Riched20 5.50.30.2002;
Salmos
Introducción
Ventana al Antiguo Testamento
¿Cómo sería ser miembro de la iglesia del AT? ¿Qué creían? ¿Cuál era su experiencia de Dios, personal y colectiva? ¿Su religión les hacía felices o les era una carga? ¿Eran seres extraños de otra época o nuestros hermanos y hermanas de hace mucho tiempo? Al mirar por la ventana de Sal. descubrimos que aquí, sin duda, tenemos al mismo Dios que ahora se nos ha revelado en Cristo, y aquí tenemos a gente de la misma naturaleza que nosotros enfrentando la misma clase de vida que nosotros, y descubriendo que su Dios aumenta sus alegrías y lleva sus cargas.
La consagración, la oración, el ardor, el conocimiento y la delicia de ellos son una reprensión a nuestras vacilaciones, falta de oración y reacciones indiferentes. Pero son nuestros hermanos y hermanas. Sus cantos nos muestran que así como en el NT la gracia de Dios lleva a obedecer su ley, así en el AT la obediencia a la ley de Dios descansa sobre su obra de gracia. ¡Pero qué pueblo cantor era! Grandes líderes como Moisés (Exo. 15), Débora y Barac (Jue. 5), David (2 Sam. 1) y Ezequías (Isa. 38) y gente común como Ana (1 Sam. 2) y profetas como Habacuc (Hab. 3) celebra ron sus momentos importantes con canto. Los propios salmos revelan una religión desbordándose en canto. ¡Con razón que de este pueblo y de tal religión haya surgido esta gran antología de salmodias!
Salmos Como Un Libro
Sería quizá más apropiado pensar en Salmos como una colección de libros.
(i) Parece ser que dentro del Salterio tal como lo conocemos, se han preservado colecciones que una vez estuvieron separadas (p. ej. 93– 100 [Alabanza de Jerusalén]; 113– 118 [Una cantata de salvación]; 120– 136 [Alabanza del peregrino] y 146– 150 [El aleluya sin fin]).
(ii) Existe evidencia también de una antología más antigua que ha sido absorbida más difusamente en el Salterio. Muchos salmos llevan la inscripción: "Al músico principal" (p. ej. 31, 47, 51– 62). ¿Habría entonces un "Director de la música del templo" que en algún momento dado habría compilado su propio himnario? De ser así fue cuidadoso con los derechos de autor porque, aparte de los Sal. 66 y 67, su inscripción siempre va seguida de una atribución personal: "de David"/ "de Asaf", etc. Por ejemplo, al incluir el Sal. 88 en su antología indicó que era un salmo incluido en la colección "de los hijos de Coré ... [compuesto por] Hemán el ezraíta".
(iii) Coré y Asaf eran líderes de coros (1 Crón. 6:31– 33, 39 ss.; 16:4– 7). La colección "de Coré", con su deleite en el monte de Sion, es representada por los Sal. 42– 49, 84, 87 y la colección "Asaf", enfa tizando tanto el juicio divino como el cuidado del pastor, es representada por los Sal. 50, 73– 83.
(iv) Otros individuos aparecen con menos frecuencia: Jedutún (39, 62, 77), Eitán (89), Hemán (88), cf. 1 Rey. 4:31, y Moisés (90). Pero la mayoría de los salmos son adjudicados a David (3– 32, 34– 41, 51– 65, 68– 70, 101, 103, 108– 110, 122, 131, 133, 138, 139, 140– 145.
(v) La opinión especializada en el tema ha sido por lo general escéptica en cuanto al valor de los títulos de los salmos. En el período macabeo (siglo I a. de J.C.), cuando se estilaba fechar cuantos sal mos fuera posible, los titulares eran descartados como una ocurrencia editorial. Más recientemente hay mejor predisposición a permitir fechas preexílicas, aunque las opiniones difieren sobre cuáles y cuántos salmos pertenecen al período de los reyes. Es reconocido que la atribución "de David" implica autoría pero pocos concuerdan con M. G. Goulder (The Prayers of David: Psalms 51– 72, Studies in the Psalter II, [JSOTS 102, Sheffield, 1990]) en aceptar seriamente la autoría davídica. Y sin embargo, no hay razón para no hacerlo. Es indudable que los encabezamientos fueron agregados editorialmente a los salmos (como el uso de la tercera per sona lo indica) pero ya para la época de la LXX (siglo II o III a. de J.C.) muchos de los términos usados ya no se entendían y nadie sabe con certeza de cuándo data este trabajo editorial. Nos llegan como parte del texto hebreo Masorético (donde son incluidos como el v. 1 del salmo en cuestión) y en el NT, el Señor Jesús, Pedro y Pablo argumentan sobre la base de su veracidad. En contra de aceptar en serio los encabezamientos, se propone que las no tas históricas que conectan a algunos salmos con la vida de David (3, 7, 18, etc.) son suposiciones editoriales por cuanto poco o nada hay que conecte al salmo con la ocasión. Dejando de lado el hecho de que un editor de la antigüedad difícilmente hubiera actuado con tanta ineptitud, esta acusación olvida la naturaleza de los salmos como meditaciones, no descripciones. En cada caso se puede llegar a una explicación satisfactoria de que, ya sea dentro del incidente mencionado o como fruto de una reflexión posterior, David muy bien hubiera podido expresar dichos sentimientos.
(vi) Existen más evidencias del trabajo de manos editoriales en los salmos en lo que se conoce como "el Salterio Elohístico". En los Sal. 42– 83, aparece "Elohim" ("Dios") con mucha mayor frecuencia que "Yahweh" ("El Señor") y pareciera que el sustantivo Elohim ha sido deliberadamente sustituido por el nombre de Dios. (Cf. Sal. 14 y 53; 40:13– 17 y 70.) Esto fue hecho supuestamente antes de que se armara la colección como un todo. Pe ro para nosotros es uno de los muchos pasos inexplicables por los cuales la salmodia de los siglos se convirtió gradualmente en el Salterio de la Biblia.
(vii) El Salterio a veces es llamado "El himnario del segundo templo", refiriéndose a la casa construida por la comunidad que regresó en 520 a. de J.C. (cf. Esd. 5:1, 2; 6:15; Hag. 1:14, 15). Sin duda tal suceso hubiera motivado la creación de un nuevo himnario y, concordando con Y. Kaufmann, (The Religion of Israel [George Allen and Unwin, 1961], p. 311), en el sentido que "no hay ningún salmo cuyo significado simple ... requiera una fecha posterior que el exílico Salmo 137", todos nuestros salmos actuales hubieran estado disponibles para ser seleccionados. A la colección le fue entonces probablemente dada la división actual en cinco "libros" agregando doxologías a 41:13; 72:18– 20; 89:52 y 106:48. Pero nuevamente nos vemos ante un rompecabezas no solucionado: ¿fue la división en cinco adoptada a fin de concordar los cinco libros de la Ley con los cinco libros de canto? No se sabe con certeza.
Salmos en la Adoracion
El padre del estudio especializado de los Salmos es Hermann Gunkel, Die Psalmen (Vendenhoek & Ruprecht, 1926) quien se propuso relacionar cada salmo con la situación real de la cual surgió. Distinguió ciertas categorías principales: (a) Himnos, poemas como el 8, 19, 29 que reflexionan sobre la grandeza y los atributos de Dios. Los subgrupos que aquí incluye son Salmos de entronización, celebrando al Señor como Rey (p. ej. 47, 96, 98) y Salmos de Sion (p. ej. 46, 87); (b) Lamentos comunales como el 74, 79, 80; (c) Salmos reales, centrados en el rey (p. ej. 2, 45, 110); (d) Lamentos individuales, sin duda el grupo más grande (p. ej. 3– 7, 140– 143); un subgrupo aquí eran Salmos de confianza en los cuales se expresaba la seguridad de una liberación divina en el futuro (11, 16, 23); (e) Salmos individuales de acción de gracias (p. ej. 30, 32, 116) después de la liberación. Además de estos grupos principales, fueron identificadas categorías más pequeñas: Acción de gracias comunal (p. ej. 124), sabiduría (49), peregrinaje (120– 134) y liturgias (15, 24).
La obra de Gunkel resultó insatisfactoria en el sentido de que no ofrecía una base consecuente sobre la cual una categoría pudiera distinguirse de otra. A veces enfatizaba forma o estructura, a veces contenido, pero al menos rescató el estudio de los Salmos de las secas discusiones sobre fechas e introdujo una apreciación viva de lo que Salmos tra taba de ser y hacer. Otros han seguido el camino por donde él ha guiado, edificando y desarrollando sobre su método de categorías y en particular concordando con él en que el marco principal den tro del cual los salmos han de ser comprendidos es el culto, o sea los ciclos israelitas de adoración en el templo.
Marco y Terminos Cultuales
Los salmos mismos se deleitan en la casa del Señor (84); consideran al "monte santo", al "tabernáculo" y al "altar" (43) como factores que facilitan la entrada a su presencia; están llenos de la piedad interior que acompañaba y daba significado a los actos externos (116:13– 19), insistiendo en que el ritual del sacrificio se convierte en un "sacrificio de justicia" (4:5) únicamente cuando brota de una actitud correcta.
Mucho del material en los encabezamientos, misteriosos como puedan parecernos todavía, influyó en la manera como el salmo era usado en el culto pú blico. La palabra "salmo" (4, 55, etc.) indica acompañamiento musical, aunque no resulta claro cómo esto difiere del "canto". Se habrá tenido la intención de hacer diferencia como lo indica el uso de las dos palabras juntas (p. ej. 30). "Oración" (p. ej. 17) "Alabanza" (145) y "para ser enseñado" (60) sugieren la función que podría tener un salmo, simi lar a las divisiones por temas en los himnarios modernos.
Hay indicaciones musicales en cuanto a instrumentos de cuerdas (Neguinot, 4), "flautas" (Nejilot, 5), "Seminit" (un instrumento de ocho cuerdas, o un arreglo de ocho partes 6); notas sobre las tona das a usar: "Mut-laben" (La muerte de un hijo, 9), "Ayélet hasájar" (La gacela de la mañana, 22); "Sosanim" (Lirios, 45); "La paloma silenciosa de la lejanía" (56), etc. "Guitit" (8, 81, 84) significa "la gar de vino" y puede haber sido una melodía alegre conocida.
También aparecen palabras que ahora son imposibles de entender, pero que, con variable certidumbre, puede decirse que influyen en el uso cultual de los salmos: "Sigayón" (7, cf. Hab. 3:1); "Mictam" (16, 56– 60); "Masquil" (32, etc.) y "Selah" (3:2, 4, 8; etc.). "Mictam" puede tener relación con el verbo "cubrir" y dado que en los salmos donde ocurre figuran enemigos, puede haber sido una recomendación de usar estos salmos en caso de necesitar protección. "Masquil" quizá signifique "didáctico", pero no resulta claro por qué estos salmos en particular ameritan dicha nota. "Selah" ocurre den tro de los salmos y puede haber indicado alguna división del material, un interludio me ditativo/musical cuando el salmo era cantado en el culto. Pero se desconocen en la actualidad tanto su significado como palabra y su significado como una directiva.
Desde que apareciera la obra de S. Mowinckel (cf. The Psalms in Israel's Worship, [Blackwell, 1962]) muchos creen que la fiesta de los Tabernáculos incluía una celebración anual de la entronización del Señor. La expresión "¡El Señor reina!" (93:1; 97:1; 99:1; etc.) debería ser entonces "El Señor se ha convertido en Rey", una exclamación cultual aclamando la reafirmación de la majestad divina sobre toda la tierra, asegurando el bienestar de su pueblo en el año venidero. Es indudable que años más tarde (Zac. 14:16 ss.) la fiesta de los Tabernáculos se relacionaba con majestad y prosperidad, pero la evidencia no es tan clara en cuanto a la época preexílica.
Cuando Jeroboam necesitó desconectar su reino, recientemente separado de Judá, de la casa del Señor y del rey davídico, leemos que designó una fiesta para el día 15 del mes octavo "semejante a la fiesta que había en Judá". No se conoce fiesta alguna en el mes octavo pero la de los Tabernáculos era el 15 del mes séptimo. ¿Fue ésta la que Jeroboam usó como modelo de su fiesta? De ser así, la de los Tabernáculos era también un festival de majestad. Se ha de reconocer que los "Salmos de entronización" (47, 93, 96– 99) son una mezcla de temas concordantes, no siendo el menor de ellos la majestad, la creación y la soberanía del Señor sobre los poderes espirituales del desorden; tiene sentido pensar en una celebración anual teniendo como tema y enfoque un "Día de ascensión".
Por otro lado, el intento de A. R. Johnson (Sacral Kingship in Ancient Israel [University of Wales Press, 1967]) y el de J. H. Eaton (Kingship and the Psalms [SCM, 1976]) de adjudicar a algunos sal mos (p. ej. 2, 18, 89, 101, 110, 118) un ritual de renovación anual de la majestad davídica terrenal no ha sido aceptado ampliamente. En el mejor de los casos esta teoría identifica a muchos, si no a todos, los Salmos de lamento individual con el rey, humillado por sus enemigos (de todo el mundo) y volcándose al Señor para lograr su liberación. Más específicamente, salmos como el 22 se encuentran dentro de este ritual de humillación y su desenlace es una dramática intervención divina para restaurar al rey. Se apela a los versículos como 46:8 ("Venid y ved ... ") y 48:9 (traducido "hemos pensado en tu misericordia, en medio de tu templo") para justificar el pensar en términos de un drama ritual del culto.
De igual manera, la teoría de A. Weiser de una ceremonia anual de renovación del pacto (The Psalms [SCM, 1962]) tampoco ha encontrado mucho apoyo. Sostiene que el tema dominante de la fiesta de los Tabernáculos no era la entronización del Señor sino la renovación nacional del pacto. Aunque Weiser encontró salmo tras salmo que se aplica a este punto, por lo general se coincide en pensar que permitió que su entusiasmo reemplazara a la realidad y que mientras los Sal. 50 y 81 necesitan un marco ritual con un enfoque en los mandamientos y los sucesos del Sinaí, no es suficiente para establecer la existencia de un festival anual importante. La lectura de la ley en siete años de Deut. 31:9 ss. es suficiente antecedente.
Los Salmos Como Escritura
Al considerar la continua vitalidad de los salmos en la iglesia actual, no podemos menos que mencionar sus temas más importantes.
(i) El Señor. Una de las características dignas de notar de Salmos es que aunque abunda el testimonio personal, la impresión más clara que queda no es de personas sino de Dios. En este sentido, Salmos es el AT en miniatura: El Señor es el Creador (8, 104). Y no se trata de un concepto abstracto sobre cómo se inició el mundo; es la base de su gobier no soberano actual como Rey de todas las cosas (29, 96– 99). La justicia de su gobierno es predominante (11, 75), pero en la gran rapsodia de la majestad divina (145) la justicia es sólo uno de los tres hilos de una cuerda. Los otros dos son grandeza y gracia. La bondad de Dios (34) es inseparable de su santidad (103) y encuentra su complemento en su ira (38). Es universal en su gobierno (67) y particular en su elección de Israel (87), dos aspectos de la verdad que encuentran su unidad en el David mesiánico, Rey de Israel y del mundo (2, 72, 110). Para su pueblo como un todo (80) y para el individuo en particular (23), el Señor es Pastor, ba se de la confianza en buscar en él la liberación (16, 25, 31), reconociendo la atención que da a las necesidades de su pueblo (p. ej. 3, 27). A la vez está el problema de la providencia divina, las frecuentes adversidades del pueblo de Dios, individuales (p. ej. 10, 12) y colectivas (44, 74). Es este sincero reconocimiento de que el sufrimiento es siempre par te de la experiencia del pueblo del Señor lo que provee una perspectiva adecuada para entender la relación entre rectitud y prosperidad (p. ej.: 1). Esta no es la descripción de una experiencia sino una declaración de fe (como cuando afirmamos creer en "Dios el Padre, Todopoderoso" en un mundo que desafía tanto su paternidad como su omnipotencia). Dado que Dios es bueno y que no hay otro Dios, el resultado para su pueblo está garantizado.
(ii) El Rey. En el retrato del Rey en Salmos tenemos: o la alabanza más descarada y poco realista de los sucesivos reyes de la línea de David, o la expresión de un gran ideal, un espejo de la verdad colocado por turno delante de cada rey, en espera de Aquel en quien todo se cumplirá. El Rey enfrenta oposición mundial (2:1– 3; 110:1) pero es victorioso (45:3– 5; 89:22 s.) y por la actividad del Señor (2:6, 8; 18:46– 50; 21:1– 13; 110:1 s.) establece su gobierno mundial (2:8– 12; 18:43– 45; 45:17; 72:8– 11; 89:25; 110:5 ss.), basado en Sion (2:6) y caracteriza do por moralidad (45:4, 6; 72:2– 4, 7; 101). Su gobierno es eterno (21:4; 45:6; 72:5); próspero (72:7, 16) y constante en su reverencia al Señor (72:18, 19). Preeminente en dones, gracia y dignidad (45:2– 7), es también amigo del pobre y enemigo de la opresión (72:2, 4, 12– 14); bajo él los rectos prosperan (72:7). Es recordado para siempre (45:17); posee un nombre eterno (72:17) y es el objeto de gratitud sin fin (72:15). En relación con el Señor es objeto de bendición eterna (45:2). Es heredero del pacto de David (89:28– 37, 132:11 s.), y del sacerdocio de Melquisedec (110:4). Pertenece al Señor (89:18) y está consagrado a él (21:7; 63:1– 8, 11). El es su hijo (2:7; 89:27) sentado a su diestra (110:1) y es, él mismo, divino (45:6).
Deben consultarse los comentarios de las referencias dadas en el párrafo anterior aunque, de cualquier manera, las dimensiones exaltadas del retrato son claras. Mientras que mucho del retrato puede adjudicarse en principio al oráculo base de Natán en 2 Sam. 7, es imposible identificar los pasos por los cuales esas esperanzas llegan a ser la expectación de un rey perfecto, justo, humano, divino, eterno y universal. El concepto antiguo no acierta al decir que fue sólo cuando la monarquía dejó de ser sin muestras de recobrarse en ocasión del exilio babilónico, que se desarrollaron dichas esperanzas. ¡El fracaso de la monarquía data del propio David! Las alentadoras esperanzas implicadas en Jue. 17:6; 18:1; 19:1; 21:25 no se habían cumplido; el historiador de Rey. puede enfocar la monarquía constitucional, dinástica del pacto o la monarquía "casera" carismática de Israel, pero no da con el rey largamente esperado. Este fracaso fue el semillero de una de las más grandes expectativas del AT.
(iii) Imprecaciones. El vigor con que eran denunciados los enemigos en Salmos ha sido motivo de dificultades. ¿Tienen algo en común con el pensamiento de Cristo el deseo de la destrucción re pentina de los enemigos (35:8), su muerte (55:15), el romperles los dientes (58:6), la destitución (109:10) y la masacre de sus hijos (137:9)? Hay unos 25 salmos que contienen tales pasajes y los comentaristas han sido rápidos es descartarlos co mo "moralidad del AT", condenándolos como cosa que ha perdido su relevancia debido a la revelación de Dios en Cristo. Son tres las razones por las cuales esto no es satisfactorio: (i) En el NT se expresan sentimientos similares (Gál. 1:8, 9; Apoc. 6:10; 18:20; 19:1– 3) y el Señor Jesús también los expresó (Mat. 11:20– 23; 23:13– 36). Si existe un problema, éste es bíblico no del AT; (ii) el AT tanto como el NT exhorta a amar (Lev. 19:17, 18), des cribe el odio de Dios por la violencia (Sal. 5:6), la obligación de devolver bien por mal (Sal. 7:3– 5; 35:12– 14) y el rechazo de la venganza (Deut. 32:35; Prov. 20:22); (iii) En casi todos los casos la imprecación a la cual objetamos aparece al lado de una espiritualidad envidiable, p. ej. Sal. 139. Cierto comentarista que clasifica a las imprecaciones en general como "lo totalmente opuesto al espíritu del evangelio" encuentra en 139:19– 22, "la obliga ción de mantener viva en el corazón humano ... una ardiente indignación contra ... el mal" (Kirkpatrick, The Psalms [Cambridge, 1910]): sencillamente porque es imposible de imputar poca espiritualidad al autor de los vv. 1– 18.
Más positivamente, notamos que todas son oraciones a Dios (excepto 137:9, ver comentario). No hay sugerencia alguna que los salmistas planearan acciones vengativas, ni siquiera de que tuvieran pensamientos vengativos. Su reacción a su dolor era entregar la cuestión al Señor y dejarla allí. Como acota J. R. W. Stott (The Canticles and Selected Psalms [Hodder & Stoughton, 1966], pp. 11 ss.): "No me resulta difícil imaginar situaciones en que hombres santos de Dios puedan y deban ... clamar a Dios pidiendo venganza ... y eso sin ningún sentimiento de animosidad personal." Viviendo, como nos toca, en una era cuando la venganza personal es un supuesto derecho, y los problemas comuna les, reales o imaginados, "justifican" la violencia, el terrorismo, los bombardeos y las torturas, por lo menos hemos de estar preparados para decir que aunque deploramos sus oracio nes, su manera de reaccionar es preferible a la nuestra. Pero no hay necesidad de juzgar de esa manera: Sus oraciones nos chocan por su realismo. Nos sentiríamos cómodos con 143:11 pero vacilaríamos ante su corolario realista (12) de la misma manera como oramos con un corazón alegre por la segunda venida del Señor Jesús (2 Tes. 1:7), pero vacilaríamos en expresar nuestra oración describiendo las realida des escriturales de dicho evento, pidiendo que las llamas de fuego consuman a los que no obedecen al evangelio (2 Tes. 1:8). Si fuéramos más santos y por cierto si nos sintiéramos menos cómodos y supiéramos más del poder del perseguidor estaríamos más dispuestos a identificar que a condenar.
El siguiente comentario intenta enfatizar la estructura de cada salmo como la clave de su significado. Se sugiere seriamente a cada estudiante de los salmos (y a cada estudiante de la Biblia) que "el medio es el mensaje" y que el primer objetivo del estudio debe ser descubrir y clarificar la estructura. Vea el artículo: La poesía en la Biblia.