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Frente a sus enemigos deja un vengador, y a sus amigos quien les pague con gratitud. (Eclesiástico 30, 6) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)

Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Times New Roman ;;;;;;;;;;;;;;;;;

30. Los Hijos y la Salud.

La corrección de los hijos (30:1-13).
1 El que ama a su hijo tiene siempre dispuesto el azote, para que al fin pueda complacerse en él. 2 El que educa bien a su hijo se gozará en él y podrá gloriarse en medio de sus conocidos. 3 El que enseña a su hijo será envidiado de su enemigo, y ante sus amigos se regocijará en él. 4 Si muere su padre, como si no hubiera muerto, pues deja en pos de sí uno igual a él. 5 Durante su vida le ve y se alegra, y al morir no siente pena. 6 Frente a sus enemigos deja un vengador, y a sus amigos quien les pague con gratitud. 7 El que mima a su hijo tendrá luego que vendarle las heridas, y a cada grito suyo sentirá que se le conmueven las entrañas. 8 Caballo no domado se hace indócil, y el hijo abandonado a sí mismo, testarudo. 9 Halaga a tu hijo, y te hará temblar; juega con él, y te hará llorar. 10 No te rías con él, no te haga sufrir y al fin rechines los dientes. 11 En su juventud no le des largas y no disimules sus faltas. 12 Doblega su cuello en la juventud y tunde sus espaldas mientras es niño, no se te vuelva terco y desobediente. 13 Educa a tu hijo y aplícale al trabajo, no vengas a tropezar por su torpeza.

Después de las obras de misericordia que afectan a la vida social, Ben Sirac vuelve a la vida familiar para dedicar una perícopa a la educación de los hijos, a que alude más veces en su libro 1. Sus consejos son idénticos a los ole Proverbios, y se encuentran también, como constatamos allí, en los proverbios de Ahikar y en la literatura sapiencial egipcia.
El amor sincero a los hijos ha de manifestarse ante todo en proporcionarles una buena educación. Pero, dadas las inclinaciones de la naturaleza humana, no es posible conseguirlo sin una corrección a veces severa 2. El padre que la pone en práctica experimentará después una gran alegría 3, que aumentará con la estima que de sus hijos harán sus conocidos. Durante su vida, sus amigos le felicitarán y proclamarán dichoso; sus enemigos le tendrán envidia. Guando se le acerque la hora de morir, sentirá un gran consuelo, porque deja tras sí un digno sucesor que perpetuará en su carne y en su vida honrada el recuerdo y buen nombre de su padre. Y después de la muerte tendrá quien agradezca en su nombre los beneficios que en vida los amigos le hicieron, y quien salga en defensa de su causa y honor frente a sus enemigos, que no podrán, por lo mismo, gloriarse con su muerte o tomar venganza después de ella.
Por el contrario, el padre que se muestra demasiado indulgente con sus hijos (v.7) y no sabe armonizar el cariño con la corrección oportuna, sufrirá deplorables consecuencias. Como el caballo no domado permanece indócil a su amo, que no consiente monte sobre él, así el hijo a quien el padre consintió siempre sus caprichos se hace terco ante todo consejo, y no se dejará guiar sino por el impulso de las pasiones, que lo arrastrarán a una vida de desórdenes. Esto proporcionará al padre profundos sufrimientos, y pasará ante sus conocidos como un mal educador de sus hijos. Ben Sirac opina que el padre ha de amar entrañablemente a sus hijos y darles cuanta confianza ellos merezcan, pero ha de conservar en su trato para con ellos la dignidad y autoridad necesarias para corregirlos incluso con toda energía si llega la ocasión.
Pero la educación, advierte el sabio en los v.11-13, para que sea eficaz, ha de comenzar a su debido tiempo. En los años de la adolescencia, el padre ha de estar alerta a sus primeras inclinaciones para orientar las buenas y reprimir las malas aun a costa del más riguroso castigo4. Para los años de la juventud un doble consejo: no pasar por alto sus faltas, sino corregirlas con dureza a fin de que no se vuelva terco y altanero, y procurarle un trabajo que, bien reglamentado, es un excelente medio de educación y fortalecimiento de la voluntad, a la vez que evita la ociosidad, madre de todos los vicios.

Sobre la salud (30:14-27).
14 Mejor es pobre sano y fuerte que rico enfermo y débil. 15 La salud y el bienestar valen más que el oro, y un cuerpo robusto más que una fortuna. 16 No hay riqueza que valga lo que la salud del cuerpo, y no hay bien como el gozo del corazón. 17 Preferible es la muerte a una vida amarga, y el eterno reposo a un dolor permanente. 18 Manjares exquisitos puestos en una boca cerrada son las ofrendas a los ídolos. 19 ¿Qué le aprovecha al ídolo la ofrenda, pues no lo come ni lo huele? 20 Así es el rico que no puede disfrutar de su riqueza; 21 la ve con sus ojos y suspira como eunuco que abraza a una doncella. 22 No te abandones a la tristeza, no te atormentes con cavilaciones. 23 La vida del hombre es el gozo del corazón, y la alegría del varón es su longevidad. 24 Anímate y alegra tu corazón, y echa lejos de ti la tristeza; 25 porque a muchos mató la tristeza, y no hay utilidad en ella. 26 La envidia y la cólera abrevian los días, y los cuidados traen vejez prematura. 27 El sueño de un corazón contento es mejor que los más deliciosos manjares, y cuanto come le aprovecha.

La felicidad familiar exige, junto a una buena educación de los hijos, una buena salud en los miembros que la componen. Vale más que las riquezas, y, si Dios no la da, no puede con ellas comprarse. Es la base para conseguir y disfrutar de los demás bienes, especialmente de la alegría interior, que, unida a ella, hace al hombre feliz.
Si la salud y lo que ella lleva consigo falla, Ben Sirac declara preferible la muerte (v.17), en cuanto que libra de los males y enfermedades de esta vida. La idea se repite en el Antiguo Testamento. Sara, ante los ultrajes de que fue objeto por parte de las esclavas de su padre, exclamó: ¿De qué me sirve la vida?5 Job y Jeremías, en medio de las más duras pruebas, maldijeron el día de su nacimiento 6, y Elias, huyendo de Jezabel, que le quiere quitar la vida, desea la muerte y pide a Yahvé el fin de sus días7. Los israelitas no podían conocer la fecundidad del sacrificio en orden a una mayor felicidad eterna que ignoraban, por lo que preferían bajar al seol, donde creían que la vida no les resultaría tan triste como sobre la tierra en sus circunstancias. Nosotros que la conocemos sabemos que las enfermedades ofrecen, como dice San Francisco de Sales, una maravillosa escuela de caridad para quienes asisten a los enfermos y de amorosa paciencia para con aquellos que las sufren, porque unos están en pie junto a la cruz en compañía de la Santísima Virgen y San Juan, cuya compasión imitan; los otros, en la cruz con Nuestro Señor, de quien imitan la pasión. 8
A continuación, Ben Sirac constata (v. 18-21) la triste situación del rico que, poseyendo grandes riquezas, no puede disfrutar de ellas a causa de una enfermedad. La compara al ídolo ante cuya presencia se colocan exquisitos manjares, seres inanimados que ni comen ni beben. ¡Clara y atrevida afirmación de la inanidad de los ídolos adorados por los paganos! 9 Más aún, su condición es peor, porque el ídolo no siente ni puede anhelar los apetitosos manjares, mientras que él siente el deseo de disfrutar de sus riquezas, y no puede...; impotencia que le hace sufrir tanto más cuanto mayores sean aquéllas.
Pero no sólo las enfermedades corporales pueden perturbar la felicidad del hombre. Hay estados de ánimo que pueden afectarla tanto y más que aquéllas. Así la tristeza, verdadera enfermedad del alma, y las cavilaciones (v.22), o preocupaciones, que se transforman en terrible angustia por un pasado que hay que dejar en las manos misericordiosas de Dios, o por un futuro incierto que hay que abandonar a su providencia 10. Ben Sirac declara inútil esa tristeza, porque ella no puede ni impedir los males que ya llegaron ni evitar los que se acercan. Sería mejor un ánimo fuerte, para soportar con fortaleza los presentes, y un sano optimismo, para luchar frente a los futuros. Es, además, nociva, tanto que a muchos llevó a la muerte (í.25): a la del cuerpo, porque, al abatir el ánimo, la enfermedad hizo presa en aquél al faltarle las energías que provienen de un alma alegre y optimista; a la del alma, que, vencida por ella, abandonó la virtud o se dejó inducir a la desesperación. Y lo que ocurre con la tristeza puede afirmarse también de otras pasiones, como la envidia, la ira y los cuidados excesivos; aquéllas y éstos corroen poco a poco la vida, que se torna triste y queda sujeta a los peligros indicados, que, al desgastar las energías del hombre, precipitan en la vejez.
Por eso, Ben Sirac concluye exhortando a los lectores a alejar la tristeza y procurar la alegría y gozo del corazón, cuyos efectos son precisamente los contrarios: corazón alegre - dice Proverbios - hace buen cuerpo 11 y una buena salud prolonga los días de la vida. En el v.23, la Vulgata añadió un fruto de orden superior al decir de la alegría que es un tesoro inexhausto de santidad. En realidad, ella crea en el alma un clima de satisfacción interior que favorece notablemente la práctica de la virtud. San Antonio recomendaba la alegría espiritual como singular escudo y remedio para vencer todas las tentaciones 12.

1 7:23; 22:6; 42:5. - 2 Prov 13:24; 19:18; 22:15; 23:15; 29:15. - 3 Prov 29:17. - 4 Pro_7:25; Pro_22:15 - 5 Tob_3:15. - 6 Job_3:3-26; Jer_20:7-18. - 7 1Re_19:4. - 8 El espíritu de San Francisco de Sales 10:14. - 9 Deu_4:28; Isa_57:6; Dan 14; Sal_115:4-5. - 10 Mat_6:25-34 - 11 Prov 17:22. - 12 Cf. en A Lapide, en su comentario a estos últimos versos, preciosos pensamientos a este propósito. Los códices griegos posponen 30:27-33:163 a 33:1613-36:133. El texto hebreo recientemente descubierto presenta el orden de la Vulgata y versiones sir., arm. y árabe, que es el que exige el orden de ideas.



King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XXX.

1 It is good to correct our children, 7 and not to cocker them. 14 Health is better then wealth. 22 Health and life are shortened by griefe.
1 Hee [ Pro_13:24; Pro_23:13.] that loueth his sonne, causeth him oft to feele the rodde, that hee may haue ioy of him in the end. [ Of children.]

2 He that chastiseth his sonne, shall haue [ Or, good by him.] ioy in him, and shall reioyce of him among his [ Or, kinsefolke.] acquaintance.
3 [ Deu_6:7.] He that teacheth his sonne, grieueth the enemie: and before his friends he shall reioyce of him.
4 Though his father die, yet he is as though hee were not dead: for hee hath left one behinde him that is like himselfe.
5 While he liued, he [ Psa_128:] saw and reioyced in him: and when he died hee was not sorrowfull.
6 He left behinde him an auenger against his enemies, and one that shall requite kindnesse to his friends.
7 He that maketh too much of his sonne, shall binde vp his wounds, and his bowels wil be troubled at euery cry.
8 An horse not broken becommeth headstrong: and a childe left to himselfe will be wilfull.
9 Cocker thy childe, and hee shall make thee [ Or, astonished.] afraid: play with him, and he will bring thee to heauinesse.
10 Laugh not with him, lest thou haue sorrow with him, and lest thou gnash thy teeth in the end.
11 [ Sirach 7.23.] Giue him no liberty in his youth, and winke not at his follies.
12 Bow downe his necke while hee is young, and beate him on the sides while he is a childe, lest hee waxe stubborne, and be disobedient vnto thee, and so bring sorrow to thine heart.
13 Chastise thy sonne, and hold him to labour, lest his lewd behauiour be an offence vnto thee.
14 Better is the poore being sound and strong of constitution, then a rich man that is afflicted in his body. [ Of health.]

15 Health and good state of body are aboue all gold, and a strong body aboue infinite wealth.
16 There is no riches aboue a sound body, and no ioy aboue the ioy of the heart.
17 Death is better then a bitter life, or continuall sickenesse.
18 Delicates powred vpon a mouth shut vp, are as messes of meat set vpon a graue.
19 What good doth the offering vnto an idole? for neither can it eat nor smell: so is he that is [ Or, afflicted.] persecuted of the Lord.
20 Hee seeth with his eyes and groneth, as an Eunuch that embraceth a virgine, and sigheth.
21 [ Pro_12:25; Pro_15:13; Pro_17:22.] Giue not ouer thy mind to heauinesse, and afflict not thy selfe in thine owne counsell.
22 The gladnesse of the heart is the life of man, and the [ Or, exultation.] ioyfulnes of a man prolongeth his dayes.
23 Loue thine owne soule, and comfort thy heart, remoue sorrow far from thee: for sorrow hath killed many, and there is no profit therein.
24 Enuie and wrath shorten the life, and carefulnesse bringeth age before the time.
25 [ Or, a noble.] A cherefull and good heart will haue a care of his meat and diet.

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Educación de los hijos. Aunque parezcan exageradas las imágenes que utiliza Ben Sirá para sugerir la corrección de los hijos, que obviamente responden a un modelo preciso de relaciones familiares, es un hecho que si soñamos con una sociedad distinta, tenemos que empezar a construirla con nuestros hijos desde su más temprana edad. Hoy contamos con toda una serie de ayudas no tanto para «domar» al pequeño, sino para acompañarlo en todo su proceso de crecimiento y desarrollo. De la corrección, junto con la violencia, no podemos esperar ciudadanos de bien; mas de una corrección fundada en el amor y en la comprensión, podemos esperar hombres capaces de cambiar el mundo.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


NOTAS

30:6 En el sentido hebreo ( go'el ): el que «tiene derecho de rescate» (ver Rut_2:20+; Rut_4:4), pero también el que es defensor de los oprimidos.

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


NOTAS

30:6 En el sentido hebreo ( go'el ): el que «tiene derecho de rescate» (ver Rut_2:20+; Rut_4:4), pero también el que es defensor de los oprimidos.

Torres Amat (1825)



[2] Fruto y consuelo que saca el padre de haber corregido o educado bien a su hijo.

[3] Deut 6, 7.

[18] Que no puede disfrutar de ellos.

[22] La tristeza del siglo. Dejen a Dios todas sus preocupaciones. 2 Cor 7, 10; 1 Pe 5, 7.