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pero, oyendo que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron. (Marcos 16, 11) © Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944)

Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)



CAPÍTULO 16

f) El sepulcro vacío y el mensaje de la resurrección (Mc/16/01-08).

1 Pasado ya el sábado, María Magdalena y María, la de Santiago, y Salomé compraron sustancias aromáticas para ir a ungirlo. 2 Y muy de mañana, en el primer día de la semana, van al sepulcro, apenas salido el sol. 3 Iban diciéndose entre ellas mismas: «¿Quién nos rodará la piedra de la puerta del sepulcro?» 4 Pero, levantando la vista, ven que la piedra, que por cierto era muy grande, estaba ya retirada. 5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven, sentado a la parte derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron pasmadas. 6 Pero él les dice: «Dejad ya vuestro espanto. Buscáis a Jesús, el Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; éste es el lugar donde lo pusieron. 7 Pero id a decir a sus discípulos, y a Pedro, que él irá antes que vosotros a Galilea; allí lo veréis, conforme os lo dijo él.» 8 Ellas salieron huyendo del sepulcro, porque estaban sobrecogidas de temor y estupor. Y nada dijeron a nadie, porque tenían mucho miedo.

La historia del hallazgo de la tumba vacía por las mujeres desempeña hoy un papel importante en las discusiones sobre la resurrección de Jesús. Muchos investigadores la tienen por una leyenda tardía, que sólo se inventó después de los relatos de las apariciones para apoyar el hecho de la resurrección. Otros ven la dificultad en el hecho de que en Jerusalén seguramente que se hubieran llevado a cabo ciertas investigaciones, de haberse presentado los primeros cristianos diciendo que Jesús el crucificado había resucitado de entre los muertos. El hecho del sepulcro vacío no parece que se discutió en la polémica contra los judíos. Se adoptaron otras explicaciones: los discípulos de Jesús habían robado ocultamente el cadáver de Jesús (Mat_28:15; cf. 27,64; 28,13) o bien que el hortelano lo había puesto sin mala intención en otro lugar (cf. Joh_20:15). Crece así el número de investigadores que reconocen un núcleo histórico en el relato. Por lo demás, la investigación crítica no considera la exposición actual como una reproducción directa del acontecimiento histórico de aquel primer día de la se mana -mañana del domingo-, pues el relato contiene numerosas tensiones y dificultades: ¿por qué querían las mujeres embalsamar el cadáver de Jesús al tercer día de estar depositado en el sepulcro? Debió de temerse una rápida descomposición. La aparición de los ángeles, que los distintos evangelistas refieren de modo diferente, parece ser más bien un recurso estilístico para exponer el mensaje de la resurrección. También resulta curiosa la actitud de las mujeres: no obedecen el encargo del ángel de que vayan a los discípulos y les refieran el hecho. Los otros dos sinópticos han cambiado el final de la narración. Por ello se investiga la historia tradicional del relato y se pretende llegar a un relato más antiguo; aunque también aquí difieren las opiniones. ¿Se trataba originariamente de un breve relato que contaba cómo las mujeres habían descubierto el sepulcro vacío y habían huido presas del asombro y del miedo? ¿Se introdujo sólo más tarde la aparición del ángel en la afirmación de la resurrección?> ¿o bien se narró siempre el mensaje del ángel y sólo posteriormente se añadió el encargo para los discípulos, que las mujeres no cumplieron?. No podemos discutir aquí estos problemas; pero no cabe poner en duda la visita de las mujeres al sepulcro y su descubrimiento de la tumba vacía. Conociendo la manera de exponer del evangelista no nos extraña que el relato se presente en una forma concebida de cara a la predicación. Sólo después de transcurrido el severo reposo sabático pueden las mujeres comprar perfumes. Como el sábado terminaba con la puesta del sol, resultaba ya demasiado tarde para correr aún al sepulcro. Por ello las mujeres se levantan muy temprano al día siguiente. El dato sobre «el primer día de la semana» es notable, porque en todas partes se habla de la resurrección de Jesús «al tercer día» o «después de tres días». Estas son fórmulas de predicación, mientras que aquí se trata de un dato cronológico exacto. Por consiguiente, el relato difícilmente puede derivar de aquella profesión de fe. Ese primer día de la semana -así lo afirma la antigua tradición- las mujeres fueron al sepulcro, aunque su propósito no esté muy claro. ¿Querían ejercer simplemente un acto complementario de piedad? ¿Su visita no tenía más objetivo, como dice Mateo partiendo sin duda de reflexiones parecidas, que el de «ver el sepulcro»? Mateo se ha creado ciertamente una dificultad más con la historia de los centinelas y del sellado del sepulcro (27,62-66). En Marcos no se llega de hecho a ningún embalsamamiento del cadáver de Jesús, de tal modo que el piadoso propósito embalsamador de las mujeres no invalida la palabra profética del Maestro en 14,8. Pero Marcos difícilmente ha podido inventarse las tres mujeres, pues son las mismas a las que se ha nombrado en la escena de la crucifixión (15,40). Su preocupación, durante el camino, sobre quién les removería la piedra resulta comprensible, aunque cabe preguntarse por qué no se habían hecho esta reflexión antes de salir para el sepulcro. Aunque debía tratarse de una piedra rodante que un solo hombre podía mover y que, por tanto, también podían hacerlo tres mujeres reuniendo sus fuerzas. Mas tales reflexiones lógicas pierden de vista el sentido de la narración. Si sometemos la escena a un minucioso análisis crítico, también sobra la explicación aclaratoria de que «era muy grande»; pues ya antes habían mirado y visto que la piedra había sido removida. Algunos manuscritos han cambiado el orden de los hechos. Estos versículos son más bien un recurso literario que acrecienta la tensión: las mujeres llegan al sepulcro, entran y no hallan ya el cadáver de Jesús. Del joven con vestiduras blancas, que por las circunstancias se deduce que es un ángel, un emisario de Dios, debió de hablarse ya desde el comienzo. Si el relato destinado a la comunidad debía revelar un significado de fe, era indispensable que se aludiera a la resurrección de Jesús, y, precisamente con esta misión, el ángel hace resonar el mensaje de la resurrección en el sepulcro vacío. Es un ángel anunciador o un intérprete del acontecimiento que está testificando la tumba vacía. Semejante concepción no sólo se explica perfectamente en el modo de exponer de la Biblia, sino que viene impuesta teniendo en cuenta las diferencias que aparecen en los otros evangelistas. En Lucas son dos jóvenes los que hablan a las mujeres profundamente inclinadas hasta el suelo con palabras que difieren notablemente de las que trae Marcos. Falta el encargo de decir a los discípulos que marchen a Galilea, de acuerdo con la intención teológica de Lucas de dejar a los discípulos en Jerusalén. En Juan, María Magdalena ve a los dos ángeles sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar en que había estado depositado el cadáver de Jesús, pero no le anuncian el mensaje de la resurrección, sino que ella lo conoce por la aparición de Jesús. El encuentro del ángel con las mujeres lo refiere Marcos de acuerdo con el estilo de tales escenas de anuncio: las mujeres se espantan al ver a aquel mensajero del otro mundo, y él las tranquiliza: «Dejad ya vuestro espanto.» Sigue luego el anuncio; la primera parte puede ser tanto una afirmación como un interrogatorio: «¿Buscáis a Jesús Nazareno (cf. 10,47; 14,67), el crucificado? Ha resucitado, no está aquí.» Por sí sola la tumba vacía no es un testimonio directo e inequívoco de la resurrección de Jesús; pero en la palabra del ángel pasa a ser un testimonio elocuente: «Mirad el lugar donde le pusieron.» Si la escena del ángel se considera como una exposición concreta y gráfica de lo que significa la tumba vacía, no por ello pierde ésta su valor certificante, aunque de todos modos para la fe en la resurrección de Jesús sólo ocupa un lugar secundario. Esto responde plenamente a la concepción de la Iglesia primitiva; pues, en la antigua fórmula de fe de 1Co_15:3 ss no se menciona la tumba vacía -aunque si se dice que Jesús fue sepultado, lo que equivale a afirmar que había entrado de lleno en el reino de los muertos-; sino que son las apariciones del Resucitado las que fundamentan la fe. Sólo en conexión con las apariciones de Jesús muerto en cruz y resucitado, adquiere la tumba vacía su verdadero sentido y su valor de testimonio. Para la ideología de los hombres de entonces el cuerpo de Jesús, si realmente había resucitado, no podía ya reposar en el sepulcro. Mas no se ha llegado a través de tales reflexiones a la historia de la tumba vacía; históricamente, más bien ha debido ocurrir así: en la mañana pascual las mujeres descubren en Jerusalén la tumba vacía y, en unión de los discípulos, llegan a la fe en la resurrección de Jesús cuando tienen lugar las apariciones. La reconsideración del asunto hace que también la tumba vacía se convierta en testimonio para la Iglesia primitiva, y este testimonio se expresa en el anuncio del ángel (*). La fe pascual no la ha suscitado la piedra muerta, sino Jesús vivo; pero la tumba es un documento terreno de un acontecimiento supraterreno. El mensaje de la resurrección propiamente dicho se articula de un modo parecido a su formulación en la primitiva predicación cristiana: el Crucificado ha resucitado, o mejor, ha sido resucitado, es decir, suscitado a la vida por Dios, y alcanzó su objetivo. No ha regresado a la vida terrena, sino que ha sido elevado a una nueva dimensión, a la forma de ser celestial y escatológica. En Jesús se cumple de manera eminente su propia palabra: «Quien pierda su vida la pondrá a salvo» (1Co_8:35). Lo que en esta sentencia se dice para los seguidores de Jesús se manifiesta y hace posible en el acontecimiento de la resurrección del Crucificado, del autor de la salvación; pues, sólo porque Jesús, el que fue muerto por los hombres, ha sido resucitado por Dios, puede cumplirse aquella palabra que él pronunció para los creyentes en él. Resuena así en la tumba vacía el mensaje de la resurrección, que para la comunidad creyente no sólo tiene un sentido histórico referido a Jesús, sino que adquiere un significado inmediato para ella: con la fe en la resurrección de Jesús encuentra ella su propia salvación, contempla ante sí su futuro definitivo que se le abre precisamente sobre la base de la resurrección de Jesús. Es cierto que esto no se expresa directamente en las palabras del ángel; pero, en cuanto éstas tienen resonancias del kerygma pascual, para los oyentes revive todo el mensaje de salvación que han aceptado y que condiciona su existencia cristiana. El encargo del ángel, que las mujeres deben dar «a los discípulos y a Pedro», pertenece al mensaje pascual porque apunta a las apariciones del Resucitado. Sin éstas, como hemos visto, no se hubiera llegado ni a la firme fe pascual ni a la plena inteligencia del Resucitado y de la realidad de la resurrección. Si comprendemos el carácter anunciador del relato, el problema de si este encargo a las mujeres entraba en algún relato primitivo se convierte en algo secundario. En tal caso habría que admitir que después siguieron de hecho otros relatos de apariciones. Mas en el relato actual de Marcos esa imprescindible aparición del Resucitado a sus discípulos, y en especial a Pedro, quien históricamente fue el primero que gozó de tal aparición (cf. 1Co_15:5; Luk_24:34), se nos presenta al menos como una promesa en el encargo del ángel y se expresa a modo de anuncio. Por ello, en 16,8 podemos ya imaginar necesariamente la conclusión del Evangelio de Marcos: se ha anunciado todo lo esencial para la fe. La formulación del encargo responde a la palabra de Jesús en la última cena, con la que anunció a los discípulos que tras su desbandada, y una vez resucitado, iría antes que ellos a Galilea (14,28). El ángel recuerda expresamente este vaticinio de Jesús. El evangelista encontró una palabra similar en la tradición o en la primitiva predicación cristiana y la ha acomodado en los dos pasajes de su Evangelio. Poco importa si lo insertó primero en el relato de la última cena o en nuestro lugar. En cualquier caso el sentido es claro: en Galilea han de tener lugar las apariciones del Resucitado. Todavía no se ha dado una respuesta uniforme al problema de si esto corresponde o no al curso histórico de los acontecimientos, cuestión que depende de si la tradición de Galilea o la de Jerusalén (Lc, Jn) merece la preferencia de cara a las apariciones. Incluso si el encargo del ángel a las mujeres sólo se ha formulado teniendo en cuenta el hecho de las apariciones de Jesús en Galilea, conserva su carácter de anuncio y, por lo mismo, su valor indirecto de testimonio. Se ha querido explicar históricamente la actitud de las mujeres, que huyen del sepulcro presas de temor y espanto, en el sentido de que originariamente sólo se hablaba del descubrimiento de la tumba vacía. Entonces el «temor y estupor» -dos expresiones fuertes en griego- serían la reacción natural ante el estremecedor descubrimiento que habían hecho las mujeres. En el Evangelio de Juan, María Magdalena, que al principio sólo piensa en una remoción del cadáver de Jesús, empieza a llorar (20,11.13.15); lo cual es una reacción más comprensible. Además, si tal explicación fuese correcta, deberíamos más bien esperar que las mujeres corriesen inmediatamente a referírselo a los discípulos (cf. Joh_20:2). La reacción descrita en el pasaje que nos ocupa, se explica más fácilmente si las mujeres habían vivido una experiencia de otro tipo, justamente la aparición de un ángel con el anuncio incomprensible de la resurrección de Jesús. Marcos nos presenta una reacción totalmente similar cuando la resurrección de la hija de Jairo: «quedaron maravillados con enorme estupor» (Joh_5:42). Es el éxtasis provocado por un mysterium tremendum: un salir de sí debido a un acontecimiento sobrenatural. En todo caso, así ha debido entenderlo Marcos. De ese modo se explica también que las mujeres «a nadie dijeron nada»; el «miedo» que aparece en la última frase como explicación del hecho, no es otra cosa que el estremecimiento numinoso de que son presa (cf. 4,41, después de calmada la tempestad: «quedaron sumamente atemorizados»). Sólo los otros evangelistas han introducido ciertos equilibrios: «se alejaron de prisa del sepulcro, con miedo, pero con gran alegría, y fueron corriendo a llevar la noticia a los discípulos» (Mat_28:8); «regresaron, pues, del sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a todos los demás» (Luk_24:9). Apenas cabe ya entrever el hecho histórico. La última frase -con la partícula «porque»- resulta dura, aunque no imposible. Todavía hoy se discute si puede terminar así todo el Evangelio o si no había una continuación, que se ha perdido o que ha sido sustituida por otra conclusión del libro. Ambos pareceres cuentan con razones en su favor. Una continuación no es absolutamente necesaria, puesto que ya se ha anunciado la resurrección de Jesús y se han indicado al menos las apariciones; pero la mayor parte de los lectores esperaba sin duda saber todavía algo de las apariciones de Jesús. Necesidad a la que da satisfacción la parte final del Evangelio, que no procede del evangelista sino de copistas posteriores. Pero, aunque no dispusiéramos de esa conclusión y el Evangelio de Marcos terminase para nosotros en 16,8, no dejaría de ser una conclusión impresionante: en el pasmo de las mujeres se refleja el mensaje incomprensible, vigoroso y sobrecogedor: Jesús ha resucitado.

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* Es doctrina casi común de los exegetas que la fe pascual de la comunidad primitiva la suscitaron las apariciones del Resucitado y no el sepulcro vacío. Pero «con el hallazgo de la tumba vacía por obra de las mujeres llegó a la comunidad creyente el acontecimiento salvador de la resurrección de Jesús. Para hacerlo patente, se puso el mensaje de la resurrección en boca del ángel junto al sepulcro. De este modo la tumba vacía se convirtió en el signo de la acción escatológica de Dios en Jesús» (RUCKSTUHL. o.c., p. 53; el subrayado es del propio autor).

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CONCLUSIÓN CANÓNICA DE MARCOS (Mc/16/09-20).

9 Habiendo resucitado al amanecer, en el primer día de la semana, se apareció primeramente a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10 Ella fue a anunciarlo a los que habían estado con él, que estaban sumidos en la tristeza y en el llanto. 11 Ellos, cuando oyeron decir que vivía y que lo había visto ella, se resistieron a creer. 12 Después de esto se manifestó, en otra figura, a dos de ellos, que iban de camino y se dirigían a un caserío: 13 entonces éstos regresaron a dar la noticia a los demás. Pero tampoco a ellos los creyeron. 14 Finalmente se manifestó a los once, mientras estaban a la mesa, y les reprendió su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber dado crédito a quienes lo habían visto resucitado. 15 Luego les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda la creación. 16 El que crea y se bautice, se salvará; pero el que se resista a creer, se condenará. 17 Estas señales acompañarán a los que crean: en virtud de mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, 18 tomarán en sus manos serpientes, y, aunque beban algo mortalmente venenoso, no les hará daño, impondrán las manos a los enfermos y éstos recobrarán la salud.» 19 Así pues, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. 20 Ellos luego fueron a predicar por todas partes, cooperando el Señor con ellos y confirmando su palabra con las señales que la acompañaban.

Esta sección final, añadida en época posterior, que falta en los manuscritos más antiguos y que muchos padres de la Iglesia desconocen, resume los relatos de las apariciones que relatan los otros Evangelios, especialmente los de Lucas y Juan. El estilo aparece en parte quebrado y tampoco las ideas son profundas, aunque son interesantes para conocer el pensamiento de la comunidad posterior. Se reconocen dos secciones: la primera menciona brevemente las apariciones de Jesús a Magdalena, a los discípulos de Emaús y a los once. El acento recae ahí en la incredulidad de los discípulos a quienes el Señor reprocha el no haber dado fe a quienes le habían visto. Es una clara amonestación a los creyentes que vendrán después para que crean a los testigos de la resurrección, aunque personalmente no hayan visto al Señor (cf. Joh_20:29). La segunda parte recoge el discurso de misión del Señor resucitado. Con la exhortación a misionar por todo el mundo va unida la tesis de que fe y bautismo son requisitos necesarios para la salvación. Se promete además a los predicadores la facultad de hacer prodigios que deben apoyar y confirmar su predicación misionera. Finalmente, Jesús se separa de los discípulos con la ascensión al cielo -tomada del doble relato de Lucas en sus dos obras- y está sentado desde entonces a la derecha de Dios. Hacia él mira la comunidad con quien el Señor colabora en su misión sobre la tierra. Son imágenes perfectamente definidas de la primitiva Iglesia católica, empeñada en una misión universal.

La aparición del Resucitado a María Magdalena, que difícilmente encaja con el relato del hallazgo de la tumba vacía a causa de la indicación cronológica «de mañana, en el primer día de la semana», está tomada de Joh_20:11-18, sin ningún pormenor. María Magdalena viene también presentada según Luk_8:2, texto donde se dice que Jesús expulsó de ella siete demonios. Lo cual, por otra parte, no quiere indicar la condición de gran pecadora -difícilmente puede identificarse con la pecadora de Luk_7:36-50 sino más bien lo grave de una enfermedad funesta de la que Jesús la había curado. El autor sólo quiere presentársela al lector, sin que le preocupe una descripción más detallada de su persona. Por eso, no menciona tampoco sus lágrimas cuando no encontró el cadáver de Jesús; mientras presenta a los acompañantes de Jesús gimiendo y llorando como en un duelo mortuorio. No creen el mensaje de la mujer. La palabra que hemos traducido por «aparecerse» es distinta que la de los otros textos y expresa una visión corporal realista, al igual que toda la sección quiere presentar los hechos de una forma realista y masiva. El episodio de Emaús, referido en Lc 24, aparece también recapitulado con parecida sobriedad. Este precioso y profundo relato está abreviado refiriendo únicamente que Jesús se apareció «con otra figura» a «dos de ellos», es decir de los acompañantes de Jesús antes mencionados y que sin duda considera como un grupo mayor cuando se dirigían al campo. Así pues, según la concepción del autor, Jesús habría adoptado de propósito la apariencia de un «forastero». Nada dice de que los ojos de los discípulos de Emaús se abriesen al partir el pan. Lo único que le importa una vez más es el hecho de que los otros discípulos no les prestaron ningún crédito. Finalmente, el autor menciona la aparición de Jesús a los «once», con la que se refiere evidentemente al relato de Luk_24:36-43, en que también se habla de la incredulidad de los discípulos. Según la concepción de este desconocido compilador posterior, Jesús les reprocha aun ahora su incredulidad y dureza de corazón, sobre la base una vez más de que no prestaron fe alguna a quienes le habían visto resucitado. Con un propósito apenas velado quiere presentar a los lectores la necesidad de una fe bien dispuesta. Mas con ello los discípulos aparecen bajo una luz poco favorable. Esto es lo que ha movido a un copista posterior a insertar aquí una justificación. El pequeño diálogo entre Jesús y sus discípulos, conservado en un manuscrito griego del siglo IV/V, es digno de consideración por su textura espiritual y su visión tenebrosa del mundo y del poder de Satán. He aquí el texto:

Y ellos se disculpaban y decían: Este eón de iniquidad y de incredulidad está sometido a Satán, que no permite que lo que está bajo los espíritus inmundos comprenda la verdad y fuerza de Dios [el texto está incompleto]. Por ello, revela ya ahora tu justicia, le decían ellos a Cristo. Y Cristo les replicó: Se ha cumplido el límite de los años para el poder de Satán. Pero se avecinan otras cosas terribles. Y por los pecadores fui yo entregado a la muerte, a fin de que se conviertan a la verdad y no pequen más, y para que hereden la gloria espiritual e imperecedera de la justicia en el cielo.

El envío de los discípulos a predicar, que sigue después, pertenece también para Mateo (Luk_28:16-20) y para Lucas (Luk_24:47) a la aparición pascual del Resucitado. El autor de la conclusión apócrifa de Marcos le ha dado una forma especial que presenta la acción misionera universal y abarcando la creación entera. No es que se piense que los discípulos hayan de predicar también a la creación irracional, puesto que a la predicación responde en la frase inmediata la fe, que cada hombre debe prestar. Pero se subraya la penetración triunfal del Evangelio, al igual que en el himno a Cristo de 1Ti_3:16 se dice: «proclamado entre los gentiles, creído en el mundo». Esa Iglesia está firmemente convencida de que sólo se salvará el que crea y se bautice; el que no crea está condenado en el juicio de Dios. Atención especial se pone también en los prodigios concomitantes, en que se expresaría una experiencia de la Iglesia misionera. En ella se daban fuerzas carismáticas extraordinarias; se ha observado que las curaciones y milagros mencionados aquí aparecen también en los Hechos de los Apóstoles. Pero la dureza del juicio condenatorio contra los incrédulos, entre los que no se distingue a los malintencionados de los que tienen excusa, y la insistencia en las obras milagrosas que acompañan a la misión, son rasgos condicionados a la historia, a los que no hemos de dar un valor absoluto ni para todos los tiempos. Al final se menciona la ascensión de Jesús al cielo y su entronización a la diestra de Dios. La visión lucana del arrebato corporal de Jesús se ha impuesto, aunque sólo se tratase de una forma de representar el hecho que los otros evangelistas no conocen. Mas para la imagen del mundo, entonces imperante, no ofrecía ninguna dificultad al tiempo que permitía dar una idea a la comunidad del alejamiento de Jesús de sus discípulos y simultáneamente de su permanente proximidad. El Señor que está sentado a la derecha de Dios permanece unido sobre la tierra a su comunidad que continúa su obra y la ayuda con su cooperación; cooperación que el autor vuelve a ver sobre todo en los signos que corroboran la predicación misionera. El ímpetu misional, que arrancó del Resucitado, aparece también claramente en otra conclusión, mucho más corta, del Evangelio de Marcos que se encuentra en cierto número de manuscritos: Ellas refirieron brevemente a los compañeros de Pedro todo lo que se les había anunciado. Posteriormente también Jesús mismo, por medio de ellos, llevó desde el oriente al ocaso, el mensaje sagrado de la salvación eterna. El Evangelio, que Jesús anunció durante su ministerio terrenal, sólo había de convertirse, mediante su entrega a la muerte, en la fuerza motriz y salvadora del género humano. Pero la comunidad, que después de la muerte de su Señor siente que pesa sobre sus hombros el deber de predicar el Evangelio, se sabe enviada no por sus propias fuerzas sino por la suprema autoridad del Resucitado. Es el propio Señor quien prolonga su predicación por medio de la comunidad, la cual está segura de su triunfo porque el Señor ha resucitado de entre los muertos.



Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)



Capitulo 16.

Las mujeres visitan el sepulcro. 16:1-8 (Mat_28:1-10; Luc_24:1-11; Jua_20:1-18).
Cf. Comentario a Mat_28:1-10.
1 Pasado el sábado, María Magdalena, y María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a ungirle. 2 Muy de madrugada, el primer día después del sábado, en cuanto salió el sol, vinieron al monumento. 3 Se decían entre sí: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del monumento? 4 Y mirando, vieron que la piedra estaba removida; era muy grande. s Entrando en el monumento, vieron un joven sentado a la derecha, vestido de una túnica blanca, y quedaron sobrecogidas de espanto. 6 El les dijo: No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el sitio en que le pusieron. 7 Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que os precederá a Galilea: allí le veréis, como os ha dicho. 8 Saliendo, huían del monumento, porque el temor y el espanto se habían apoderado de ellas y a nadie dijeron nada. Tal era el miedo que tenían.

Mc pone en escena explícitamente tres mujeres: Magdalena, María la de Santiago y Salomé, camino del sepulcro. La finalidad es ungir el cuerpo de Cristo, como dice Mc l. Cf. Comentario a Mat_28:1-10.
Vienen con el alborear mismo del primer día de la semana, pasado ya el reposo sabático. La forma plural en que lo pone, en el primer día de los sábados, es forma semítica 2. La guardia puesta en el sepulcro no había trascendido a estos grupos de mujeres, y probablemente ni al de los apóstoles. Por eso su preocupación es cómo poder rodar la gran piedra que cerraba el sepulcro excavado en la roca, lo que se hacía con palancas o con varios hombres. La piedra era muy grande.
A su llegada se encontraron con el sepulcro abierto y sin la guardia (Mt). El relato de Mc es más sobrio en esto que el de Mt.
Entrando en el sepulcro vieron un joven, que los otros evangelios describen como uno (Mt) o dos (Lc) ángeles. Su vestidura blanca puede ser el índice de esta misma afirmación de los otros evangelistas (Mt). Para Lc son dos varones con vestidos resplandecientes.
El joven les transmite el mensaje para los apóstoles. Primero les anuncia la resurrección de Cristo, y luego viene el mensaje y se nombra a Pedro. El mensaje es que vayan a Galilea, donde le verán, como les había dicho en el Cenáculo.
Las mujeres van a llevar el mensaje a los apóstoles, pero el evangelista termina, como es frecuente en otros pasajes, con una nota de gran sorpresa, admiración, o de temor frecuente en Mc (Mat_4:41; Mat_5:42; Mat_7:37; Mat_9:32; etc.). El evangelio, en su forma primitiva, terminaba aquí3.

Aparición a Magdalena. 16:9-11 (Mat_28:1-10; Luc_24:1-12; Jua_20:1-2.11-18).
Cf. Comentario a Mat_28:1-10 y a Jua_20:1-2.11-18.
9 Resucitado Jesús la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. 10 Ella fue quien lo anunció a los que habían vivido con El, que estaban sumidos en la tristeza y el llanto; 11 pero, oyendo que vivía y que había sido visto por ella, no lo creyeron.

Aquí comienza la parte deuterocanónica de Mc. Hay cuatro terminaciones distintas: una, la que llega hasta aquí; otra, muy breve, en la que se dice que las mujeres cumplieron su encargo; otra es una terminación muy amplificada. Estas dos últimas tienen muy poco valor crítico, pues se ve el artificio en ellas. Por último, la canónica, que está definido de fe que está inspirada (Trento).
No obstante, su estilo está en fuerte contraste con lo anterior. No hay conexión con el versículo precedente; las mujeres no siguen el mandato del ángel; Magdalena se introduce como si no se la acabase de nombrar; se narran las apariciones de Cristo sin relación a las precedentes; el modo de escribir es ajeno a Mc. Este final de Mc (Jua_16:9-20) presenta además numerosos contactos con las epístolas de San Pablo 4. Hasta se añaden dificultades de crítica textual. Hay diferencia, en ciertos casos, de vocabulario y estilo.
Es difícil que Mc hubiese planeado terminar así su evangelio. Se pensó si la terminación canónica fuese la primitiva y se hubiese suprimido por su diferencia con la hora de la resurrección de Cristo en Mt, ¿De, que la Vulgata vierte por vespere del sábado, o por discrepancias, por esta misma razón, entre la Iglesia de Roma y la de Alejandría. En la Iglesia de Roma, el ayuno pascual era hasta la mañana del día de Pascua (Mc); en Alejandría, hasta la medianoche (Mt: opse). Pero esto no es explicación satisfactoria, pues no haría falta quitar todo el pasaje, sino sólo algún detalle; no explica su falta en muchos códices independientes de la costumbre alejandrina; no explica la estructura misma, tan chocante, del pasaje; y, sobre todo, la solución era traducir opsé, no por vespere, sino por el otro significado que tiene: después de, con lo que estaba en pleno acuerdo con Me: después del sábado (Mt), en el amanecer del sábado (Mc).
Esta parte deuterocanónica es, pues, un apéndice, sea tomado de la tradición o resumido por un autor, para evitar la forma abrupta en que termina 5.
Mc destaca que la primera aparición fue a Magdalena. Al nombre de Magdalena se añade: de la que había expulsado siete demonios. El número siete indica abundancia. La expulsión de demonios, conforme a la mentalidad de entonces, puede referirse a diversas curaciones o a una grave enfermedad. Ella es la única que aparece en escena comunicando el mensaje a los apóstoles, que no lo creen 6.

Aparición a unos caminantes. 16:12-13 (Luc_24:12).
Cf. Comentario a Luc_24:12-13.
12 Después de esto se mostró en otra forma a dos de ellos que iban de camino y se dirigían al campo. 13 Estos, vueltos, dieron la noticia a los demás; ni aun a éstos creyeron.

Esta aparición de Cristo resucitado a dos que iban de camino al campo, que Lc pone una aldea, y se les mostró en otra forma, alude indudablemente al pasaje de Emaús. Si pone en otra forma, distinta de la ordinaria, se refiere a las diversas con que se aparecía después de resucitado. Acaso en forma de caminante (cf. Le). Salvo que piense en las apariciones inmateriales con que se aparecía y desaparecía.

Aparición a los Once. 16:14-18.
14 Al fin se manifestó a los Once, estando recostados a la mesa, y les reprendió su incredulidad y dureza de corazón, por cuanto no habían creído a los que le habían visto resucitado de entre los muertos. 1S Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. '6 El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se condenará. '7 A los que creyeren les acompañarán estas señales: en mi nombre echarán los demonios, hablarán lenguas nuevas, 18 tomarán en sus manos serpientes, y, si bebieren ponzoña, no les dañará; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobrarán la salud.

Resucitado Cristo, se apareció varias veces a los Once. En Lc (24:36-42) hay una escena que pudiera evocar ésta. Pero allí los apóstoles, si no creen aún en el resucitado, es en fuerza del gozo y la admiración. Se piensa mejor en las primeras apariciones, en las que, al anuncio de las mujeres, no creyeron (Mar_24:10-11; Jua_20:25).
Luego se da la orden de predicar el Evangelio a todas las gentes, junto con el bautismo. Es la enseñanza que aparece en Mt. Se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. En el Comentario a Mt (c.28) se estudia el valor de estas expresiones.
A esto se añaden una serie de carismas, no directamente para confirmar la fe que se anuncia, sino como un don a los creyentes, aunque con un valor secundario apologético.
Las señales tienen un valor global, que no exigen que se vayan a cumplir en todos y cada uno de los creyentes. Estos carismas se realizarán en mi nombre. Ya los apóstoles habían recibido estos carismas (Mt 10:1 par.). Hasta se lee: Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones y sobre toda potencia enemiga, y nada os dañará (Luc_10:19). En la primitiva Iglesia se han visto muchos de estos casos: expulsión de demonios, el don de lenguas; San Pablo, a la mordedura de una serpiente, no le afectará; a San Juan en Patmos le darán una bebida envenenada sin causarle daño. Y hasta se pensaría si la imposición de manos no podría estar relacionada aquí con los efectos de la unción con que se curaban los enfermos (Mar_6:13). En toda la larga historia de la Iglesia, el milagro ha tenido su realización en los fieles.
Probablemente aquí hay una agrupación de sentencias y comentarios a las enseñanzas del Señor, ya que se ven diseminadas en forma más primitiva en otros pasajes 7. Y muy especialmente en el final de Mt (Mar_28:16-20). (Cf. Comentario a Mat_28:19ss).

La ascensión del Señor. 16:19-20.
19 El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios. 20 Ellos se fueron, predicando por todas partes, cooperando con ellos el Señor y confirmando su palabra con las señales consiguientes.

Mc termina su evangelio afirmando que el Señor resucitado está en los cielos. Recuerda su lenguaje la ascensión de Elias (2Re_2:11; Eco_48:9). La proclamación de su gloria se expresa con el Sal_110:1, en que se reconoce a Cristo sentado a la diestra de Dios. Es estar en su misma esfera divina y participando de sus poderes 8.
La expresión Señor Jesús es muy rara en los evangelios (Luc_24:3). En otros pasajes neotestamentarios se usa con frecuencia en Hechos y Pablo. Y tanto en varios de estos pasajes como en la Iglesia primitiva, el título de Señor, el Êýñéïò, aplicado a Cristo, era una confesión de su divinidad. Que es la confesión con que comienza el evangelio de Mc.
Un relato más detallado de la ascensión de Cristo se refiere en el evangelio de Lc (Luc_24:50.51 y Hec_1:9-11).
El final del evangelio reconoce la obra misionera de los apóstoles y la confirmación de ella que Cristo les hacía con milagros. Es ya la predicación y extensión de la fe, vista desde la perspectiva histórica de la Iglesia con unas decenas de años.

1 Dhanis, L'ensevelissement de Jesus et la visite au tombeau dans Marc (15:40-16:8): Gregorianum (1958) 367-410. 2 F. Montaguini, Valde mane una sabbatorum: Scuola Catt. (1957) 11-20. 3 Cranfield, St. Mark 16:1-8: Scottish Journ. of Theolog. (1952) 282-298 y 398-414; F. C. Conybeare, Aristion, the Author of Mar_16:9ss: The Expositor (1893) p.241-254; (1895) 401-421. 4 Lagrange, évang. s. Sí. Marc (1929) p.CLVIII. 5 Hópfl-GuT, Intr. spec. in N.T. (1938) p.85-91; GUY, The origin of the Cospel of Mark p.!61ss. 6 Sobre la identidad de esta aparición con la colectiva a un grupo de mujeres que cita Mt, cf. Comentario a Mat_28:1-10. 7 A. E. Haefner, The Bndge between Mk (Mat_16:2-8) and Acts (l,13ss): Journ. of Bibl. Literal, and Exeg. (1958) 67-71; G. Hebert, The Resurrection Narratives in St. Mark's Cospel: Australian Bibl. Review (1959) 58-65; cf. Scottish Journ. of Theotogy (Edin-burgh 1962) 66-73; J. L. Cheek, Che Historicity cf the Marcan Resurrection Narrative: Journ.Of Bible and Relig. (Boston 1959) 191-201. 8 Benoit, U Ascensión: Rev. Bibl. (1949) 151-203; para la parte especialmente crítica, cf. Larrañaga, La ascensión de Nuestro Señor en el N.T. (1943); A. W. Ae-Gyle, The heavenly session ofChrist: Theology (1952) p.286-289.

Catena Aurea (S.Tomás de Aquino ,1269. Tr. Dr. D. Ramón Ezenarro, 1889)



Jesús, habiendo resucitado de mañana, el domingo primer día de la semana, se apareció primeramente a María Magdalena, de la cual había lanzado siete demonios. Y Magdalena fue luego a dar las nuevas a los que habían andado con El, que no cesaban de gemir y llorar. Los cuales, al oírla decir que vivía, y que ella le había visto, no la creyeron. Después de esto se apareció, bajo otro aspecto, a dos de ellos que iban de camino a una casa de campo. Los que, viniendo luego, trajeron a los demás la nueva; pero ni tampoco los creyeron. (vv. 9-13)

San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,24
Es preciso considerar el modo como se apareció el Señor después de la resurrección. Dice, pues, San Marcos: "Jesús, habiendo resucitado, se apareció primeramente a María Magdalena".

Beda, in Marcum, 4, 45
Cómo y dónde fue esta aparición nos lo dice textualmente San Juan. Se alzó el Señor de mañana del sepulcro, en que fue depositado por la noche, para que se cumpliesen las palabras del Salmo: "Hasta la tarde durará el llanto, y al salir la aurora será la alegría" (Sal_29:6).

Teofilacto
O de otro modo: después de las palabras Jesús resucitó pongamos punto, y a continuación las que siguen: "El primer día de la semana, se apareció primeramente a María Magdalena".

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 21
Así como Sansón no sólo salió de Gaza a medianoche, sino que se llevó las puertas, así resucitando antes del día nuestro Redentor no solamente salió libre del infierno, sino que también destruyó sus barreras. San Marcos dice que el Señor lanzó siete demonios de María, y ¿qué significan estos siete demonios sino los todos los vicios del mundo? Porque así como se comprende todo el tiempo en siete días, se comprenden o representan todas las cosas en el número siete. Por eso los siete demonios que tuvo María significan todos los vicios de que estuvo llena.

Teofilacto
O es que representa el Evangelista en estos demonios a los siete espíritus contrarios a las virtudes, como el espíritu sin temor de Dios, sin sabiduría, sin entendimiento, o sin otro cualquiera de los dones del Espíritu Santo.

Pseudo Jerónimo
Así pues, se manifiesta primero a ella, de quien había lanzado siete demonios, porque las meretrices y los publicanos precederán a la sinagoga en el reino de Dios, como el ladrón precedió a los Apóstoles.

Beda
Al principio la mujer fue también como la conductora de Adán al pecado. Ahora, habiendo sido la primera en gustar la muerte, será la primera que verá la resurrección, a fin de que en su vergüenza no sea perpetuamente culpable ante el hombre, y para que la que le había trasmitido la culpa le trasmitiese la gracia. "Y Magdalena fue a dar las nuevas a los que habían andado con El", etc.

Pseudo Jerónimo
Gimen y lloran, porque todavía no han visto, pero pronto serán consolados: "bienaventurados los que ahora lloran, porque ellos serán consolados" (Mat_5:4).

Beda
Con razón, pues, se recuerda que esta mujer, que fue la primera que anunció la alegría de la resurrección del Señor, había sido librada de siete demonios, para que no desespere del perdón de sus pecados ninguno que haga verdadera penitencia, y para hacer ver que donde abundó el pecado sobreabunda la gracia.

Severiano
Anuncia, pues, María, porque ya no es una mujer, sino la figura de la Iglesia y como ésta, anuncia y habla, habiendo callado antes como mujer."Los cuales al oírla decir", etc.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 26
La razón de que tardaran en creer los discípulos en la resurrección del Señor no dependió tanto de su flaqueza, como de nuestra futura fortaleza, o por mejor decir, seguridad. ¿Qué otra cosa significa aquí la duda de los Apóstoles sobre la resurrección, que les fue demostrada con multitud de argumentos, que conocemos ahora nosotros por la Historia Sagrada, sino nuestra fe fortalecida en su duda?
"Después de esto se apareció, bajo otro aspecto, a dos de ellos", etc.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 3, 24
De estos dos, de los cuales uno era Cleofás, hace una completa narración San Lucas y muy breve San Marcos. El castillo de que habla San Lucas creemos, no sin razón, que podía llamarse granja, y en los códices griegos se encuentra más la palabra campo que granja. Debe tenerse presente que con el nombre de campo se entiende no solamente los castillos, sino también los municipios y las colonias inmediatas a la ciudad, que era como cabeza y madre de las demás. Lo que dice San Marcos, que el Señor se les apareció con otra figura, lo refiere San Lucas (24,16) diciendo que sus ojos estaban retenidos y no podían reconocerle. Debió pues, suceder a sus ojos algo, que duró hasta que fue partido el pan.

Severiano
No debemos juzgar, por tanto, que el semblante de Cristo cambió en su resurrección, aunque sí su figura, pues de mortal se había hecho inmortal. Su semblante, que había adquirido la gloria, no había perdido la sustancia. Fueron dos los discípulos que le vieron, porque eran dos los pueblos a quienes había de ser predicada la fe en su resurrección, a saber, el gentil y el judío.
"Los que, viniendo luego, trajeron a los demás la nueva; pero ni tampoco les creyeron".

Beda
Dice San Marcos que "trajeron a los demás la nueva; pero ni tampoco les creyeron". Cuando nos refiere San Lucas que desde entonces decían los discípulos que el Señor había resucitado verdaderamente, y se había aparecido a Simón, no puede entenderse de otro modo sino que había allí algunos que no quisieron creerlo.

Teofilacto
No dice esto de los once Apóstoles, sino de algunos otros a quienes designa con el pronombre los demás.

Pseudo Jerónimo
En sentido místico, se ha de dar a este pasaje la interpretación de que la fe trabaja durante la vida activa en el mundo, y reina en el otro contemplando la visión segura ya. Aquí no vemos más que la imagen de las cosas como en un espejo; allí veremos frente a frente la verdad. Por esto se mostró en otra figura a los que iban de camino, esto es, a los que trabajan. Y no se cree a los que traen la nueva, porque vieron como Moisés lo que no bastaba a éste, por lo que dice: "Muéstrame tu gloria" (Éxo_33:18). Olvidado de su carne pide en esta vida lo que esperamos recibir en la otra.


Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento (Verbo Divino, 2004)



108 (E) La tumba vacía (16,1-8). La tumba vacía no era una prueba de la resurrec(-)ción de Jesús, pero sí era una condición nece(-)saria para que los discípulos proclamasen que Jesús había resucitado (cf. Mt 28,11-15 sobre la acusación judía de que los discípulos ha(-)bían robado el cuerpo). Otros escritos del NT acentúan la importancia de las apariciones de Jesús resucitado (cf. 1 Cor 15,3-8; Mt 28; Lc 24; Jn 20-21). Marcos, probablemente, partía del supuesto de que sus lectores estaban algo familiarizados con las tradiciones de apari(-)ción, y así optó por concluir el evangelio sutil y dramáticamente dejando que sus lectores re(-)conocieran la resurrección y esperasen la pa(-)rusía. 1. María Magdalena: María había visto morir a Jesús (15,40) y la tumba en la que fue sepultado (15,47). Las designaciones de la otra María en 15,47 (María, la madre de José) y 16,1 (María, la madre de Santiago) han lleva(-)do a algunos autores a suponer que se trataba de dos personas distintas (véase 15,40; cf. 6,3). para embalsamarle: Según Jn 19,40, el cadáver de Jesús ya había sido preparado para el en(-)tierro, pero Mc 14,8 y 16,1 supone que no se habían completado los preparativos necesa(-)rios. Según Mt 28,1, las mujeres fueron sim(-)plemente a ver la tumba. 2. el día primero de la semana: Según el calendario judío, el domingo era el primer día de la semana. La frase «des(-)pués de tres días» que encontramos en las pre(-)dicciones de la pasión (8,31; 9,31; 10,34) se iguala con la indicación «al tercer día», con(-)tando desde el viernes por la tarde (15 de ni(-)sán) al domingo por la mañana (17 de nisán). 3. ¿quién correrá la piedra?: La piedra era un gran bloque redondo adaptado a una ranura en la entrada de la tumba. No se nos explica por qué las mujeres no consideraron con ante(-)rioridad este problema. Ni tampoco hay expli(-)cación alguna de cómo fue desplazada la pie(-)dra. 5. un joven: Según Mt 28,5, el heraldo era un ángel. El término marcano neaniskos, «jo(-)ven», fue utilizado previamente para referirse al joven que huyó desnudo durante el arresto de Jesús (14,51-52). 6. ha resucitado, no está aquí: El vacío que había en la plataforma o ni(-)cho sobre el que se había colocado el cadáver de Jesús (cf. 15,46) se explica en términos de resurrección. El pasivo égerthé, «ha resucita(-)do», supone que ha sido Dios quien ha resuci(-)tado a Jesús. 7. va delante de vosotros a Galilea: El mensaje retrocede a la profecía de Jesús de 14,28 («iré delante de vosotros a Galilea») y avanza hacia las apariciones de Jesús resuci(-)tado en Galilea tras el regreso de los discípu(-)los de Jerusalén (cf. Mt 28,9-10). Lc 24,13-49 y Jn 20 narran una serie de apariciones en Jeru(-)salén. 8. tenían miedo: Ante el mensajero las mujeres reaccionan con temblor y silencio, que Marcos explica como provocado por el miedo (ephobounto gar). ¿Quiso Marcos termi(-)nar su evangelio en este punto? Si así fue, se(-) ría porque suponía un conocimiento de las apariciones de Jesús resucitado (14,28; 16,7). Un libro podía terminar con gar, «pues» (P. W. van der Horst, JTS 23 [1972] 121-24). Marcos terminaba sus relatos mediante comentarios explicativos con gar (6,52; 114,2) y con des(-)cripciones de las emociones de los personajes (6,52; 9,32; 12,17).

109 (F) Finales posteriores (16,9-20). La conclusión más larga, tradicionalmente desig(-)nada como Mc 16,9-20, difiere en vocabulario y estilo del resto del evangelio, no aparece en los mejores y más antiguos manuscritos actual(-)mente disponibles y tampoco se encontraba en los manuscritos de tiempos patrísticos. Proba(-)blemente, se trata de un compendio de relatos de aparición del s. II d.C., basados en Lc 24, con alguna influencia de Jn 20; está formado por las apariciones a María Magdalena en 16,9-11 (cf. Mt 28,9-10; Lc 24,10-11; Jn 20,14-18), a dos viajeros en 16,12-13 (cf. Lc 24,13-35), a los once discípulos en 16,14-18 (cf. Lc 24,36-43; Jn 20,19-23,26-29; Mt 28,16-20), y concluye con la ascensión de Jesús en 16,19-20 (cf. Lc 24,50-51; Hch 1,9-11) ? Canonicidad, 66:91.
La llamada conclusión más breve consiste en el informe de las mujeres hacen a Pedro y el mandato que Jesús da a los discípulos para que predicaran el evangelio. Aquí también el lenguaje no marcano y la débil evidencia de los manuscritos indican que este pasaje no era el final del evangelio.
El llamado Logion Freer del Codex W que se intercala entre 16,14 y 16,15 del final más largo es una glosa tardía que trata de suavizar la condena de los discípulos en 16,14. Todas las terminaciones atribuidas a Marcos en la tradición manuscrita fueron añadidas porque los escribas no consideraban que 16,1-8 fuera un final adecuado. Afirmar que ninguno de es(-)tos finales fue escrito por Marcos no es lo mis(-)mo que probar que Marcos terminó su evan(-)gelio en 16,8. Después de todo, puede haberse perdido un final que contase historias de apa(-)riciones. O también Marcos podía haber deci(-)dido no terminar su evangelio. No obstante, existen buenas razones literarias y teológicas para mantener que el evangelio terminaba en 16,8 (J. Hug, La finale de levangile de Marc (Mc 16,9-20) [EBib, París 1978]).
[Traducido por José Pérez Escobar]




King James Version (KJVO) (1611)



Chapter XVI.

1 An Angel declareth the resurrection of Christ to three women. 9 Christ himselfe appeareth to Mary Magdalene: 12 to two going into the countrey: 14 then, to the Apostles, 15 whom he sendeth foorth to preach the Gospel: 19 and ascendeth into heauen.
1 And when the Sabbath was past, Mary Magdalene, and Mary the mother of Iames, and Salome, had bought sweete spices, that they might come and anoint him.
2 [ Luke 24; 1 Joh_20:1.] And very early in the morning, the first day of the week they came vnto the sepulchre, at the rising of the sunne:
3 And they said among themselues, who shall roll vs away the stone from the doore of the sepulchre?
4 (And when they looked, they saw that the stone was rolled away) for it was very great.
5 [ Joh_20:11.] And entring into the sepulchre, they sawe a young man sitting on the right side, clothed in a long white garment, and they were affrighted.
6 And hee sayth vnto them, Be not affrighted; ye seeke Iesus of Nazareth, which was crucified: he is risen, hee is not here: behold the place where they laide him.
7 But goe your way, tell his disciples, and Peter, that hee goeth before you into Galile, there shall ye see him, [ Mat_26:32.] as he said vnto you.
8 And they went out quickely, and fledde from the sepulchre, for they trembled, and were amazed, neither sayd they any thing to any man, for they were afraid.
9 Now when Iesus was risen early, the first day of the weeke, [ Joh_20:14.] he appeared first to Mary Magdalene, [ Luk_8:2.] out of whom he had cast seuen deuils.
10 And she went and told them that had beene with him, as they mourned and wept.
11 And they, when they had heard that he was aliue, and had beene seene of her, beleeued not.
12 After that, he appeared in another forme [ Luk_24:13.] vnto two of them, as they walked, and went into the countrey.
13 And they went and tolde it vnto the residue, neither beleeued they them.

[Vnbeliefe reproued.]

14 [ Luk_24:36 ; Joh_20:19 .] Afterward he appeared vnto the eleuen, as they sate [ Or, together.] at meat, and vpbraided them with their vnbeliefe, and hardnesse of heart, because they beleeued not them, which had seene him after he was risen.
15 [ Mat_28:19 .] And he said vnto them, Goe yee into all the world, and preach the Gospel to euery creature.
16 He that beleeueth and is baptized, shalbe saued, [ Joh_12:48 .] but he that beleeueth not, shall be damned.
17 And these signes shal follow them that beleeue, [ Act_16:18 .] In my Name shall they

[Christs ascension.]

cast out deuils, [ Act_2:4 .] they shall speake with new tongues,
18 [ Act_28:5 .] They shall take vp serpents, and if they drinke any deadly thing, it shall not hurt them, [ Act_28:8 .] they shall lay hands on the sicke, and they shall recouer.
19 So then after the Lord had spoken vnto them, he was receiued vp into heauen, [ Luk_24:51 .] and sate on the right hand of God.
20 And they went foorth, and preached euery where, the Lord working with them, [ Heb_2:4 .] and confirming the worde with signes following. Amen.

Nuevo Comentario Bíblico Siglo XXI (Editorial Mundo Hispano, 2019)



El suplemento. Como se ha mencionado en la Introducción, la iglesia primitiva tuvo que encarar la misma pregunta que nos interesa a nosotros: el porqué Marcos terminó tan abruptamente; especialmente dado que los demás Evangelios dan una presentación tan completa de las apariciones de Jesús después de la resurrección. Se da la impresión de que 16:9-20 se compone de dos esfuerzos por concluir el relato (vv. 9-18 y 19, 20). Estos incluyen detalles tomados de los otros Evangelios o de Hech., con algunos agregados tomados también de las tradiciones de la iglesia primitiva. No se puede decir que sean parte de las Escrituras (como lo es el resto del Evangelio), pero parecen ser un esfuerzo sincero para completar la historia de Jesús.

Los vv. 9-18, mayormente tomados del Evangelio de Juan, explican cómo María Magdalena fue la primera en ver al Jesús resucitado. Los vv. 12, 13 hacen alusión a la aparición de Jesús a los dos discípulos en Emaús (Luc. 24:13-32), y el v. 14 tiene paralelos en los otros Evangelios, aunque la ocasión exacta no es clara.

Los vv. 15-18 son el equivalente de la gran comisión de Mat. 28:18 que Mar. había expresado brevemente en 13:10. El bautismo sería la señal de la entrega personal a Cristo; la incredulidad sería en sí una condenación. La mayoría de las señales mencionadas aquí se hallarán en los Evangelios o en Hech. (con excepción del asunto de tomar veneno sin que dañe, aunque se menciona en la tradición primitiva). Es importante darnos cuenta de que aun este escritor de los principios en la iglesia no sugiere que estas señales siempre ocurren y para todos. No debemos presumir de ellas y poner a prueba a Dios, como lo hace una secta cristiana que maneja serpientes venenosas. Son señales del reino de Dios. Debemos aceptarlas con gratitud si es que ocurren, pero nuestro pensamiento debe enfocarse en el reino de Dios y no en las señales.

Los vv. 19, 20 pueden ser otra adición. Son un relato triunfal breve de la ascensión de Jesús y la misión apostólica del evangelismo, y la manera en que la palabra predicada del Señor fue vindicada por los resultados producidos.

Estos versículos, como ya se ha dicho, no forman parte de las Escrituras, así que no los debemos usar para establecer alguna doctrina, pero siguen siendo un resumen valioso de las creencias de la iglesia primitiva, y en lo que estén de acuerdo con las Escrituras las podremos aceptar.

Alan Cole

La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Epílogo - Misión de los discípulos. La mayor parte de especialistas piensan que este pasaje es un añadido posterior. Se dan varias razones, el vocabulario y el estilo difieren del resto del evangelio, no tiene coherencia con el pasaje anterior (16,1-8) ya que cambia, entre otros motivos, el sujeto y el número de mujeres. El relato concentra textos tomados de los otros evangelios: la aparición a María Magdalena (Jua_20:11-18), los discípulos de Emaús (Luc_24:13-35), comida y misión (Luc_24:36-49; Jua_20:19-23; Mat_28:18-20), ascensión (Luc_24:50-53). El hilo conductor del relato es la incredulidad de los discípulos; sin embargo, Jesús sigue contando con ellos para la misión, y los envía a anunciar la Buena Noticia a toda la humanidad.

Dios Habla Hoy (Sociedades Bíblicas Unidas, 1996)



Dios Habla Hoy 1996 Notes:



[1] 16.2 El primer día de la semana: equivale prácticamente a nuestro domingo. Cf. Jn 20.19.

[2] 16.7 Mt 26.32; Mc 14.28; cf. Jn 21.1-22.

[3] 16.8 Los mejores mss. griegos terminan el texto de Mc con el v. 8. Es casi seguro que los vv. 9-20, aunque se encuentran en buen número de mss., fueron añadidos en fecha posterior. Con todo, estos vv. han formado parte del texto tradicional de Mc desde los primeros siglos de nuestra era. En algunos mss., en lugar de los vv. 9-20, aparece el siguiente final: Las mujeres contaron brevemente a Pedro y a sus compañeros todo lo que se les había dicho. Después de esto, Jesús mismo, por medio de sus discípulos, envió de oriente a occidente el mensaje santo e incorruptible de la salvación eterna. Amén.

[4] 16.9 Lc 8.2.

[5] 16.11 Mt 28.17; Lc 24.11.

[6] 16.15 Mt 28.19; Hch 1.8.

[7] 16.16 Cf. Jn 3.18; Hch 2.38; 16.31-33.

[8] 16.17 Señales: Hch 5.12. Demonios: Mc 3.15; Hch 8.7; 16.16-18. Nuevas lenguas: Hch 2.4-11; 10.46; 19.6; 1 Co 12.28.

[9] 16.18 Serpientes: Lc 10.19; Hch 28.3-5. Sanarán: Mc 6.13; Hch 3.1-10; 5.16; 9.33-34; Stg 5.14-15.

[10] 16.19 Hch 1.9-11.

[11] 16.19 Sal 110.1; Mt 22.44 y paralelos; 26.64 y paralelos; Hch 2.33-34; Ef 1.20; Heb 1.3; 10.12; 12.2.

Comentario al Nuevo Testamento (EUNSA, 2008)

El segundo evangelio finaliza con un apretado sumario sobre las apariciones del Resucitado. Estos versículos tienen un estilo distinto al del resto del evangelio y faltan en algunos manuscritos. Con todo, ya sea que Marcos siguió de cerca un documento, ya sea un añadido posterior, este pasaje es considerado canónico y, por tanto, inspirado.

El acento del relato está en la primera incredulidad de los Apóstoles. Al comienzo (vv. 9-13) se narran las apariciones a María Magdalena y a los discípulos de Emaús (cfr Lc 24,15-35). En los dos casos el narrador apunta (vv. 11.13) que los discípulos no les creyeron. La aparición a los Once (vv. 14-18) condensa, en el mismo episodio, la misión de los Apóstoles. Finalmente, los dos últimos versículos (vv. 19-20) relatan quién es Jesús en el presente de la Historia: el que ha sido exaltado a la derecha del Padre y quien coopera con sus discípulos confirmando su palabra.

Sagrada Biblia (Bover-Cantera, 1957)



Este final de San Marcos ofrece dos dificultades: no enlaza con lo que precede y está redactado en estilo diferente. La solución más sencilla y natural debe buscarse en la índole misma de la catequesis evangélica , que no comprendía las apariciones de Cristo resucitado, ya narradas por San Pedro en la previa catequesis apologética . En el Mar_16:8 terminaba, por tanto, la narración evangélica de Pedro, que Marcos reprodujo fielmente. En lo que sigue escribe ya Marcos por su cuenta con su propio estilo, muy diferente del de Pedro. Y el carácter sumario o esquemático de la narración explica su contraste con la minuciosa narración precedente. Es posible, además, que Marcos redactara más tarde este final.

Biblia Peshitta en Español (Holman, 2015)

a Mat 28:17; Mar 16:13-14; Luc 24:11; Luc 24:41; Jua 20:25

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_8:10+

Nueva Biblia de Jerusalén (Desclée, 1998)


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_8:10+

Torres Amat (1825)



[12] A Cleofás y a otro que tal vez fue Pedro. 1 Cor 15, 5; Luc 24, 34.