I Crónicas 25 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 31 versitos |
1 ° David y los jefes del ejército separaron para el culto a los hijos de Asaf, Hemán y Yedutún, para que profetizaran al son de cítaras, arpas y platillos. Ésta es la lista de personas empleadas en esta tarea del culto:
2 De la familia de Asaf: Zacur, José, Natanías y Asarelá, hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf, que profetizaba a las órdenes del rey.
3 De la familia de Yedutún eran seis: Godolías, Serí, Isaías, Semeí, Jasabías y Matitías; estos actuaban bajo la dirección de su padre Yedutún, que profetizaba al son de la cítara para dar gracias y alabar al Señor.
4 De la familia de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Yerimot, Ananías, Jananí, Eliatá, Guidaltí, Romanti Ézer, Yosbecasa, Maloti, Hotir y Majaziot.
5 Todos estos eran hijos de Hemán, vidente del rey, para enaltecer el poderío real, conforme a la promesa divina. Dios había dado a Hemán catorce hijos y tres hijas.
6 Todos ellos, bajo la dirección de su padre, cantaban en el templo del Señor con platillos, arpas y cítaras, al servicio del templo de Dios. Asaf, Yedutún y Hemán se hallaban a las órdenes del rey.
7 Su número, incluyendo el de sus parientes, era de doscientos ochenta y ocho; estaban instruidos en el canto al Señor; todos ellos eran maestros.
8 Sortearon el turno de servicio, sin distinguir entre pequeños y grandes, maestros y discípulos.
9 El primero que salió en el sorteo fue el asafita José; el segundo, Godolías con sus hermanos e hijos, doce personas;
10 el tercero, Zacur con sus hijos y hermanos, doce personas;
11 el cuarto, Yisrí con sus hijos y hermanos, doce personas;
12 el quinto, Natanías con sus hijos y hermanos, doce personas;
13 el sexto, Buquías con sus hijos y hermanos, doce personas;
14 el séptimo, Yesarela con sus hijos y hermanos, doce personas;
15 el octavo, Isaías con sus hijos y hermanos, doce personas;
16 el noveno, Matanías con sus hijos y hermanos, doce personas;
17 el décimo, Semeí con sus hijos y hermanos, doce personas;
18 el undécimo, Azarel con sus hijos y hermanos, doce personas;
19 el duodécino, Jasabías con sus hijos y hermanos, doce personas;
20 el decimotercero, Subael con sus hijos y hermanos, doce personas;
21 el decimocuarto, Matitías con sus hijos y hermanos, doce personas;
22 el decimoquinto, Yerimot con sus hijos y hermanos, doce personas;
23 el decimosexto, Ananías con sus hijos y hermanos, doce personas;
24 el decimoséptimo, Yosbecasa con sus hijos y hermanos, doce personas;
25 el decimoctavo, Jananí con sus hijos y hermanos, doce personas;
26 el decimonono, Malotí con sus hijos y hermanos, doce personas;
27 el vigésimo, Eliatá con sus hijos y hermanos, doce personas;
28 el vigésimo primero, Hotir con sus hijos y hermanos, doce personas;
29 el vigésimo segundo, Guidaltí con sus hijos y hermanos, doce personas;
30 el vigésimo tercero, Majaziot con sus hijos y hermanos, doce personas;
31 el vigésimo cuarto, Romanti Ézer con sus hijos y hermanos, doce personas.

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Introducción a I Crónicas

1 CRÓNICAS

Por los libros de la llamada escuela deuteronomista (de Josué a 2 Reyes) estamos al tanto del período que va desde Josué hasta el destierro. El autor de Crónicas se remonta hasta Adán y llega hasta Esdras, al menos. El núcleo de su enseñanza puede resumirse en los términos siguientes: toda la historia tiene un centro de gravitación, que en el presente caso es el templo, proyectado por David y edificado por Salomón. En el templo se congrega el pueblo de Dios para buscar al Señor y alabarlo. La alabanza se torna súplica en momentos de dificultad -en la guerra, por ejemplo-, en los que el pueblo únicamente ha de rezar, confiar y esperar; el resto lo hará milagrosamente el Señor. Desde esta perspectiva, el rey David y su dinastía no han caducado, por más que ya no existan cuando escribe el cronista.

El esfuerzo intelectual y religioso de esta extensa obra tuvo su recompensa: la comunidad judía no perdió su identidad, supo afrontar un siglo más tarde la ola arrolladora del helenismo y, después, hizo frente a todos los avatares de la diáspora, las múltiples persecuciones a lo largo de los siglos e incluso el holocausto.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

I Crónicas 25,1-31*25 El cronista es especialmente sensible al cántico litúrgico (véase 1Cr 6:16-34). Es tan importante para él, que no duda en atribuir esta institución a David, artesano de instrumentos musicales. Los cantores profetizaban al son de la cítara (1Cr 25:3). Cuando se extingue la voz de la profecía, la música es la expresión privilegiada del culto y el medio de buscar la voluntad de Dios. Los cantores son divididos en veinticuatro turnos, como los sacerdotes (1Cr 24:7-18), con doce cantores en cada turno, a razón de dos semanas para cada turno.