Riched20 5.50.30.2002;
Zacarias
Introducción
El Libro
El libro de Zac. se divide naturalmente en dos partes: caps. 1– 8 y 9– 14. Los primeros ocho capítulos provienen claramente de Zacarías hijo de Berequías, hijo de Ido, fechados entre el octavo mes del segundo año de Darío (520 a. de J.C.) y el cuarto día del noveno mes del cuarto año de su reinado (518 a. de J.C.).
Los caps. 9– 14 son muy diferentes en su estilo de la primera parte del libro. A su vez, se dividen en dos partes, 9– 11 y 12– 14, cada uno con el subtítulo "Un Oráculo" (o "Carga"; véase el comentario). El libro de Malaquías comienza con la misma palabra.
El Profeta
El abuelo de Zacarías probablemente fue el "Ido" que aparece en la lista de Neh. 12:4 entre los líderes de los sacerdotes y levitas que volvieron del exilio a Jerusalén. Parece haber sido un hombre de importancia dada la manera de referirse a él en Esd. 5:1 y 6:14, "Zacarías hijo de Ido". El padre de Zacarías se omite de esta lista, pero el abuelo está incluido. Si esta relación es correcta, entonces Zacarías mismo era tanto sacerdote como profeta.
Mateo hace referencia a "Zacarías hijo de Berequías a quien matasteis entre el santuario y el altar" (23:35). Si éste es el mismo Zacarías, entonces aclara el significado de Zac. 12:10 y 13:7 (véase el comentario más abajo).
El nombre Zacarías significa "Yah recuerda" ("Yah" es una abreviatura de "Yahweh" que se traduce "el Señor"). El nombre era bien conocido; probablemente como 30 individuos diferentes tenían ese nombre en el AT. Sin embargo, era un nombre apropiado para el profeta, ya que él llamaba al pueblo a recordar el pasado y, por ende, a cambiar su conducta (1:2– 6; 7:5– 14; 8:14– 17).
Zacarías probablemente regresó de Babilonia a Jerusalén en 538 a. de J.C. El profetizó desde 520, a la par con Hageo, urgiendo al pueblo a reconstruir el templo, y de esta manera mostrar que habían puesto a Dios primero en sus pensamientos (cf. Hag. 1:9). Dejar el templo como una ruina inútil era mostrar que realmente no les importaba si Dios habitaba en medio de ellos o no.
En los caps. 9– 14 no hay datos biográficos concernientes al escritor. Véase más adelante (bajo "La compilación") una discusión sobre la paternidad de estos capítulos.
Fondo Historico
En 538 a. de J.C. el rey Ciro conquistó Babilonia y lanzó un decreto permitiendo que los exiliados de muchos países, incluyendo Judá, volvieran a sus hogares. Los judíos tenían permiso para reconstruir el templo en Jerusalén (Esd. 1:1– 4) y volvieron llenos de regocijo y esperanza, bajo la dirección de Zorobabel (quien puede haber sido llamado Sesbasar; cf. Esd. 3:8; 5:14– 16). Pudieron poner los fundamentos del templo, pero fueron estorbados en su trabajo por pueblos vecinos a través de todo el reinado de Ciro (538– 522 a. de J.C.; Esd. 4:4, 5).
Zacarías y Hageo animaron al pueblo a volver a reconstruir; Tatnai, gobernador de la provincia de Más Allá del Río, y Setar-Boznai y sus asociados objetaron ante este trabajo y demandaban saber qué autoridad tenían para realizarlo (Esd. 5:3). Las autoridades investigaron los archivos reales en Ba bilonia y hallaron el decreto de Ciro (Esd. 6:1– 5), el cual no sólo permitía a los judíos volver a Jerusalén, sino que detallaba que se debiera dar ayuda financiera del tesoro real (v. 4), y que el oro y la plata del templo de biera devolverse (v. 5). Así que fue Darío mismo quien animó a los judíos, ajustándose al decreto anterior, pagando por la reconstrucción, proveyendo animales para sacrificios (vv. 8– 10), y desanimando a otros que querían impedir el trabajo (v. 11).
Zacarías hacía mucho hincapié en que se completara el templo bajo la dirección de Zorobabel (4:9, 10; 6:12). Sería una señal de que Dios habría vuelto a morar entre su pueblo (2:10; 8:8; cf. 1:17; 2:12). Por lo tanto, hubo gran regocijo cuando, en 516 a. de J.C., el templo fue completado (Esd. 6:14– 16). El pueblo reanudó su dedicación a Dios y esperaban un tiempo de bendición. Lamentablemente, sus expectativas no fueron satisfechas. Asumieron que la vida sería maravillosa, pero resultó ser muy dura. No amaneció la época dorada, y muchos comenzaron a preguntarse si Dios, después de todo, estaba verdaderamente con ellos.
Nuestro conocimiento de la historia del periodo del posexilio es muy limitado. Algunas de las pocas fuentes de conocimiento que tenemos no pueden ser fechadas con exactitud. Sin embargo, podemos asegurar que a través del periodo cuando Judá formaba parte del Imperio Medopersa permanecieron visiblemente como una población insignificante y débil, encarando la oposición de sus vecinos (p. ej. Esd. 4:6– 24). Esto siguió cuando se estableció el Imperio Griego por medio de Felipe de Macedonia y su hijo Alejandro Magno.
Agregado a esta incertidumbre está el hecho de que no podemos estar seguros de la fecha de los caps. 9– 14, y está bien claro que no podemos especificar con mucha precisión el fondo histórico de estos caps. posteriores. Tenemos que satisfacernos con un conocimiento más bien general de todo el periodo, y recordar que pudo haber habido muchas variantes en la situación, y muchos eventos de los cuales no tenemos ningún dato.
El bosquejo de los eventos puede darse como sigue:
538– 536
El decreto de Ciro

Muchos exiliados vuelven a Jerusalén.

Comienzan a reconstruir, pero se ven obligados a cesar y quedan desanimados
522
Darío llega al trono
520
Hageo y Zacarías reaniman al pueblo en la reconstrucción del templo.
516
La reconstrucción del templo completado
486– 465
El reinado de Jerjes

Se menciona la oposición en Esd. 4:6
465– 424
El reinado de Artajerjes

Se menciona la oposición en Esd. 4:7– 23
445
Llega Nehemías a Jerusalén para reedificar los muros de la ciudad
333
El comienzo del Imperio Griego

Véase también el esquema de
Texto y Canon
El texto de los caps. 1– 8 está generalmente claro y libre de los errores que a menudo resultan del copiado de los mss. a lo largo de varios siglos. El sentido gramatical está casi siempre claro, aunque el significado preciso del profeta a veces está oscuro (p. ej. 2:8, 9; 3:8, 9; 4:10b; 5:6). Los caps. 9– 14 son mucho más oscuros (p. ej. 11:13; 12:10) y muchos son los que han sugerido "correcciones" al tex to. Algunos estudiosos han propuesto, además, un nuevo arreglo de las secciones del libro para que sea más lógico. Por ejemplo, algunos quitarían la sección del cap. 4 que comienza con "Entonces me explicó diciendo ... " (v. 6) y termina con " ... la mano de Zorobabel" (v. 10). El efecto de esto sería el de restaurar la conexión entre "Entonces me explicó diciendo ... " (v. 6) y la segunda parte del v. 10. Pero dado el arreglo cuidadoso del texto por el autor y/o editor, ésta no parecería ser una acción sabia (véase el comentario). Otros cambios se sugieren en los caps. 9– 14, y 13:7– 9 a veces se coloca al final del cap. 11 como para mantener unidos los pasajes del "pastor".
En Ecclus. 49:10 (c. 180 a. de J.C.) se hace alusión a "los doce profetas", lo que sugiere que el canon profético ya estaba fijo para el principio del siglo II a. de J.C. El orden de los llamados profetas "menores" varía entre diferentes mss., pero los caps. 1– 14 de Zacarías siempre se hallan juntos en los mss.
La Compilacion
El grueso de los caps. 1– 6 consiste en una serie de ocho visiones (1:7– 6:8) a las que se han agregado otros oráculos (2:6– 13; 6:9– 15; cf. 4:6– 10a).
Los caps. 7 y 8 consisten en una pregunta sobre el ayuno hecha al profeta por algunos varones de Betel. Zacarías responde con una prolongada reprimenda, una orden y una promesa, antes de contestar la pregunta finalmente.
No hay lugar a duda de que el material básico de los caps. 1– 8 provengan de Zacarías mismo. Es posible que haya pasajes que provienen de un editor o editores (p. ej. 1:1; 1:6b; 2:6– 13; 4:6– 10 [ver arriba]; 6:9– 15; y partes de Zac. 7), aunque la explicación más probable para los agregados de las visio nes sea que provinieron del profeta mismo en un tiempo posterior.
Se ha disputado más acaloradamente de los últimos seis capítulos. Los estudiosos conservadores han sostenido, generalmente, que provinieron del mismo autor de los caps. 1– 8, Zacarías el profeta. Los estudiosos liberales lo han negado universalmente, y con frecuencia arguyen que esta sección del libro es como una labor de retazos de profecías que, con frecuencia, no se relacionan entre sí; y que provienen de un vasto periodo histórico mucho después del año 520 a. de J.C.
Un cambio de ambiente ocurrió con los estudios de P. Lamarche, quien argüía que el todo de Zac. 9– 14 forma una estructura intrincada donde los pasajes "mesiánicos" ocurren en ciertos lugares que se corresponden entre sí y que pueden aceptarse juntos para dar un cuadro del Mesías. Este estudio recibió una aceptación cálida en general, y fue apreciado especialmente por los estudiosos conservadores.
A pesar de que haya razones por las que esto no puede aceptarse en detalle (véase la Introducción más arriba) existe una unidad en estos capítulos. Tratan temas recurrentes, como son: juicio y bendición por medio de la acción militar, y el liderazgo del pueblo de Dios (bajo los símbolos del "rey humilde", "el pastor y el rebaño", y "el traspasado"). Hay varios pasajes a los que Jesús se refirió en el NT. (Ver también "Estructura" más abajo y el comentario.)
La Teologia de Zacarias
En todo el libro de Zac. existe un énfasis en el poder de Dios sobre todo el mundo. El ha permitido que las naciones inflijan juicio sobre su pueblo, Judá, pero hay límites estrictos a sus acciones. Judá ha sido y sigue siendo la elegida de Dios y su juicio tiene el fin de restaurarles a una relación pura con él. Aquellas naciones que han sobrepasado la línea ahora serán juzgadas. Dentro de este plan existe un papel importante para ciertos individuos. Los personajes históricos: Zorobabel (el gobernador) y Josué (el sumo sacerdote) se mencionan como restaurando el templo y su culto. Sin embargo, tienen una significación de mayor alcance que esto. Representan a "los ungidos" que "están delante del Señor de toda la tierra" (4:14), y Zorobabel se identifica en algún sentido con "el Retoño" (3:8; 6:12), que es una palabra usada para describir al Mesías en Jer. 23:5 y 33:15 (cf. Isa. 4:2).
Los caps. 1– 8 forman una unidad muy clara con ciertos temas recurrentes importantes:
a. La ira de Dios con "vuestros padres" y el juicio que siguió (1:2– 6; 7:7– 14).
b. La ira de Dios transferida a las naciones (aunque se iniciaron de acuerdo con sus intenciones), y su compasión por Judá y Jerusalén (1:12– 17, 21; 8:1, 2, 15; cf. 3:2).
c. La intención de Dios, por lo tanto, de habitar en medio de su pueblo en Jerusalén nuevamente, y de ser su Dios (2:10– 12; 8:3, 8).
d. El interés de que el pueblo sepa que Dios ha enviado un mensajero para ellos (2:8, 9, 11; 4:9; 6:15).
e. La provisión de líderes civiles y religiosos en armonía autorizados por Dios (3:7– 9; 4:6– 10; 6:11– 14).
f. La purificación del pueblo de Dios, y su futura obediencia (3:3– 5; 5:3, 4, 5– 11; 6:15b; 8:16, 17).
g. La bendición final de los pueblos no judaicos, los que se unirán a Dios, y llegarán a suplicar su bendición (8:20– 23).
En los caps. 9– 14 vemos intereses similares, aunque son expresados en forma diferente:
a. La "impaciencia" de Dios con "el rebaño" y su juicio, expresado parcialmente por el ataque de las naciones y en parte relacionado, de alguna manera, a su provisión de malos líderes (11:4– 14; 14:2).
b. La victoria que Dios dio a Judá y a Jerusalén (y David) sobre las naciones, aunque al principio tuvieron éxito (9:1– 8; 12:1– 9; 14:1– 4, 12– 15).
c. Su promesa de ser su Dios (13:9; cf. 10:6; 12:5), adorado en Jerusalén (14:16, 20, 21).
d. El interés implícito de que el pueblo reconociera la palabra de Dios (11:11; cf. 10:1, 2).
e. La provisión de un rey/pastor humilde y justo (9:9, 10; 10:2– 4; 11:4– 17; 13:7– 9).
f. La purificación del pueblo de toda impureza, en alguna forma relacionada con la maldición/traspaso de un individuo, que pertenece a Dios, pero que es tratado con hostilidad. El logra los propósitos de Dios siendo juzgado; como también la purificación del templo (12:10– 13:9; 14:21).
g. La bendición final de las naciones (sólo el cap. 14) (incluyendo Egipto) fuera de Judá, que vendrán a adorar a Dios en Jerusalén (14:16– 21).
Los nexos no son lo suficientemente fuertes para establecer la idea de que un solo editor armó todo el libro como una unidad.
Estructura
Como ya se ha mencionado, nuestra comprensión del libro de Zacarías ha aumentado por la apreciación de la estructura intrincada que el autor/editor tejió dentro de su material.
Con frecuencia podemos discernir lo que los estudiosos denominan "quiasmos" (o "estructura quiasmática"). La palabra proviene de la letra gr. chi (X, que tiene forma de una cruz). Esto implica que la primera parte del pasaje está invertida (o cruzada por encima) de la segunda parte. Así, el ABCD se transforma en DCBA. Al centro del quiasmo generalmente hallamos el enfoque principal o idea central del pasaje; a veces es el punto clave de una narración. Con frecuencia la parte final es similar a la primera, pero la situación también ha sido transformada. Se ha progresado, y la estructura del todo llega al lector o al que escucha.
El análisis de cada una de las secciones principales del libro se da en el momento apropiado dentro del cuerpo del comentario.
Bosquejo del Contenido
1:1-6El prólogo a los capítulos 18
1:76:15Serie de visiones nocturnas con oráculos adheridos
1:7-17La primera visión: los caballos que patrullan la tierra
1:18-21La segunda visión: cuatro cuernos y cuatro artesanos
2:1-13La tercera visión: Jerusalén habitada sin murallas
3:1-10La cuarta visión: Josué el sumo sacerdote
4:1-14La quinta visión: dos ungidos
5:1-4La sexta visión
5:5-11La séptima visión
6:1-8La octava y última visión
6:9-15Un oráculo
7:18:23Una pregunta sobre el ayuno
7:1-3Una delegación
7:4-14Un reto para el presente
8:1-8La promesa a la Jerusalén renovada
8:9-13Una promesa renovada
8:14-17Un reto proveniente del pasado
8:18-23Ayunando y festejando
9:114:21Batallas, líderes y la meta de la historia
9:1-8El Señor actúa
9:9, 10El rey humilde llega
9:1111:3Profecías de juicio y esperanza
11:4-17Pastores y ovejas
12:113:9Batalla, victoria y purificación
14:1-21El juicio y la salvación de las naciones