Cartas de Juan
Pheme Perkins
BIBLIOGRAFIA

1 Alegre, X., «Cartas joáneas», en Tuñí, J.-O. y Alegre, X., Escritos joánicos y cartas católicas (IEB 8, Estella 2001). Balz, H. D., «Die Johannesbriefe», Die katholischen Briefe (NTD 10, Gotinga "1973) 150-216. Bogart, J., Orthodox and Heretical Peifectionism (SBLDS 33, 1977). Bonnard, P., Les épitres joanniques (Ginebra 1983). Brown, R. E., The Epistles ofJohn (AB 30, Garden City 1982). Las comunidades que los após(-)toles nos dejaron (Bilbao 1987, Orig. 1984). Brox, N., «Doketismus -eine Problemanzeige», ZKG 95 (1984) 301-14. Bultmann, R., The Johannine Epistles (Herrn, Filadelfia 1973). Cooper, E. J., «The Consciousness of Sin in 1 John», LTP 28 (1972) 237-48. Dodd, C. H,, The Johatmiue Epistles (MNTC, Londres 1946). Grayston, K., The Johannine Epistles (NCB, Grand Rapids 1984). Houlden, J, L., A Commentary on the Johannine Epis(-)tles (HNTC, Nueva York 1973). Lc Fort, P., Las cartas de Juan (Madrid 1985). Malatesta, E., Interiority and Covenant (AnBib 69, 978). Marshall, I. H,, The Epistles of John (NICNT, Grand Rapids 1978). Nauck, W., Die Tradition und der Charakter des ersten Johannesbriefes (WUNT 3, Tubinga 1957). ONeill, J. C., The Puzzle of 1 John (Londres 1966). Schnackenburg, R., Las cartas de San Juan (Barcelona 1980; orig. 1975). Smalley, S. S,, 1, 2, 3 John (WBC 51, Waco 1984). Wengst, K., Héresie und Orthodoxie im Spiegel des ersten Johannes(-)briefes (Gütersloh 1976). DBSup 4.797-815. IDBSup 486-87. Brown, ¡NT 503-40. Wik-Schm, INT 913-37. Bibliografía actuali(-)zada periódicamente: www.Johannine.net

INTRODUCCION

2 (I) Interrelación de las epístolas. Las epístolas joánicas son un ejemplo de las distin(-)tas formas de comunicación existentes entre las iglesias primitivas. 2 y 3 Jn son cartas bre(-)ves que alguien denominado «el presbítero» di(-)rige a otras comunidades. 2 Jn prohíbe el con(-)tacto de los miembros de la iglesia con el grupo disidente de cristianos joánicos. 3 Jn tiene co(-)mo objetivo asegurar que los misioneros envia(-)dos por el presbítero serán bien recibidos por Gayo, tras haber sido rechazados por otro líder cristiano llamado Diotrefes. El paralelo entre las frases introductorias («a quien amo en la verdad», 2 Jn 1; 3 Jn 1; «me he alegrado mucho de encontrar... siguiendo la verdad», 2 Jn 4; 3 Jn 3), y las frases conclusivas (2 Jn 12; 3 Jn 13) de una y otra epístola nos indican que ambas son obra de un mismo autor.
Por el contrario, 1 Jn no es una carta sino una exhortación dirigida a los cristianos joá(-)nicos (? Cartas del NT, 45:16). No hay ningu(-)na referencia explícita al autor. Del texto se de(-)duce que es el representante autorizado de un grupo de «testigos» que dan fe de la verdadera tradición joánica (1 Jn 1,4). 1 Jn pone en guar(-)dia a la comunidad contra las opiniones de los disidentes. Los acusa de no cumplir el manda(-)miento del amor, los llama seductores y anti(-)cristos que no reconocen «la venida de Jesu(-)cristo en la carne» (2 Jn 5-7; 1 Jn 2,7; 5,3; 3,7; 2,23; 4,2; 2,18). Algunos exegetas consideran que el estilo de 2 Jn demuestra que no fue escrita por el mismo autor que 1 Jn, sino por otro de los maestros joánicos a que se refiere el «nosotros» de 1 Jn 1,4. (Compárese la acu(-)sación contra los que han «traspasado los lí(-)mites» de la doctrina en 2 Jn 9 con la acusa(-)ción paralela en 1 Jn 2,23-25.) Otros atribuyen las diferencias al hecho de que 2 Jn es una car(-)ta privada y 1 Jn, en cambio, una exhortación pública.
La severidad de las medidas contra los disi(-)dentes recomendadas en 2 Jn 10-11 solamente puede justificarse en el contexto de una crisis en el seno de la comunidad joánica como la que nos describe 1 Jn. En consecuencia, man(-)tenemos la visión tradicional acerca de la rela(-)ción existente entre estas dos cartas. 1 Jn se compuso antes que 2 Jn. Algunos exegetas consideran que 2 Jn fue enviada a sus destina(-)tarios acompañada de una copia de 1 Jn. Pues(-)to que no menciona de forma directa el tema de los disidentes, 3 Jn no puede fecharse con exactitud. Numerosos exegetas, sin embargo, consideran que los misioneros enviados por la comunidad a la cual pertenece el autor de 3 Jn estaban siendo rechazados a causa de la con(-)fusión creada por la predicación de los disi(-)dentes mencionados en 2 Jn.

3 (II) Autor, fecha de redacción y con(-)texto comunitario. Aunque las epístolas se han atribuido tradicionalmente al autor del cuarto evangelio, el hecho de que no fueran aceptadas por el conjunto de las iglesias hasta el s. III nos indica que al principio no se las asoció al evangelio de Juan. 1 Jn sólo aparece citada de forma inequívoca en el occidente y en el oriente cristianos a finales del s. II. 2 Jn se aceptó también alrededor del año 200 d.C. La referencia más temprana a 3 Jn es de me(-)diados del s. III (véase BEJ 5-13).
La comparación de 1 Jn con el cuarto evan(-)gelio sugiere que 1 Jn (y, en consecuencia, 2 y 3 Jn) no fue compuesta por el autor del evan(-)gelio. En ocasiones, 1 Jn parece referirse a tra(-)diciones teológicas de la comunidad joánica que no llegaron a formar parte del evangelio, o bien usa tradiciones comunes de forma teoló(-)gicamente menos desarrollada que el evange(-)lio. Es por esto que hay quien considera que 1 Jn es anterior al cuarto evangelio.
El argumento definitivo contra esta hipóte(-)sis es el contexto comunitario implícito en 1 Jn. El cuarto evangelio hace referencia a los re(-)tos planteados por el judaísmo y por otros gru(-)pos externos a la comunidad joánica que re(-)chazan la visión joánica de Jesús como Hijo preexistente, enviado por el Padre. Las epísto(-)las, por el contrario, hacen referencia a las ten(-)siones y la ruptura experimentadas en el seno de la propia comunidad joánica. Además, el trauma de la ruptura, la insistencia en el man(-)damiento del amor mutuo y las repetidas ex(-)hortaciones a no apartarse de «lo que habéis oído desde el principio» solamente se com(-)prenden a la luz de la forma concreta que la re(-)dacción del cuarto evangelio confirió a la tra(-)dición joánica.
Así, numerosos exegetas sugieren que 1 Jn fue redactada a modo de clave de interpreta(-)ción del cuarto evangelio. Algunos identifican al autor de 1 Jn con el maestro joánico respon(-)sable de la redacción final del evangelio. Estos autores destacan la presencia de expresiones características como «sangre y agua» (aparece en la escena de la crucifixión Jn 19,34b-35; y también en el testimonio de 1 Jn 5,6). Según esta hipótesis, la versión canónica del cuarto evangelio y 1 Jn expresarían una misma visión teológica.
Si consideramos que el evangelio de Juan se compuso ca. 90 d.C., entonces las epístolas de(-)berían reflejar la situación de la comunidad joánica ca. 100 d.C. No es posible retrasar es(-)ta fecha sin que aparezcan incoherencias con los documentos contemporáneos, por ejem(-)plo, con las epístolas de Ignacio de Antioquía escritas ca. 110 d.C. Ignacio se posiciona en contra de un grupo de cristianos de Asia Me(-)nor que niega la importancia de la humanidad de Jesús invocando una cristología docética que rechaza la encarnación del Salvador divi(-)no. Los cristianos contra los que argumentan las epístolas joánicas no parecen haber oído hablar todavía de esta posición teórica. Igna(-)cio describe unas iglesias de Asia Menor para las cuales el episcopado petrino es la norma de organización comunitaria. Las comunidades de las epístolas joánicas, por el contrario, no están estructuradas en torno a una autoridad central. Al parecer, las comunidades joánicas tenían sus maestros y probablemente los de(-)signaban con el término «presbíteros», pero queda claro que el autor de 1 Jn no puede ape(-)lar a ningún cargo derivado de los apóstoles para fundamentar su posición como verdade(-)ro transmisor de la tradición. Es la comunidad quien tiene la última palabra y debe confirmar que lo que el autor ha escrito es fiel a lo que han oído desde el principio (? Teología joáni(-)ca, 83:14).
Algunos exegetas consideran que el episodio de la rehabilitación de Pedro en Jn 21,15-19 re(-)fleja el punto de inflexión a partir del cual los cristianos joánicos pasaron a reconocer y acep(-)tar la autoridad del obispo-presbítero. En el resto del cuarto evangelio, solamente se acepta a Jesús (o el Paráclito) como guía de la comu(-)nidad (10,1-18); solamente Jesús ofrece su vida por las ovejas (10,14-18). Nos consta que la imagen del pastor era ampliamente aplicada al obispo-presbítero en Asia Menor (Hch 20,28; 1 Pe 5,2; Ign., Rom 9,1). De acuerdo con esta ten(-)dencia, la solución a la crisis de la comunidad joánica que propone el redactor de la sección final del cuarto evangelio pasa por aceptar la institucionalización de un cargo eclesial según el modelo de Jesús-pastor, y difiere, por tanto, de la solución propuesta por el autor de 1 Jn (véase BEJ 110-12).
4 (III) Relación con el cuarto evange(-)lio. La hipótesis de que las epístolas fueron es(-)critas tras una primera consolidación (aunque no la definitiva) de las tradiciones del cuarto evangelio parece conforme al contexto comu(-)nitario reflejado por el evangelio y por las mis(-)mas epístolas. Aunque no podamos identificar ningún pasaje de 1 Jn como cita directa del cuarto evangelio, el poder persuasivo de la mayoría de sus argumentos se fundamenta en la tradición joánica establecida por el evange(-)lio. Así, 1 Jn 1,1-4 remite por una parte al pró(-)logo del evangelio, al referirse a Jesús como vi(-)da que procede del Padre y se manifiesta (1,1-18) , y por otra a temas propios de los discur(-)sos de despedida, p.ej. la importancia de los discípulos como testimonios de Jesús «desde el principio» (15,27). En el evangelio, los dis(-)cursos de Jesús tienen como finalidad «que vuestro gozo sea completo» (15,11). Aquí el autor escribe a fin de que la audiencia «tenga comunión con nosotros» y «nuestro gozo sea completo».
Algunos exegetas se sienten confundidos a causa de la distancia teológica entre 1 Jn y el evangelio. En contraste con el evangelio, 1 Jn omite cualquier referencia directa a la gloria de Jesús. No aparece ni siquiera el énfasis ca(-)racterístico del cuarto evangelio en la identi(-)dad de Jesús con Dios. Con frecuencia, el len(-)guaje teológico de 1 Jn parece reflejar una tradición primitiva ya superada en el evange(-)lio. Por ejemplo, «Paráclito» (1 Jn 2,1) se apli(-)ca a Jesús como abogado celestial en lugar de aplicarse al «retorno» de Jesús actualizado en la venida de su Paráclito, presencia perma(-)nente que guía a la comunidad. Los títulos aplicados a Jesús son Justo (1 Jn 2,7-8), Me(-)sías (2,22) e Hijo (1,3; 3,23). En lugar de en(-)contrar en la cruz de Jesús la revelación de su «gloria», 1 Jn retoma la antigua tradición e in(-)terpreta la muerte de Jesús como expiación (1,7; 2,2; 3,16; 4,10).
5 Estas diferencias han sido el motivo de que algunos exegetas llegaran a la conclusión de que 1 Jn fue escrita con anterioridad al cuarto evangelio o, como máximo, en el con(-)texto de la redacción de alguna de sus últimas secciones (p.ej. en el contexto de las crisis de comunidad que reflejan los discursos de des(-)pedida). Así, se han propuesto las siguientes secciones de 1 Jn como antecedentes a algu(-)nos de los temas del cuarto evangelio: (1) 1,1-4, antecedente al prólogo; (2) 2,20.25 y 3,22, doctrina sobre el Espíritu; (3) 3,12-13, Judas; (4) 3,18, ataque parenético contra el uso de la palabra que el evangelio sustituye por la descripción del poder de la palabra; (5) 3,23, la fe; (6) 4,14, el mundo; (7) 5,5,14-17, pedir algo a Cristo, y (8) 5,20-21, el verdadero conocimien(-)to de Dios (véase Grayston, Epistles 12-14).
Sin embargo, el número de pasajes de 1 Jn que son inteligibles solamente en el supuesto de que el autor y la audiencia estén familiari(-)zados con las formulaciones del evangelio (véase BEJ 19-35.755-59) pone en entredicho estas propuestas. Los discursos de despedida parecen haber sido el antecedente inmediato de muchas de las imágenes que aparecen en 1 Jn. 1 Jn refleja la relación entre Dios (Padre, Hijo, Espíritu) y el cristiano: el Padre ama al cristiano (Jn 14,21; 1 Jn 4,16); el Hijo reside en el cristiano fiel (Jn 15,4; 1 Jn 3,24); el don del Espíritu (Jn 14,16-17; 1 Jn 4,13). Algunos factores importantes de la relación del cristiano con Dios son: la íntima presencia mutua (Jn 14,20; 1 Jn 3,24); el perdón (Jn 15,3; 1 Jn 1,9); la vida eterna (Jn 17,2; 1 Jn 2,29); la justicia (Jn 16,10; 1 Jn 2,29). Se reafirman algunas de las condiciones básicas para el discipulado cristiano: el creyente no se encuentra «en pe(-)cado» (a diferencia del «mundo» no creyente, Jn 16,8-9; a diferencia del falso perfeccionis(-)mo de los disidentes, 1 Jn 1,8; 3,4-9); se debe amar a Jesús y guardar sus mandamientos (Jn 14,15; 1 Jn 2,3 [«conocerle» en lugar de amar(-)le]; 3,10.22-24); se debe rechazar el comporta(-)miento «de este mundo» (Jn 15,18, el odio del mundo hacia los creyentes; 1 Jn 2,15, no se de(-)be «amar el mundo»; 4,1, los falsos espíritus que habitan el mundo); la fe «vence al mundo» (Jn 17,8-9; 1 Jn 2,13-14; 5,5). (Véase Smalley,1, 2, 3 John xxx).
Se ha sugerido que 1 Jn reproduce la es(-)tructura del evangelio. Tras un prólogo que re(-)mite al del evangelio (1 Jn 1,1-4), la epístola se divide en dos secciones. La primera, una paré(-)nesis acerca de la obligación de «caminar en la luz» (1 Jn 1,5-3,10) se correspondería al «libro de los signos» (Jn 1-12). Caminar en la luz es la auténtica respuesta al evangelio predicado desde el principio y distingue a los verdaderos cristianos joánicos de los disidentes. La se(-)gunda sección trata de la obligación del amor mutuo (1 Jn 3,11-5,12), y se corresponde al «li(-)bro de la gloria» (Jn 13-21), esp. a los discur(-)sos de despedida que establecen el mandamiento del amor y presentan la muerte de Jesús como la materialización ejemplar del amor divino. El pasaje conclusivo acerca de la intención del autor se corresponde asimismo con el del evangelio (cf. Jn 20,30-31 y 1 Jn 5,13). (Véase BEJ 124-25.765). Sin embargo, sola(-)mente la introducción y la conclusión recurren de forma explícita al lenguaje del evangelio. Si la correspondencia estructural obedeciera a la intención del autor de 1 Jn, cabría esperar que el lenguaje evangélico apareciera en la transi(-)ción entre la primera y la segunda sección de la epístola, aunque puede argumentarse que el juicio sobre el mundo que rechaza la revela(-)ción de Jesús (Jn 12,44-50) se corresponde a la separación entre los «hijos de Dios» y los «hi(-)jos de las tinieblas» de 1 Jn 3,10.
6 (IV) Los oponentes joánicos. 1 Jn y 2 Jn hacen referencia a personas que, tras haber formado parte de la comunidad joánica, se han separado de ella (1 Jn 2,19; 4,1; 2 Jn 7). Se relaciona su separación de la comunidad con el hecho de no haber sido capaces de «confe(-)sar» la verdad acerca de Jesús y se les acusa de ser «falsarios y anticristos» que deben ser de(-)rrotados. Mientras que 1 Jn 4,1-5 presenta el tema de forma asertiva asumiendo que la co(-)munidad a la cual se dirige rechazará estos «malos espíritus», 2 Jn 8-11 por el contrario lo presenta en forma de prohibición: los cristia(-)nos no deben relacionarse ni tan sólo saludar a los que se asocian con la doctrina disidente (? Teología joánica, 83:14).

7 Si asumimos la existencia de un lapso de tiempo entre 1 Jn y 2 Jn, la mayor dureza de 2 Jn sólo puede significar que la situación había empeorado. Algunos exegetas conside(-)ran que los disidentes habían empezado a pre(-)dicar una interpretación docética de Jesús co(-)mo instrumento terrenal del revelador divino al modo de los gnósticos del s. II. Contra esta hipótesis, las epístolas no atribuyen ninguna característica gnóstica a los disidentes (? Igle(-)sia primitiva, 80:64-80). Si las advertencias de 1 Jn nos permiten entrever los puntos de vista de los disidentes, al parecer éstos predicaban una soteriología que liberaba al creyente de la posibilidad de pecar y dejaba vacía de sentido la interpretación sacrificial de la muerte de Je(-)sús. Pretendían asimismo haber recibido el «conocimiento de Dios» y del Espíritu. Desco(-)nocemos de qué manera estas creencias les lle(-)varon a separarse de los cristianos a los que se dirigen 1 Jn y 2 Jn.

8
Mediante su rechazo a recibir a los en(-)viados del presbítero, Diotrefes (3 Jn 9-10) pa(-)rece volver en contra del presbítero su propia ley acerca del trato debido a los disidentes (2 Jn 10-11). Para algunos exegetas, se trata de un dato que pone en evidencia un fracaso en la organización de las comunidades joánicas en una multitud de pequeñas iglesias domésticas unidas por misioneros itinerantes. 3 Jn no im(-)plica que Diotrefes fuera simpatizante de los disidentes. Diotrefes es simplemente el líder de una iglesia doméstica que ha decidido ex(-)cluir de ella a todos los misioneros itinerantes.

9 (V) Género literario de las epístolas.
2 Jn y 3 Jn responden en su conjunto a las con(-)venciones del género epistolar cristiano (? Car(-)tas del NT, 45:8). Se apartan del género al no mencionar el nombre propio del autor y, en 2 Jn, al no indicar la localización de la iglesia a la cual va dirigida la epístola. Y, sin embargo, el contenido de ambas epístolas remite a proble(-)mas concretos. No deben considerarse, pues, epístolas «simuladas». 2 Jn utiliza la expresión «gracia, misericordia y paz» propia de los salu(-)dos de las epístolas del NT, pero la utiliza como una afirmación y no como saludo. 3 Jn no tie(-)ne fórmula de saludo inicial. Sí presenta, en cambio, el típico saludo final de la iglesia a la cual pertenece el autor para los miembros de la iglesia destinataria.
Las analogías del NT más cercanas a 1 Jn son los tratados teológicos de Heb y Sant. Sin embargo, a diferencia de estos escritos, 1 Jn parece haber sido motivado de forma directa por el deseo de refutar los argumentos de los disidentes. Los elementos doctrinales de tipo más general que aparecen en 1 Jn pertenecen a la tradición que el autor desea invocar a su favor y no constituyen el objetivo principal de su escrito. (A favor de la hipótesis de que 1 Jn es primordialmente una exhortación, véase J. M. Lieu, NovT 23 [1981] 210-28.) La estructu(-)ra interna de 1 Jn es difícil de determinar más allá del consenso acerca de la existencia de un prólogo (1,1-4) y de una conclusión (5,13), que es paralela a la del evangelio y que lleva a con(-)siderar 5,14-21 como un apéndice. La mayoría de exegetas están también de acuerdo en se(-)ñalar algún tipo de transición en 2,28-29. Los que dividen el cuerpo de la epístola en tres sec(-)ciones acostumbran a iniciar la tercera en 1 Jn 4,1.

10
La existencia de unidades formales en 1 Jn ha dado pie a un sinfín de teorías que coinciden en afirmar que 1 Jn es el fruto de múltiples redacciones sobre una fuente origi(-)nal. Las unidades formales de la epístola son las siguientes: (a) 1,6-2,2, «si decimos...», con su contraste «pero si...»; (b) 2,4-11, tres ora(-)ciones que se inician con «el que dice...» y si(-)guen con el desarrollo; (c) 2,12-14, consejos paralelos para «hijos, padres, jóvenes»; (d) 2,15-17, parénesis contra el amor al mundo; (e) 2,29-3,10, siete cláusulas, «todo el que...» seguidas de ptc.; (f) 5,18-20, tres cláusulas «sa(-)bemos que...». Poco hay que justifique la in(-)clusión de estas unidades en una fuente co(-)mún. Probablemente se trata de ejemplos más o menos estereotipados de la doctrina tradi(-)cional.
1 JUAN

11 índices.
1 Jn puede estructurarse de la siguiente manera:
(I) Prólogo (1,1-4)
(II) Caminar en la luz (1,5-2,29)
(A) La exhortación de los dos caminos (1,5-2,17)
(a) Dios es luz (1,5)
(b) La libertad frente al pecado (1,6-2,2)
(c) Guardar los mandamientos (2,3-11)
(d) Triple recomendación (2,12-14)
(e) El rechazo del mundo (2,15-17)
(B) El rechazo de los anticristos (2,18-29)
(a) La división como señal de la última hora (2,18-19)
(b) La unción preserva la verdadera fe (2,20-25)
(c) La unción enseña a la comunidad (2,26-27)
(d) Confianza en el juicio (2,28-29)
(III) El amor como distintivo de los hijos de Dios (3,1-24)
(A) Ahora el Padre nos convierte en hijos (3,1-10)
(a) Ahora somos ya hijos de Dios (3,1-3)
(b) El que ha nacido de Dios no peca (3,4-10)
(B) Los cristianos deben amarse los unos a los otros (3,11-18)
(a) Caín: el odio conduce a la muerte (3,11-15)
(b) La muerte de Cristo: modelo de amor (3,16-18)
(C) Nuestra confianza ante Dios (3,19-24)
(a) Dios es mayor que nuestros cora(-)zones (3,19-22)
(b) Dios permanece en el que guarda sus mandamientos (3,23-24)
(IV) Los mandamientos a amar y a creer (4,1-5,12)
(A) El rechazo de los anticristos (4,1-6)
(a) No confiesan a Jesús (4,1-3)
(b) No han vencido al mundo (4,4-6)
(B) Dios es amor (4,7-21)
(a) Cristo nos ha manifestado el amor de Dios (4,7-12)
(b) Gracias al Espíritu, hemos conoci(-)do el amor de Dios (4,13-16a)
(c) Nuestra confianza: mantenemos en el amor de Dios (4,16b-21)
(C) La fe en el Hijo (5,1-12)
(a) La fe ha vencido al mundo (5,1-5)
(b) Testimonio: el Hijo vino por la san(-)gre y por el agua (5,6-12)
(V) Conclusión (5,13-21)
(A) La confianza en la oración (5,14-17)
(B) Tres afirmaciones acerca de la confian(-)za (5,18-20)
(C) Guardaos de los ídolos (5,21)