ÉXODO

El Éxodo -cuyo nombre significa «salida»- es uno de los libros bíblicos con mayor carga y densidad teológica. En él ocupan un puesto relevante cuestiones tan importantes como la liberación, la alianza, la teofanía, la ley o el santuario. En todas ellas aparece Dios, con un protagonismo indudable. El Dios del Éxodo aparece como el Señor (Éxo 3:15), el que salva; es un Dios comprometido en los acontecimientos que afectan a su pueblo, pues lo considera como su hijo primogénito (Éxo 4:22 s).

Tras la liberación de Egipto, y una vez convertido en soberano de Israel, el Señor guía y protege a su pueblo por el desierto, dándole el agua (Éxo 15:22-27; Éxo 17:1-7) y el alimento (Éxo 16:1-36) necesarios para sobrevivir; ayudándolo a superar otras dificultades externas e internas (Éxo 17:8-16; Éxo 18:1-27). Viene luego el Sinaí, escenario de la alianza entre Dios y su pueblo (véase especialmente Éxo 19:3-8; Éxo 24:3-8; Éxo 34:10-27). La alianza aparece aquí trabada primero con la teofanía y la ley (Éxo 19:3 - Éxo 24:11) y luego con el santuario (Éxo 24:12 - Éxo 40:38). Si el santuario pretende asegurar la presencia del Señor en medio de su pueblo, la alianza trata de establecer una relación entre ambos.