Daniel  6 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 28 versitos |
1 (2) Le pareció conveniente a Darío nombrar a ciento veinte sátrapas que gobernasen en todo el reino,
2 (3) y sobre ellos a tres ministros, -uno de ellos era Daniel-, a quienes los sátrapas rindieran cuentas, de manera que el rey no sufriese ningún perjuicio.
3 (4) Este Daniel sobresalía entre los ministros y los sátrapas porque poseía un espíritu superior, y el rey pensó ponerlo al frente de todo el reino.
4 (5) Los ministros y los sátrapas buscaban algún motivo para acusar a Daniel en lo concerniente a la administración del reino, pero no pudieron encontrar ninguna causa o falta para acusarlo, puesto que Daniel era leal y no se le podía acusar de ningún error o falta.
5 (6) Entonces aquellos hombres se dijeron: «Ya que no podemos acusar a Daniel de ningún fallo, acusémoslo en lo que toca a la ley de su Dios».
6 (7) Así pues, aquellos ministros y sátrapas acudieron alborotados al rey y le hablaron de este modo: —¡Viva eternamente el rey Darío!
7 (8) Todos los ministros del reino, los prefectos, sátrapas, consejeros y gobernadores han acordado que se promulgue un edicto real y se decrete que, durante treinta días, todo el que haga oración a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea arrojado al foso de los leones.
8 (9) Así pues, majestad, promulga esa prohibición y firma un decreto para que no sea cambiada, según la ley irrevocable de medos y persas.
9 (10) De acuerdo con esto, el rey Darío firmó el decreto con la prohibición.
10 (11) En cuanto Daniel supo que había sido firmado el decreto, entró en su casa; las ventanas del piso superior daban hacia Jerusalén. Se ponía de rodillas tres veces al día, rezaba y daba gracias a Dios como solía hacerlo antes.
11 (12) Entonces aquellos hombres espiaron a Daniel y lo sorprendieron orando y suplicando a su Dios.
12 (13) Luego se acercaron al rey y le hablaron sobre la prohibición: —Majestad, ¿no has firmado tú un decreto que prohíbe durante treinta días hacer oración a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, bajo pena de ser arrojado al foso de los leones? El rey contestó: —El decreto está en vigor, como ley irrevocable de medos y persas.
13 (14) Ellos le replicaron: —Pues Daniel, uno de los deportados de Judea, no te obedece a ti, majestad, ni acata el edicto que has firmado, sino que hace su oración tres veces al día.
14 (15) Al oírlo, el rey, todo sofocado, se puso a pensar cómo salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol estuvo intentando librarlo.
15 (16) Pero aquellos hombres le urgían, diciéndole: —Majestad, sabes que, según la ley de medos y persas, todo decreto o edicto real son válidos e irrevocables.
16 (17) Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. Y dijo a Daniel: ¡Que te salve tu Dios al que veneras fielmente!
17 (18) Trajeron una piedra, taparon con ella la boca del foso, y el rey la selló con su sello y con el de sus nobles, de manera que nadie pudiese modificar la sentencia dada contra Daniel.
18 (19) Luego el rey volvió a su palacio, pasó la noche en ayunas, sin mujeres y sin poder dormir.
19 (20) Por la mañana, al rayar el alba, el rey se levantó y fue corriendo al foso de los leones.
20 (21) Se acercó al foso y gritó a Daniel con voz angustiada. Le dijo a Daniel: —¡Daniel, siervo del Dios vivo! ¿Ha podido salvarte de los leones tu Dios al que veneras fielmente?
21 (22) Daniel le contestó: —¡Viva el rey eternamente!
22 (23) Mi Dios envió a su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho ningún daño, porque ante él soy inocente; tampoco he hecho nada malo contra ti.
23 (24) El rey se alegró mucho por eso y mandó que sacaran a Daniel del foso; al sacarlo del foso, no tenía ni un rasguño, porque había confiado en su Dios.
24 (25) Luego el rey mandó traer a los hombres que habían calumniado a Daniel, y ordenó que los arrojasen al foso de los leones con sus hijos y esposas. No habían llegado al suelo del foso y ya los leones los habían atrapado y despedazado.
25 (26) Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que pueblan la tierra: «¡Paz y bienestar!
26 (27) De mi parte queda establecido el siguiente decreto: Que en todos los dominios de mi reino se respete y se tema al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo, que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin.
27 (28) Él salva y libra, hace prodigios y signos en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones».
28 (29) Daniel prosperó en el reino de Darío y en el de Ciro el persa.

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Introducción a Daniel 

DANIEL

El texto original del libro de Daniel es caso único en la Biblia. Comienza en hebreo (Dan 1:1 - Dan 2:4 a), pasa de pronto al arameo (Dan 2:4 b- Dan 7:27) y continúa después en hebreo (Dan 8:1 - Dan 12:13). Además, las versiones griegas incluyen pasajes que faltan en el texto hebreo-arameo. La unidad del libro se mantiene a pesar de la diversidad existente entre las tres secciones; la figura de Daniel como protagonista de los relatos sirve de hilo conductor. La unidad profunda está en la forma de mostrar cómo Dios, que tiene pleno dominio sobre los reinos de la tierra y es reconocido incluso por los grandes reyes gentiles (sección primera), va a establecer su reinado en un futuro inmediato (sección segunda), pero entre tanto no dejará que triunfen la injusticia y la idolatría (sección tercera).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Daniel  6,1-28*1-6 Son historias que se desarrollan en las cortes de Nabucodonosor (Dan 1:1-21; Dan 2:1-49; Dan 3:1-30; Dan 4:1-34), de Baltasar (Dan 5:1-30) y de Darío el medo (Dan 6:1-28), abarcando así todo el período de la cautividad hasta Ciro el persa (véase Dan 1:21), que decretó la vuelta de los judíos a su tierra el año 539. Solo Nabucodonosor (604-562) y Ciro (559-530) son reyes conocidos por la historia. La mención de Baltasar y Darío puede deberse no tanto a un error o ignorancia del autor, cuanto a su intención de señalar de algún modo el carácter ficticio de las narraciones.


Daniel  6,1-28*6 Daniel vive ahora una prueba semejante a la de sus compañeros en Dan 3:1-30. Con ella se cierra el ciclo de las historias en la corte. Daniel está integrado en el gobierno del rey y colabora con él, sin perder por ello su identidad judía. Los que conspiran contra él simbolizan a los judíos aliados con el poder seléucida en la época de los Macabeos.