SemiticaDict;Riched20 5.50.30.2002;
Genesis
Introducción
Titulo
El título Génesis viene de la traducción griega (la Septuaginta) y significa "origen, fuente, creación", mientras que el título en hebreo (tomado de las palabras que comienzan el libro) es "En el principio". Ambos títulos sugieren acertadamente el tema del libro, porque describe el origen del universo, el mundo, la humanidad, las instituciones humanas (como el matrimonio), las naciones y, sobre todo, el pueblo de Israel. El enfoque de Gén. es la actividad creativa de Dios al llamar a la existencia a todas estas cosas.
Otro título, raramente usado, es: "El primer libro de Moisés." Este título destaca el hecho de que Gén. es la primera parte de un trabajo total de cinco volúmenes, tradicionalmente atribuido a Moisés, también llamado la Ley o el Pentateuco. Gén. pone la entrega de la ley en el Sinaí (tema que se trata a partir del libro de Exo. hasta el libro de Deut.) en una perspectiva histórica y provee una clave teológica para la interpretación de las leyes e historias contenidas en estos libros.
Lugar y Contenido
Como otros libros de la Biblia, Gén. es principalmente teológico, eso es, está interesado en describir quién es Dios, cómo y por qué actúa y cómo tra ta con la humanidad. No siempre es obvia la actividad de Dios en los asuntos humanos, ya sea en nuestra vida diaria o aun en algunas partes de la Biblia (p. ej. el libro de Est.). Pero en Gén., especialmente en los primeros capítulos, Dios es el actor central. Aquí él constantemente habla y actúa, haciendo una demostración de su poder y carácter. Lectores cristianos modernos, criados en la creencia de un Dios todopoderoso y santo, no se sorprenderán por el contenido religioso de Gén. Sin embargo, lectores antiguos, que se aproximan al libro viniendo de un trasfondo pagano politeísta, debieron haberse sentido sorprendidos al leerlo.
El Dios del Gén. no es un dios local, de conocimiento y poder limitados, sino es el Creador todopoderoso del universo y Señor y Juez de todo. Este Dios, quien creó la huma nidad, cuida de ella y juzga sus malos actos. Este es el Dios que habló con Abraham, exhortándole a dejar su tierra, radicarse en Canaán (tierra de Israel) y criar su familia allí. Dios prometió a Abraham que su descendencia habitaría en Canaán, y Gén. registra cómo, a pesar de numerosos errores, esas promesas gradualmente comenzaron a realizarse. En los siguientes libros bíblicos se describe un cumplimiento más completo de dichas pro mesas. Es esta perspectiva divina la que le da a Gén. su unidad y es central para el entendimiento del autor, y es necesario mantenerlo en mente mientras intentamos relacionar los relatos de Gén. con la historia. Gén. no tiene interés tanto en los eventos en sí sino más bien en el hecho que ellos revelan la naturaleza de Dios y sus propósitos.
Genesis y la Historia
Muchos individuos pasan por el estrado de la historia del mundo en Gén. Sin embargo, en la mayoría de las veces, sus hechos registrados están relacionados con sus propias familias, y no con asuntos nacionales o internacionales. Lo relacionado con el nacimiento y la muerte, disputas familiares, los derechos para apacentar ganado y para enterrar, etc., que caracterizan a estas historias hacen evidente que para el escritor de Gén. los personajes que él describió fueron individuos históricos reales. No son personificaciones de clanes o producto de su imaginación.
¿Podemos estar seguros de que los relatos en Gén. son realmente históricos? Hasta ahora ningún documento de un matrimonio patriarcal, o evidencia de la visita de Jacob a Padan-aram, o del trabajo de José como funcionario en Egipto ha sido descubierto en la documentación extrabíblica. Este hecho no es sorprendente dada la proporción tan ínfima de información que fue escrita en tiempos antiguos, y la pequeña porción de textos que ha sobrevivido y ha sido descubierta por los arqueólogos. Esto hace remota la posibilidad de demostrar la realidad de alguno de los patriarcas, aparte de lo que se encuentra en las Escrituras. Sin embargo, hay muchos indicadores en Gén. que se refieren a la antigüedad de sus tradiciones, y éstos ha cen menos probable que las historias fuesen creación de "novelistas" religiosos escribiendo mucho tiempo después de la época que confiesan describir, como algunos eruditos sugieren.
En primer lugar, los nombres de los patriarcas son nombres que se usaban frecuentemente temprano en el segundo milenio a. de J.C., pero rara vez en tiempos posteriores. Nombres como Jacob, Isaac e Ismael fueron comunes entre los pri meros amorreos (c. 1800 a. de J.C.), pero más tarde ya no se usaban. Otros nombres en las narrativas patriarcales, p. ej. Serug, Nacor y Taré, confirman que los patriarcas vinieron del área de Harán.
En segundo lugar, las costumbres sociales de los patriarcas concuerdan con aquellas mencionadas en los textos del antiguo Cercano Oriente. Algunas de las prácticas (p. ej. la costumbre de que un hombre diera a su hija un dote cuando se casaba) cambiaron muy poco en 2.000 años y esto no nos ayuda mu cho para fechar con exactitud las historias de los patriarcas. Eso simplemente muestra que las historias fueron genuinas, cuando quiera que hayan sido escritas. Sin embargo, hay algunas costumbres las cuales sí parecen haber cambiado con el tiempo, p. ej., adoptar un esclavo como heredero (Gén. 15) o llamar al hijo mayor rab (Gén. 25:2), Esto ubica las historias bíblicas en un período temprano. Igualmente, muchos hechos de la historia de José encuentran mejores paralelos en textos egipcios del segundo milenio a. de J.C. que en textos posteriores, y esto nuevamente apoya la antigüedad de las historias acerca de José.
En tercer lugar, la religión y la moralidad de los patriarcas pareciera ser más temprana que lo que se encuentra en otros libros del Pentateuco. Algunas veces la práctica y la creencia de los patriarcas contradicen las demandas de leyes posteriores. Por ejemplo, Abraham se casó con su medio-hermana (Gén. 20:12, cf. Lev. 18:9), Jacob se casó con dos hermanas (Gén. 29:21– 30; cf. Lev. 18:18) y Jacob levantó una columna de piedras (Gén. 28:18; cf. Lev. 26:1; Deut. 16:21, 22). En Gén., Dios casi siempre se presenta a sí mismo como El, p. ej. El Shaddai ("Dios Todopoderoso", Gén 17:1), El Elyon ("Dios Altísimo", Gén. 14:19). Más tarde (después de Exo. 6:3), Jehovah, "el Señor", llegó a ser el nombre usado por los israelitas para referirse a Dios.
Estas observaciones tienden a confirmar que los relatos patriarcales son históricos, si bien obviamente no podremos nunca confirmar los detalles de incidentes particulares. Pero cuando llegamos a los caps. 1– 11 estamos pisando terreno distinto. Muchas de esas historias tienen que ver con períodos que son muy anteriores al tiempo de la invención de la escritura, de modo que no puede ser "historia" en el sentido estricto de la palabra, o ser veri ficado por evidencias externas a la Biblia. Sin embargo, Gén. trata de arreglar las historias cronológicamente y explicar las cosas en términos de causa-efecto. Estas son las marcas de historia escrita, así que T. Jacobsen ha acuñado el término "mitohistórica" para describir este tipo de literatura. "Mito" tiene una connotación negativa, de modo que "protohistoria" posiblemente sea una mejor manera de describir Gén. 1– 11. En el ac tual estado del conocimiento es difícil saber cómo relacionar estos capítulos con los descubrimientos científicos modernos. Es más útil (ver más adelante en la teología de Gén. y en el comentario) leer estos capítulos teniendo en mente el trasfondo de las creencias comunes en el antiguo Cercano Oriente. Entonces ellos serán vistos como ofreciendo una crítica a la creencia en muchos dioses. El escritor de Gén. parece asumir la historicidad de Adán, Eva y sus descendientes, porque los une a todos ellos en largas genealogías que terminan con Abraham. Esto muestra que para él Adán fue un ser humano real como Abraham o Isaac.
Paternidad Literaria
La paternidad de Gén. ha sido uno de los temas más discutidos en estudios bíblicos, de modo que para una mayor explicación de los hechos el lector debe mirar al artículo sobre el Pentateuco. Sin embargo, los principales puntos de vista y las posturas tomadas en el comentario son las siguientes:
Tradicionalmente, Moisés (c. 1300 a. de J.C.) fue reconocido como el autor principal de Gén. y de los siguientes cuatro libros. Sin embargo, fue aceptado que ciertas observaciones (p. ej. 12:6; 36:31) mostraron que algunas partes del libro han sido agregadas con posterioridad. En ningún caso el texto de Gén. declara a Moisés como su autor.
A partir del siglo XIX d. de J.C. en adelante la línea principal de la crítica de los eruditos minimizó el papel de Moisés en la composición del Pentateuco. A la verdad, la posición más ampliamente aceptada llegó a ser que Gén. fue compuesto de tres fuentes principales, J (siglo X a. de J.C.), E (siglo IX a. de J.C.), y P (siglo VI a. de J.C.). Se sostuvo que Gén. pasó a través de una serie de modificaciones con nuevo material siendo agregado en cada nueva edición.
Desde 1970 se han formulado muchas preguntas con respecto a la hipótesis documentaria de J, E y P, con algunos eruditos disputando las fechas de dichas fuentes y otros dudando de su existencia. Hasta aquí, ninguna teoría ha emergido para reemplazar el antiguo consenso de la Crítica de las Fuentes, de modo que sigue siendo asumida en muchos textos y comentarios.
Mientras este debate crítico ha continuado, ha llegado a ser ampliamente aceptado que la primera tarea del comentarista es explicar la forma actual del texto. Ya sea que el autor de Gén. usó muchas fuentes o sólo una, lo que importa es el libro tal cual es. Es un todo hermosamente construido, lleno de historias contadas en forma vívida que conducen a una visión de Dios y su verdad la cual es asumida a través del resto de la Biblia. De modo que este comentario se concentra en la forma actual del texto. Esto bien puede ser considerablemente más temprano de lo que a menudo se supone (para mayor discusión ver el artículo sobre el Pen tateuco). Quienquiera que haya escrito Gén., en cualquier período, estaba más interesado en hablarnos de Dios que en darnos claves de su propia identidad.
Teologia
El libro de Gén. se divide en dos partes desiguales. Los caps. 1– 11, la protohistoria, cuyo enfoque es el origen de la raza humana, y los caps. 12– 50, el período de los patriarcas, cuyo enfoque es el origen de Israel. Este gran interés puesto en los patriarcas muestra lo que fue la preocupación principal del autor. De manera que al revisar los principales temas teológicos, los caps. 12– 50 serán tratados primero y después los caps. 1– 11, lo que da trasfondo a la elección de Abraham y sus descendientes.
Teología de Génesis 12– 50
La clave de los temas teológicos de Gén. 12– 50, y de todo el Pentateuco, está declarada en 12:1– 3: "En tonces Jehovah dijo a Abram: 'Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una gran nación. Te bendeciré y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.' " Aquí Dios hace cuatro promesas a Abraham: (1) que le será dada una "tierra"; (2) que él llegará a ser una "gran nación"; (3) que él disfrutará de una relación (pacto) especial con Dios; y (4) que a través de él todas las naciones serán bendecidas. Cada vez que Dios se dirige a los patriarcas en Gén. hace referencia a estas promesas, con frecuencia ampliándolas o haciéndolas más específicas. P. ej., una "tierra" (12:1) llega a ser "esta tierra" (12:7), "toda la tierra que ves ... para siempre" (13:15) y "Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tu descendencia después de ti, la tierra en que resides, toda la tierra de Canaán" (17:8).
Para captar la importancia de las promesas en Gén. el lector deberá mirar todos los discursos de Dios en el libro notando los cambios de expresiones entre un pasaje y el siguiente (12:1– 3, 7; 13:14– 17; 15:1– 7, 13– 21; 16:11, 12; 17:1– 21; 18:10– 32; 21:12, 13, 17; 22:11– 18; 25:23; 26:2– 5, 24; 28:13– 15; 31:3; 32:27– 29; 35:1, 9– 12; 46:3, 4). Estos cambios muestran que Dios hace las promesas más específicas y dogmáticas mientras los pa triarcas responden en fe y obediencia. Aun sus malos comportamientos no anulan las promesas; esto sirve sólo para demorar su cumplimiento.
No sólo Dios hace promesas, sino que los patriarcas a menudo las mencionan, o sus amigos o enemigos las señalan sin saberlo (15:2, 8; 16:2; 17:17, 18; 21:6, 7; 24:7, 8, 35– 40, 60; 26:22, 28, 29; 27:27– 29; 28:2– 4, 20– 22; 29:32– 30:24, 27; 31:5– 16, 29, 42, 49, 50; 32:9– 12; 33:5, 10, 11; 34:10, 21; 35:3; 41:52; 45:5– 11; 48:3– 22; 50:5, 19– 21, 24, 25). Estas citas de, o alusiones a, las promesas indican cuán importantes fueron para los actores humanos en la historia y para el escritor de Gén.
Lo que es más, los episodios en la vida de los patriarcas registrados en Gén. ilustran el cumplimiento de las promesas. Presumiblemente, el autor de Gén. (como el evangelista Juan; ver Juan 20:30, 31) sabía mucho más acerca de los patriarcas que lo que decidió escribir. El seleccionó aquellos episodios que mostraban cómo las promesas se cumplieron, aunque lentamente. D. J. A. Clines, en su libro The Theme of the Pentateuch (El tema del Pentateuco, JSOT Press, 1979) ha definido el tema del Pentateuco como el cumplimiento parcial de las promesas a los patriarcas. De este modo, al leer Gén. debemos preguntarnos sobre cada incidente: ¿cómo éste contribuye al cumplimiento de la promesa de tierra, de ser nación, de la relación de pacto y de bendición a las naciones?
Es evidente que no todo aspecto de las promesas está en el enfoque de cada episodio. Tampoco su cumplimiento ocurre sin desvíos; hay muchos saltos y obstáculos. Se desprende que Gén. está interesado en la promesa que guarda relación con la descendencia, aquella que dice que el linaje de Abraham llegará a ser una gran nación. Sin embargo, después de la mención de la esterilidad de Sara en 11:30, no es sino hasta 21:1 (25 años después) que nace Isaac, el hijo prometido. En manera similar, Rebeca, la esposa de Isaac, concibió sólo después que Isaac había orado por un hijo por espacio de 20 años (25:20, 26). De la misma forma, Ra quel, el verdadero amor de Jacob y su esposa auténtica ante sus ojos, estaba desanimada al saber que su rival Lea y que las esposas esclavas de Jacob daban a luz hijo tras hijo antes que ella diera a luz uno (30:23), y luego murió dando a luz a su segundo (35:16– 19). Para el final de Gén. (46:27) los descendientes de Abraham llegaron a 70, número que difícilmente puede ser considerado como una gran nación. Si bien ellos aumentaron conside rablemente durante el período de la esclavitud en Egipto, aun en Exo. la promesa de un linaje innumerable todavía parece dar señales de estar distante de su cumplimiento total.
En cuanto a la promesa de tierra, todo lo que Abraham adquirió fue un pedazo de tierra para enterrar a su esposa (23:1– 20). Isaac logró permiso para usar algunos pozos (26:22, 23), y Jacob compró una parte del campo cerca de Siquem (33:19; cf. 48:22). Al final del libro de Gén. ninguno de los descendientes de Abraham estaba viviendo en Canaán, la tierra de la promesa; todos ellos migraron a Egipto. Verdaderamente, el entrar a la tierra, si bien es la preocupación dominante desde Exo. a Deut., no fue asegurada hasta el libro de Jos.
Parte de la lentitud en el cumplimiento de la promesa puede ser atribuida a la incredulidad y desobediencia de los patriarcas (p. ej. 12:10– 20; 16:1– 14; 27:1– 45). Sin embargo, sea lo que sea que ellos hicieron, un aspecto de la promesa probó ser verdad: Que Dios estaba con los patriarcas, bendiciendo a quienes les bendecían y maldiciendo a quienes les maldecían (12:3). Por lo tanto, a pesar del peligro mortal que Abraham creyó correr al estar en Egipto y Gerar, y su temor incrédulo el cual puso en peligro a su esposa, tanto Abraham como Sara salieron seguros y sin duda enriquecidos financieramente de sus estadías en el extranjero (12:10– 20; 20:1– 15). Igualmente, Isaac prosperó a pesar de la oposición de los filisteos (cap. 26). Jacob fue consciente de que Dios estuvo con él mientras luchaba por su vida en Padan-aram, y que, por la ayuda de Dios, fue capaz de escapar tanto de las trampas de traición de su suegro como de regresar en paz a una reconciliación con su hermano quien había planeado matarle (28:20, 21; 31:42; 33:11). Sobre todo, la carrera de José demostró que Dios estaba con él, desde el momento que salió de la celda de la prisión para ser el funcionario principal del faraón (39:5, 23; 41:39).
Con todo aun aquí la promesa fue sólo parcialmente cumplida. Dios hizo un pacto con Abraham (15:18), lo confirmó (17:7) y lo garantizó (22:15– 18). Pero estos pactos generales fueron sólo el preámbulo a, y un anticipo del gran pacto del Sinaí que haría con los descendientes de Abraham.
Finalmente, hubo un cumplimiento parcial de la promesa a las naciones. A través de los esfuerzos de Abraham, el rey de Sodoma fue rescatado (14:17), y por causa de sus oraciones, la mujer estéril de Gerar concibió (20:17). Lo más dramático de todo, José fue el instrumento para salvar muchas vidas, no sólo las de su propia familia sino también las de Egipto y las de otras naciones también (41:57). El indicó que esto fue parte del plan de Dios (45:5– 7; 50:20, 21).
Teología de Génesis 1– 11
¿Por qué fue necesario que Dios escogiera a Abraham, y quién fue el Dios que hizo estas promesas? ¿Cómo encaja Abraham en la historia del mundo? Son a estas preguntas que responde Gén. 1– 11.
Gén. 12– 50 muestra que las 12 tribus fueron los 12 hijos o nietos de Jacob (29:32– 30:24; 35:18; 48:16). Los vecinos más cercanos de Israel fueron descendientes del hermano de Jacob (Edom descendía de Esaú; 25:26; 36:1) o de su tío (Ismael; 25:12) o de primos distantes (Moab y Amón; 19:36– 38). La tabla de las naciones en Gén. 10 muestra cómo Israel estaba relacionado con otras 70 naciones conocidas para el escritor de Gén. Israel, como las tribus de Siria y Arabia, últimamente era descendiente de Sem, uno de los hijos de Noé (10:21– 28). Las naciones más distantes conocidas por Israel, incluidas los medos, griegos y otros pueblos del Mediterráneo, son descendientes de Jafet, otro de los hijos de Noé (10:2– 5). Cam, el hijo maldecido de Noé, es el predecesor de los enemigos más enconados de Israel, incluyendo los egipcios, babilonios y cananeos (10:6– 20). De modo que, a través de esta tabla de las naciones, se define el lugar de Israel entre las naciones del antiguo Cercano Oriente.
Estos capítulos iniciales de Gén. también definen el punto de vista que Israel tiene de Dios en comparación con la creencia de muchos dioses en el antiguo Oriente. A menudo ha sido destacado el hecho de que la historia bíblica de la humanidad, desde la creación hasta el diluvio, tiene sus paralelos en otra literatura antigua (tal como las épicas de Atrahasis y Gilgamesh y la historia sumeria del diluvio). Pero aun más significativo es la manera como Gén., al volver a relatar lo que para los autores contemporáneos fue familiar, presenta un punto de vista nuevo, en verdad revolucionario, acerca de Dios y su relación con el mundo y la humanidad.
Los antiguos orientales creían en una multitud de dioses con poder, conocimiento y moralidad limitados, de modo que la religión fue un asunto del azar. Uno nunca podría estar seguro de que había es cogido la deidad correcta, o si esa deidad sería capaz de darle salud o salvación. Pero el Dios de Gén. fue único y sin igual. El era todopoderoso, creando todo el universo (aun el sol, la luna y las es trellas, a menudo considerados dioses en sus propios derechos) por un simple mandato. Envió el diluvio y detuvo el diluvio. Salvó a Noé y a su familia porque Noé era justo, no por favoritismo. El Dios del Gén. estaba supremamente interesado en el bienestar humano. A diferencia de los mitos mesopotámicos, los cuales hablan de cómo los dioses crearon a la humanidad como un pensamiento tardío para proveerse ellos mismos de alimento, Gén. declara que la humanidad fue la culminación de la creación de Dios a quien Dios proveyó con alimentos (1:26– 29).
Si bien la creación de la humanidad fue el acto supremo de Dios ésta fue, según Gén., totalmente dañada por causa de "que toda tendencia de los pensamientos de su corazón [mente] era de continuo sólo al mal" (6:5). Fue el pecado humano, y no la fertilidad humana (como en la épica Astrahasis), lo que provocó el diluvio. Y este profundo pesimismo sobre la naturaleza humana y la sociedad de nuevo distinguen la teología de Gén. de las otras creencias orientales antiguas. Los mesopotámicos (como muchos pensadores modernos), p. ej. fueron creyentes en el progreso. Ellos sostuvieron que la civilización babilónica era la más avanzada e ilustrada de todos los tiempos. Gén. declara que fue una de las más decadentes (6:1– 4; 11:1– 9). Gén. traza una "avalancha de pecado", desatada por la desobediencia de Adán, agravada por el asesinato de Caín y culminada por los matrimonios ilícitos de 6:1– 4, la suma de lo cual finalmente generó el diluvio. Este gran acto de "de-creación" fue seguido por una nueva creación así como la nueva tierra emergió de las aguas, y Noé, una especie de segundo Adán, salió para cultivar la tierra. Pero como el primer Adán él también cayó; su hijo Cam actuó peor; y la pecaminosidad humana alcanzó otra altura cuando los hombres de Babel intentaron edificar una torre que alcanzara el cielo. Esto llevó a otro acto de juicio universal en el esparcimiento de las naciones a través del globo.
Fue un hombre que vino de Ur, el centro de esta civilización corrupta, al cual Dios llamó a dejar su tierra, trasladarse a una nueva tierra y formar una nueva nación, de modo que todas las naciones del mundo encontrarían bendición. A pesar de la tristeza que produce el pecado humano, Gén. es fundamentalmente un libro optimista. Declara que el propósito de Dios para la humanidad, insinuado primero en la creación (caps. 1– 2), finalmente sería lograda a través del linaje de Abraham.
Bosquejo del Contenido
1:12:3Prólogo: Dios crea el universo
1:1, 2El principio de la creación
1:3-23La creación continúa
1:24-31La creación de los animales y la humanidad
2:1-3El santo día séptimo
2:44:26La narrativa de los cielos y la tierra
2:43:24El huerto del Edén
4:1-26La primera familia humana
5:16:8La narrativa de la línea de Adán
5:1-32El árbol genealógico de Adán
6:1-8Matrimonios hombre-espíritu y sus consecuencias
6:99:29La narrativa de Noé
6:98:22La historia del diluvio
9:1-17El pacto de Dios con Noé
9:18-29El pecado de Cam
10:111:9La narrativa de Sem, Cam y Jafet
10:1-32La Tabla de las Naciones
11:1-9La torre de Babel
11:10-26La narrativa de Sem
11:2725:11La narrativa de Taré y la historia de Abraham
11:2712:9El llamado de Abram
12:10-20Abram en Egipto
13:1-18Abram y Lot se separan
14:1-24Abram rescata a Lot
15:1-21La promesa del pacto
16:1-16El nacimiento de Ismael
17:1-27El pacto de la circuncisión
18:119:38La destrucción de Sodoma
20:1-18Sara y Abimelec
21:1-21Se separan Isaac e Ismael
21:22-34Tratado con Abimelec
22:1-24El sacrificio de Isaac
23:1-20El entierro de Sara
24:1-67El llamado de Rebeca al matrimonio
25:1-11Los últimos días de Abraham
25:12-18La narrativa de Ismael
25:1935:29La narrativa de Isaac y las historias de Jacob y Esaú
25:19-35Primer encuentro de Jacob y Esaú
26:1-33Isaac y los filisteos
26:3428:9Jacob usurpa la bendición de Esaú
28:10-22Jacob se encuentra con Dios en Betel
29:1-30Jacob se casa con Raquel y Lea
29:3130:24El nacimiento de los hijos de Jacob
30:2531:1Jacob engaña a Labán
31:232:2Jacob abandona a Labán
32:333:20Jacob y Esaú se reconcilian
34:1-31Dina vengada por sus hermanos
35:1-29Fin de viaje para Jacob e Isaac
36:137:1La narrativa de Esaú
37:250:26La narrativa de Jacob
37:2-36Los hermanos de José lo venden a Egipto
38:1-30Tamar humilla a Judá
39:147:31José en Egipto
48:150:26Los últimos días de Jacob y José
Comentario
El comentario ha sido estructurado según las divisiones sugeridas por el texto mismo; éstas no siempre coinciden con la división medieval de los capítulos. Gén. es notable por dividirse a sí mismo en diez secciones importantes, cada una comienza con "Estos son los orígenes de" (2:4; 5:1; 6:9 etc.). Estas diez "narrativas" tienen un prólogo (1:1– 2:3), describiendo a Dios creando en seis días y descansando en el día séptimo. Las narrativas en sí se alternan entre narraciones relativamente largas (p. ej. 6:9– 9:29, "la narrativa de Noé") y breves genealogías (p. ej. 11:10– 26, "la narrativa de Sem"). En la más completa sección del libro (aquella que trata con los patriarcas descendientes de Abraham), la línea "no elegida" es sumada en una genealogía (p. ej. Ismael, 25:12– 18; Esaú, 36:1– 37:1) antes que la historia de la familia de herma nos escogidos sea contada nuevamente en detalles (p. ej. Isaac, 25:19– 35:29; Jacob, 37:2– 50:26).