Carta a los Hebreos
Myles M. Bourke
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INTRODUCCION

2 (I) Autenticidad. La identidad del au(-)tor de Heb es desconocida. Con la excepción de 1 Jn, es la única epístola del NT que empie(-)za sin un saludo que mencione el nombre del autor. Su atribución a Pablo se remonta al me(-)nos a finales del s. II en la Iglesia de Alejan(-)dría. Según Eusebio, era aceptada como obra de Pablo por Clemente, quien en este asunto seguía la opinión de Panteno. Clemente creía que Pablo la había escrito en hebreo para he(-)breos y que Lucas la había traducido al griego (HE 6.14.2-4). Orígenes aceptaba su autoría paulina sólo en un sentido amplio, pues co(-)mentaba que «nadie que sea capaz de percibir diferencias de estilo» podía dejar de ver la desemejanza respecto a los escritos de Pablo. En su opinión, las ideas eran de Pablo, pero «el estilo y la composición pertenecen a alguien que quería recordar la enseñanza del apóstol»; quién fue tal persona, «Dios lo sabe» (citado por Eusebio, HE 6.25.11-14). Las opiniones alejandrinas influyeron en el resto de Oriente y, a la larga, en Occidente. Es muy probable que Clemente de Roma utilizara Heb en su epístola a los Corintios (ca. 95 d.C.; véase cap. 36), pero no da pista alguna sobre su autoría. Heb no figura en el canon de Muratori (ca. 200 d.C.; --> Canonicidad, 66:84). La opinión occidental más antigua sobre su autoría es la de Tertuliano, quien la atribuía a Bernabé. Sin embargo, para finales del s. IV y principios del V, la Iglesia occidental la había aceptado como paulina y canónica. En 1516, Erasmo planteó serias dudas acerca de que Pablo fuera su autor; «probablemente fue el primero» en hacer tal cosa «después de que Hebreos hubiese sido aceptada en el canon» (cf. K. Hagen, A Theology of Testament in the Young Luther [Leiden 1974] 23). La opinión de los investigadores actuales, casi sin excepción, es que Pablo no es el autor ni directa ni indirectamente. Para detalles, véase Kümmel, INT 392-94.401-03.
3 Los principales argumentos contra la autoría paulina son las diferencias de vocabulario y estilo respecto a los de Pablo, la diferente estructura de la epístola (el entrelazamiento de doctrina y exhortación), la diferente manera de introducir las citas del AT y la regla que el autor observa habitualmente de citar la Escritura según los LXX (con preferencia, según la forma textual representada por el códice Alejandrino [--> Textos, 68:96]). Aunque hay importantes diferencias teológicas respecto a Pablo, no todas ellas son argumentos contra la autoría paulina tan decisivos como a veces se piensa; p.ej., el hincapié hecho por el autor en la entrada de Jesús en el cielo, más que en la resurrección, se debe evidentemente a su interés por el sacerdocio celestial de Cristo. Sin embargo, la mayoría de las razones alegadas para negar la autoría paulina son de tal peso que resultan convincentes. Ciertas semejanzas teológicas entre Heb y las cartas paulinas (p.ej. en lo tocante a la cristología) no indican necesariamente una influencia de Pablo o del kerigma paulino sobre el autor, pues tanto él como Pablo podrían haber utilizado una tradición común (véase Grásser, «Hebráerbrief» 186-88).
Entre las razones que existen para pensar que el autor era de formación helenística está su uso constante de la contraposición entre las esferas celestial y terrena de la realidad, contraposición según la cual la segunda de dichas esferas se entiende como mera sombra de la primera. Se trata de una concepción platónica y, aunque tiene paralelos en las fuentes del antiguo Oriente Próximo, en el AT (Éx 25,9.40) y en el judaísmo apocalíptico (TestXIILev 5,1) en lo tocante a la comparación entre lugares de culto celestiales y terrenos (cf. G. W. MacRae, «Heavenly Temple and Eschatology in the Letter to the Hebrews» [Semeia 12 (1979) 179-99]), el amplio uso que Heb hace de la contraposición entre la naturaleza eterna, estable y perdurable de la realidad celestial y la naturaleza transitoria e imperfecta de todo cuanto está fuera de esa esfera ha llevado a muchos especialistas a sostener que el mundo intelectual del autor era el del platonismo medio, el mismo que el del filósofo helenístico judío Filón de Alejandría (véanse S. Sowers, The Hermeneutics of Philo and Hebrews [Basel Studies of Theology 1, Richmond 1965]; L. Dey, The Intermediary World and Pattems of Perfection in Philo and Hebrews [SBLDS 25, Missoula 1975] ; J. Thompson, The Beginnings of Christian Philosophy [CBQMS 13, Washington 1982]). Eso puede explicar las muchas semejanzas verbales existentes entre Heb y los escritos de Filón, aunque no es probable que Heb dependa de ellos directamente (pese a Spicq, Hébreux 2.39-91). En cualquier caso, el gran interés del autor por la obra redentora de Cristo, así como su fidelidad a la escatología judeocristiana, suponen una gran diferencia entre su modo de entender el cumplimiento del AT y el alegorismo de orientación filosófica de Filón; véase G. Hughes, Hebrews and Hermeneutics (SNTSMS 36 [Cambridge 1979] 26): «...por más ecos de ideas platónicas que encontremos en la concepción que el autor tiene del arquetipo celestial y la copia terrena, hay un hecho indudable: las dos alianzas... se sitúan además en relación secuencial u horizontal como anterior y posterior».
Dado que el autor fue un cristiano helenístico cuya obra tiene mérito literario y demuestra conocimiento de los recursos de la retórica gr., muchos desde M. Lutero han pensado que fue Apolo (cf. Hch 18,24). Lo más que se puede decir de tal opinión es que resulta verosímil; nada habla de manera concluyente en su favor.
Aunque se han propuesto hipótesis acerca de la pérdida de la conclusión original y sobre la adición posterior del cap. 13, por lo general se admite la integridad de Heb; algunos especialistas, sin embargo, sostienen que 13,22-25 es una adición con la que se pretende dar un toque paulino a la obra.
4 (II) Los destinatarios. La demostración de que la antigua alianza, concretamente el culto de la antigua alianza, ha sido sustituido por el sacrificio de Jesús va unida a la exhortación a no abandonar la fe cristiana (p.ej., 2,1-3; 3,12; 6,4-6). Esto hace razonable la suposición de que la epístola iba dirigida a cris(-)tianos judíos, aunque muchos especialistas proponen un grupo cristiano gentil; se ha llegado a aventurar incluso la hipótesis de que la obra iba destinada a un grupo de judíos que habían roto con el judaísmo ortodoxo, pero no estaban convencidos de que Jesús fuera el Me(-)sías. Los argumentos favorables a esta última postura no resultan convincentes, pero se pue(-)de suponer que los destinatarios eran cristia(-)nos gentiles si de hecho se les puede atribuir la atracción por el culto sacrificial del AT mani(-)festada por aquellos a los que va dirigida la carta, como sucede en el caso de los destinata(-)rios de la Epístola de Bernabé, que eran cris(-)tianos gentiles. Pero, fueran los destinatarios de Heb cristianos judíos o gentiles, la insisten(-)cia del autor en la índole imperfecta y transi(-)toria de los sacrificios del AT resulta difícil de explicar para quienes defienden la opinión de que «no cabe advertir en ningún sitio» que «los lectores evidenciaran inclinación hacia el judaísmo» (así Kümmel, INT 399). Aunque la cuestión del origen étnico de los destinatarios se puede dejar abierta sin perjuicio de la opi(-)nión de que su actitud respecto a los sacrifi(-)cios del AT sea considerada por el autor un pe(-)ligro para su fe cristiana, es más probable que dicha actitud existiera entre cristianos judíos que entre cristianos gentiles. (Para un análisis valioso de la diversidad teológica dentro de los diferentes grupos cristianos judíos y gentiles en la Iglesia del s. I, véase R. E. Brown y J. P. Meier, Antioch and Rome [Nueva York 1983] 1-9) El título «A [los] Hebreos» se encuentra por primera vez en P46 (ms. Chester Beatty, s. III [--> Textos, 68:179]). Es muy probable que la observación frecuentemente repetida de que dicho título se debe a lo que el autor de éste pensaba que era el contenido de la epístola (Wik-Schm, INT 547) sea correcta, pero los in(-)tentos de demostrar que dicho autor se equi(-)vocó en su apreciación no resultan convincen(-)tes para muchos especialistas que sostienen que el título es una deducción acertada sacada del contenido.
Para la opinión de que Heb iba dirigida a ex sacerdotes judíos convertidos al cristianis(-)mo (Hch 6,7), entre los cuales puede que in(-)cluso hubiera esenios, y para las afinidades de Heb con la LQ, véanse Y. Yadin, ScrHier 4 (1958) 36-55; C. Spicq, RevQ 1 (1958-59) 365-90; cf. J. Coppens, NRT 84 (1962) 128-41.257-82 (= ALBO 4/1).
5 (III) Forma literaria, fecha y lugar de composición. Debido a su cuidadosa y com(-)plicada composición y a su tema fundamental del sacerdocio de Cristo, Heb ha sido conside(-)rada como un tratado teológico. Sin embargo, la intención principal del autor no era exponer doctrina por exponerla, sino conjurar el peligro de la apostasía, peligro que era real para aque(-)llos a quienes escribía. Se llama a la obra «pa(-)labra de exhortación» (13,22), designación que también se da a un sermón sinagogal en Hch 13,15. Probablemente, Heb es una homilía es(-)crita, a la cual el autor dio un final epistolar (13,22-25). Debido a que hay referencias a «ha(-)blar» (p.ej., 2,5; 5,11; 6,9; 9,5), algunos han con(-)jeturado que la homilía estaba destinada a ser pronunciada de viva voz. Tal hipótesis resulta inverosímil, y el final, que probablemente es el original, se opone claramente a ella.
El hecho muy probable de que la obra fue(-)ra utilizada por Clemente de Roma proporcio(-)na el terminus ad quem para el tiempo de su composición. Las referencias de 10,32-34 y 12,4 a la persecución padecida por los desti(-)natarios son demasiado imprecisas para ser una indicación de una persecución que se pue(-)da datar con certeza. Algunos ven en 10,32-34 una posible referencia a la persecución de los cristianos romanos por parte de Nerón (64 d.C.) y se apoyan en eso para datar la epístola en torno al 85 d.C. (véase R. H. Fuller, A Critical Introduction to the New Testament [Lon(-)dres 1966] 145). Pero puesto que ese pasaje no dice nada de martirio, mal se puede adecuar a la referencia indicada. Puesto que en su des(-)cripción del culto ofrecido bajo la antigua alianza el autor se basa principalmente en lo que el AT dice del tabernáculo mosaico y su li(-)turgia, y no menciona el templo de Jerusalén, el tiempo pres. utilizado en la descripción de dicho culto no puede probar que Heb se escri(-)biera antes de la destrucción del templo en el 70 d.C., ni que el culto del templo todavía con(-)tinuase en el momento de la redacción. Mu(-)chos comentaristas se muestran partidarios de una fecha posterior al 70, habitualmente los años 80-90 d.C. Pero la razón de que el autor hable de la liturgia del tabernáculo y no de la del templo viene dada por la intención que le mueve a escribir. Lo que desea demostrar es que el sacrificio de Jesús ha reemplazado el culto sacrificial del AT, y se refiere a éste en su expresión más venerable y autorizada, la legis(-)lación del sagrado texto bíblico. En lo que res(-)pecta a su valor, tanto da que siga en pie o que haya tocado a su fin debido a la destrucción del templo. Sin embargo, dicha destrucción habría sido una confirmación de la postura del autor de Heb y, si éste escribió después de tal acontecimiento, su silencio acerca de él re(-)sulta difícil de explicar.
Los saludos enviados a los lectores por «los de Italia» (13,24) se han entendido como una prueba de que Heb fue escrita en Roma; pero el texto puede significar simplemente que esos oriundos de Italia estaban con el autor cuando éste escribió. Véase F. V. Filson, «Yesterday» (SBT 2/4, Naperville 1967) 10-11; BAGD 87; cf. Grásser, «Hebráerbrief» 156. Para una sólida argumentación en favor del destino romano de la epístola, véase Brown y Meier, Antioch and Rome [? 4 supra] 142-49.
6 (IV) Esquema. La epístola a los He(-)breos se puede esquematizar de la manera si(-)guiente:
(I) Introducción (1,1-4)
(II) El Hijo, más alto que los ángeles (1,5-2,18)
(A) La entronización del Hijo 1,5-14)
(B) Exhortación a la fidelidad (2,1-4)
(C) La exaltación de Jesús a través de la humillación (2,5-18)
(III) Jesús, sumo sacerdote misericordioso y fiel (3,1-5,10)
(A) Jesús, el Hijo fiel, superior a Moisés (3,1-6)
(B) Advertencia basada en la infidelidad de Israel (3,7-4,13)
(C) Jesús, sumo sacerdote misericordioso (4,14-5,10)
(IV) El sacerdocio y el sacrificio eternos de Je(-)sús (5,11-10,39)
(A) Exhortación a la renovación espiritual (5,11-6,20)
(B) Jesús, sacerdote según el orden de Melquisedec (7,1-28)
(a) Melquisedec y el sacerdocio levítico (7,1-10)
(b) El sacerdocio levítico reemplazado (7,11-28)
(C) El sacrificio eterno (8,1-9,28)
(a) La alianza, el tabernáculo y el cul(-)to antiguos (8,1-9,10)
(i) El sacerdocio celestial de Je(-)sús (8,1-6)
(ii) La antigua alianza contrasta(-)da con la nueva (8,7-13)
(iii) El tabernáculo de la antigua alianza (9,1-5)
(iv) El culto de la antigua alianza (9,6-10)
(b) El sacrificio de Jesús (9,11-28)
(i) El sacrificio en el santuario ce(-)lestial (9,11-14)
(ii) El sacrificio de la nueva alian(-)za (9,15-22)
(iii) El sacrificio perfecto (9,23-28)
(D) El sacrificio de Jesús, motivo para la perseverancia (10,1-39)
(a) Los muchos sacrificios y el sacrifi(-)cio único (10,1-18)
(b) Confianza, juicio, recordatorio del pasado (10,19-39)
(V) Ejemplos, disciplina, desobediencia (11,1-12,29)
(A) La fe de los antiguos (11,1-40)
(B) Trato que Dios da a sus hijos (12,1-13)
(C) Los castigos de la desobediencia (12,14-29)
(VI) Exhortación final, bendición, saludos (13,1-25)
(Para otra manera de esquematizar Heb, véase A. Vanhoye, Structure littéraire.)