II Macabeos 9,7

Pero él de ningún modo cesaba en su arrogancia; estaba lleno todavía de orgullo, respiraba el fuego de su furor contra los judíos y mandaba acelerar la marcha. Pero vino a caer de su carro, que corría velozmente, y, con la violenta caída, todos los miembros de su cuerpo se le descoyuntaron.

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