Presentación del libro:



[L] El libro de Samuel, ahora dividido en dos, marca la tercera etapa de la historia sagrada, después del Génesis y del Exodo. Aquí se nos descubre la obra de Dios en el corazón de los hombres y la manera como éstos cooperan al reino de Dios. Se nos cuentan, con mucha serenidad, los ejemplos y las faltas de David; su vida, semejante a la de cualquiera de nosotros, no encierra aparentemente ningún misterio. Al final, sin embargo, reconocemos que Dios estuvo presente en todo y construyó con él algo que no perecerá. Este libro, escrito por contemporáneos, relata acontecimientos históricos de gran magnitud: la creación de un Reino de Dios en Israel. Pero se fija con el mismo interés en la persona de David. Este primer rey de Israel, después del rechazo de Saúl, fue un modelo de creyente porque, siendo hombre de mucha personalidad, también se dejó guiar e inspirar por Dios. Aquí, en cierta manera, Dios se esconde: ni revelaciones ni manifestaciones grandiosas. Solamente una palabra al profeta Natán, que será decisiva para el porvenir: el reinado de David en Jerusalén y sobre Palestina, desembocará en el Reino universal de Dios. Cristo Jesús será el Hijo de David. Dos personajes preceden a David: _Samuel, el último de los jueces, que también es profeta. Es el momento en que los israelitas desunidos sienten la necesidad de una autoridad permanente: "Queremos un rey, como los hay en las demás naciones", en vez de contar solamente con los inspirados, los "jueces" que no siempre se presentan cuando el pueblo los necesita. _Saul, el primer rey elegido por Dios, pero después rechazado. Al empezar el libro, Israel no es dueño todavía de la tierra de Canaán, pero las tribus ya se han acostumbrado a la vida campesina sedentaria, después de haber sido pastores errantes. Instalados en los cerrros, deben ceder, a menudo, ante las incursiones de los filisteos que viven en la fértil llanura de la costa, en sus ciudades de Gat, Gaza, Azoto, Ascalón, Acarón.