DEUTERONOMIO

Deuteronomio significa «segunda ley» (deuteros-nomos). En realidad, se trata de las palabras que Moisés dirige a los israelitas en los umbrales de la tierra prometida. El Señor es presentado ante todo, como el Dios de Israel, y este como el pueblo de Dios. Así reza la fórmula central de la alianza (Deu 26:17-19). La lealtad debe ser la actitud fundamental de los israelitas hacia su Señor; su amor a él ha de ser uno y único, como uno y único es el mismo Señor (Deu 6:4 s). Esta unión del pueblo con el Señor implica el vínculo de los distintos miembros del pueblo entre sí. La reforma deuteronómica apuesta por una sociedad solidaria, igualitaria y sin pobres, por «un pueblo de hermanos», unidos en torno a su Dios.

Un lugar destacado lo ocupa la ley, que es un don de Dios a su pueblo, para que viva dignamente y en libertad en la tierra que el Señor le ha dado (véase Deu 6:20-25). Esta ley, no se ha de considerar como una imposición, sino como un camino de vida. En cuanto tarea a cumplir, la ley de Dios salvaguarda la vida libre en la tierra prometida. Traspasarla compromete no solo la libertad del pueblo, sino también su misma posesión de la tierra. Del cumplimiento de la ley depende la vida y la bendición de Israel (Deu 28:1-15; Deu 30:15-20).