Judith 13,4

Todos se habían retirado; nadie, ni grande ni pequeño, quedó en la alcoba. Judit, puesta de pie junto al lecho, dijo para sus adentros:
«¡Oh Señor, Dios de toda fuerza!
Atiende, en esta hora,
a la empresa de mis manos
para exaltación de Jerusalén.

Patrocinio