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Abrahán cayó rostro en tierra y se echó a reír, diciendo en su interior: «¿A un hombre de cien años va a nacerle un hijo?, ¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?» ”
17:17 A la risa de Abrahán hará eco la risa de Sara, Gén_18:12, y la de Ismael, Gén_21:9 (ver además Gén_21:6), otras tantas alusiones al nombre de Isaac, forma abreviada de yis-jaq-El, que significa: «Sonría Dios, sea propicio» o «ha sonreído, se ha mostrado propicio». La risa de Abrahán no expresa tanto la incredulidad como su extrañeza ante la enormidad de la promesa. Quiere al menos una confirmación, y la solicita recordando la existencia de Ismael, que podría ser el heredero prometido.