Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 5. Oración Matinal del Justo contra los Impíos.
E l título lo atribuye también a David. La mención del santuario (v.8) puede aplicarse al tabernáculo erigido por David en la colina de Sión antes de la erección del suntuoso templo de Salomón. En el título del salmo no se dan las circunstancias históricas de la vida del rey poeta en que hubiera sido compuesto, como en Sal 4. El salmo 5 es una composición surgida en un estado de ánimo dominado por el problema del choque en la sociedad de la conducta del justo y la del impío. Posteriormente ha sido adaptado al servicio litúrgico del templo, como lo prueba la indicación musical del título. El salmista vive a la sombra de la casa de Yahvé,
el templo o tabernáculo, sin que esto implique necesariamente que sea de la clase sacerdotal. Como no se alude a desvarios idolátricos de los impíos, no pocos críticos suponen que el salmo es postexílico, de la época persa, cuando había cierta lucha en torno a las prerrogativas cultuales del templo de Jerusalén 1.
La forma poética es muy cuidada, aunque hay algunas alteraciones técnicas en el texto. El poema incluye cinco estrofas iguales, compuestas cada una de dos dísticos y un trístico. Los dísticos tienen la técnica de la
qinah o elegía 2.
El pensamiento se desarrolla normalmente, sin grandes interrupciones lógicas. La composición
tiene la forma de plegaria férvida y ardiente, entremezclada de quejas contra los impíos. Yahvé tiene que salir contra ellos, porque odia el mal. El salmista se considera mejor que sus enemigos, pero no confía tanto en sus méritos cuanto en la justicia y en la misericordia divinas.
Yahvé salvará de las emboscadas de los enemigos al que le es fiel, y el justo se sentirá dichoso protegido por la providencia
benévola de su Dios.
Podemos distinguir cinco secciones conforme a la distribución estrófica:
a) preludio: invocación ardiente a Yahvé con ocasión del sacrificio matutino (1-4);
b) confianza en Yahvé, que odia el mal (5-7);
c) el salmista, huésped de Yahvé (8-9);
d) perfidia de sus adversarios (10-11);
e) felicidad del justo (12-13).
Preludio: invocación ardiente matinal (1-4).
1
Al maestro de coro. A la flauta. Salmo de David. 2
Apresta el oído a mis palabras, ¡oh Yahvé! atiende mis suspiros. 3
Atiende a las voces de mi súplica, Rey mío y Dios mío. 4
Porque a ti suplico, ¡oh Yahvé! De mañana tú escuchas mi voz; temprano me pongo ante ti y espero 3
. La indicación musical,
a la flauta, es problemática. Los LXX traducen: para la heredera (
nejiloth).
La Vg: pro ea quae haeredi-tatem consequitur; es decir, la sinagoga o la nación israelita, heredera de las promesas divinas. Los Santos Padres aplican este título
a la Iglesia, heredera de la sinagoga judía. El salmista declara que todos los días desde la
mañana sin duda a la hora del sacrificio matinal inicia sus oraciones y súplicas confiadas a Yahvé, que es su
Rey y su Dios. El estilo es vigoroso y entrecortado. Es un grito del salmista a su Dios en un momento en que no es comprendida su virtud. Yahvé es el Rey de Israel4 y del universo
5, pero particularmente
de las almas justas que viven conforme a su Ley 6. Los fieles israelitas acudían de mañana a expresar sus deseos y angustias cotidianas a su Dios en su morada del templo 7, particularmente en los momentos comprometidos de su existencia, pues
Yahvé es la única esperanza del que confía en El. El salmista tiene experiencia de la protección divina, que responde a sus súplicas matinales. Llevado de esta confianza, vuelve de
mañana a su santuario a desahogar sus suspiros y a formular sus súplicas.
Confianza en Yahvé, que odia el mal (5-7).
5
Pues no eres tú Dios que se agrade del impío, ni será tu huésped el perverso. 6
No pueden los insensatos estar ante tus ojos; odias a todos los obradores de iniquidad. 7
Das a la perdición al mentiroso; al sanguinario, al fraudulento, los abomina Dios. El salmista tiene confianza en ser oído, pues sabe que Dios no ampara a los impíos.
Dios es justo y santo, y, como tal, no puede complacerse en la iniquidad. Por tanto, no puede
agradarse en el
impío ni recibir como
huésped honrado al
perverso, que camina fuera de las sendas de la Ley divina. Los impíos
no pueden ser huéspedes de Yahvé en su santuario, ni deben tomar parte en los banquetes sagrados, aspirando a ser oídos en sus súplicas. Quizá el salmista aluda aquí a la pugna que había dentro del templo por la distribución de los diversos servicios divinos. No faltaban los ambiciosos, que, llevados de las pingües ganancias del templo, procuraban apropiarse indebidamente funciones que pertenecían a otros que eran más dignos por su conducta. El salmista llama a estas gentes desaprensivas insensatos,
obradores de iniquidad, mentirosos, fraudulentos y sanguinarios. Todos ellos son
impíos, en los que Dios no puede
agradarse, pues sistemáticamente
abomina la iniquidad en sus diversas manifestaciones. Para conseguir sus beneficios, los impíos no dudan en derramar sangre inocente 8, falseando la ley para crearse derechos que no tienen. Pero estos tales no pueden prosperar
ante los ojos de Yahvé (v.6), que gobierna con equidad y justicia; por eso terminará por entregarlos a la
perdición.
El justo, huésped de Yahvé (8-9).
8
Mas yo, fiado en la muchedumbre de tu piedad, entro en tu morada y me prosterno ante tu santo templo, en tu temor, 9
Guíame, ¡oh Yahvé! en tu justicia, a causa de mis enemigos, y allana tus caminos ante mí. Enfáticamente, el salmista contrapone
su confianza en la piedad de su Dios, que le fuerza a entrar en su
morada para prosternarse ante El, lleno de
temor por su majestad y las exigencias de su justicia. Los impíos no podían ser
huéspedes de Yahvé en su
santo templo, porque sus obras inicuas
los apartaban de su Dios, puro y santo. Con todo, reconoce el salmista que, si puede entrar confiadamente
en la casa de Yahvé, no es fiado en sus méritos, sino en la
muchedumbre de su piedad o misericordia, siempre generosa para con los que le son fieles. Confiado en esta benevolencia especial de Yahvé para con los suyos,
el salmista entra en su morada, no sólo para participar del espectáculo de las manifestaciones litúrgicas, sino para llevar una vida de íntima unión afectiva
con El en la oración. La mención del ingreso en el
templo no prueba necesariamente que el salmista sea de la clase sacerdotal, pues todos los israelitas tenían acceso a la santa morada. La preocupación del salmista es librarse de sus
enemigos, que le ponen obstáculos en su vida. No concreta en qué consiste esta oposición de sus adversarios, pero debe de ser
de índole espiritual, pues no se alude a persecuciones violentas, con peligro de perder la vida, como en otros salmos. Quizá la oposición viniera de la clase sacerdotal, que monopolizaba la vida litúrgica del templo. Con confianza total, el salmista pide a
Dios que allane sus caminos, es decir, que le libre de los obstáculos que se oponen en su vida íntima religiosa
en el santuario a la sombra de Dios. El norte de la vida del salmista es la
justicia de Dios, es decir, sus preceptos luminosos, que se amoldan a las exigencias justas de la divinidad para con el ser humano, y particularmente con el israelita, que tiene especiales
deberes de gratitud para con Yahvé, que los ha elegido entre los pueblos.
La perfidia de los enemigos del salmista (10-11).
10
Pues no hay en su boca sinceridad; su interior no es más que malicia; un sepulcro abierto es su garganta, halagan con sus lenguas. 11
Condénalos, ¡oh Yahvé! que fracasen en sus maquinaciones. Por sus muchos crímenes recházalos, ya que se rebelan contra ti. Los enemigos del salmista atacan con calumnias y mentiras; su
garganta (su hablar) es como un
sepulcro abierto, que exhala hedor de muerte 9. Jeremías dice de los babilonios invasores que su aljaba es como un sepulcro abierto10, en cuanto que siembra la muerte por doquier. El salmista contrapone los
halagos de las
lenguas de sus adversarios al efecto de muerte que producen con sus palabras calumniosas. Por eso pide a Dios que les
condene haciendo fracasar sus
maquinaciones contra él (v.11). En realidad, sus enemigos son los adversarios del propio Dios, pues se
rebelan contra El y sus preceptos. El salmista encarna aquí al israelita fiel, perseguido precisamente por su fidelidad a la Ley de su Dios.
Sus intereses, pues, son los de Yahvé, y en ese sentido pide que los
condene o castigue, haciendo fracasar sus maliciosos planes contra él.
Yahvé, protector de los justos (12-13).
12
Y se alegrarán cuantos en ti confían, exultarán por siempre. Tú los protegerás y en ti jubilarán los que aman tu nombre. 13
Pues al justo, ¡oh Yahvé! tú le bendices y le rodeas de tu benevolencia como un escudo. El triunfo de la justicia divina, manifestada en el castigo de los pecadores,, será objeto de alegría por parte de los
que confian en Dios y ajustan su vida a sus máximas. Yahvé, en realidad, es como un
escudo protector de sus predilectos; los justos viven vinculados a El por el cumplimiento de la Ley. Estos
aman su nombre, es decir, reconocen su soberanía, y ajustan su conducta a sus exigencias. El
nombre en lenguaje bíblico equivale a la
persona representada por el nombre. Aquí, pues,
amar el nombre de Yahvé es amarle en lo que es, con todo lo que implica de subordinación hacia El. El
nombre de Yahvé es el compendio de su ser y atributos que lo identifican. Y se revela en lo que es cuando se muestra fiel a sus promesas; entonces los justos
le reconocen como tal, pues es la prenda de su salvación y su escudo protector 12.
1 Así opina E. Podechard, o.c., 30. 2 Véase J. Calés, o.c., 125. 3 Algunos autores traducen: De mañana preparo (el sacrificio) y espero. 4 Ot 33:5; Sam 12:12;
Isa_33:22;
Isa_41:21;
Isa_43:15;
Isa_46:6;
Sal_10:10. 5
Jer_10:7; Sal 47:3-7-9- 6
Sal_44:5;
Sal_84:4 7
Sal_55:18;
Sal_59:171Sal_88:14;
Sal_92:3;
Sal_119:147. 8 Cf.
Sal_55:24;
Sal_26:9;
Sal_59:3;
Sal_139:19;
Pro_29:10;
2Sa_16:7-8. 9 Cf.
Sal_69:14; i15:7; 149:6 10
Jer_5:16. 11 Cf.
Sal_69:37;
Sal_119:132. 12 Sal 35:2; 91:4; Sam 17:7.