Presentación del libro:



[L] Aquí tenemos de nuevo una verdadera carta de Pablo, personal, llena de atenciones y de delicadeza, que envió desde la prisión a la comunidad que siempre se había preocupado más por él. Más de una vez Pablo había contado con su ayuda material, mostrando así la confianza que tenía en ellos. Habitualmente, para evitar cualquier suspicacia de interés personal, prefería ganarse la vida dedicándose totalmente a su misión. En esta carta encontraremos esa célebre página: Tengan unos con otros las mismas disposiciones de Cristo. Acabamos de decir que es una verdadera carta de Pablo. En realidad no está todo bien hilado; pareciera que se hubieran recompuesto varios fragmentos de cartas de Pablo. Esto lo haremos notar en [Flp_2,19]; [Flp_3,1]; [Flp_4,1]. Bien podría tratarse de dos cartas, una en que Pablo quería dar sus noticias y agradecer, y otra que era una advertencia al estilo de la carta a los Gálatas. Cuando se reunieron las cartas de Pablo, se agruparon primero, por orden de extensión, las cuatro más importantes: a los Romanos, a los Corintios y a los Gálatas. Luego se pusieron las que llamamos las . Allí se encuentra la carta a los Filipenses, entre las cartas a los Efesios y Colosenses, como si las tres hubiesen sido enviadas desde la misma prisión. Hay lugar para pensar, sin embargo, que la carta a los Filipenses no fue escrita cuando Pablo estaba en Roma, hacia el año 60, sino varios años antes, el 56. Entonces tal vez estaba prisionero en Efeso.