SemiticaDict;Riched20 5.50.30.2002;
Romanos
Introducción
La carta de Pablo a la comunidad cristiana en Roma es uno de los documentos teológicos más importantes que jamás se hayan escrito. Su influencia sobre la iglesia ha sido enorme: Rom. desempeñó un papel fundamental en el modelado de la enseñanza de Agustín, Calvino, Lutero y Wesley, por mencionar sólo algunos. Sin embargo, Rom. no es una teología sistemática, sino una carta escrita en circunstancias históricas concretas. La entenderemos mejor si entendemos aquellas circunstancias (ver también el artículo general, "Leyendo las epístolas").
Circunstancias Generales
1. Pablo
En 15:14– 29 Pablo nos proporciona algunos detalles acerca de sus propias circunstancias. Está en camino a Jerusalén, adonde se dirige con el propósito de entregar a la iglesia judía el dinero que reunió entre las obras misioneras gentiles. Desde Jerusal én Pablo planea seguir su viaje a España, a fin de iniciar un trabajo evangelístico allí. De camino a España, espera detenerse en Roma. Comparando estos planes con la narración de Lucas en Hech., podemos llegar a la conclusión de que Pablo escribió Rom. hacia el final de su tercer viaje misionero, probablemente durante su estadía de tres me ses en Grecia (Hech. 20:3– 6). Indudablemente, él pasó la mayor parte de este tiempo en Corinto (ver 2 Cor. 13:1, 10), y una confirmación indirecta de que éste fuese el lugar desde el cual escribió Rom., surgiría de la recomendación que Pablo hace respecto a Febe, quien era de Cencrea, el puerto marítimo adyacente a Corinto (16:1, 2). Esta estadía en Corinto probablemente ocurrió en el año 57 d. de J.C., aunque bien podría haber sido un año antes o después.
Un factor que reviste cierta importancia en nuestro entendimiento de Rom. es la indicación que hace Pablo en estos versículos de haber alcanzado un punto decisivo en su carrera como misionero. "No teniendo más lugar en estas regiones", es decir en la zona del Mediterráneo oriental (15:23), había decidido ir a predicar en España. Al dejar establecidas iglesias pujantes "desde Jerusalén hasta los alrededores del Ilírico" (15:19), él entendió que el trabajo asignado por Dios de plantar iglesias estratégicas a través de las cuales pudiera proclamarse el evangelio ya estaba cumplido en esa región. Del mismo modo en que un pionero, cuando observaba el humo de la cabaña de alguien, consideraba el lugar poblado y se sentía impulsado a seguir en busca de terreno virgen, Pablo sintió que ya no había lugar para él debido al número de cristianos en el lugar en que estaba ministrando, y quiso encaminarse hacia lo que hoy denominaríamos "pueblos no alcanzados".
2. La iglesia en Roma
Algunas tradiciones tempranas señalan a Pedro como el fundador de la iglesia romana, pero esto es improbable. Es más probable que peregrinos judíos de Roma, convertidos a través de la predicación de Pedro el día de Pentecostés, sembraron el evangelio entre la numerosa comunidad judía en la ciudad capital (en Hech. 2:10 Lucas indica que judíos de Roma estuvieron presentes ese día). Al igual que en muchas otras ciudades, no todos los judíos de Roma abrazaron esta nueva enseñanza mesiánica. El historiador Suetonio señala que el emperador romano Claudio expulsó de Roma a los judíos "por que estaban permanentemente alborotando, instigados por Cresto" (Life of Claudius, 25:2). Casi con seguridad se refería a violentos debates dentro de la comunidad judía con respecto a la afirmación de los cristianos de que Jesús era el "Cristo" (gr. Cristos), cambiado aquí por "Cresto". La expulsión de los judíos, entonces, habría incluido a judíos cristianos, tal como lo infiere Lucas cuando menciona que fue por causa de este edicto de Clau dio, que Priscila y Aquilas llegaron a Corinto (Hech. 18:2). La expulsión (que probablemente podría fecharse en el año 49 d. de J.C.) habría tenido un efecto importante en la conformación de la comunidad cristiana en Roma: los gentiles, que hasta ahora constituían la minoría entre los creyentes, quedaban como los únicos cristianos en la ciudad. Por lo tanto, aun cuando para el tiempo en que Pablo escribe Rom. los judíos habían sido autorizados a regresar a Roma Priscila y Aquilas, p. ej. habían regresado (Rom. 16:3, 4) los gentiles eran mayoría en la iglesia, y dominaban tanto su liderazgo como su tono teológico.
Trasfondo Literario
Las variantes textuales en los caps. 14– 16 generan preguntas respecto al formato original y del trasfondo literario de Rom. La doxología (16:25– 27) al final de la carta en algunos manuscritos está ubicada al final del cap. 14, en otros se repite al final de los caps. 14 y 16, y en un texto más temprano está al final del cap. 15. Algunos manuscritos la tinos no solamente contienen la doxología al final del cap. 14, sino que omiten la totalidad del cap. 15 y el resto del cap. 16. Esta información hace pensar en la posibilidad de que el formato de 16 capítulos que tenemos en la actualidad puede haber sido precedido por un formato de 14 o 15 capítulos. La reconstrucción quizá más difundida afirma que Pablo había escrito primeramente los caps. 1– 15, con la doxología a la iglesia en Roma, y que luego envió esta carta, con el agregado de 16:1– 23, a la iglesia en Efeso. Esto no sólo explicaría por qué la doxología aparece tanto al final del cap. 15 como el 16, sino que también daría razón de la lista de personas a quienes Pablo saluda en 16:3– 16. Una relación personal con tantos creyentes en Roma, una iglesia que Pablo nunca había visitado, parece algo poco probable, pero sí tiene sentido si estos versículos fueron escritos a la iglesia en Efeso, con la que Pablo tenía una larga y cercana relación. (El más destacado defensor de esta teoría es T. W. Manson, "St. Paul's Letter to the Romans and Others", The Romans Debate, ed. K. Donfried [Augsburg, 1977], pp. 1– 16.)
No obstante, esta teoría y otras similares a ella deben rechazarse. Por un lado, la evidencia textual que la fundamenta es demasiado pobre. Sin duda, hay un ms. que sí coloca la doxología al final del cap. 15; pero el mismo ms. incluye 16:1– 23. No poseemos manuscrito alguno que responda al formato de 15 capítulos que propone Manson. Existe evidencia de un formato del texto en 14 capítulos, pero es muy improbable que Pablo haya escrito tal texto, dado que se interrumpe en la mitad de su argumento acerca de los "fuertes" y los "débiles" (14:1– 15:13). Los cristianos de los primeros tiempos seguramente fueron los responsables de la omisión de los dos últimos capítulos de la carta, quizá para darle un interés más universal (Harry Gamble, Jr., The Textual History of the Letter to the Romans [Eerdmans, 1977]). No obstante, es más probable, como sugiere Orígenes, que haya sido Marción (un teólogo del siglo II a quien desagradaban los elementos judíos y del AT dentro del cris tianismo) quien quitó estos capítulos.
Tenemos buenas razones, entonces, para pensar que la carta incluida en nuestras Biblias es sustancialmente idéntica a la carta que Pablo escribió a la iglesia romana. ¿Cómo se explican, entonces, los numerosos saludos? Primero, que Pablo pudo haber conocido a algunas de estas personas como Priscila y Aquilas cuando estuvieron exiliados de Roma durante el ministerio de él en el este. Los famosos caminos romanos, bien construidos y bien mantenidos brindaban excelentes oportunidades para viajar a través del mundo mediterráneo del primer siglo. Segundo, que Pablo pudo haber apro vechado la oportunidad que le brindaba su falta de relación con la iglesia en Roma, para saludar a cada cristiano que él conocía en la ciudad.
Destinatarios
Pablo parece enviar señales mezcladas con respecto a los destinatarios específicos que él tenía en mente mientras escribía a la iglesia en Roma. Por un lado, hay varios elementos en la carta que señalan a una audiencia principal, si no exclusivamente, judía: saluda a los cristianos judíos en 16:3, 7, 11; se dirige al "judío" en 2:17 e implica que sus lectores están muy relacionados con la ley mosaica (cf. 6:14; 7:1, 4); él llama a Abraham "nuestro progenitor" (4:1); y dedica una considerable atención a temas "judíos", p. ej. el pecado y el fracaso de los judíos (2:17– 3:8), el lugar de la ley en la historia de la salvación (cap. 7) y el pasado y futuro de Israel (caps. 9– 11). Los indicios de la existencia de lectores gentiles son, sin embargo, igualmente claros: la introducción de la carta asocia a los romanos con los gentiles entre los cuales Pablo había sido llamado en especial a ministrar (1:5, 6; cf. 1:13 y 15:14– 21); Pablo les habla en forma directa (11:11– 24) y su alegato por la unidad y la tolerancia parece estar especialmente dirigido a ellos (15:7– 9). W. G. Kümmel resume en forma sucinta la ambigüedad de esta evidencia: "Ro manos manifiesta un doble carácter: es en esencia un debate entre el evangelio paulino y el judaísmo, de modo que parece obvio que los lectores eran cristianos judíos. No obstante, la carta contiene declaraciones que indican de manera específica que la comunidad era cristiana gentil" (Introduction to the New Testament [SCM, 1975], p. 309).
Frente a esta evidencia conflictiva, algunos estudiosos han llegado a la conclusión de que Pablo tenía en mente una audiencia definidamente judía, otros opinan que él estaba escribiendo a una audiencia en su totalidad gentil, y aun otros, que él se estaba dirigiendo en algunos momentos a judíos y en otros a gentiles. La evidencia se explica mejor, no obstante, a través de la suposición de que la audiencia a la que Pablo se dirigía estaba compuesta por cristianos tanto judíos como gentiles. No obstante, la manera en que Pablo relaciona a la iglesia con su ministerio a los gentiles en 1:5, 6, sugiere que los gentiles constituían una mayoría tal que la iglesia había adquirido tanto una identidad como características gentiles.
Estilo Literario
Las cartas antiguas podían variar de notas breves e íntimas a integrantes de la familia, a tratados detallados destinados a una audiencia más amplia. Entre las cartas de Pablo, Rom. es con toda claridad la que está más cerca del segundo tipo mencionado. Así, en tanto que Rom. tiene la introducción (1:1– 15) y cierre (15:14– 16:27) típicos de una carta, su rasgo más destacado es su prolongado argumento teológico/pastoral en 1:16– 11:36. En ningún lugar de esta extensa sección llega Pablo a hablar directamente a los cristianos romanos, como tales, ni a sugerir que ellos son la causa de los te mas que está desarrollando. Y esto resulta cierto aun en el pasaje de 12:1– 15:13, de orientación más "práctica" (aunque es probable que las apelaciones a los "fuertes" y a los "débiles" en 14:1– 15:13, reflejen un problema concreto en Roma). El movimiento de la carta está dictado más bien por la lógica interna del evangelio que por temas locales. Esto no significa que Pablo haya escrito la carta co mo quien vive aislado: Rom. no es un tratado teológico sin relación al tiempo, sino una carta, escrita a una iglesia concreta en una situación concreta. Rom., al igual que todas las cartas de Pablo, es un documento ocasional. No debemos olvidar la audiencia que él tenía en mente al escribir. El carácter de la carta destaca con claridad, a la misma vez, que la ocasión para su escritura debe haber descansado en la ne cesidad de tocar determinados temas teológicos que eran relevantes a los primeros cristianos en forma general, y a cada creyente en Cristo desde entonces.
En algunas ocasiones los estudiosos han intentado una identificación más precisa de la naturaleza de Rom., comparándola a tipos específicos de cartas de otros trabajos literarios en el mundo antiguo. En tanto que estos intentos a menudo arrojaron luz sobre ciertos rasgos específicos de Rom., ninguno de ellos puede considerarse como una identificación aceptable de la carta como un todo. Tal como concluye James Dunn: "Lo distintivo de la carta se impone ampliamente sobre el significado de su conformidad con la costumbre literaria o retórica de su momento" (Romans 1– 8 [Word Books, 1988]).
Proposito
El estilo de "tratado" que presenta Rom. da lugar a una pregunta crítica acerca de la carta: ¿por qué escribió Pablo esta carta en particular, a esta iglesia particular? Poco dice él respecto a su propósito al escribir, de modo que nuestra respuesta a esta pregunta debe fundamentarse en nuestro análisis del contenido de la carta, contrastado con las circunstancias generales en que fue escrita (ver arriba). Las respuestas más probables pueden reunirse en dos grupos principales: aquellas que centran la atenci ón en la propia situación de Pablo, y aquellas que centran la atención en la situación de los cristianos romanos.
1. La atención centrada en las circunstancias de Pablo
Hay tres posibilidades que debemos mencionar. Primera, que Pablo pudo haber estado escribiendo para presentarse a los romanos y explicarles sus creencias, con el propósito de asegurarse el apoyo de ellos para su misión a España. Segunda, Pablo, sabiendo que visitaría Roma en fecha no muy lejana, pudo haber aprovechado esta oportunidad para dejar escritas sus propias conclusiones doctrina les. Después de todo, el Apóstol acababa de superar una difícil situación teológica y pastoral con la iglesia en Corinto, y había alcanzado un punto crítico en su propio ministerio que exigía una reorientación. ¿Qué mejor momento que éste para reflexionar sobre sus convicciones teológicas y reafirmarlas por escrito? Una tercera posibilidad es que Pablo aprovechó la oportunidad en esta carta a los romanos para ensayar el discurso que daría cuando llegara a Jerusalén con la colecta. Por cierto, esta visita a Jerusalén ocupaba un lugar de importancia en la mente de Pablo (ver 15:25– 33), y las tensiones entre cristianos judíos y gentiles que él esperaba remediar por medio de esa donación, bien podría explicar por qué Rom. presta tanta atención a temas relacionados con Israel y la ley.
Es probable que cada uno de estos factores haya jugado algún papel en los propósitos de Pablo al escribir; pero únicamente el primero explica la razón por la cual la carta fue enviada específicamente a Roma y merece, por lo tanto, recibir especial atención. Pero antes de avanzar en nuestras conclusiones, debemos considerar otra manera de abordar el tema del propósito.
2. La atención centrada en los problemas en la iglesia romana
F. C. Baur, un crítico bíblico del siglo XIX, fue el pionero de una nueva forma de abordar la cuestión de Rom. al hacer hincapié en que ésta, al igual que las otras cartas de Pablo, estaba escrita para tratar problemas específicos dentro de la comunidad a la que estaba dirigida. Muchos estudiosos contemporáneos coinciden con él, encontrando, especialmente en las admoniciones de Pablo a los "fuertes" y a los "débiles" (14:1– 15:13), el propósito unificador de la carta. Considerando el asunto desde este punto de vista, Pablo habría escrito con el propósito de sanar una división dentro de la iglesia en Roma. La división era específicamente una entre los cristianos gentiles (los "fuertes") y los cristianos judíos (los "débiles"), y esto explica la razón por la cual Pablo dedica tanto tiempo en la carta pa ra exponer cuidadosamente la manera en que su teología se relaciona con ambos grupos.
Es probable que el deseo de sanar esta división dentro de la iglesia romana haya sido uno de los propósitos de Pablo al escribir, pero no el propósito principal. ¿Habría postergado Pablo, hasta casi el final de la carta, el hacer mención alguna de este propósito principal para escribir? Si este problema se proyectaba de manera tan grande en el pensamiento de Pablo, ¿no sería dado esperar que él estuviera presentando, a través de toda la carta, aplicaciones a este problema surgidas de su discusión teológica?
De manera que parece ser que Pablo escribió Rom. con varios propósitos en mente. Es probable que el propósito que sobrepasa a todos los demás era su deseo de presentarse a la iglesia en Roma ex poniendo el evangelio que predicaba. Esto revestía gran importancia porque a los romanos les habían llegado falsos rumores acerca de lo que Pablo predicaba (ver 3:8). Aparentemente, se había ganado en la iglesia temprana la reputación de ser contrario a la ley y antijudío. Pablo buscaba demostrar que esto no era así (ver en especial 1:16; 7:7– 12; caps. 9– 11), al mismo tiempo que sentaba detalladamente el sentido en el cual cuestionaba a los judíos y a la ley mosaica (ver en especial 2:17– 3:20; cap. 7). Estos mismos temas habrían sido motivo de debate en Jerusalén y constituían el punto central de algunos de los debates en el seno de la iglesia en Roma. En otras palabras, te nemos en Rom. una serie de propósitos que convergen sobre el tema que predomina a través de toda la carta: ¿Cuál es la naturaleza de la continuidad entre las provisiones del antiguo pacto de Dios y las provisiones de su nuevo pacto? ¿Cuál es la relación entre la ley y el evangelio, el creyente judío y el creyente gentil, Israel y la iglesia? Es el deseo de Pablo de abordar este tema teológico fundamental y permanente, lo que otorga a Rom. ese carácter universal que le es particular.
Tema
A la luz de lo expresado en el último párrafo, no es de sorprenderse que muchos estudiosos consideren que el tema central de la carta sea la continuidad de la historia de la salvación. A menudo señalan a los caps. 9– 11 como siendo el corazón de la carta. Por otra parte, muchos de los reformadores protestantes centraron su atención en los caps. 1– 5, y concluyeron que el tema principal de la carta es el de la justificación por la fe. Un enfoque en alguna manera similar, es el que adopta Ernst Käsemann, quien considera a "la justicia de Dios" (que él interpreta como significando la intervención de Dios para reconquistar a su creación rebelde) como el tema de Rom. No obstante, ninguno de estos conceptos resulta lo suficientemente amplio como para encerrar el contenido de la carta como un todo. En tanto que la justificación por la fe es una doctrina muy importante en Rom., y constituye el tema en 3:21– 4:25, no ocupa un lugar destacado en otras partes de la carta. Si, entonces, hemos de identificar un tema unificador para la carta, este debe ser "el evangelio". El término ocupa un lugar importante tanto en la introducción (1:1, 2, 9, 15) como en la conclusión (15:16, 19) de la carta, y ocupa un sitial de honor en lo que generalmente se identifica como la declaración del tema de la carta: "Porque no me avergüenzo del evangelio; pues es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree" (1:16).
Bosquejo del Contenido
1:1-17Prólogo
1:1-7Presentación de Pablo
1:8-15Acción de gracias y ocasión
1:16, 17El tema de la carta
1:184:25El evangelio y la justicia de Dios por la fe
1:18-32La ira de Dios sobre los gentiles
2:13:8La ira de Dios sobre los judíos
3:9-20La culpabilidad de toda la humanidad
3:21-26La justicia de Dios
3:274:25"Solamente por la fe"
5:18:39El evangelio y el poder de Dios para salvación
5:1-11La esperanza de gloria
5:12-21El reino de la gracia y de la vida
6:1-23Libertad de la esclavitud al pecado
7:1-25Libertad de la esclavitud a la ley
8:1-30Seguridad de la vida eterna en el Espíritu
8:31-39Celebración de la seguridad del creyente
a9:111:36El evangelio e Israel
9:1-6aEl tema: la angustia de Pablo por Israel
9:6b-29El pasado de Israel: la elección soberana de Dios
9:3010:21El presente de Israel: desobediencia
11:1-10El presente de Israel: "un remanente por gracia"
11:11-32El futuro de Israel: salvación
11:33-36El sobrecogedor propósito y plan de Dios
12:115:13El evangelio y la transformación de la vida
12:1, 2El corazón del asunto: una mente renovada
12:3-8Humildad y dones
12:9-21Amor
13:1-7La responsabilidad del cristiano frente a las autoridades
13:8-10El amor y la ley
13:11-14Reconocimiento de los tiempos
14:115:13Apelación a la unidad
15:1416:27Conclusión de la carta
15:14-33El ministerio y los planes de Pablo
16:1-16Reconocimientos y saludos
16:17-20Advertencia sobre falsos maestros
16:21-27Saludos finales y doxología