Presentación del libro:



[L] El Cantares es un poema, así que no trataremos primero de entender el texto sino que nos dejaremos llevar por él, y nos abrirá un universo. El Cantares... revive nuestras propias experiencias y nos toca al corazón, pues nos habla del Amado y de la Amada: es el poema del encuentro amoroso. Pero el autor deja que este encuentro se desenvuelva en un sueño, para así revelar su misterio: el llamado del amor viene de más allá de nosotros. La búsqueda, el reencuentro, las huidas son encantadoras y verídicas sólo porque translucen un misterio: un Alguien nos atrae. De ahí el título que el libro se da a sí mismo: El Cantares es la intuición y la búsqueda del Unico más allá de todas las apariencias; él, por otra parte, está totalmente fascinado por la búsqueda de la criatura que ha elegido, que para él es única e irreemplazable. Esta visión de Yavé, el Dios guerrero, como , no es totalmente nueva en la Biblia; grandes profetas se habían apoyado en su experiencia conyugal para hablar de la alianza de Dios con su pueblo [Os_1,1] a [Os_2,25]. Más todavía, habían usado las palabras del amor humano para expresar su experiencia de una relación privilegiada con Dios, la que algún día, se concedería a todo Israel. A medida que se desenvuelve el sueño de amor, el autor del Cantares... revive la esperanza del pueblo elegido. La Amada de Dios es Israel con su tierra, y el autor-poeta espera la venida del Unico como rey-Mesías de la comunidad elegida. Esta orientación del Cantares explica el uso de comparaciones que parecerían extrañas si se tratara de novios corrientes, pero que en realidad son alusiones al pasado de Israel, a su Templo y a su tierra. Debemos confesar que muchos biblistas hoy, al ver las semejanzas entre el lenguaje del Cantares... y el de los cantos de amor del Medio Oriente, creen que son de la misma procedencia, y que aquí no hay más que un canto de bodas; solamente en un segundo tiempo se habría visto en esos diálogos una figura del amor de Dios para con su pueblo. Esta hipótesis puede parecer más razonable, pero esto no es más que apariencia, pues tiene el gran inconveniente de no dejar sino trivialidad o incoherencia en todos los lugares en que, precisamente, las imágenes nos cuestionan y entendemos que se ha criptado el poema. Tenemos pues que volver a lo que comprendió toda la tradición, y es que en el Cantares..., lo mismo que en los grandes profetas, aunque con otras palabras, la experiencia del Dios-Amor ha inspirado todo el poema y traído las figuras del amor humano. El Cantares... no es una celebración del amor humano que ha aterrizado en la Biblia después de recibir una interpretación religiosa, sino que desde los comienzos la tradición judía ha visto en él el canto del amor divino. Y el hecho de que en él no se nombre a Dios es intencional, pues está presente de principio a fin, pero este Unico, a la vez Amor y Amante, está muy lejos del de las religiones humanas. El autor del Cantares El Cantares... se presenta como la obra de Salomón, pero es sólo un nombre prestado, igual como para otros libros de la Biblia. Su autor era un y un sabio, uno de aquellos que escribieron los de la Biblia. Vivió a lo mejor en el siglo III antes de Cristo. En Israel, igual que en muchos otros países, el ritual del matrimonio incluía un y un ([Jer_7,34],[Jer_16,9]; [Ap_18,22]). Pero, si bien se conoce un poco la poesía amorosa egipcia, nada nos ha quedado de esos cantos populares de Israel. Pues bien, nuestro autor hizo algo como los grandes músicos que construyen sus obras maestras a partir de melodías populares. Es fácil ver que utilizó expresiones y formas de cantos de amor tradicionales para decir lo que ellos no decían. Ese es nuestro , obra central en la Biblia. El Cantares en tierra cristiana En la cristiandad quienes se adueñaron del Cantares... fueron los monjes. Ellos, que habían renunciado al amor humano, pasaban sin problemas por encima de las expresiones del amor carnal que ocupan muchos párrafos e iban derechos a lo que había sido, en la partida, una experiencia espiritual. Ese lenguaje los ayudaba a sentir hasta qué punto la relación de amor con el Unico puede ser real, embriagadora, absorbente. De hecho iban a entregar al pueblo cristiano el bien del cual se habían adueñado. En la Europa del siglo XII aparecieron las primeras señales de un reconocimiento del amor, tan ignorado durante los siglos bárbaros. Fue entonces cuando fue decisiva la experiencia espiritual de algunos grandes monjes y eremitas. El Cantares..., releído y comentado por ellos fue determinante en la toma de conciencia del misterio del amor. Los cantos y relatos de amor, muy groseros en sus comienzos, cedieron el lugar a una . A partir de entonces se iría afirmando de siglo en siglo, entre los valores humanos, la primacía del amor entre los esposos. A veces, se dice maliciosamente que el amor se termina en el matrimonio, y esto lo repiten a su manera las películas y la TV; sobre todo, en países donde una cultura decadente sólo reconoce como amor al que no mantiene sus promesas. El Cantares... pone en el centro de nuestras inquietudes la aspiración al amor verdadero, el cual es siempre una irradiación de Dios y es, igual que él, fiel hasta la muerte.