Juan  3 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 36 versitos |
1 Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío.
2 Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».
3 Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo ° no puede ver el reino de Dios».
4 Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?».
5 Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
6 Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
7 No te extrañes de que te haya dicho: “Tenéis que nacer de nuevo”;
8 el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
9 Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?».
10 Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes?
11 En verdad, en verdad te digo: Hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio.
12 Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales?
13 Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
14 Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre,
15 para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
16 Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
18 El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
19 Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.
20 Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
21 En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».
22 Después de esto, fue Jesús con sus discípulos a Judea, se quedó allí con ellos y bautizaba.
23 También Juan estaba bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había allí agua abundante; la gente acudía y se bautizaba.
24 A Juan todavía no le habían metido en la cárcel.
25 Se originó entonces una discusión entre un judío y los discípulos de Juan acerca de la purificación;
26 ellos fueron a Juan y le dijeron: «Rabí, el que estaba contigo en la otra orilla del Jordán, de quien tú has dado testimonio, ese está bautizando, y todo el mundo acude a él».
27 Contestó Juan: «Nadie puede tomarse algo para sí si no se lo dan desde el cielo.
28 Vosotros mismos sois testigos de que yo dije: “Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado delante de él”.
29 El que tiene la esposa es el esposo; en cambio, el amigo del esposo, que asiste y lo oye, se alegra con la voz del esposo; pues esta alegría mía está colmada.
30 Él tiene que crecer, y yo tengo que menguar.
31 El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos.
32 De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio.
33 El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
34 El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida.
35 El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.
36 El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él».

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Introducción a Juan 

JUAN

Según indica su encabezamiento, la tradición ha ligado la composición del cuarto evangelio al apóstol san Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor. Como evangelio, el de san Juan se caracteriza por la presentación de la persona de Jesucristo como enviado del Padre para salvar al mundo. El cuarto evangelista ha sido llamado «Juan el teólogo», un título que pone de relieve la profundidad teológica de su obra. Tal profundidad hunde sus raíces en la condición del discípulo amado como confidente de Jesús (Jua 13:23) y la experiencia y guía del Espíritu Santo prometido por Jesús para la comprensión de la verdad (Jua 16:13). La obra del cuarto evangelista constituye la cumbre de la revelación trinitaria. De hecho, el Padre y el Hijo, juntamente con el Espíritu Santo, son el centro del evangelio. El uso que la liturgia hace del Evangelio de Juan es amplísimo. El Prólogo se proclama en Navidad; el relato de las bodas de Caná y el bautismo de Jesús, en Epifanía; en Cuaresma, especialmente en el ciclo A, se hacen presentes algunos de sus grandes temas; en el tiempo pascual, ocupa un lugar privilegiado; ello es un signo del carácter especial de esta obra, penetrada más que cualquier otro evangelio por la gloria del misterio de la Palabra hecha carne.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Juan  3,3*3:3 También puede significar «nacer de lo alto»; el texto juega con los dos sentidos. Por lo que respecta a la expresión «reino de Dios», muy frecuente en los sinópticos, Juan la utiliza solo aquí, pues prefiere hablar de «vida eterna», que en él equivale a salvación, tiene una dimensión presente, concretada en el conocimiento y comunión con Dios (Jua 17:3), y una dimensión futura, la resurrección (Jua 6:40; Jua 6:44; Jua 6:54).