Eclesiasté . s 6,2

supongamos que Dios concede a un hombre riquezas, tesoros y honores; nada le falta de lo que desea, pero Dios no le deja disfrutar de ello, porque un extraño lo disfruta. Esto es vanidad y gran desgracia.

Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros


REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Ecl_2:18-19; Luc_12:20
Eclesiastés 6, 2

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