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Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra. ”
1:26 (a) No parece ser un plural mayestático, y tampoco se explica por el simple hecho de que el nombre 'elohîm tenga forma de plural, ya que casi siempre se utiliza como nombre propio referido a Dios y normalmente va acompañado de un verbo en singular. Probablemente el fenómeno que subyace a nuestro texto, aun cuando raro en hebreo, es el del «plural deliberativo»: cuando Dios, como en Gén_11:7, o cualquier otra persona, habla consigo mismo, la gramática hebrea parece aconsejar el empleo del plural. El griego (seguido por Vulg.) del Sal_8:6 [Sal_8:5], citado en Heb_2:7, ha entendido este texto como una deliberación de Dios con su corte celestial (ver Is 6), los ángeles. Y este plural acabó siendo una puerta abierta a la interpretación de los Padres de la Iglesia, que vieron insinuado aquí el misterio de la Trinidad.
1:26 (b) Lit. «hombre», pero se trata de un colectivo (la humanidad), como se deduce del plural «manden».
1:26 (c) «Semejanza» parece atenuar el sentido de «imagen», excluyendo la igualdad. El término concreto de «imagen» implica un parecido físico, como el de Adán con relación a su hijo, Gén_5:3. Esta relación con Dios separa al ser humano de los animales. Supone además una semejanza general de naturaleza, pero el texto no dice en qué consisten concretamente esa «imagen» y esa «semejanza». Ser imagen y semejanza de Dios subraya el hecho de que, al estar dotado de inteligencia y de voluntad, puede entrar activamente en relación con Dios. Para otros exegetas, sin embargo, el ser humano sería imagen de Dios porque recibe de Él dominio sobre los demás seres vivos.
1:26 (d) «Alimañas» parece significar «animales dañinos», no «pequeños».