Riched20 5.50.30.2002;
Hebreos
Introducción
A primera vista Heb. parece ser uno de los libros del NT más difíciles de entender y de relacionar con nuestro mundo moderno. Numerosas citas y alusiones del AT llenan sus páginas y su argumentación está dominada por mucho detalle sobre el sacerdocio y el sistema de sacrificios de Israel. Al tiempo que algunos lectores llegan a la comparación entre Cristo y Melquisedec en Heb. 7, se sienten totalmente perdidos y se preguntan sobre la relevancia que pueda tener todo eso. A ello se suma el hecho de que muchos se sienten desorientados ante los pasajes de advertencias (p. ej. 2:1– 4; 3:7– 4:11; 6:4– 8; 10:26– 31; 12:14– 17) que parecen minar las certezas establecidas en otros pasajes y sugerir que los creyentes pueden "caer" de su relación con Cristo.
El argumento es complejo, pero Heb. es una mina de oro para aquellos que desean profundizar más. Hay un gran tesoro aquí para enriquecer nuestra comprensión de Dios y sus propósitos. Cada sección, cuidadosamente elaborada, contribuye al desarrollo de un tema central, aportando visiones distintas de la persona y obra del Señor Jesucristo y la naturaleza de nuestra salvación. Aunque se utilizan muchos pasajes del AT, algunas secciones de Heb. se basan en la exposición de un solo texto, mientras que otros se usan a manera de apoyo. De ese modo se nos muestra cómo interpretar el AT a la luz de su cumplimiento, y podemos entender cómo las dos divisiones de la Biblia cristiana se entrelazan entre sí. Como regularmente el autor relaciona sus puntos de vista a las necesidades de aquellos a quienes se dirige en primer lugar, podemos aprender cómo aplicar sus argumentos a nuestras vidas contemporáneas. Heb. demuestra que las advertencias y el aliento efectivos están fundados en una buena teología.
¿que Tipo de Literatura Es Esta?
¿Es Heb. realmente una "carta" de acuerdo con su estilo y formato? Ciertamente termina como muchas cartas del NT (13:18– 25), con alientos e instrucciones específicos para aquellos a quienes se dirige. Además, muchos de los pasajes de advertencia o apelación a lo largo del libro muestran un conocimiento personal de la situación de los lectores originales y una abrumada preocupación por su bienestar (p. ej. 5:11– 6:3; 6:9– 12; 10:32– 39; 12:4– 13). Sin embargo, el libro comienza de una manera formal (1:1– 4), sin una palabra sobre quién es el autor o a quién está escribiendo, y sin un indicio de la relación que hay entre ambos. El escritor no ofrece oración alguna por sus lectores en esta parte ni tampoco hay expresiones de agradecimiento (cf. la introducción de la mayoría de las cartas paulinas).
Heb. es un tratamiento ordenado y sistemático de la persona y obra de Cristo, basado en la exposición de ciertos pasajes clave del AT. Por ejemplo, Sal. 8:4– 6 es central para el argumento de 2:5– 18; Sal. 95:7– 11 se expone con cierta extensión en 3:1– 4:13; Sal. 110:4 es el texto clave de 4:14– 7:28; y Jer. 31:31– 34 es el fundamento de la discusión en 8:1– 10:39. Cada pasaje se usa para mostrar cómo los ideales e instituciones del AT llegaron a su cumplimiento en Cristo. De modo que ¿es Heb. más bien un ensayo o tratado teológico?
Considerando su estilo retórico (particularmente las referencias del autor como alguien que está "hablando" a su auditorio, p. ej. 2:5; 5:11; 6:9; 8:1; 9:5; 11:32) y el uso de pasajes del AT como base del argumento en la mayor parte de las divisiones principales de la obra, parece más bien un sermón u homilía en forma escrita, con algunas referencias personales al final. Esto es coherente con la propia descripción del autor en cuanto a que su obra es una "palabra de exhortación" o "palabra de aliento" (DHH, 13:22). La misma expresión se encuentra en Hech. 13:15 para aludir a un sermón después de las lecturas bíblicas en la sinagoga judía en Antioquía de Pisidia. Heb. fue escrito por un predicador con gran sensibilidad pastoral, que deseaba aplicar sus análisis escriturales a las necesidades de un grupo de cristianos en particular por los cuales estaba preocupado.
Ver el artículo "Leyendo las epístolas".
¿quien la Escribio?
Las copias más antiguas del NT colocan este documento entre las cartas de Pablo, pero Heb. en sí misma no declara su autoría. Clemente de Alejandría y Orígenes, escritores del siglo II, confirman que Pablo era generalmente considerado como autor en la parte oriental del Imperio Romano. Sin embargo, notan cuánto difiere Heb. de los es critos de Pablo en su contenido y estilo. Sugieren que Pablo tuvo cierta responsabilidad por la obra, pero que de hecho algún otro la redactó. La aceptación de Heb. como una obra paulina no fue amplia en la iglesia occidental hasta el siglo V. Después de esto, la tradición continuó virtualmente sin ser puesta en duda hasta la Reforma en el siglo XVI, cuando nuevamente fue generalmente cuestionada.
Los eruditos contemporáneos en general concuerdan en que los argumentos contra la autoría paulina son decisivos. Al margen de las principales diferencias de estilo, Heb. desarrolla un retrato de Jesús como sumo sacerdote, y de su obra como cumplimiento del ritual de sacrificios del AT que tie ne poco paralelo en los escritos de Pablo. Al mismo tiempo, muchos temas típicamente paulinos, así como muchos argumentos, están ausentes en Heb. Aun cuando temas similares son tratados, lo son de manera muy distinta. Y Pablo, que apela tanto a su posición como apóstol y testigo visual del Cristo resucitado (p. ej. Gál. 1:11– 16; 1 Cor. 15:8), difícilmente podría haber escrito que recibió el mensaje de Cristo de segunda mano "por medio de los que oyeron" (2:3).
En la iglesia occidental Tertuliano, que escribió en el siglo II, sugirió a Bernabé como autor de Heb. y a menudo esta solución ha sido atrayente para los estudiosos. Como levita de Chipre, este "hijo de consolación" (Hech. 4:36) bien podría haber sido responsable de esta "palabra de aliento" (13:22) que trata con tanta extensión el tema del sacrificio, el sacerdocio y el culto. Como judío de la dispersión, muy probablemente tenía contacto con las enseñanzas helenísticas y filosóficas del judaísmo alejandrino de las cuales el autor de Heb. parece tener algún conocimiento.
Martín Lutero fue el primero en sugerir a Apolos como autor y esta teoría también ha encontrado apoyo. Como judío alejandrino de gran cultura, Apolos era elocuente, tenía un gran conocimiento de las Escrituras y actuaba en la misma esfera misionera que Pablo (Hech. 18:24– 28). Bien podría haber escrito una obra como Heb.
Sin embargo, en conclusión debemos decir que la evidencia en favor de Bernabé o Apolos o de cualquier otro candidato no es decisiva. Ciertamente, no necesitamos conocer la identidad del autor para apre ciar su obra y aceptar su autoridad. Heb. misma indica que la autoría humana de la Escritura es de segunda importancia. Así, p. ej., al reconocer a David como autor del Sal. 95, Heb. insiste en que el Espíritu Santo fue el autor primario (4:7; 3:7). Otra vez, la autoría humana del Sal. 8 no se menciona (2:6) y no es relevante para entender que fue inspirado divinamente como escritura profética. Del mismo modo, debemos estar dispuestos a acep tar que importa poco a quién usó Dios para escribir Heb.
¿cuando Fue Escrita?
Cuando se escribió Heb., los lectores habían sido cristianos por algún tiempo (5:12) y habían experimentado un notorio tiempo de persecución (10:32– 34). Pareciera que ya habían muerto algunos de los líderes originales (13:7), pero Timoteo aún vivía (13:23). Quizá habían pasado varias décadas desde el comienzo del movimiento cristiano. La primera alusión a Heb. en la literatura cristiana primitiva se encuentra en la carta de Clemente de Roma, que data del año 96 d. de J.C. o un poco después. Pero hay razones para creer que Heb. fue escrita bastante antes.
La destrucción del templo de Jerusalén y el cese del sistema de sacrificios tuvieron lugar en el año 70 d. de J.C., pero en Heb. no hay referencia a esa situación, aunque la mayor parte de los detalles del ritual que figuran en la carta son tomados del relato sobre el tabernáculo en el AT, y nuestro autor escribe como si eso continuara (p. ej. 9:6– 9; 10:1– 4). Alguna alusión a los sucesos del 70 seguramente hubiera fortalecido su argumento de que el primer pacto entonces era "viejo y anticuado" (8:13). En consecuencia, parece que lo mejor es llegar a la conclusión de que Heb. fue escrita en algún momento de la década anterior al 70 d. de J.C.
¿cual Era la Situacion de Los Primeros Receptores y Por Que Fue Escrita?
Un repaso de los pasajes de advertencia y aliento revela algo de la situación de aquellos a quienes la carta está dirigida. Por lo menos algunos de ellos estaban en peligro de alejarse del evangelio y de la salvación que ofrece (2:1– 4). Más específicamente, estaban en peligro de endurecer sus corazones en incredulidad, alejándose del Dios viviente y perdiendo algo del "reposo" prometido por Dios (3:7– 4:11). Un síntoma de esa enfermedad espiritual era su falta de voluntad para progresar hacia una comprensión más profunda del mensaje cristia no y sus implicaciones, junto con una carencia de deseo de compartir su comprensión con otros (5:11– 14). Algunos se estaban retirando de la reunión regular de los creyentes, necesaria para el aliento mutuo (10:24, 25).
Sin embargo, el problema no era simplemente de un retraso en el crecimiento espiritual. El autor habla en términos fervientes sobre la fe, la esperanza y el amor que ellos han expresado en tiempos anteriores, cuando estaban expuestos públicamente al insulto y la persecución (10:32– 34). Apela a una renovación de ese celo en todo aspecto (6:11, 12; 13: 1– 19). Aquellos que estaban en peligro de hacer a un lado su confianza en Dios y de abandonar ese compromiso estaban llegando al cansancio y necesitaban toda clase de aliento para perseverar en la fe y soportar las penurias, de modo que pudieran obtener lo que había sido prometido (10:35– 39; 12:1– 13). Quizá estaban desgastados por la conti nua hostilidad de los incrédulos y su esperanza se había debilitado por el retraso del regreso de Cristo (10:35– 39).
Si pasamos a los pasajes que exponen los temas teológicos, podemos discernir algo más sobre las necesidades de los lectores y el propósito del autor al dirigirse a ellos. Heb. comienza con un énfasis sobre la superioridad y finalidad de la revelación que había llegado por medio del Hijo de Dios (1:1– 14). Los lectores son urgidos a no apartarse del mensaje que sobrepasa aun lo que ha sido dicho por los ángeles (2:1– 4). Es un mensaje sobre la salvación eterna, lograda por el Hijo de Dios en su sufrimiento y exaltación celestial (2:5– 18). En una variedad de formas, el autor señala con agudeza que el cristianismo es el cumplimiento de todo lo que ha sido revelado por Dios a Israel en la Ley y los profetas.
Como aliento a los lectores para que se mantengan firmes en la fe, el autor comienza desarrollando la idea de que Jesús es "un sumo sacerdote misericordioso y fiel" (2:17, 18; 4:14– 5:10). Este retrato de Jesús como sumo sacerdote continúa en el cap. 7, donde se sostiene que la "perfección" no podría encontrarse en el método de acercamiento a Dios asociado con el sacerdocio judío tradicional. El cap. 8 continúa estableciendo que el sacerdocio superior de Jesús inaugura el nuevo pacto prometido en Jer. 31:31– 34. La muerte de Jesús y su exaltación celestial se presentan como el cumplimiento y el reemplazo de todos los rituales de sacrificios en el primer pacto, proveyendo un perdón de pecados eternamente efectivo y la seguridad de recibir la herencia prometida eternamente (9:1– 10:18).
Esta sección central de Heb. se discute con tanto fervor y se impone con tantas comparaciones específicas entre lo que provee la ley mosaica y lo que ha sido logrado por Cristo, que se puede suponer que los lectores hayan sido predominantemente judíos cristianos. Aunque el título "a los hebreos" se remonta al siglo II, es probable que no formara parte del texto original. Sin embargo, la mayoría de los comentaristas argumenta que nos señala la dirección correcta. Por lo menos algunos de los que recibieron la carta estaban tentados a volverse al judaísmo o no estaban dispuestos a romper los últimos vínculos con su religión ancestral. Quizá había alguna presión de origen judío que los motivaba a actuar así, o quizá se trataba simplemente de la tentación de volver a la confortable seguridad de los viejos caminos. Desde la perspectiva del autor, recaer en la religión del AT era de hecho volver la espalda al Dios viviente (3:12), dado que el Hijo de Dios había inaugurado la perfección del nuevo pacto (9:11– 15) y alcanzado las realidades que el AT apenas había previsto (10:1).
Después de decir todo esto, es difícil estar completamente seguro sobre la ubicación exacta de los primeros lectores o sobre la forma precisa de judaísmo desde la cual se habían vuelto a Cristo. Al parecer, eran judíos de la dispersión más que de Palestina. Probablemente la Escritura que manejaban era el AT en gr. más que en Heb. La expresión "os saludan los de Italia" (13:24) probablemente significa que algunos creyentes italianos estaban con el autor y querían mandar un mensaje a los que estaban radicados en alguna parte de su tierra. Siendo más específicos, se puede argumentar que los receptores eran un sector judío de la comunidad cristiana en Roma.
Como se ha notado previamente, las citas más antiguas de Heb. aparecen en una carta de Clemente de Roma. Asimismo, la referencia a la persecución en 10:32– 34 (sin derramamiento de sangre, 12:4) podría ser relacionada con los problemas en Roma cuando Claudio llegó a ser emperador. El historiador romano Suetonio registra que los judíos "se dedican continuamente en tumultos por instigación de Chrestus". Se entiende generalmente que estos tumultos tuvieron lugar por la introducción del mensaje sobre Cristo (que Suetonio menciona como "Chrestus") en la colonia judía de Roma. Hech. 18:2 menciona dos judíos cristianos, Priscila y Aquilas, que se contaban entre los judíos expulsados de la capital por Claudio en el año 49. Heb. puede haber sido escrita algunas décadas después a un grupo de tales personas en Roma, donde la persecución anticristiana estaba aumentando otra vez.
En cierto nivel Heb. continúa siendo una advertencia sobre las consecuencias de retirarse de la comunidad cristiana, haciendo a un lado a Jesús y abandonando la esperanza en él. En el lado positivo, actúa como una palabra de aliento a perseverar en la fe, esperanza y amor, sean cuales fueren las luchas y dificultades que debamos enfrentar. El autor trata de promover esa perseverancia poniendo la mirada de sus lectores en Jesús (3:1; 12:2, 3). Como Hijo de Dios y sumo sacerdote del nuevo pacto, él es la revelación definitiva de Dios y sus propósitos, y el único que por sí mismo puede llevarnos a compartir su reinado celestial.
¿Cual es la Estructura de su Argumento?
El estudio detallado de la estructura de Heb. revela un patrón de temas cuidadosamente balanceado e intrincadamente tejido. Albert Vanhoye, que ha hecho la contribución más significativa en este aspecto de la investigación, observa que por lo regular el autor anuncia el tema de una nueva sección cuando está concluyendo la anterior. Estos "anuncios del tema" se hallan en 1:4; 2:17; 5:9, 10; 10:36– 39; 12:12, 13. Ciertas "palabras gancho" relacionan el comienzo de una nueva sección con la precedente. En cada sección principal de la argumentación hay "términos característicos" que pueden estar limitados en gran medida a esa parte del libro. Finalmente, hay indicaciones específicas del fin de cada segmento. De ese modo, el libro puede ser dividido ampliamente en secciones como sigue.
Cuando concluye la breve pero profunda introducción a Heb. (1:4), el autor indica que la siguiente sección principal abarcará una comparación entre el Hijo y los ángeles. "Angeles" es un término característico del argumento desde 1:5 hasta 2:16 y sólo aparece una vez más en el libro en 13:2. "Angeles" también es la "palabra gancho" que relaciona 1:4 con 1:5 y señala el fin de toda la sección (2:16). En medio de ella hay un llamado (2:1– 4) a responder apropiadamente al mensaje traído por aquél que es mayor que los ángeles.
En 2:17 el autor anuncia que el tema de la próxima sección (3:1– 5:10) será el de Jesús como sumo sacerdote misericordioso y fiel. "Fiel" es el término característico de la primera subdivisión (3:1– 4:14) y también la "palabra gancho" que relaciona 2:17 con 3:2. "Sumo sacerdote" es otra "palabra gancho", pues es un término que comienza y termina ambas subdivisiones (3:1; 4:14; 4:15; 5:10) y es característica de toda la sección. Después de una breve comparación entre la fidelidad de Jesús y la de Moisés (3:1– 6), el autor provee una prolongada exhortación a los lectores para que mantengan su fe en Jesús (3:7– 4:14). La simpatía de Cristo como sumo sacerdote celestial lo capacita para ser misericordioso hacia los pecados de su pueblo y proveerle ayuda para soportar fielmente (4:15– 5:8). Su capacidad de compadecerse (4:15) ante la situación de ellos fue alcanzada durante su período terrenal de sufrimiento (5:8) y prueba.
En 5:9, 10, el tema de la tercera sección principal de Heb. se anuncia: Jesús es el sumo sacerdote perfecto según el orden de Melquisedec y la fuente de eterna salvación. Antes de entrar en la exposición de estos grandes temas, el autor advierte a los lectores que no se vuelvan perezosos y sin deseo de crecer hasta la madurez en Cristo (5:11– 6:20). Es claro que la intención es la de motivarlos a tomar nota de la enseñanza que sigue y aplicarla a su propia situación. Esto lleva a una explicación de lo que significa declarar que Jesús es el sumo sacerdote "según el orden de Melquisedec" (7:1– 28). En términos amplios, los caps. 8 y 9 muestran cómo el "perfeccionamiento" de Jesús como sumo sacerdote, en su sufrimiento, muerte y exaltación celestial, lleva a la perfección del nuevo pacto para los creyentes. Luego el autor desarrolla la noción de que Jesús es la "fuente de eterna salvación" en 10:1– 18. En pro de la sencillez, no es adecuado entrar en detalles sobre todas las palabras clave y subdivisiones de estos capítulos. La sección central de Hebreos concluye con un llamado (10:19– 39) que extrae las implicaciones de la enseñanza precedente.
La fe y la perseverancia son el tema de la cuarta sección principal (11:1– 12:13) y esto se anuncia en 10:36– 39. La fe es el tema enfocado en la primera subdivisión de esta sección (11:1– 40) mientras que la perseverancia es más bien el énfasis de la segunda (12:14– 13:17). La quinta sección de Heb. (12:14– 13:17) no es tan fácil de relacionar en la forma en que se han usado los criterios precedentes. Sin embargo, sus apelaciones claramente tienen que ver con la remoción de todos los obstáculos a la fe, la perseverancia y la prosecución de una vida piadosa. El anuncio del tema en 12:12, 13 sugiere que sea un desafío a "allanar el camino para vuestros pies". En forma más general podemos poner el título: "Apelaciones para un estilo de vida que honre a Dios". Algunos pedidos y saludos personales forman la conclusión de la obra en su conjunto (13:18– 25).
Bosquejo del Contenido
1:1-4Introducción: La palabra final de Dios
1:52:18El Hijo y los ángeles
1:5-14La superioridad del Hijo sobre los ángeles
2:1-4Un llamado a mantenerse fieles al Hijo y su mensaje
2:5-18La humillación y exaltación del Hijo
3:15:10Jesús como sumo sacerdote misericordioso y fiel
3:1-6La fidelidad de Cristo
3:74:13Un llamado a la fidelidad
4:145:10La compasión de Cristo
5:1110:39Jesús el perfecto sumo sacerdote según el orden de Melquisedec y fuente de eterna salvación
5:116:20Un llamado a aprender y progresar
7:1-28El sumo sacerdocio eterno de Cristo
8:1-13El mediador del nuevo pacto
9:1-10Las limitaciones del antiguo pacto
9:11-28El logro de Cristo en su muerte y exaltación
10:1-18Los beneficios del nuevo pacto
10:19-39Un llamado a perseverar en los beneficios del nuevo pacto
11:112:13Fe y perseverancia
11:1-40Una celebración de la fe
12:1-13Un llamado a la perseverancia
12:1413:25Llamados a un estilo de vida que honre a Dios
12:14-17Una advertencia final contra el fracaso
12:18-29Respondiendo al llamado de Dios
13:1-17La adoración y la vida cotidiana
13:18-25Mensajes personales y bendición final