INTRODUCCIÓN


1. Pablo y Éfeso


Éfeso era en tiempos de Pablo una de las ciudades más importantes y pobladas del Imperio. Capital de la provincia romana de Asia y residencia oficial del procónsul romano, gozaba de una situación de privilegio en la costa del mar Egeo. Estaba muy bien comunicada con las ciudades del interior y era sobre todo célebre por el magnífico templo levantado en honor de la diosa Artemisa (Diana entre los latinos), considerado en su tiempo como una de las siete maravillas del mundo (ver Hch 19:27-40).


Es casi seguro que ya existía en Éfeso una comunidad cristiana cuando Pablo se detuvo brevemente allí por primera vez al regreso de su segundo viaje misionero (Hch 18:19-21). Pero fue más tarde, en el curso de su tercer viaje, cuando hizo de Éfeso, durante casi tres años, el centro de su actividad apostólica (Hch 19:1Hch 20:1). Desde allí evangelizó, personalmente o por medio de colaboradores, numerosas ciudades de la comarca.


2. Marco histórico de la carta


La carta a los Efesios (en adelante se utilizara preferentemente la abreviatura Ef), junto con Filipenses, Colosenses y Filemón, forma parte del grupo que desde antiguo se ha denominado “cartas de la cautividad o desde la cautividad” porque en ellas aparece el autor en situación de encarcelado (ver Efe 3:1; Efe 4:1; Flp 1:7; Flp 1:12-14; Col 1:24; Col 2:1; Flm 1:1; Flm 1:9-10; Flm 1:13; Flm 1:23). Si, pues, realmente fue el propio Pablo el que escribió — o dictó — Ef, lo habría hecho encontrándose prisionero en Roma (o en Cesarea del Mar) y no antes del año 58 d. C. Además, algunos detalles de la carta — ausencia de saludos personales y falta de las palabras en Éfeso (Efe 1:1) en algunos importantes mss. — harían pensar en una carta dirigida no solamente a la comunidad de Éfeso, sino a las distintas iglesias cristianas de la región. Pablo la habría escrito para profundizar teológicamente en las relaciones entre Cristo y la Iglesia, y para resaltar el hecho de la unidad de los creyentes.


Pero tal vez las cosas no fueron así. El conjunto de peculiaridades de la carta ha sugerido a numerosos estudiosos modernos la posibilidad de que Ef no sea un escrito directamente paulino. Sería más bien obra de un discípulo de Pablo, profundo conocedor de sus cartas y su teología, que escribe bastantes años después de la muerte del Apóstol en lugar y fecha difíciles de precisar, aunque no lejos de la región de Éfeso ni después, como mucho, de la década de los 90. Estaríamos ante una de las cartas actualmente conocidas como “deuteropaulinas”, en las que discípulos de Pablo juzgan oportuno y conveniente servirse de la autoridad del maestro para explicar, defender y consolidar su enseñanza, que podía estar siendo tergiversada en ciertos ambientes. Esta posibilidad no está descartada con respecto a Ef, pero tampoco puede darse por segura. No faltan especialistas de distintas confesiones cristianas, que siguen sosteniendo la autenticidad estrictamente paulina de Ef. Estos autores responden a las dificultades que plantea la hipótesis de la autenticidad diciendo que Pablo la escribió en los últimos años de su vida cuando su pensamiento teológico había evolucionado sensiblemente, que las circunstancias y necesidades religiosas de los destinatarios eran notablemente distintas a las de las cartas anteriores y, sobre todo, que en la composición de esta carta se sirvió de un ayudante con amplia libertad de maniobra en cuanto a estructura, estilo y vocabulario.


3. La carta y sus peculiaridades


Lo primero que es preciso resaltar es su estrecha relación, tanto literaria como doctrinal, con la carta a los Colosenses. El parecido alcanza a detalles tales como hacer a Tíquico portador de ambas cartas (Efe 6:21-22; Col 4:7-8). Como es obvio, las explicaciones (y las consecuencias) de este hecho indiscutible son distintas según se considere o no a Pablo como el responsable directo tanto de Ef como de Colosenses. En todo caso, hay que suponer a Ef posterior a Colosenses y, si no es Pablo el autor de ambas, lo más probable es que estemos ante dos discípulos distintos del Apóstol.


Ef tiene externamente el aspecto de una carta y así ha sido leída y considerada desde siempre. Pero tiene también un cierto aire impersonal de ensayo y reflexión teológica que la distancian notablemente de las demás cartas paulinas. El estilo es solemne y redundante: abundan las frases enrevesadas y los períodos interminables, algunas imágenes adolecen de falta de claridad y las ideas no acaban de ordenarse de forma progresiva. Desde luego, en este aspecto no es el Pablo de la primera carta a los Corintios. Señalemos también la presencia de motivos litúrgicos, la afinidad con la traducción griega de los LXX y algunos contactos con los escritos de Qumrán.


4. Contenido de la carta


Una brevísima Introducción (Efe 1:1-2) da paso a la primera sección de la carta que tiene carácter teórico-doctrinal (Efe 1:3Efe 3:21). Integran esta sección: un himno de alabanza a Dios de clara dimensión trinitaria (Efe 1:3-14); una oración del autor de la carta en favor de sus lectores para que puedan comprender y reconocer el supremo señorío de Cristo sobre toda la creación (Efe 1:15-23); una reflexión sobre la gratuita y universal acción salvadora de Dios en Cristo (Efe 2:1-22); y, finalmente, la constatación solemne y agradecida de que Pablo ha sido elegido por Dios para anunciar a todas las naciones este plan divino de salvación (Efe 3:1-21).


La segunda sección (Efe 4:1Efe 6:20) es de índole más bien práctica, aunque siempre va acompañada de la correspondiente fundamentación teológica. Incluye: una exhortación a la unidad dentro de la Iglesia, sin menoscabo de la diversidad de dones del Espíritu (Efe 4:1-13); una invitación al crecimiento espiritual y a vivir una nueva vida en Cristo comportándose como hijos de la luz (Efe 4:14Efe 5:14); una serie de normas cristianas de conducta para la vida familiar y social (Efe 5:15Efe 6:9); y una sentida plegaria a favor de los lectores de la carta a fin de que luchen contra el mal con todos los medios — el autor los describe como “armas” — que Dios pone a su disposición (Efe 6:10-17).


Concluye la carta con una invitación a orar por todos — incluido el autor de la carta — y con una despedida escueta y solemne (Efe 6:18-24). Sorprende la ausencia total de saludos personales. Quienes sostienen que Pablo es el autor de la carta deberían explicar de forma satisfactoria y convincente este hecho, dado que el Apóstol mantuvo con la comunidad cristiana de Efeso estrechas y prolongadas relaciones.


5. Estructura de la carta


— Saludo (Efe 1:1-2)


I. — EL PLAN SALVADOR DE DIOS EN CRISTO (Efe 1:3Efe 3:21)


II. — LA VIDA NUEVA EN CRISTO (Efe 4:1Efe 6:17)


— Conclusión (Efe 6:18-24)