Riched20 5.50.30.2002;
Joel
Introducción
Fecha
La introducción en 1:1 no nos da información acerca del profeta fuera del nombre de su padre. El mensaje divino, más que el mensajero, es lo que importa. Por tanto, el conocimiento del trasfondo puede obtenerse solamente de la evidencia interna. Es útil descubrir tanto como sea posible acerca del trasfondo histórico y social de los escritos proféticos. De esa manera podemos entrar inteligentemente en el mensaje del profeta para su propio tiempo, y esto nos ayuda a aplicarlo a nuestra propia situación.
Solía pensarse que el orden de los libros en los profetas menores era significativo para la fecha de Joel. Ciertamente hay una secuencia histórica im precisa, pero no debemos encerrarnos en una fecha temprana por esa razón. La colocación del libro de Joel es un tema interesante al que debemos regresar luego (véase también gráfica en la pág. 656).
El indicio más claro para fechar Joel viene de la información histórica provista en las acusaciones de 3:2, 3, 5, 6. Ahora se acepta generalmente que se acomodan mejor a los terribles eventos de la destrucción de Jerusalén en 586 a. de J.C. y sus consecuencias. El templo fue destruido en ese tiempo, pero juntamente con sus rituales está conspicuamente presente en los mensajes de Joel (1:9, 13, 14, 16; 2:14, 17; cf. 3:18). Por eso, es razonable fijar la fecha no sólo después de regresar los judíos del exilio en Babilonia, sino después de la reconstrucción del templo en 515 a. de J.C. Los sabeos (3:8) fueron desplazados por los mineos como comerciantes árabes importantes para el año 400 a. de J.C. En línea con este cuadro general del tiempo está la impresión de que Joel cita una cantidad de pasajes bíblicos y tradiciones evidentemente escritos antes y bien conocidos por sus oyentes.
Ocasion
Sabemos por otros libros posteriores al exilio que este período fue muy difícil política y económicamente para los colonizadores judíos. Hageo menciona una mala cosecha que devastó la comunidad cuando los recursos fueron insuficientes (Hag. 1:6, 10, 11; 2:19). Una crisis agrícola fue la carga del ministerio de Joel, tan grave que amenazaba la supervivencia de los esforzados colonizadores. Experi mentaron una severa plaga de langostas que afectó la cosecha más de un año (1:4; 2:25). Las langostas son todavía una amenaza seria, notablemente en países africanos, aunque la fumigación con pesticidas, especialmente desde el aire, ha disminuido su nocividad matándolas antes de que maduren y se reproduzcan. Para este fin, en una sola semana en septiembre de 1986 cuatro aviones DC-7 fumigaron con malathion cerca de un millón de acres en Senegal . Un enjambre puede contener hasta diez mil millones de langostas. En un pie cuadrado pueden caber hasta un millar de saltamontes recién incubados. Una sola langosta puede viajar 5.000 km. du rante su vida, y devastar la vegetación donde quiera que aterrice junto con su enjambre. Un enjambre puede devorar en un día lo que 40.000 personas comen en un año. En una invasión de 1958 Etiopía perdió 167.000 metros cúbicos de grano, suficiente para alimentar a un millón de personas por un año. (La mayor parte de estos datos fueron tomados de World Vision, dic. 1986-enero 1987.)
Una infestación así significó que había una grande duda respecto a la supervivencia de la comunidad judía. ¿Qué podían hacer? La religión ju gaba un papel muy importante en la sociedad antigua, y Judá no era la excepción. Los profetas eran figuras aceptadas en la religión judía. Por eso la función de Joel fue interpretar la plaga de langostas en términos religiosos y dirigir a la comunidad a tomar medidas religiosas adecuadas para enfrentar el problema. Parece que Joel era un profeta oficial del templo. El papel crucial desempeñado por tales profetas en tiempos de crisis na cional lo ilustra la narración de 2 Crón. 20:1– 20. Allí el profeta tenía autoridad para contestar en el nombre de Jehovah, el Dios de Israel, una oración nacional de lamento, y prometer liberación de la crisis. Ese mismo poder fue reclamado por Joel. Los Salmos también pro veen evidencia del ministerio de los profetas de advertir a la gente para que enderezara sus caminos (Sal. 81:8– 16; 95:7– 11). Este papel es evidente en la primera parte del libro de Joel.
Proposito
¿Qué significado religioso encontró Joel en la plaga? El lo interpretó como una advertencia de Dios para regresar a él, así como Amós lo hizo en un período anterior: " 'La langosta comió vuestros muchos huertos, vuestras viñas, vuestras higueras y vuestros olivos. Pero no os volvisteis a mí', dice Jehovah" (Amós 4:9). "Volver" se refiere a la relación de pacto entre Jehovah y su pueblo. Este concepto subyace en todo el ministerio profético de Joel. Es evidente en frases tales como "vuestro Dios" (2:13, 26, 27; 3:17), "mi pueblo" (2:27; 3:2, 3) y "su pueblo" (2:18; 3:16). Además, aunque el nombre político de la comunidad era Judá (3:1, etc.), Joel también usa su nombre de pacto, Israel (2:27; 3:2, 16).
En el AT el pacto es un concepto trilateral que incluye la tierra. El triángulo se expresa claramente en 2:18: "Entonces Jehovah tuvo celo por su tierra y se apiadó de su pueblo." También se revela en la descripción de los judíos como "todos los habitantes de la tierra" (1:2. 14; 2:1; cf. Ose. 4:3). El don de Dios de la tierra era un instrumento sensible que registraba el estado espiritual del pueblo. Era fértil en tiempos de comunión y obediencia, pero estéril y sin vida en tiempos de deslealtad. Ciertamente las plagas de langosta se presentan como una de las maldiciones del pacto en Deut. 28:38, 42, mientras que la prosperidad agrícola se acredita a las bendiciones de Jehovah (Deut. 28:4, 8, 11, 12).
Esta dependencia íntima de la fortuna material por hacer la voluntad de Dios subyace en los mensajes de Joel. Otras partes del AT, notablemente el libro de Job, la limitan y en el NT no se apela a menudo a ella (véase Mat. 6:33; 2 Cor. 9:6– 11; Fil. 4:15– 19). Sin embargo, permanece una afinidad básica entre la humanidad y el resto de la creación que ignoramos a nuestro riesgo. El ambiente es una preocupación humana y, por tanto, cristiana.
El sistema del pacto, con su delicado equilibrio de bendición y maldición, estaba condicionado (cf. Jer. 14:21). De hecho, Dios tenía el derecho de anularlo si el pueblo rehusaba cumplir su parte, aunque dependía de él si ejercía ese derecho. Había grados obvios de maldición, cuya intención era tanto castigar como advertir, como en Amós 4:6– 11. El último juicio se expresa en Amós 4:12 como "venir al encuentro de tu Dios", en una siniestra confrontación que trascendería previos castigos providenciales (pero véase Amós 4:12).
Además, la confrontación se describe en Amós 5:18– 20 como "el día de Jehovah" que irónicamente sería "día de tinieblas y no de luz". Este concepto, que Amós relacionaba históricamente con la destrucción permanente del reino de Israel en el norte en 721 a. de J.C., tuvo una fuerte influencia en profetas posteriores. Joel hizo gran uso de él, pero mientras que para Amós Dios iba a emplear fuerzas humanas para hacer la guerra a su pueblo, para Joel una fuerza natural iba a ser el instrumento. El, sorprendentemente, interpretaba la plaga de langosta en términos de "el día de Jehovah", como la primera etapa en la aniquilación del pueblo del pacto (1:15; 2:1, 11). El tuvo precedentes en Ezequiel y Abdías, que entendieron la destrucción del estado de Judá, junto con su monarquía y el templo, en 586 a. de J.C., en términos del "día de Je hovah" (Eze. 7; 34:12; Abd. 8– 14; cf. Lam. 2:21, 22). Sin embargo, Joel presentó una oportunidad de detener el castigo para el Judá posterior al exilio si se realizaban ritos de servicio pú blico de duelo, sincero arrepentimiento y oración que honraran a Dios (1:14; 2:16, 17). Evidentemente esos pasos fueron dados, y a través de Joel se comunicó una respuesta favorable. Prometía un fin a la plaga de langosta y también prometía bendiciones agrícolas (2:18– 27).
Allí podría haber terminado el libro, pero no fue así. En el período posexilio había una fuerte expectación de una futura edad de bendiciones fina les. El juicio divino del exilio se consideraba como un momento decisivo en la relación del pueblo con Dios. La restauración de la tierra significaba la restauración al favor divino y a la venida de una edad de oro prometida por Jeremías y Ezequiel y en Isaías 40– 55. Una tarea principal de los profetas del posexilio fue la de explicar por qué esas esperanzas no se habían materializado todavía. El concepto del día de Jehovah estaba entretejido en esas esperanzas, que incluían vindicación y por tanto adelanto político para Judá a costa de los vecinos nacionales a cuyas manos había sufrido. Lam. 1:21 y Abd. 15– 21 son expresiones de este desarrollo que heredó Joel. De esta manera, el día del Señor cubría el juicio y también la salvación para el pueblo de Dios, y esta última significaba juicio para otras naciones (cf. Eze. 30:2– 4). En su forma más compleja también incluía salvación para otras naciones (Sof. 3:9; cf. Sof. 1:14– 18; 3:8), pero, como en el caso de Joel, no siempre era pastoralmente sabio pensarlo o decirlo.
Muy lógicamente, entonces, una vez que el tema del día del Señor había sido aplicado a las langostas, se precipitó en 2:28– 3:21 para incluir otros aspectos íntimamente asociados con él.
Posicion en el Canon
En los Sal. algunas veces hay parejas con temas relacionados, como los Salmos 105 y 106, 111 y 112. Entre los profetas menores, que en el canon judío representan un solo libro, Joel y Amós parecen haber sido colocados juntos por razones literarias. Los vínculos entre los dos libros son los temas compartidos de Joel 3:16 y Amós 1:2, y de Joel 3:18 y Amós 9:13. Un terremoto, mencionado en Joel 2:10 y 3:16, reaparece en Amós 1:1; 8:8; 9:5. Las langostas de Amós 4:9 recuerdan a Joel 1 y 2, mientras que el tema del día de Jehovah en Amós 5:18– 20 se conecta con el todo de Joel. El colocar los libros juntos sirvió para arrojar luz sobre cada uno, aunque los separaban más de 300 años de historia.
Significado
Necesitamos captar el mensaje que Joel trajo a sus contemporáneos antes de que podamos escucharlo para nosotros. Eso incluye el apreciar la propia espiritualidad del libro. Joel recibió una visión de la experiencia humana que lo capacitó para relacionarla con los propósitos de Dios. Detrás del infortunio humano no siempre está el disgusto de Dios, como en el AT lo muestra claramente el libro de Job. Pero el NT algunas veces ve a Joel relacionando los infortunios de los creyentes con el juicio divino (1 Cor. 11:30– 32; Heb. 12:5– 11). Los pasa jes de advertencia en Heb. (p. ej. Heb. 10:26– 31) y las cartas a las iglesias en Apocalipsis, especialmente la de Laodicea (Apoc. 2:5; 3:3, 14– 22), se parecen a Joel cuando hablan en fuertes términos de los peligros de la traición es piritual. Sin embargo, si Joel tuvo que hablar ásperamente a los pecadores endurecidos, él también supo cuándo hablar elocuentemente del amor de Dios (2:13), en forma muy parecida al caso de Heb. 6:9– 12 (cf. 2 Ped. 3:9).
Joel funcionaba como maestro, citando pasajes de la Biblia y tradiciones religiosas y aplicándolas a su propio tiempo. Por ejemplo, en 2:13 él citó la hermosa descripción de Dios que se encuentra en la adoración israelita (cf. Exo. 34:6; Sal. 86:15) y la usó como un incentivo para el arrepentimiento. El también tuvo cuidado de preparar el camino para los oráculos divinos, como cuando comunicaba sus desafíos a diferentes grupos de gente (1:2– 18) y ofrecía una muestra de oración (1:19– 20) antes que Dios convocara al pueblo a una asamblea para adoración de arrepentimiento en Jerusalén (2:1). Además, él explicaba oráculos cuando eran dados: en 2:13 ("volved a Jehovah ... ") el llamado divino de 2:12 es reforzado con razones para obedecerlo, y en 2:32 se aclara el significado de la intención de Dios para su pueblo (vv. 30, 31).
El ministerio profético de Joel incluía el papel de pastor. En el nombre de Dios él era sensible a las frustraciones y angustias de una minoría étnica. El remplazaba la desesperación con esperanza, y una pobre autoimagen con confianza en los propósitos positivos de Dios. Dios reconocería y revertiría el sufrimiento de su pueblo a manos de las naciones (3:2, 3, 5, 6, 19), vindicándolos y bendiciéndolos. Siempre que la iglesia se sienta insegura y amenazada por un mundo hostil, puede volverse a Joel en busca de sostén.
El intérprete cristiano de Joel debe preguntar si el NT hizo uso directo del libro. Como veremos en el curso del comentario, había un doble uso del material que mira hacia adelante al fin de los tiempos. Primero, en una manera directa la venida del día de Jehovah era relacionada con la segunda venida de Cristo, cuando Dios prepararía un ataque final sobre las fuerzas del mal. Segundo, la promesa del derramamiento del Espíritu en 2:28, 29 y el lenguaje del día de Jehovah en 2:30– 32 recibieron una interpretación sofisticada en el discurso de Pedro en Pentecostés en Hech. 2:16– 21, 33 y 38– 40. El uso doble refleja una convicción de que para la iglesia los últimos días ya han comenzado, pero no se han completado, mientras que para el mundo todavía están en el futuro.
Algunos consideran que la bendición nacional y material para Judá en 3:17– 21 será un día disfrutada por el pueblo judío. Sin embargo, hay muy poco apoyo en el NT para este reclamo (véase Luc. 21:24). El tenor general de su enseñanza reclama para la iglesia, compuesta de judíos y gentiles, una versión espiritualizada de las promesas del AT. Sin embargo, hay indicios de que una tierra renovada es parte del propósito final de Dios (Rom. 8:21; 2 Ped. 3:13).
Bosquejo del Contenido
1:1Introducción
1:22:17Llamados a la oración
1:2-4La seriedad de la situación
1:5-12Desafíos a grupos diferentes
1:13-20Un llamado a la oración pública
2:1-11Predicando por un veredicto
2:12-17La única oportunidad
2:183:21Respuestas a la oración
2:18-27Victoria sobre las langostas
2:28-32Renovación y protección para el pueblo de Dios
3:1-17Tribulación para las naciones y seguridad para Israel
3:18-21Bendiciones para el pueblo de Dios