LAS CARTAS PASTORALES


INTRODUCCIÓN


1. Denominación, autenticidad y marco histórico


Desde el siglo XVIII (aunque la denominación se remonta a la Edad Media) se suelen llamar “Cartas Pastorales”, dentro del epistolario paulino, a las dos cartas a Timoteo y la carta a Tito (en adelante se utilizarán preferentemente las abreviaturas 1 Tm; 2 Tm; Tt). La razón del apelativo hay que buscarla en los destinatarios y en el carácter de las mismas. Los destinatarios serían, en efecto, dos cualificados dirigentes — “pastores” — de la primera Iglesia, y las cartas tendrían como objetivo principal ofrecer una serie de orientaciones “pastorales” encaminadas al buen funcionamiento tanto de las iglesias locales de los presuntos destinatarios, como de la comunidad cristiana en general. Las características generales y el contenido básico de las tres cartas presentan tantas coincidencias, incluso en aspectos muy concretos, que aconsejan un tratamiento introductorio conjunto. Lo que no impide que dediquemos también un apartado especial a las peculiaridades y contenido particular de cada carta.


Durante siglos se ha considerado al propio Pablo autor directo e inmediato de estas tres cartas. Las habría dirigido a sus queridos discípulos y colaboradores Timoteo y Tito, a quienes, en un determinado momento de su tarea apostólica, había confiado la dirección de las iglesias de Éfeso y Creta respectivamente (1Ti 1:3; Tit 1:5). Si esto fue realmente así, Pablo habría escrito 1 Tm y Tt entre los años 64-67 d. C. en algún lugar de Asia Menor o Grecia; 2 Tm habría sido redactada durante su segunda (e hipotética) prisión en Roma.


Pero esta manera de ver las cosas ha sido seriamente puesta en duda en los últimos siglos. Es cierto que no todo lo que se ha dicho y escrito contra la autenticidad directamente paulina de las pastorales resulta definitivo y convincente. Sin embargo, las razones contra dicha autenticidad se han ido revelando cada vez más consistentes y en la actualidad apenas podrá encontrarse algún biblista de cierto prestigio que sostenga la hipótesis tradicional. Según esto, el autor de las pastorales (que en general se supone ha sido el mismo para las tres) sería un discípulo de Pablo que conocía muy bien todas las demás cartas atribuidas al Apóstol, incluidas Colosenses, Efesios y segunda a los Tesalonicenses. Las habría escrito a finales de la década de los 80 ó principios de la de los 90 (parece que la carta de Clemente Romano a los corintios, escrita hacia el año 95, ya las conocía) y tendrían como objetivo fundamental mantener vivos una serie de valores y enseñanzas importantes de la tradición paulina, a la vez que los adaptaba a un momento posterior de la vida de la Iglesia.


2. Los destinatarios de las cartas pastorales


Aparentemente estas tres cartas están dirigidas a los dos más asiduos y directos colaboradores de Pablo: Timoteo y Tito. Dos personajes que nos son bien conocidos por las cartas indudablemente auténticas del Apóstol.


Timoteo era natural de Listra, en la Galacia del Sur, hijo de madre judía y padre pagano (ver Hch 16:1-3). Acompañó a Pablo en gran parte de su actividad apostólica y en más de una ocasión debieron compartir la cárcel por causa del mensaje evangélico. Como testifica el mismo Pablo en Flp 2:22, mantuvo siempre con su maestro y padre en la fe unos entrañables lazos de cariño. Prestó al Apóstol toda la colaboración que pudo y supo, pero tal vez no siempre obtuvo el éxito deseado; las páginas del NT dejan traslucir una cierta inexperiencia y falta de habilidad por parte de Timoteo a la hora de llevar a cabo alguna de las misiones encomendadas por Pablo.


Tito, por su parte, era de origen pagano (Gál 2:1-3), acompañó a Pablo en momentos importantes de su misión (asamblea de Jerusalén, estancia en Éfeso) y desempeñó con acierto las delicadas tareas que le encomendó el Apóstol (ver 2Co 7:6-7; 2Co 8:16-17).


Pero si es correcta la hipótesis de la “deuteropaulinidad” de las cartas pastorales — y tiene muchas probabilidades de serlo — , Timoteo y Tito no serían los destinatarios reales de las cartas. En estos dos personajes, tan vinculados a Pablo, el autor de las pastorales (tal vez alguien con responsabilidades directivas en la Iglesia) estaría contemplando a los responsables de las comunidades cristianas de su tiempo — finales del siglo I — . Ellos y sus iglesias, con los problemas y circunstancias de aquel momento concreto, serían los auténticos destinatarios de estas cartas.


3. Características y contenido de las cartas pastorales consideradas en conjunto


Las pastorales revelan, sin duda, un profundo conocimiento de la vida y la doctrina de Pablo. Su autor utiliza ampliamente el resto de las cartas paulinas. Pero tanto la figura del Apóstol como su enseñanza presentan en las pastorales unas perspectivas notablemente distintas en relación con las cartas indiscutidas de Pablo. En primer lugar, la imagen misma del Apóstol es diferente: el Pablo de las pastorales es una figura altamente idealizada: ya no sólo su palabra es anuncio, lo es también su persona y su vida. Nadie discute ni tiene necesidad de defender la autoridad de Pablo. Su evangelio es el de Jesucristo y punto (ver 1Ti 1:1; 1Ti 1:11; 2Ti 1:1; Tit 1:3). En segundo lugar, las pastorales parecen reflejar una situación de la Iglesia claramente posterior a los años 50-60 d. C. Estamos ya ante una Iglesia bastante organizada — no se menciona la existencia de carismas — que debe preocuparse no tanto de recibir el mensaje, cuanto de conservarlo celosamente y transmitirlo con fidelidad como un “depósito” precioso (1Ti 1:19; 1Ti 3:9; 1Ti 6:14; 1Ti 6:20; 2Ti 1:14; 2Ti 2:2; 2Ti 3:3; Tit 2:1). El autor de estas cartas quiere también recordar las exigencias de la fe a unos cristianos que tal vez habían perdido el primitivo fervor y estaban siendo presa de una cierta mediocridad. Los temas de Cristo, la Iglesia y la salvación, tan característicos de Pablo, siguen siendo centrales, pero con nuevos matices en función de las nuevas circunstancias de la Iglesia. Es, finalmente, característica singular de las cartas pastorales la recomendación de una serie de valores y virtudes humanas (hospitalidad, laboriosidad, sobriedad, constancia, amabilidad, control de sí mismo, fidelidad, etc.) que tratan de tender puentes entre el mensaje cristiano y la cultura helenista entonces imperante.


El estilo y el vocabulario de las Cartas Pastorales son a la vez parecidos y diferentes en relación con el resto de los escritos paulinos. Las palabras nuevas son numerosas y, algunas que no lo son, se utilizan con sentido diverso. La expresión es sobria, fluida y sencilla, pero carece del vigor y la garra de las cartas protopaulinas. A la exposición narrativa, a la presencia de plegarias emocionadas y exhortaciones paternales, suceden los imperativos (que son innumerables) y las órdenes tajantes que apenas dejan resquicio al diálogo. En concreto, los adversarios de la auténtica doctrina cristiana — la enseñada por Pablo — son rechazados sin contemplaciones con una serie de epítetos absolutamente descalificantes (1Ti 1:6; 1Ti 1:19-20; 1Ti 4:1-3; 1Ti 6:5; 1Ti 6:10; 1Ti 6:21; 2Ti 2:14; 2Ti 2:18; 2Ti 4:4; Tit 1:10; Tit 1:14; Tit 1:16; Tit 3:10).


4. Peculiaridades de cada una de las cartas pastorales


a) Primera carta a Timoteo. Contenido y estructura.


Es la más extensa de las tres cartas y en ella el autor instruye a sus lectores, representados en Timoteo, sobre los siguientes temas principales: a) normas relativas a la organización de la comunidad cristiana y a los responsables de ella; b) actitud frente a los falsos maestros que difunden doctrinas erróneas; c) modo cristiano de comportarse dentro de la Iglesia en las distintas circunstancias y situaciones. Estos tres temas se encuentran entrelazados dentro de la carta, y reaparece en distintas partes del texto. Resulta, por tanto, difícil establecer una estructura mínimamente sistemática. Podemos, no obstante, avanzar el siguiente itinerario temático de la carta:


— Introducción (1Ti 1:1-2)


I. — INSTRUCCIONES ACERCA DE LA IGLESIA Y DE SUS MINISTROS (1Ti 1:31Ti 3:16)


II. — INSTRUCCIONES PERSONALES A TIMOTEO (1Ti 4:1-161Ti 6:1-21)


b) Segunda carta a Timoteo. Género literario y estructura.


Destaca en esta segunda carta a Timoteo su acento profundamente personal. Si los datos biográficos sobre Pablo (2Ti 1:8; 2Ti 1:15-18; 2Ti 4:6; 2Ti 4:9-18; 2Ti 4:20) han de considerarse como básicamente históricos, habría que pensar en una segunda prisión romana de Pablo hacia los años 65-67 d. C. y, por tanto, en un período de actividad misionera del Apóstol en la primera parte de la década de los 60. Precisamente durante estos años — entre la primera y la segunda prisión romana Pablo — habría tenido ocasión de realizar su proyecto de anunciar el evangelio en España (ver Rom 15:28). Pero no hay que descartar el que este marco histórico sea, al menos en parte, creación del autor de la carta, quien de esta manera presenta a Pablo, que está a punto de morir, redactando una especie de testamento espiritual.


En cualquier caso, esta segunda carta, que tiene muchos puntos de contacto con la primera, es toda ella una vibrante y apasionada invitación a la fidelidad más allá de cualquier sufrimiento o dificultad: fidelidad al ministerio recibido, fidelidad a la enseñanza recibida, fidelidad a Jesucristo y su mensaje por encima de todo. Algunos miembros de la comunidad han sido particularmente fieles (2Ti 1:15-18). Y lo ha sido sobre todo el propio Pablo (2Ti 4:6-8). Se pueden distinguir en la carta los siguientes momentos temáticos:


— Introducción (2Ti 1:1-5)


I. — PRIMERA INVITACIÓN A LA FIDELIDAD (2Ti 1:62Ti 2:13)


II. — FIRMEZA ANTE LAS FALSAS DOCTRINAS Y LAS DIFICULTADES (2Ti 2:142Ti 3:9)


III. — NUEVA INVITACIÓN A LA FIDELIDAD, CON PABLO COMO EJEMPLO (2Ti 3:102Ti 4:8)


IV. — ENCARGOS Y RECOMENDACIONES (2Ti 4:9-18)


— Conclusión (2Ti 4:19-22)


c) Carta a Tito. Contenido y estructura.


Esta carta, supuestamente dirigida a Tito (el destinatario o destinatarios reales pueden ser otros, como se ha indicado más arriba), tiene una especial semejanza con la primera carta a Timoteo. Tanto el contenido como la finalidad son prácticamente los mismos en ambas cartas. Igualmente el marco histórico (real o ficticio según sea la hipótesis que se sostenga sobre la autenticidad) es con toda probabilidad más o menos idéntico. La principal diferencia radica, tal vez, en la extensión: la carta a Tito es notablemente más breve; podríamos decir que es una especie de resumen de 1 Tm.


El autor de la carta a Tito trata, pues, de dar normas para el buen funcionamiento de la comunidad cristiana; alerta ante la presencia de propagadores de falsas doctrinas; y hace las oportunas recomendaciones para que la vida cristiana se desarrolle con pujanza y fidelidad al mensaje evangélico. Todo ello sobre la base de que Jesucristo es el único fundamento de nuestra salvación (Tit 2:11-14) y de que la acción del Espíritu nos hace nacer a una vida nueva a través del agua bautismal (Tit 3:5-6) constituyéndonos herederos de la vida eterna (Tit 3:7).


Podemos establecer el siguiente itinerario temático de la carta:


— Introducción (Tit 1:1-4)


I. — NORMAS PARA LA ELECCIÓN DE RESPONSABLES EN LA IGLESIA (Tit 1:5-9)


II. — FALSOS MAESTROS Y FALSAS DOCTRINAS (Tit 1:10-16)


III. — RECTA CONDUCTA CRISTIANA Y SUS FUNDAMENTOS DE LA MISMA (Tit 2:1Tit 3:7)


IV. — CONSEJOS PARTICULARES A TITO (Tit 3:8-11)


— Conclusión (Tit 3:12-15)