Levítico 7 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 38 versitos |
1 Esta es la ley del sacrificio de reparación. Es cosa santísima.
2 Degollarán la víctima de reparación en el lugar donde se degüella el holocausto, y su sangre se derramará por todos los lados del altar.
3 Se ofrecerá toda la grasa de la víctima: la cola y la grasa que recubre las entrañas;
4 los dos riñones y la grasa adherida a ellos y a los lomos, y el lóbulo del hígado; se apartará toda esa grasa junto con los riñones.
5 El sacerdote lo quemará sobre el altar como oblación para el Señor. Es un sacrificio de reparación.
6 Podrán comerlo todos los varones de linaje sacerdotal; se comerá en lugar sagrado. Es cosa santísima.
7 El sacrificio expiatorio es como el sacrificio de reparación: tienen la misma ley. La víctima pertenece al sacerdote que haya hecho la expiación con ella.
8 La piel de la víctima de un holocausto presentado por alguien, será para el sacerdote que la ha ofrecido.
9 Toda oblación cocida al horno o preparada en cazuela o en sartén pertenece también al sacerdote que la ofrece;
10 pero toda oblación amasada con aceite, o seca, es para todos los hijos de Aarón, en porciones iguales.
11 Esta es la ley de los sacrificios de comunión que se ofrecen al Señor:
12 Si se ofrece el sacrificio en alabanza, se ofrecerán, junto con él, panes ácimos amasados con aceite, tortas sin levadura untadas de aceite y tortas de flor de harina amasadas con aceite.
13 Se añadirá esta ofrenda a las tortas de pan fermentado y al sacrificio de alabanza.
14 Se reservará una pieza de cada clase como tributo al Señor y corresponderá al sacerdote que haya derramado la sangre del sacrificio de comunión.
15 La carne del sacrificio de comunión en alabanza se comerá el día mismo en que se ofrece, sin dejar nada de ella para la mañana siguiente.
16 Si se ofrece la víctima cumpliendo un voto, o como ofrenda voluntaria, se comerá el mismo día en que ha sido ofrecida, y lo que sobre podrá comerse al día siguiente.
17 Pero lo que quede de la carne de la víctima para el tercer día será quemado.
18 Si se come la carne de un sacrificio de comunión al tercer día, no obtendrá favor el que lo ofrece; no se le tendrá en cuenta. Es una abominación. Y quien coma de ella, cargará con su culpa.
19 La carne que haya tocado alguna cosa impura, no se puede comer; será consumida por el fuego. Toda persona pura podrá comer la carne.
20 Pero quien, en estado de impureza, coma carne del sacrificio de comunión presentado al Señor, será excluido de su pueblo.
21 Si alguien toca cualquier cosa inmunda, sea inmundicia de hombre, o de animal, o cualquier otra abominación impura, y luego come carne del sacrificio de comunión ofrecido al Señor, será excluido de su pueblo”».
22 El Señor habló así a Moisés:
23 «Di esto a los hijos de Israel: “No comeréis grasa de buey, ni de cordero ni de cabra.
24 La grasa de animal muerto o destrozado podrá servir para cualquier uso, pero en modo alguno la comeréis.
25 Porque todo aquel que coma grasa de animal que puede ofrecerse al Señor como oblación, será excluido de su pueblo.
26 Tampoco comeréis sangre de ave o de otro animal, en ninguno de los lugares en que habitéis.
27 Todo el que coma cualquier clase de sangre será excluido de su pueblo”».
28 El Señor habló así a Moisés:
29 «Di esto a los hijos de Israel: “Quien ofrezca al Señor un sacrificio de comunión, presente al Señor una porción de su sacrificio.
30 Con sus propias manos presentará los alimentos que se han de quemar para el Señor: él mismo presentará la grasa y el pecho: el pecho para el balanceo ritual ante el Señor.
31 El sacerdote quemará la grasa sobre el altar. El pecho es para Aarón y sus hijos.
32 Reservaréis también al sacerdote, como tributo, la pierna derecha de vuestros sacrificios de comunión.
33 Esta pierna derecha pertenecerá a aquel de los hijos de Aarón que haya ofrecido la sangre y la grasa de los sacrificios de comunión.
34 Pues yo retengo a los hijos de Israel, de sus sacrificios de comunión, el pecho sometido al rito de balanceo y la pierna del tributo, y se lo doy, de parte de ellos, al sacerdote Aarón y a sus hijos. Es una ley perpetua.
35 Esta es la porción de Aarón y de sus hijos, en las oblaciones quemadas en honor del Señor, desde el día en que fueron presentados para ejercer el sacerdocio del Señor.
36 Esto es lo que el Señor mandó que los hijos de Israel le dieran el mismo día en que los ungió. Es ley perpetua, de generación en generación.
37 Esta es la ley del holocausto, de la oblación, del sacrificio expiatorio, del sacrificio de reparación, del sacrificio de investidura y del sacrificio de comunión.
38 El Señor se lo prescribió a Moisés en el monte Sinaí, cuando mandó a los hijos de Israel, en el desierto del Sinaí, que presentaran sus ofrendas al Señor”».

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Introducción a Levítico

LEVÍTICO

La Biblia griega llamó a este libro Levítico, pues buena parte de él trata del culto y de cuanto se relaciona con él; y, como es sabido, el culto era incumbencia de los sacerdotes, descendientes de Leví. Los temas principales del libro son:

1) los sacrificios (en sus diversas variedades);

2) el sacerdocio (como consagración y separación de unos elegidos);

3) la pureza ritual (cualidad necesaria para participar en el culto), y

4) la ley de santidad (que incide en la calidad moral de quienes se vinculan al Dios Santo).

El libro del Levítico es citado en el Nuevo Testamento en relación con dos grandes motivos: al exponer el mandamiento principal, Jesús remite a Lev 19:18 (amor al prójimo como a sí mismo) para completar la referencia a Deu 6:4 (amar a Dios sobre todo); por su parte, la Carta a los Hebreos evoca el tema de los sacrificios del Antiguo Testamento para resaltar la figura de Jesucristo, Sumo Sacerdote, que se ofrece a sí mismo y establece la Nueva Alianza en su sangre.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Levítico 7,1-38*6-7 Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19 trataba del reparto de funciones entre el oferente laico y el sacerdote; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38 añade normas complementarias. Cinco de las secciones se llaman torot (plural de torá: Lev 6:2; Lev 6:7; Lev 6:18; Lev 7:1; Lev 7:11), instrucciones de Dios a los sacerdotes, principalmente acerca de la pureza y santidad del culto, para que instruyeran con ellas al pueblo.