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Los insensatos no la logran, ni la verán los pecadores. (Eclesiástico 15, 7) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;;;;;;;;;;;;;;;;

15. La Sabiduría y el Pecado.

Beneficios de la sabiduría (15:1-10).
1 Así hará quien terne al Señor, y quien se adhiere a la Ley logrará la sabiduría 2 Como madre le saldrá al encuentro, y como esposa virginal le acogerá. 3 Le alimentará con el pan de la inteligencia y le dará a beber el agua de la sabiduría. 4 En ella se apoyará y no vacilará, a ella se adherirá y no será confundido. 5 Le levantará por encima de sus compañeros, en la asamblea le abrirá la boca. 6 Hallará en ella gozo y corona de alegría, recibirá en herencia nombre eterno. 7 Los insensatos no la logran, ni la verán los pecadores. 8 Se aleja de la soberbia, y los mendaces no se acuerdan de ella. 9 No puede alabarla el malvado, porque Dios no le dio parte en ella; 10 porque la alabanza ha de estar en la boca del sabio, y el que la posee será maestro en ella.

Busca la sabiduría con las disposiciones mencionadas en la pe-rícopa precedente quien posee el temor de Dios. Este lleva al cumplimiento de la Ley, y en la observancia de sus mandamientos radica la verdadera sabiduría 1.
A quien así se conduce, ella viene a su encuentro con el amor solícito y protector de una madre, con la ternura con que la esposa que no ha conocido otro amor desde su juventud acoge al esposo 2. Al enseñarle sus consejos de vida, se constituye en el alimento espiritual del hombre y en el agua que sacia su sed. El agua aparece ya en los babilonios como símbolo de sabiduría, y en la Biblia como expresión de ricas bendiciones 3. En la literatura rabínica posterior se menciona con frecuencia el pan y el agua de la Ley 4. Fortalecido con este alimento, el discípulo de la sabiduría se mantendrá firme en el camino de la virtud frente a los asaltos del demonio y contrariedades de la vida. En los tiempos mesiánicos, la Sabiduría encarnada se constituiría en el alimento de las almas bajo los accidentes del pan y del vino. A sus discípulos - continúa Ben Sirac (í.5) - los constituye doctores sobre los demás, y en las mismas reuniones públicas les dará el hablar con eficacia al instruir al pueblo en sus enseñanzas. Todo lo cual le granjeará gran estima y gloria entre las muchedumbres y aun, siendo joven, honor entre los ancianos5. La Iglesia ha tomado para el introito de la misa de doctores este verso 5 con la adición de la Vulgata, que dice: Llenándolo del espíritu de sabiduría y de inteligencia y lo revestirá de un manto de gloria. En fin, hará sentir esa paz interior y alegría íntima que da Dios a quienes cumplen sus mandamientos, preludio del gozo y alegría eternos, y una fama y prestigio que hará correr su nombre de boca en boca aun después de su muerte, como ocurrió con Salomón y ocurre con los santos6.
Si el temor de Dios es condición indispensable para alcanzar la sabiduría, no podrán poseerla los pecadores. Nada hace a los hombres tan necios como la malicia - escribe San Jerónimo -, nada tan sabios como la virtud.7 Y tampoco los soberbios, que excluyen a Dios, constituyéndose a sí mismos en el centro de su vida, y los mentirosos, que o no se preocupan de las enseñanzas de la sabiduría o las detestan como contrarias a sus engaños y mentiras 8. Solamente aquel a quien Dios ha dado la sabiduría - dice Ben Sirac - puede hacer cumplidamente su elogio, el cual no caería bien en la boca del pecador, que haría con su conducta deshonor a sus palabras. Por eso exclama el salmista: Dice Dios al impío: ¡Cómo! ¿Te atreves tú a hablar de mis mandamientos, a tomar en tu boca mi alianza, teniendo luego en aborrecimiento tus enseñanzas y echándote a las espaldas mis palabras? 9 San Juan Crisóstomo observa que las Sagradas Escrituras, y especialmente David, invita a todos los animales y a todas las criaturas, hasta a las serpientes y dragones, a alabar al Señor, pero jamás invita a los pecadores 10.

El pecado no viene de Dios (15:11-21).
11 No digas: Mi pecado viene de Dios, que no hace El lo que detesta. 12 No digas que El te empujó al pecado, pues no necesita de gente mala. 13 El Señor aborrece toda abominación y evita que en ella incurran los que le temen. 14 Dios hizo al hombre desde el principio y le dejó en manos de su albedrío. 15-16 Si tú quieres, puedes guardar sus mandamientos, y es de sabios hacer su voluntad. 17 Ante ti puso el fuego y el agua; a lo que tú quieras tenderás la mano. 18 Ante el nombre están la vida y la muerte; lo que cada uno quiere le será dado. 19 Porque grande es la sabiduría del Señor; es fuerte, poderoso y todo lo ve. 20 Sus ojos se posan sobre los que le temen y conoce todas las obras del hombre. 21 A ninguno manda obrar impíamente, a ninguno da permiso para pecar.

Los pecadores no poseen la sabiduría, porque ésta es incompatible con sus pecados n. Pero ¿quién es el responsable de éstos? No Dios, como se sentiría tentado a decir el malvado, sino él mismo, que, siendo libre para escoger entre el bien - que cuesta - y el mal - que halaga -, se inclina por éste.
Dios.no es la causa del pecado ni puede inducir a él al hombre. Sería blasfemo afirmarlo 12. El pecado es la negación de Dios, una insolencia contra sus mandatos, y por lo mismo lo aborrece. Los cristianos que hemos contemplado a su Hijo unigénito expiándolo en la cruz, y aprendido de la revelación el castigo eterno que espera a los no arrepentidos, sabemos hasta que punto lo detesta. Por lo demás, es todopoderoso, y no precisa del mal para llevar a cabo sus planes. Más aún, El da al ser humano las gracias convenientes para que pueda evitar el pecado, y cuantos prestan su colaboración lo evitan. Esto hacen cuantos llevan en su corazón sentimientos de piedad, amor y reverencia a Dios, que los hace detestar lo que Dios aborrece 13.
El pecado tiene su origen en el mal uso que del don de la libertad ha hecho el ser humano. Dios creó al hombre, dotándole de la libertad, en virtud de la cual puede escoger entre el bien y el mal y es responsable de sus actos. La Vulgata recoge el dato del Génesis subsiguiente a la creación, diciendo que le impuso mandatos y preceptos 14, lo que no hubiera podido hacer si no lo hubiera creado libre. El pecado original debilitó sus facultades y le dejó cierta propensión al mal, pero el ser humano no perdió su libre albedrío 15, de modo que está en su mano el guardar los mandamientos o no guardarlos, siendo sólo él responsable de su pecado, sin que ello excluya, claro está, la necesidad de la gracia para hacer el bien y vencer la concupiscencia, que nos lleva al mal16.
El Señor ha puesto ante el hombre cosas tan contrarias como el agua, que refrigera, y el fuego, que abrasa; al que tú quieras puedes extender tu mano (v.1y). El agua y el fuego son aquí símbolo de cosas tan contrarias como el cumplimiento de los mandamientos divinos y la inobservancia de los mismos; del premio y del castigo respectivamente; de la vida y de la muerte 17. él don de la libertad del hombre es una de las mas hermosas creaciones de la sabiduría divina y que en más estima tiene el hombre. Ella le hace merecedor de la felicidad o responsable al castigo. Y Dios, infinitamente sabio, que conoce todas y cada una de las obras del hombre con sus más íntimas intenciones, e infinitamente poderoso para dar a cada uno según su merecido, premiará las acciones buenas de los que le temen, a quienes mira con ojos de complacencia, y castigará los pecados de los impíos 18. El ser humano, al cumplir libremente los mandamientos, escoge, por lo mismo, el premio que Dios le ha establecido, y al negar la obediencia a los mismos, escoge implícitamente el castigo que le es debido.
La conclusión de toda la narracion es que Dios no sólo no manda pecar, sino que ni siquiera da permiso para ello, castigando además a quien lo comete. No puede en modo alguno atribuírsele a El el pecado. Dios únicamente permite el pecado, en cuanto que respeta la libertad del ser humano, tratándole conforme a su naturaleza libre. Es el hombre el único responsable del pecado que comete al abusar de la libertad, que le fue dada, no para que pudiese escoger impunemente, a su libre albedrío, el bien o el mal, sino para que, pudiendo escoger entre ambos, eligiese libremente el bien, que de ordinario cuesta, y renunciase al mal, que tantas veces halaga 19.

1 1:11-40; Jua_3:21; 1Co_4:20. - 2 51:13-21; Pro_7:4; Sab_8:2, 0. - 3 Deu_32:2; Deu_32:15Deu_12:3; Jer_2:13; Eze_47:1-12, etc. - 4 Así en Midrashim, Sifré 843; Shír Rabba I 2; Bereshíth Rabba LXX. Y en el talmud, Shabbáth 1203. - 5 Sab_8:10; Mt 10,19; Jua_16:13. - 6 Isa_56:5; Isa_62:12; Sab_8:13. - 7 Hom. 40 in lo. Cf. Pro_8:13; Sab_1:4. - 8 La Vulgata añade al v.8: y los hombres veraces se encontraran con ella y tendrán éxito hasta la visita de Dios. Irán de bien en mejor y en el juicio del Señor obtendrán la felicidad eterna. Cf. Sab_3:13. -Sab_9 50:16-17. - 10 Cf. Dan_3:57-88, Sal 982Cr_148:150 - 11 Sab 4:1. - 12 Cf. Gong. Trio., s.6 c.6: Denz. 798. 13 Sant 1:13-14. - 14 El í.15 de la Vulgata dice: Le dio, ademas, sus mandamientos y preceptos. - 15 Cf. Gong. Araus. II: Denz. 199; Gong. Trio., s.6 c.i: Denz. 793. - 16 Cf. San Agustín, De gratia et libero arbitrio 0.15. - 17 Deu_11:26; Deu_15:30; Deu_15:19; Jer_21:8. - 18 Sal_33:18; Sal_34:16; Pro_15:3. - 19 Cf. Oesterley, Ecclesiasticus (Cambr. Bibl.) p.LVI-LXIX.

King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XV.

2 Wisedome embraceth those that feare God. 7 The wicked shall not get her. 11 We may not charge God with our faults: 14 For he made, and left vs to our selues.
1 He that feareth the Lord will doe good, and he that hath the knowledge of the Law shal obtaine her.
2 And as a mother shall she meet him, and receiue him as a wife maried of a virgin.
3 With the bread of vnderstanding shall she feed him, and giue him the water of wisedome to drinke.
4 Hee shall be stayed vpon her, and shall not be moued, and shall rely vpon her, and shall not be confounded.
5 Shee shall exalt him aboue his neighbours, and in the midst of the congregation shall she open his mouth.
6 He shall finde ioy, and a crowne of gladnesse, and she shall cause him to inherit an euerlasting name.
7 But foolish men shall not attaine vnto her, and sinners shall not see her.
8 For she is farre from pride, and men that are liers cannot remember her.
9 [ Or, a parable.] Praise is not seemly in the mouth of a sinner, for [ Or, he was not sent of, etc.] it was not sent him of the Lord:
10 For [ Or, rather a parable.] praise shalbe vttered in wisdome, and the Lord wil prosper it.
11 Say not thou, It is through the Lord, that I fell away, for thou oughtest not to doe the things that he hateth.
12 Say not thou, He hath caused mee to erre, for hee hath no need of the sinfull man.
13 The Lord hateth all abomination, and they that feare God loue it not.
14 Hee himselfe made man from the [ Gen_1:20.] beginning, and left him in the hand of his counsell,
15 If thou wilt, to keepe the Commandements, and to performe acceptable faithfulnesse.
16 He hath set fire and water before thee: stretch forth thy hand vnto whether thou wilt.
17 [ Jer_21:8.] Before man is life and death, and whether him liketh shalbe giuen him.
18 For the wisedome of the Lord is great, and he is mighty in power, and beholdeth all things,
19 And [ Psa_33:16.] his eyes are vpon them that feare him, & hee knoweth euery worke of man.
20 Hee hath commanded no man to do wickedly, neither hath he giuen any man license to sinne.

Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

*14:20-15:10 Cuarto poema sobre la sabiduría. La primera parte describe la búsqueda y conquista de la sabiduría por parte del discípulo (Sir 14:20-27); la segunda presenta la reacción de la sabiduría hacia ese discípulo que ha demostrado desearla tanto: otorgarle una serie de beneficios de diversa índole (Sir 15:1-10).

Torres Amat (1825)



[3] Jn 4, 10.

[10] 1 Cor 14, 26.

[16] Mat 19, 17; Jn 8, 31.

[18] Jer 21, 8; Deut 30, 15.

[20] Sal 34 (33), 16; Hebr 4, 13.