SemiticaDict;Riched20 5.50.30.2002;
Apocalipsis
Introducción
Naturaleza Del Libro
El estudio del Apoc. ha sido dominado a menudo por cuatro formas tradicionales de enfocarlo. El método llamado "pretérito" relaciona al libro exclusivamente con las circunstancias de la época del autor y descarta su aplicación a hechos posteriores de la historia. El concepto "futurista", al contrario, relaciona al libro sólo con la última generación de la historia, cuando sus profecías serán cumplidas. La interpetación histórica ve al Apoc. como un bosquejo de las edades entre la encarnación de Cristo y su venida final. El criterio "simbólico" o "poético" enfatiza el elemento pictórico del libro y se abstiene de hacer aplicaciones específicas de las profecías a una era determinada; considera que el libro está revelando los principios generales de la acción de Dios en la historia.
Estos modos de interpretación del Apoc. resultan ser todos insatisfactorios. Nadie podría pensar en aplicarlos a las obras proféticas del AT. Debido a que este libro ha sido interpetado aisladamente del resto de los libros bíblicos y de otras obras de tipo literario similar fuera de la Biblia, es que ha sido posible tratarlo de esa forma. La misma introducción al libro indica que pertenece a tres tipos de obras literarias, o sea lo apocalíptico, lo profético y lo epistolar (ver los artículos generales correspondientes en este comentario).
1. Lo apocalíptico. La primera palabra del libro es "revelación" (en gr. apocalupsis). El título del libro en español es una transliteración del gr. Para los lectores actuales tiene un significado especial e inclusive notas inquietantes. En los tiempos del autor, simplemente significaba la remoción de una cubierta de algo escondido, o sea el descubrimiento de algo oculto, como cuando es descubierto un cua dro ( o aun cuando se corre la cortina para dejar ver un escenario sobre el cual se presentará un drama). El término ha llegado virtualmente a ser técnico para cierto tipo de escritos, especialmente judíos, que aparecieron durante los dos siglos antes del nacimiento de Cristo y continuó a lo largo del primer siglo cristiano. Su principal preocupación era la revelación del propósito de Dios en la historia, especialmente en traer juicio sobre los malvados de la tierra y su reino sobre los justos. Hay poca duda de que el modelo para estas obras fue el libro de Daniel. Su estilo fue imitado en ellos y gene ralmente se redactaban en nombre de algún santo famoso (p. ej. los tres libros adjudicados a Enoc: Apocalipsis de Abraham, la Asunción de Moisés, Apocalipsis de Elías, o el de Esdras, etc.).
Estos libros usaban libremente símbolos para presentar su mensaje, aunque ninguno de ellos lo hizo con la amplitud del Apoc. de Juan. Algunos de esos símbolos llegaron a ser aceptados normalmente, como el monstruo del mar que indica la opresión de los poderes políticos, y que aparece con varias formas en Dan. 7, en Apoc. 11:7 y en los caps. 13 y 17. El paralelo moderno más cercano a estas figuras y su uso es la representación de naciones y sus líderes en caricaturas políticas. Un nuevo hecho característico de los apocalipsis es su frecuente uso de profecías anteriores, tanto del AT como de obras posteriores. Esto no se debía a la falta de originalidad, sino a la convicción de que la Palabra de Dios aún no estaba completamente cumplida, por lo cual los autores apocalípticos combinaron oráculos de profecías previas, las adaptaron y las aplicaron a situaciones de sus propios tiempos. Esto lo hacía Juan frecuentemente, tanto en nuevos usos de las profecías del AT y su aplicación en una forma totalmente nueva de las profecías de sus contemporáneos (ver p. ej. caps. 7, 11, 12).
2. Lo profético. La segunda expresión del Apoc. expone una bendición para aquel que lee y para los que escuchan y cumplen "las palabras de esta profecía". Por lo tanto, Juan se incluye con los profetas del AT y también del nuevo pacto (cf. Ef. 2:20). Generalmente se reconoce que los primeros se dirigieron a sus contemporáneos en relación con su propia situación, o sea que daban la palabra de Dios para su tiempo. El carácter único de su ministerio yacía en la forma en que ubicaban a su pueblo en el contexto de los tratos de Dios con ellos en el pasado y a la luz del propósito de Dios para ellos en el futuro. La profecía en el NT se puede des cribir como las palabras de predicadores guiados por el Espíritu en favor del mundo, y la iglesia por medio de la cual Dios reveló su propósito para el mundo y su voluntad para la humanidad. Eso sería una descripción adecuada del Apoc. Comunica la seguridad de que la oposición de los humanos y de todos los poderes del mal no pueden frustrar el propósito de Dios para el mundo que él ha hecho y, a la luz de esto, sale el llamado a la perseverancia en la fe y la obediencia al Señor de parte de su pueblo.
3. Lo epistolar. El párrafo introductorio de Juan es seguido por un típico saludo como el que se encuentra en las cartas del NT: "Juan a las siete iglesias que están en Asia: Gracia a vosotros y paz ... " Es extraño que en general no se ha reconocido que el Apoc. es fundamentalmente una "carta" dirigida a las iglesias por las que Juan estaba preocupado y por las que tenía una responsabilidad especial. Las implicaciones de esto son claras: el libro realmente estaba dirigido a la situación y necesidades de las iglesias mencionadas en el saludo como, p. ej. la carta de Pablo a Colosas (que estaba en las proxi midades de las siete iglesias del Apoc.) o la carta a las iglesias de Galacia (que no estaban muy lejos al oriente de ellas). Todos los cristianos concuerdan en que las cartas a los Col., los Gál. o a los Rom. llevan la palabra de Dios al pueblo cristiano en todas las edades siguientes, pero que el mensaje de esas cartas nos llega más eficazmente cuando captamos que estaban escritas teniendo en mente a las iglesias a las que estaban dirigidas originalmente. Eso tiene aplicación al Apoc. de Juan del mismo modo que para el resto de las cartas del NT. Sólo cuando relacionamos su descubrimiento pictórico de la palabra de Dios a la situación de las siete iglesias del Asia Menor es que podemos entender la revelación para las iglesias de todas las generaciones, incluyendo la que será última en la historia.
El Marco Del Apocalipsis
Es probable que la tradición común en la iglesia de que el libro se escribió hacia el fin del primer siglo sea la correcta. Entonces el emperador Domiciano estaba comenzando su persecución a la iglesia. Es improbable que haya estado en acción por un largo tiempo, porque el número de martirios aún habría sido poco (2:13). Pero el hecho de que Juan hubie ra sido exiliado a una isla penal refleja el comienzo de una oposición activa a la iglesia cristiana por parte de las autoridades. Domiciano era más insistente que sus predecesores en la presión de sus exigencias a su carácter divino; su título favorito era Dominus et Deus noster ("Nuestro Señor y Dios"). En ninguna parte del Imperio había un apoyo más entusiasta de tal adulación del emperador que entre los sacerdotes de los santuarios dedicados a su adoración en el Asia romana. Pero ningún cristiano que reconociera a Jesús como Señor y Dios podía asentir a tal reconocimiento del emperador. En esa situación, a Juan se le permitió ver cuáles eran los principios en acción y su resultado en un anticristo que habría de declarar la guerra contra el único grupo del mundo que podría resistirle hasta la muerte. Sin embargo, el fin habría de ser la victoria del Cristo de Dios sobre aquella imitación de Satanás, y el reino de este mundo llegando a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo (11:15). Es en este marco que debe captarse el significado y el mensaje de los símbolos y las visiones parabólicas.
El Proposito Del Apocalipsis
Esto fue resumido por E. F. Scott, quien llamó al Apoc. un "llamado de trompeta a la fe". El libro fue escrito para fortalecer la fe y el valor de los creyentes en Cristo, contemporáneos de Juan, para darles fuerza para la batalla contra las fuerzas anticristianas en el mundo y para ayudarles a dar testimonio del único verdadero Señor y Salvador del mundo. Este fin fue alcanzado poniendo énfasis en los siguientes temas:
1. La soberanía de Dios en Cristo, en aquel tiempo y en todos los tiempos. Así como Jesús hizo conocer el advenimiento del reino de Dios en su ministerio, muerte, resurrección y regreso (Mar. 1:14, 15; 8:31; 10:45; 14:62), ese mismo tema es central en el Apoc. desde el principio hasta el fin (1:8; 5:5– 14; 12:10– 12; 19:11– 21:5). No debe sorprender ya que el libro no es sino "¡la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo!" (1:2).
2. La naturaleza satánica de la adulación contemporánea al emperador. En la misma Roma el reclamo del emperador de que era "Señor y Dios" a veces era motivo de burlas, ¡por supuesto en privado! En el ámbito de las iglesias a las cuales fue dirigido el Apoc. se tomaba con profunda seriedad. Que el César exigiera lo que pertenecía sólo a Dios indicaba que "ya está obrando el misterio de la iniquidad" (2 Tes. 2:7) y que había de alcanzar su clímax en la manifestación del último anticristo. Aun así, Dios nunca es más soberano que en el frenético reino del anticristo (13:5).
3. Los inescapables juicios del Señor sobre aquellos que se someten al falso Cristo antes que al Cristo de Dios. Es significativo que la segunda y tercera series de juicios mesiánicos en este libro sean una reminiscencia de las plagas sobre el Faraón y los egipcios que resistieron a la palabra de Dios que vino por medio de Moisés. El Apoc. nos invita a considerar "la bondad y la severidad de Dios" (Rom. 11:22).
4. El elemento seguro del conflicto entre la iglesia y los poderes de opresión en el mundo en la manifestación de Cristo y la gloria de su reino. La victoria es segura, porque el diablo es un enemigo derrotado ya en la muerte y resurrección de Jesús (cf. Juan 12:31, 32 con Apoc. 12:9– 12), lo que anticipa el completamiento definitivo del propósito de Dios para el bien del mundo que ha creado y redimido (21:9– 22:5).
Leyendo Hoy el Apocalipsis
Los cuatro elementos estudiados antes han caracterizado la historia desde el primer siglo de nuestra era hasta el presente, y sin duda seguirán haciéndolo hasta que el Señor vuelva. Sin embargo, es significativo que los dos últimos tercios del siglo XX se han caracterizado por dos fenómenos contrastantes. Por un lado, la más intensa oposición al evangelio y a la iglesia desde que se escribió el libro del Apoc. y, por el otro, una expansión sin precedentes del evangelio y un crecimiento de la iglesia. Lo primero ha sido dirigido por los poderes seculares anticristianos, pretendiendo como suyo propio lo que sólo corresponde a Dios, y produciendo indecibles sufrimientos en el mundo por medio de la opresión y las guerras; lo segundo avanza continuamente a menudo a pesar de una cruel oposición, sufrimiento y probreza. El colapso de mu chos poderes políticos opuestos al evangelio ilustra la realidad de la soberanía de Dios en el mundo contemporáneo. Los cambiantes modelos de oposición al evangelio y la confusa situación política de los nuevos y viejos mundos, con un aumento más que una disminución del sufrimiento de las multitudes, reclama el testimonio cristiano del evangelio del orden de Apoc. 11:3– 11; 12:11 y 14:2– 7, y fe para creer en el cántico de Moisés y el Cordero (15:3, 4). No es sin razón que el libro del Apoc. ha sido el libro preferido de los cristianos oprimidos en nuestro tiempo. El "llamado de la trompeta a la fe" inspira la perseverancia en el reino de Dios, viviendo en el espíritu de Cristo, sobrellevando la cruz y el poder de su resurrección, en la luz de la revelación del reino de gloria en su venida.
La Paternidad Literaria Del Apocalipsis
El autor se presenta en la frase inicial del libro como "su [de Dios] siervo Juan". Se refiere a sí mismo con frecuencia a lo largo del libro, mayormente como profeta (1:2, 3, 9– 11; 10:11; 19:10; 22:8, 9) pero nunca como apóstol. A este respecto difiere señaladamente de Pablo (cf. p. ej. Rom. 1:1; 11:13; 1 Cor. 1:1; 2 Cor. 1:1; Gál. 1:1). Desde la segunda mi tad del siglo II se ha dado por sentado que el cuarto Evangelio, las cartas de Juan y el Apoc. fueron escritos por una misma persona, o sea Juan el hijo de Zebedeo. Sin embargo, hay dificultades para dar esto por sentado, tal como se lo reconoció en los primeros tiempos. En el sigloIII, Dionisio, obispo de Alejandría, se impresionó especialmente por las diferencias en estilo y lenguaje entre el Apoc. y los demás escritos atribuidos a Juan. Se ha sugerido que estas diferencias se pueden explicar por las que hay en el tema y la naturaleza del Apoc. y el cuarto Evangelio, o por la posibilidad de que el Apoc. fuera escrito una generación antes que el Evangelio (al final del imperio de Nerón), dando así tiempo al autor para mejorar su estilo. Más plausible es que Juan puede haber escrito el libro en su propio idioma (el arameo) y algún otro lo tra dujo muy lit. al gr., por respeto a su contenido. Si así fuera, las diferencias lingüísticas perderían su importancia. Por el otro lado, si, como algunos piensan, el profeta Juan pudo haber pensado en arameo y escrito en gr., las diferencias serían insuperables, porque eso no habría ocurrido con el autor del Evangelio y las cartas.
Es interesante que los indicios de los Evangelios sinópticos sobre Juan, el hijo de Zebedeo, son notablemente coherentes con el tipo de persona que pudo haber escrito el Apoc.: él y su hermano fueron llamados "hijos del trueno" por Jesús (Mar. 3:17); prohibió que alguien que no era del grupo apostólico hiciera milagros (Luc. 9:49, 50); quiso pedir fuego del cielo sobre los samaritanos hostiles (Luc. 9:52– 54); fue testigo de la transfiguración y la resurrección de Jesús. La posible existencia de una "escuela de Juan", de la cual surgieron los libros que fueron adjudicados al Apóstol, podría ser de ayuda aquí, porque eso explicaría la relación positiva entre los libros y también sus diferencias. Si no logramos certeza en este asunto, sigue siendo verdad el hecho de que no hay otro libro de la Bi blia en el cual tenga tan poca importancia la identidad del autor. El libro no es "la revelación de Juan" sino "la revelación de Jesucristo, que Dios le dio [a Juan]" (1:1) y su contenido se describe más aun co mo "la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo" (1:2). La autenticidad de esa afirmación no se establece por el nombre de la persona que lo escribió sino por la naturaleza de su obra, que en la providencia de Dios llegó a ser la coronación de las Escrituras.
La Estructura Del Apocalipsis
El libro se abre con un prólogo (1:1– 8) que declara su título y destinatarios, seguido por una visión del Hijo del Hombre, en la cual Juan es comisionado para escribir lo que verá a continuación y mandar el libro a las siete iglesias de la provincia romana de Asia (1:9– 20). Siguen luego las cartas a las siete iglesias (caps. 2, 3). Una visión de Dios y del Cordero, que ocupa los caps. 4 y 5, provee la clave pa ra comprender el Apoc., y forma el punto de apoyo de su estructura en cuanto indica el proceso de los eventos que llevan al reino final de Dios (caps. 6– 19). Prominente entre éstos están tres series de jui cios, presentados bajo las figuras de la apertura de los siete sellos del libro divino del destino (6:1– 8:5), siete trompetas (8:6– 11:19) y siete copas de ira (caps. 15, 16). Parece que estas tres series no se deben considerar como ocurriendo sucesivamente, sino básicamente como tres presentaciones de un período de juicio, dado que el último término de cada serie lleva al fin de la historia. El resultado de los juicios mesiánicos es la caída del imperio impío ("Babilonia") y el advenimiento de Cristo (caps. 17– 19). El libro llega a su clímax en la visión del reino triunfante de Dios (20:1– 22:5) y un epílogo final (22:6– 21).
Bosquejo del Contenido
1:1-8Prólogo
1:9-20Llamado de Juan a profetizar
2:13:22Las cartas a las siete iglesias
2:1-7La carta a la iglesia en Efeso
2:8-11La carta a la iglesia en Esmirna
2:12-17La carta a la iglesia en Pérgamo
2:18-29La carta a la iglesia en Tiatira
3:1-6La carta a la iglesia en Sardis
3:7-13La carta a la iglesia en Filadelfia
3:14-22La carta a la iglesia en Laodicea
4:15:14Una visión del cielo
4:1-11El trono en el cielo
5:1-14El libro y el Cordero
6:18:5Los siete sellos
6:1, 2El primer sello
6:3, 4El segundo sello
6:5, 6El tercer sello
6:7, 8El cuarto sello
6:9-11El quinto sello
6:12-17El sexto sello
7:1-17Intervalo entre el sexto y el séptimo sellos
8:1-5El séptimo sello
8:611:19Las siete trompetas
8:6-12La primera, segunda, tercera y cuarta trompetas
8:139:21La quinta trompeta
10:111:14Intervalo entre la sexta y la séptima trompetas
11:15-19La séptima trompeta
12:114:20Conflicto entre la iglesia y los poderes del mal
12:1-17La mujer, el dragón y el libertador
13:1-18El anticristo y su profeta
14:1-20Oráculos del reino y del juicio
15:116:21Las siete copas de la ira
15:1-8Introducción a las copas de juicio
16:1-21La descripción de las copas de juicio
17:119:10El reinado y la ruina de la ciudad del anticristo
17:1-6Una visión de Babilonia y su gloria
17:7-18La interpetación de la visión: la condenación de Babilonia
18:1-24Una maldición sobre Babilonia
19:1-10Acción de gracias por los juicios sobre Babilonia
19:1122:5La revelación del Cristo y de la ciudad de Dios
19:11-21El jinete del caballo blanco
20:1-3La subyugación del dragón
20:4-6El milenio
20:7-10La última insurrección del mal
20:11-15El juicio final
21:1-8La nueva creación
21:922:5La ciudad de Dios
22:6-21Epílogo