Presentación del libro:



[L] Desde finales del siglo primero o comienzos del segundo después de Cristo, los textos afirman que el segundo Evangelio fue obra de Marcos, quien acompañó a Pedro a Roma, donde se encontró además con Pablo, y donde puso por escrito fielmente la enseñanza de Pedro. Al igual que los evangelios de Mateo y Lucas, el de Marcos nació de las tradiciones orales que se referían a Jesús de Nazaret, que poco a poco se fueron consignando por escrito. Estos textos parciales circulaban de comunidad en comunidad, y eran completados por el testimonio oral de los que habían acompañado a Jesús durante su vida terrena. Marcos redactó su Evangelio para un tipo de comunidad bien determinado: se dirige a los cristianos de origen pagano y quiere proclamar el misterio de Jesús, Hijo de Dios. Con este fin relata las palabras y los hechos por los que se reveló a los hombres. A diferencia de Mateo y de Lucas, que consideraron conveniente poner una especie de prefacio a su Evangelio con los dos capítulos dedicados a la infancia de Jesús, y a diferencia también de Juan, que puso en el encabezamiento de su Evangelio un prólogo admirable, Marcos se atiene únicamente a la forma de catequesis primitiva. Los Hechos de los Apóstoles nos dicen, en efecto, cuáles eran el comienzo y final de esa predicación de la Iglesia de Jerusalén, cuando hablan de Pedro que busca un reemplazante para Judas: [He_1,21].