LUCAS

El Evangelio según san Lucas forma una unidad literaria y de contenido con Hechos de los Apóstoles, y, como consecuencia, cada una de estas obras ha de leerse teniendo en cuenta la otra. Atribuido por la tradición al médico compañero de Pablo evocado en Col 4:14, fue escrito posiblemente en la década de los setenta y está dirigido a cristianos de comunidades vinculadas a Pablo y situadas en regiones griegas, tal vez en torno a Éfeso. Lucas pone de relieve cómo la doctrina de Jesús y su Evangelio es para todos, judíos y griegos, y destaca el mensaje del Dios-Amor misericordioso para con los pecadores; de ahí que se le conozca como Evangelio de la misericordia. De algunos de sus acentos se puede concluir que sus destinatarios estaban viviendo ciertos problemas en relación con su adhesión a Jesucristo; entre ellos cabe destacar el sentido de la historia de la Iglesia, la razón de la incredulidad judía y el influjo negativo de la idea de salvación pagana. Lucas escribe su evangelio para confirmar a sus cristianos en la fe que han recibido (Luc 1:4), respondiendo a aquellos problemas principalmente con la teología del camino profético y salvador. El Evangelio de Lucas coincide con los otros dos sinópticos en la centralidad del «reino de Dios» y emplea el término «evangelizar el reino de Dios» (Luc 4:43). Tanto el Sermón de la llanura como el de las parábolas nos remiten al reino y al espíritu del reino (bienaventuranza a los pobres, perdón a los enemigos, oración).