Jeremías  32 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 44 versitos |
1 ° Palabra que recibió Jeremías de parte del Señor el año décimo de Sedecías, rey de Judá, que coincidió con el año décimo octavo de Nabucodonosor.
2 Por aquel entonces, las tropas del rey de Babilonia asediaban Jerusalén, y el profeta Jeremías se hallaba detenido en el patio de la guardia del palacio del rey de Judá.
3 Sedecías, rey de Judá, había ordenado su detención tras haberlo acusado en estos términos: —Tú has profetizado: «Esto dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, que la conquistará.
4 El propio Sedecías, rey de Judá, no escapará a los caldeos, pues será entregado sin remedio en manos del rey de Babilonia, a quien verá personalmente y con quien hablará cara a cara.
5 Sedecías será llevado a Babilonia, y allí permanecerá hasta que me ocupe personalmente de él —oráculo del Señor—. Convenceos de que, aunque luchéis contra los caldeos, no vais a conseguir nada».
6 Jeremías había respondido: —Yo he recibido una palabra del Señor en estos términos:
7 «Mira, Janamel, hijo de tu tío Salún, va a venir a decirte: “Cómprame el campo de Anatot, pues tú tienes el derecho de rescatarlo mediante compra”».
8 En efecto, tal como había dicho el Señor, mi primo Janamel vino al patio de la guardia y me dijo: «Cómprame el campo que tengo en Anatot, en territorio de Benjamín, pues tuyo es el derecho de adquisición y de rescate; venga, cómpramelo». Yo me di cuenta de que aquello era cosa del Señor,
9 y le compré a mi primo Janamel el campo que tenía en Anatot. Le pagué por él diecisiete siclos de plata.
10 Firmé el contrato, lo sellé en presencia de testigos y pesé la plata en la balanza.
11 Después tomé la escritura de compra, ya sellada, que contenía el acuerdo y las condiciones, y una copia abierta.
12 A continuación entregué la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Majsías, en presencia de mi primo Janamel, de los testigos firmantes de la escritura y de los de Judá que estaban en el patio de la guardia.
13 Después, ante todos los presentes, di a Baruc el siguiente encargo:
14 «Esto dice el Señor del universo, Dios de Israel: Toma estos documentos, la escritura de compra sellada y la copia abierta, y mételos en un recipiente de arcilla para que se conserven durante mucho tiempo,
15 pues esto dice el Señor del universo, Dios de Israel: Todavía se comprarán casas, campos y viñas en este país».
16 Después de entregar la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías, recé así al Señor:
17 «¡Ay, mi Señor! Tú has hecho el cielo y la tierra con gran poder y poderoso brazo. Nada te resulta imposible.
18 Tú manifiestas tu amor a lo largo de generaciones, pero pides cuentas a los hijos de la culpa de los padres. Tú eres un Dios grande y fuerte: te llamas Señor del universo.
19 Tus decisiones son magníficas, y tus acciones, poderosas. Te fijas en el comportamiento de los hijos de Adán para pagar a cada cual según su conducta, conforme merecen sus acciones.
20 Hiciste signos y portentos en Egipto, cuyo recuerdo perdura hasta hoy; y así te has ganado un renombre en Israel y en toda la humanidad.
21 Sacaste de Egipto a tu pueblo Israel con signos y portentos, con mano firme y brazo poderoso, y en medio de un gran terror;
22 y le diste esta tierra que habías prometido a sus padres, una tierra que mana leche y miel.
23 Entraron y tomaron posesión de ella, pero no te hicieron caso ni vivieron conforme a tus leyes; no cumplieron las normas que les diste. Por eso, convocaste contra ellos este desastre.
24 En este momento los taludes de asalto llegan hasta la ciudad, que ya está prácticamente a merced de la espada de los caldeos, ayudados por los estragos del hambre y la peste. Lo que habías anunciado ha tenido lugar; ya lo estás viendo.
25 Y precisamente ahora, mi Señor, cuando la ciudad está a punto de caer en poder de los caldeos, me dices que compre el campo de Anatot ante testigos».
26 Entonces el Señor dirigió esta palabra a Jeremías:
27 «Yo soy el Señor, el Dios de todos los seres vivos, y nada me resulta imposible.
28 Esto dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en poder de los caldeos y de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que la someterá.
29 Los caldeos atacantes entrarán en esta ciudad y le prenderán fuego junto con las casas en cuyas terrazas se quemaba incienso en honor de Baal y se hacían libaciones a dioses extranjeros con ánimo de provocarme.
30 Porque, desde su juventud, los hijos de Israel y los de Judá siempre ha hecho lo que me disgusta; los hijos de Israel no han dejado de provocarme con las obras de sus manos —oráculo del Señor—.
31 Desde el día en que fue construida hasta hoy, esta ciudad ha provocado mi ira y mi cólera hasta el punto de tener que quitarla de mi vista,
32 pues son numerosas las maldades que cometieron tanto los hijos de Israel y los de Judá como sus reyes, dignatarios, sacerdotes y profetas, la gente de Judá y los habitantes de Jerusalén.
33 Me volvieron la espalda y no me dieron la cara. Yo los instruía de continuo, pero no escuchaban ni aprendían la lección;
34 antes bien, instalaron sus ídolos abominables en el templo que lleva mi nombre, y así lo profanaron.
35 Construyeron en honor a Baal recintos sagrados en el valle de Ben Hinnón para pasar a fuego a sus hijos e hijas en honor de Moloc, cosa que no les mandé ni me había pasado por la imaginación. Obrando de ese modo abominable incitaron a pecar a toda la gente de Judá.
36 Pues ahora, esto dice el Señor, Dios de Israel, acerca de esta ciudad que, según vosotros, ha sido entregada en poder del rey de Babilonia mediante la espada, el hambre y la peste:
37 Voy a reunirlos de todos los países por donde los dispersé lleno de ira, cólera y gran indignación. Los haré volver a este lugar para que vivan en él tranquilos.
38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
39 Les daré otro corazón y otra conducta, de suerte que me teman día tras día; y así les irá bien a ellos y a sus descendientes.
40 Haré con ellos una alianza eterna, y no pararé de hacerles el bien. Infundiré en sus corazones el deseo de temerme, y así no se apartarán de mí.
41 Disfrutaré haciéndoles el bien: los plantaré sólidamente en esta tierra, con todo mi corazón y con toda mi alma.
42 Pues esto dice el Señor: Del mismo modo que he acarreado sobre este pueblo esa gran calamidad, asimismo haré que se derramen sobre ellos todos los bienes que les estoy prometiendo.
43 La gente volverá a comprar campos en esta tierra, de la que ahora decís que es una desolación, sin hombres ni ganados, y que ha sido entregada en poder de los caldeos.
44 En el territorio de Benjamín, en las pedanías de Jerusalén, en las ciudades de Judá, y en los poblados de la montaña, de la Sefelá y del Negueb, se adquirirán campos a su precio, pues voy a cambiar la suerte del país —oráculo del Señor—».

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Introducción a Jeremías 

JEREMÍAS

En el conjunto de los libros proféticos, el de Jeremías se caracteriza, entre otras cosas, por incorporar gran cantidad de material narrativo. Llama también la atención el aparente desorden del material que compone el libro, pues no sigue una línea cronológica clara, aunque existe una cierta continuidad por los relatos biográficos que se ocupan de la vida del profeta a partir del año 608 a.C. En este contexto, todo el libro se mueve pendularmente (y paradójicamente) entre dos extremos: la irremediable destrucción, ya decretada, y la posibilidad de recuperación a partir de la conversión; los oráculos de aniquilamiento sin posibilidad de recurso, y las profecías de restauración. Anunciará con firmeza el establecimiento de una nueva alianza (Jer 31:31 ss) entre Dios y su pueblo, que se hará realidad siglos más tarde en la persona de Jesús, el Hijo de Dios.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Jeremías  32,1-44*32 Texto de gran complejidad literaria, sobre todo por los cambios de ritmo y de situaciones. Todo ello es testimonio de un largo proceso de redacción. La referencia histórica del v. Jer 32:1 nos sitúa en 591/590 a.C.