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Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti -oráculo del Señor-. (Zacarías 2, 14) © Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990)

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Tercera: El cordel de medir. El ambiente postexílico no deja de ser preocupante para el pueblo y para el profeta. Jerusalén continúa en ruinas, las promesas no se cumplen y el desánimo -quizá también la desidia- es el denominador común. En su afán de animar al pueblo, el profeta se figura una ciudad reconstruida; sus trazos, sus murallas... Sin embargo, no es necesario trazar ni encerrar con muros unas cuantas casas. Jerusalén será una ciudad abierta para que pueda contener la afluencia no sólo de los judíos que aún permanecen dispersos, los cuales son invitados a regresar (10s), sino también para muchos otros pueblos que vendrán hasta Jerusalén, para formar entre todos un solo pueblo, con un solo Señor (15), que reinará sobre todos desde su ciudad (17).

Biblia Latinoamericana (San Pablo, 1995)



[=] *Sof 3:14 *Is 52:9

[.] Aquí tenemos uno de los dos discursos del profeta invitando a los cautivos a la alegría Dios está en medio de su pueblo. Para nosotros ahora esto es mucho más verdadero. En la Biblia la expresión hija de Sión es uno de los nombres del pueblo de Dios. Zacarías anuncia los tiempos nuevos cuando dice que Dios se quedará para siempre en Sión, figura de la Iglesia en la que se reunirán todos los pueblos. Por anticipación habla Zacarías de ella al prometer la actuación permanente de Dios, para que en ella se reúnan todos los pueblos de la tierra.