es olvidada.