Introducción a las cartas del Nuevo Testamento
Joseph A. Fitzmyer, S.J.

BIBLIOGRAFIA

1 Deismann, G. A., Bible Studies (Edimburgo 1901) 3-59; LAE 228-9. Doty, W. G,, «The Classification of Epistolary Literature», CBQ 31 (1969) 183-99; Letters in Primitive Christianity (Filadelfia 1973); «Imaginings at the End of an Era: Letters as Fictions», Semeia 69-70 (1995) 83-110. Fascher, E., «Briefliteratur, urchristliche, formgeschichtlich», RGG 1.1412-15. Fitzmyer, J. A., «Aramaic Epostolography», Studies in Ancient Letter Writing (ed. J. L. White, Semeia 22, Chico 1982) 22-57. Hercher, R., Epistolographi graeci (París 1873, reimpr. 1965). Kim, Chan-Hie, Form and Structu(-)re of the Familiar Greek Letter of Recommendation (SBLDS 4, Missoula 1972). Koskenniemi, H., Stu(-)dien zur Idee und Phraseologie des gñechischen Briefes bis 400 n. Chr. (Helsinki 1956). Mullins, T. Y., «Disclosure: A Literary Form in the New Testament», NovT 7 (1964) 44-50; «Formulas in New Testament Epistles», JBL 91 (1972) 380-90; «Greeting as a New Testament Form», JBL 87 (1968) 418-26; «Petition as a Literaiy Form», NovT 5 (1962) 46-54; «Visit Talk in New Testament Letters», CBQ 35 (1973) 350-58. Neumann, K. J., «Major variations in Pauline and other epistles in light of genre and the Pauline letter form», en: McLean, B. H. (ed.), Origins and method: towards
a new understanding of Judaism and Christianity: essays in honour of John C Hurd (Sheffield 1993) 199-209. Oppenheim, A. L., Letters form Mesopotamia (Chicago 1967). Panier, L. (ed.), Les lettres dans la Bible et dans la littérature: Actes du colloque de Lyon, 3-5 juillet 1996 (París 1999). Pardee, D., «An Overview of Ancient Hebrew Epistolography», JBL 97 (1978) 321-46; Handbook of An(-)cient Hebrew Letters (SBLSBS 15, Chico 1982). Rosenmeyer, P. A., Ancient epistolary fictions: the letter in Greek literature (Cambridge-Nueva York 2001). Schneider, J,, «Brief», RAC 2. 563-85. Sandy, D. B., «Form and function in the letters of the New Testament», en: Meadors, G. T. (ed.), New Testament essays in honor of Homer A Kent, Jr, (Winona Lake 1991), 49-68. Schnider, F. y W. Stenger, Studien zum neutestamentlichen Briefformular (NTTS 11, Leiden 1987). Stirewalt, M. L., Studies in ancient Greek epistolography (Atlanta, Ga, 1993). Stowers, S. K., «New Testament Epistolo(-)graphy», ANRW 11/25.2, 1730-56; Letter Writing in Greco-Roman Antiquity (Filadelfia 1989); véase BR 32 (1987) 42-53. Vidal, S., Las cartas originales de Pablo (Madrid 1996).
Véase también Brown, INT 541-56; Wik-Schm, INT 573-82; ISBSup 538-40; DBSup 7.329-41.




2 ESQUEMA

Observaciones generales (§ 3-7)
(I) «Epistole» como género literario (§ 3)
(II) «Carta» o «epístola» (§ 4-5)
(III) El antiguo género literario carta (§ 6-7)
La composición de cartas en el Nuevo Testamento (§ 8-21)
(I) La forma de la carta paulina (§ 8)
(A) Fórmula introductoria
(B) Acción de gracias
(C) Mensaje
(D) Conclusión y saludo final
(II) Las «cartas» de Pablo (§ 9-11)
(III) El corpus paulino (§ 12-15)
(IV) Hebreos y las epístolas católicas (§ 16-18)
(V) Redacción o dictado (§ 19-2)

OBSERVACIONES GENERALES

3 (I) «Epistole» como género literario.
De los 27 libros del NT, 21 son llamados epistolai, cosa que no sucede con ninguno de los li(-)bros del AT. En el AT hay cartas; pero el uso de este género de escritura con finalidad religio(-)sa, aunque debe mucho a la popularidad de la carta en el mundo helenístico, llega a cobrar particular importancia con Pablo, quien fue imitado por escritores cristianos posteriores.
Escribir cartas es una práctica antigua que en las regiones egipcia y mesopotámica cuenta con numerosos testimonios de corresponden(-)cia oficial, comercial, regia y privada que abar(-)can un período de miles de años anterior al AT (ANET 475-490), así como con formas ar. y hebr. contemporáneas de éste. En el AT existen resúmenes de correspondencia oficial de la época de los reyes preexílicos (2 Sm. 11,14-15; 1 Re 21,8-10; 2 Re 5,5-6; 10,1-6). También se en(-)cuentran resúmenes de los períodos exílico y postexílico, pero en este último suelen conser(-)var la forma de la antigua carta ar. (Esd 4,11-16.17-22; 7,12-26). En Est. 9,20 se mencionan un memorándum de Mardoqueo y una carta del rey acerca de purim; los añadidos deuterocanónicos al libro proporcionan adecuadamen(-)te el texto de tales documentos, lo que consti(-)tuye un logro literario gr. (12,4; 13,1-7). Así mismo, Bar 6 conserva la llamada Carta de Je(-)remías (véase Jr. 29,1). Muchas cartas conser(-)vadas en Macabeos (1 Mac 5,10-13; 8,23-32; 10.18-20.25-45; 2 Mac. 1,1-2,18), escritas por ju(-)díos, romanos, gobernantes seléucidas y espar(-)tanos, abordan aspectos nacionales o políticos de la vida judía en Palestina. Aunque el uso re(-)ligioso del género literario carta se encuentra en Jr 29,4-23, dicho uso no era importante; lle(-)gó a serlo en tiempos del NT. Algunas cartas del NT, sin embargo, no son más específicamente religiosas que muchas del AT (Hch 23,26-30).
4 (II) «Carta» o «epístola». Desde los es(-)tudios de G. A. Deissmann se ha distinguido a menudo entre «carta» y «epístola». Una carta es una realidad no literaria, un medio de co(-)municación entre personas separadas entre sí. Por su índole confidencial y personal, está pensada sólo para la persona o personas a las que va dirigida, y no para el público en gene(-)ral ni para tipo alguno de publicidad (LAE 228). En su estilo, tono y forma puede ser tan libre, íntima, familiar o franca como una con(-)versación; puede ser, además, una carta oficial dirigida a un grupo o a varios. Por lo general tiene un propósito ad hoc. Existen «cartas» an(-)tiguas en millares de papiros gr. de Egipto (A. S. Hunt y E. E. Edgar, Select Papyri [LCL, Cambridge, MA, 1952]; D. Brooke, Prívate Let(-)ters Pagan and Christian [Londres 1929]). La mayoría de los ejemplos del AT citados antes son «cartas» en este sentido.
«Una epístola es un género literario artísti(-)co, una clase de literatura, lo mismo que el diá(-)logo, el discurso o el drama. No tiene nada en común con la carta salvo su forma; aparte de eso, se podría aventurar la paradoja de que la epístola es lo contrario de una verdadera carta. Los contenidos de una epístola van encamina(-)dos a la publicidad -pretenden interesar "al pú(-)blico? (Deissmann, LAE 229). La epístola es una cuidadosa composición literaria que pue(-)de estar motivada, aunque no necesariamente, por una situación concreta, y que está destina(-)da a un público amplio. Cultivada en las es(-)cuelas filosóficas gr. del s. IV a.C., se asemeja a un tratado, un diálogo o un ensayo dedicado a la discusión instructiva o polémica de algún tema. «Epístolas» antiguas se encuentran en las Ad Lucilium epistulae morales de Séneca, en las epístolas de Epicuro conservadas por Diógenes Laercio (Vidas de filósofos eminentes 10) y en escritos judíos como la Epístola de Aristeas (que en realidad es una narración apologéti(-)ca; ? Apócrifos, 67:32), Bar 6,1-73 (una homi(-)lía) y 2 Mac. 1,1-2,18. Hoy en día se percibe cierta insatisfacción con la distinción de Deiss(-)mann: ¿no está trazada de manera demasiado neta? El verdadero problema es decidir si un escrito dado se debe clasificar como «carta» o como «epístola».
5 Aunque las epistolai del NT constituyen un corpus dentro de la Biblia, esto no quiere decir que originariamente pretendieran ser «epístolas». Las cartas privadas de literatos famosos han llegado a veces a formar parte de la literatura de un país, y la recopilación de cartas de Pablo en un corpus no modificó ra(-)dicalmente la índole específica de éstas. La inspiración, por la cual dichas cartas fueron destinadas por el Espíritu a la edificación de la Iglesia cristiana, tampoco altera el destino que el autor humano les dio al dirigirlas a una persona o un grupo o al tratar un problema u otro. De ahí que se deba respetar el género li(-)terario del escrito.
6 (III) El antiguo género literario carta.
La carta grecorromana contemporánea cons(-)taba al menos de tres partes: (1) Fórmula in(-)troductoria. No es la dirección (que se solía es(-)cribir en el exterior del papiro doblado), sino la praescriptio, sentencia elíptica que contiene el nombre del remitente (nom.) y del destina(-)tario (dat.) y un breve saludo (habitualmente chairein, infin. con el significado estereotipado de «¡Saludos!»). Véanse 1 Mac 10,18.25; 11,30; en el NT, sólo en Hch 15,23; 23,26; Sant 1,1. (2) Mensaje. El cuerpo de la carta. (3) Saludo final. Habitualmente errósó (pl. errósthe, «adiós» [lit., «que esté(i)s bien»; cf. lat. vale, válete']). Véanse 2 Mac 16,21,33.38; en el NT, Hch 15,29 (y 23,30 en algunos mss). En el caso de cartas dictadas, el saludo final a veces lo escribía de su puño y letra el remitente; a menudo esto hacía las veces de la firma en las cartas mo(-)dernas. En cartas oficiales se añadía con fre(-)cuencia una fecha. En muchas cartas antiguas se podía encontrar también una cuarta parte, una acción de gracias, que servía de introduc(-)ción al cuerpo de la carta y expresaba un sen(-)timiento, religioso o no, de gratitud. A menu(-)do empezaba con eucharistó, «doy gracias», o con charin echó, «agradezco».
7 La forma de las cartas judías de aquella misma época, escritas en arameo o hebreo y derivadas de modelos asirios, babilónicos o cananeos anteriores, no era muy diferente de la forma grecorromana. Aunque la acción de gra(-)cias aparece muy raramente, la fórmula intro(-)ductoria era, o bien como la grecorromana -pero con salóm o séíam, «paz», en vez de chai(-)rein (véase Mur 42,43,44,46)-, o, más frecuen(-)temente, con una sentencia doble. La primera parte mencionaba al remitente y al destinata(-)rio («A nuestro señor Bagohi, gobernador de Judea, tus siervos Yedanías y sus compañeros, los sacerdotes...»), y la segunda parte expresa(-)ba una bendición («Que el Dios del Cielo bus(-)que siempre el bienestar de nuestro señor»). Véase ANET 322,491-92; cf. Dn 4,1; 2ApBar 78,3 (OTP 1.648); Fitzmyer, «Aramaic Epistolography».


LA COMPOSICIÓN DE CARTAS EN EL NUEVO TESTAMENTO

8 (I) La forma de la carta paulina. La carta paulina comparte características de las cartas contemporáneas grecorromanas y se(-)míticas.
(A) Fórmula introductoria. La praescriptio normalmente amplía la forma grecorromana utilizando elementos semíticos; Pablo (nom.) a X (dat.), con epítetos adecuados al estilo semí(-)tico para expresar la relación entre él y el (los) destinatario(s). A veces se mencionan corremitcntes: Timoteo (2 Cor 1,1; Flp 1,1; Flm 1); Sil(-)vano y Timoteo (1 Tes. 1,1); Sostenes (1 Cor. 1,1). Pablo nunca utiliza simplemente chairein, sino que expresa un deseo que incluye charis kai eiréné (1 Tes 1,1), habitualmente en forma extensa: «Gracia y paz para vosotros de parte de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, el Se(-)ñor» (Gál 1,3; Flp 1,2). A primera vista, charis kai eiréné parece una adaptación o combina(-)ción paulina del chairein gr. y del sülóm/selam semítico; pero tal vez entrañe algo más, pues el saludo utiliza las nociones de charis (favor de alianza) y eiréné (paz) que se encuentran en la antigua bendición sacerdotal de Nm 6,24-
26. Además, charis tiene la connotación pauli(-)na de la misericordiosa munificencia de Dios manifestada en Cristo Jesús (cf. Rom 5,1-11). Así, esas palabras pueden ser la recapitulación paulina de los bona messianica de la era cris(-)tiana, los dones espirituales que el apóstol pi(-)de para sus lectores. Esta fórmula aparece también en 2 Jn 3 y Ap 1,4; está modificada en 1 Pe. 1,2 y 2 Pe. 1,2, ya veces se encuentra en cartas cristianas posteriores.
(B) Acción de gracias. Como numerosas cartas grecorromanas, la mayoría de las cartas de Pablo tienen una acción de gracias. Estruc(-)turalmente, a menudo es una oración comple(-)ja, cuya función es «centrar la situación epis(-)tolar, es decir, introducir el tema fundamental de la carta» (Schubert, Form [->15 infra] 180). En Gál, Pablo sustituye la acción de gracias por una reprimenda iniciada con thaumazó, «Mc sorprende...» (1,6-9), que marca muy efi(-)cazmente el tono de esa carta. En 2 Cor utili(-)za de manera adecuada una extensa bendición invocada sobre la Iglesia corintia, pulsando la cuerda de la reconciliación con la comunidad causante de tanto dolor para el apóstol, aspec(-)to que constituye el tema principal de parte de 2 Cor. En esta sección, Pablo suele situarse en el ámbito de la oración; y aunque su acción de gracias se parece a la grecorromana, los senti(-)mientos manifestados en ella se expresan a menudo con fórmulas «eucarísticas» típica(-)mente judías, que a veces recuerdan incluso las Hódavót de Qumrán (Salmos de acción de gracias, ? Apócrifos, 67:86). A menudo resulta difícil decidir dónde termina la acción de gra(-)cias y dónde empieza el cuerpo de la carta (por ejemplo en 1 Tes.).
(C) Mensaje. Reflejo indudable de la predi(-)cación cristiana primitiva, que a menudo unía a su exposición doctrinal una exhortación éti(-)ca, el cuerpo de la carta paulina está habitual(-)mente dividido en dos partes: una doctrinal, que presenta verdades del mensaje cristiano, la otra exhortatoria, que da instrucciones para la conducta cristiana.
(D) Conclusión y saludo final. La sección final de una carta paulina contiene a menudo noticias personales o consejos concretos para personas particulares. Va seguida por el últi(-)mo saludo de Pablo: nunca el corriente errosó gr., sino una bendición característica: «La gra(-)cia de nuestro Señor Jesucristo esté con voso(-)tros» (1 Tes. 5,28; Gál. 6,18; Flp. 4,23; 1 Cor. 16,23; 2 Cor. 13,13; Rom. 16,20.[24]; Flm. 25).
9 (II) Las «cartas» de Pablo. Tras haber establecido las categorías de «carta» y «epísto(-)la», Deissmann clasificó los escritos de Pablo como cartas, no como epístolas literarias. Aun(-)que se le puede achacar cierta simplificación excesiva, básicamente estaba en lo cierto, pues los escritos de Pablo son fundamentalmente «cartas», compuestas para una ocasión, a me(-)nudo elaboradas con prisa y en la mayoría de los casos escritas con completa independencia unas de otras. Flm es una carta privada envia(-)da a un particular; Gál. una carta dirigida a un grupo de iglesias locales y empapada de la in(-)quietud personal de Pablo por sus convertidos. Así mismo, 1 Cor. 1 Tes. Flm. pese a todas las grandes verdades que tratan, son básicamente «cartas» que se ocupan de cuestiones concre(-)tas de las Iglesias a las que van dirigidas. Gran parte de la dificultad de 2 Cor. se debe a su ca(-)rácter de carta; contiene muchas alusiones que ya no se entienden del todo y que, sin embar(-)go, resultan muy expresivas de los sentimien(-)tos de Pablo acerca de sus relaciones con esa Iglesia. De las cartas auténticas de Pablo, Rom. es la que más cerca está de ser una epístola en(-)viada a una Iglesia que Pablo todavía no había evangelizado (? Romanos, 51:3-6); la mejor denominación de Rom tal vez fuera la de carta ensayo.
10 Pese a la caracterización de Deiss(-)mann, se debe recordar que Pablo rara vez es(-)cribió sus cartas a título meramente personal; era ante todo un apóstol, un misionero, un predicador. Sus cartas fueron enviadas a co(-)munidades y particulares para expresar su presencia y autoridad apostólicas en la edifi(-)cación de las Iglesias cristianas. Utilizó el gé(-)nero carta como un medio de difundir su mo(-)do de entender el evangelio cristiano, y en especial de aplicarlo a los problemas concre(-)tos que surgían en regiones que él no podía vi(-)sitar personalmente en ese momento. Parte de su genialidad consistió en adoptar para sus fi(-)nes evangelizadores un género manejable de escrito. El mejor modo de describir sus escri(-)tos es, pues, llamarlos «cartas apostólicas». Aunque a menudo se dice de él que fue el pri(-)mer teólogo cristiano, Pablo no escribió con la precisión de quien expone teología sistemáti(-)ca, una definición conciliar o legislación canó(-)nica. De manera más simple, vertió su ense(-)ñanza apostólica en el molde del género carta.
11 Dentro de dicho género, Pablo intro(-)dujo a menudo -a veces de manera poco puli(-)daotros subgéneros literarios: fragmentos del kerigma primitivo (1 Te.s 1,9-10; 1 Cor. 15,1-7; Rom. 1,3-4; 4,25; 10,8-9); homilías (Rom. 1,18-32); exhortaciones (Gál. 5,19-24 [lista de vicios y virtudes]; cf. 2 Cor. 12,20); himnos (Flp. 2,6-11; Rom. 8,31-39; 1 Cor. 13,1-13); fórmulas litúrgicas (1 Cor. 11,24,25; 12,3;
16,22) ; midrasim (Gál. 4,21-31; 2 Cor. 3,4-18; Rom. 4,1-24); «testimonia» (es decir, cadenas de textos probatorios del AT, Rom. 3,10-18; 15,9-12); «diatribas» (en el sentido antiguo, Rom. 2,1-3,9). En muchos casos, el material así introducido procedía de la incipiente tradi(-)ción de la Iglesia (1 Cor 11,23; 15,3), pero re(-)cibió una configuración nueva de la predica(-)
ción y enseñanza del mismo Pablo (Rom. 3,24-26). De ahí que, aun cuando las composicio(-)nes paulinas sean básicamente «cartas», un examen cuidadoso de sus partes revele a me(-)nudo otras formulaciones homiléticas, retóri(-)cas y literarias que se han de respetar en la in(-)terpretación.
12 (III) El coipus paulino. En el NT, 13 cartas se atribuyen nominalmente a Pablo. El mismo número aparece también en el Canon de Muratori (líneas 39-63; EB 4; ? Canonici(-)dad, 66:84). Desde tiempos de Cirilo de Jeru(-)salén (Catech. 4,36; PG 33,499 [ca. 348 d.C.]), se le han atribuido 14 cartas, entre ellas Heb. Los especialistas modernos, sin embargo, si(-)guiendo el ejemplo de autores antiguos como Orígenes, abandonan la autoría paulina de Heb (? Hebreos, 60:2). Desde el punto de vista de la autenticidad, las cartas de Pablo pueden entrar dentro de tres categorías: (a) escritos auténticos: 1 Tes., Gál., Flp., 1-2 Cor., Rom. y Flm. (b) escritos de autenticidad dudosa: 2 Tes., Co.l y Ef. -a veces denominados «deuteropaulinos», es decir, compuestos por un discípulo de Pa(-)blo-; y (c) escritos seudónimos: 1-2 Tim, Tit (para más detalles, véanse las introducciones a las diversas cartas; ? Canonicidad, 66:87-89).
13 Varios pasajes paulinos indican, sin embargo, que el apóstol escribió otras cartas además de las 13 que se le atribuyen. En 1 Cor. 5,9, Pablo hace referencia a una carta escrita anteriormente a la Iglesia corintia; 2 Cor. 2,3-4 menciona una «carta escrita con lágrimas», al parecer compuesta entre 1 Cor. y 2 Cor. Puesto que esta última es indudablemente una com(-)binación de distintos textos, la «carta escrita con lágrimas» tal vez forme parte de ella (- 2 Corintios, 50:3). En Col 4,16 se menciona una carta a los laodicenses; una carta así titulada, y otra dirigida a los alejandrinos, se rechazan como no canónicas en el Canon de Muratori (línea 64; EB 5). Se discute si Rom. 16 se con(-)cibió como una carta aparte (? Romanos, 51.10), y Flp. posiblemente sea también una carta fruto de la combinación de distintos tex(-)tos (?Filipenses, 48:4). Las referencias hechas a otras cartas en las canónicas de Pablo dieron pie a la confección de cartas paulinas apócri(-)fas (véase HSNTA 2. 128-66). Tal vez 2 Tes. 2,2 haga incluso referencia a dicha confección.
14 Pablo mismo era consciente (2 Cor. 10.10) de que algunas de sus cartas se estaban leyendo mucho y provocaban comentarios. Para finales del s. I d.C., las cartas ya se esta(-)ban recopilando (? Canonicidad, 66:58). 2 Pe. 3,15-16 hace referencia a «todas las cartas» de «nuestro querido hermano Pablo», y tal vez aluda a un corpus paulino ya recopilado. La primera indicación clara de la existencia de tal corpus se la debemos a Marción, quien ca. 144 d.C. elaboró en Roma un canon en el que ad(-) mitía 19 cartas, al parecer en el siguiente or(-)den: Gál,. 1-2 Cor., Rom., 1-2 Te., Ef. (= para él, «A los Laodicenses»), Col., Flp., Flm. (véase Epifanio, Pan. 42.9.4; GCS 31.105).
15 De las 13 cartas atribuidas a Pablo en el canon, Flp. Flm. Col y Ef son llamadas a menudo «cartas de la cautividad», debido al encarcelamiento que en ellas se menciona (Flp. 1, 7.13.14; Flm. 1,9.10.23; Co.l 4,3.18; Ef .3,1; 4,1; 6,20). «Cartas pastorales» es el título dado a 1-2 Tim. y Tit., debido a su interés por el esta(-)blecimiento de una disciplina eclesiástica, in(-)cluso jerárquica. En la Biblia moderna, el or(-)den de las cartas paulinas sigue el de la Vg y no es cronológico; las cartas a las siete Iglesias preceden a las dirigidas a las cuatro personas particulares. Este orden a menudo se ha con(-)siderado regido por un criterio de dignidad -explicación verosímil de la precedencia abso(-)luta de Rom. pero no de la de Gál respecto a Ef, ni de la de Flp respecto a 1 Tes. Es más probable que el orden dentro de ambos grupos de cartas obedezca al factor puramente mate(-)rial de la longitud, pues ésta decrece desde Rom. hasta Flm. Según algunos cómputos, Ef. es ligeramente más larga que Gál. (véase O. Roller, Das Formular 38); y Ef. precede a Gál. en el papiro Chester Beatty (P46, del s. III, ? Tex(-)tos, 68:179). Nótese que Heb. pese a su longi(-)tud, mayor que la de la mayoría de las cartas, se deja de manera significativa fuera del grupo paulino tradicionalmente ordenado así; en P46, sin embargo, sigue a Rom.

(Bahr, G. J., «Paul and Letter Writing in the Fifth [sic!] Century», CBQ 28 [1966] 465-77; «The Subscriptions in the Pauline Letters», JBL 87 [1968] 27-41. Berger, K., «Apostelbrief und apostolische Rede / Zum Formular frühchristlicher Briefe», ZNW 65 [1974] 190-231. Bjerkelund, C. J., Parakaló [Oslo 1967], Dahl, N. A., «The Particularity of the Pauline Epistles as a Problem in the Ancient Chruch», Neo(-)testamentica et patrística [Fest. O. Cullmann, ed. W.
C. Van Unnik, NovTSup 6, Leiden 1962] 261-71. Finegan, J., «The Original Form of the Pauline Collection», HTR 49 [1956] 85-103. Friedrich, G., «Lohmeyers These über das paulinische Briefpráskript kritisch beleuchtet», TLZ 81 [1956] 343-46. Funk, R. W., «The Apostolic Parousia: Form and Significance», en Christian History and Interpretation [Fest. J. Knox, ed. W. R. Farmer et al., Cambridge 1967] 24-
68. Gamble, H., «The Redaction of the Pauline Let(-)ters and the Formation of the Pauline Corpus», JBL 94 [1975] 403-18. Knox, J., «A Note on the Format of the Pauline Corpus», HTR 50 [1957] 311-14. Loymeyer, E., «Briefliche Grussüberschriften», ZNW 36 [1927] 158-73. Mitton, C. L., The Formation of the Pauline Corpus of Letters [Londres 1955], OBrien, P. T., Introduction Thanksgivings in the Letters of Paul [NovTSup 49, Leiden 1977]. Roller, O., Das Formu(-)lar der paulinischen Briefe [BWANT 58, Stuttgart 1933]. Schubert, P., Form and Function of the Pauli(-)ne Thanksgivings [BZNW 20, Berlín 1939].)
16 (IV) Hebreos y las epístolas católi(-)cas. «Epístola» es una designación que se ajusta mejor a la realidad de Heb y las otras siete epístolas del NT, con la excepción de 2 Jn y 3 Jn, que son «cartas» (aun cuando la «seño(-)ra elegida y sus hijos» [2 Jn 1] puede hacer re(-)ferencia a una comunidad, más que a una per(-)sona particular). Heb es más bien un sermón exhortatorio, rico en análisis teológico y exé(-)gesis alejandrina del AT; a diferencia de las cartas paulinas, sus exhortaciones están dis(-)persas a lo largo de todo el escrito. No hay in(-)dicios de que tuviera nunca una fórmula ini(-)cial, y la sección conclusiva, con su saludo y petición finales (13,24), le da un poco de for(-)ma epistolar, algo quizás secundario en el con(-)junto de la composición, sin embargo (? He(-)breos, 60:5). Sant, 1-2 Pe y Jds son «epístolas», pues son homilías en forma de carta: 1 Pe tal vez sea producto de una homilía destinada a una liturgia bautismal; Sant está escrita en el estilo de la parénesis judía helenística; Jds y 2 Pe son homilías didácticas llenas de adverten(-)cias y exhortaciones. 1 Jn es más difícil de cla(-)sificar, pues carece de todos los elementos del género carta (véase BEJ 86-87).
17 Las «epístolas católicas» (Sant, 1-2 Pe, 1-3 Jn y Jds) se distinguen por el nombre del autor al que textual o tradicionalmente se atri(-)buyen, y no por el de los destinatarios. Euse(-)bio (HE 2.23.25; GCS 9.174) fue el primero en hablar de «las siete llamadas católicas». Estas epístolas llegaron a ser siete sólo tras una his(-)toria larga y llena de vicisitudes (? Canonici(-)dad, 66:70-80).
Al parecer, la designación katholiké epistole fue aplicada primero a 1 Jn por Apolonio, un antimontanista (ca. 197 d.C.; véase Eusebio, HE 5.18.5; GCS 9.474; cf. el texto corrompido del Canon de Muratori, línea 69, EB 5). A partir de 1 Jn, dicha designación parece que se hizo extensiva al grupo. La Vg sixto-clementina, sin embargo, sólo se la aplica a Sant y Jds. El sig(-)nificado de esa designación es objeto de debate: en Oriente significaba «dirigida a todas las Igle(-)sias», mientras que en Occidente las siete eran llamadas epistulae canonicae, lo cual indica que ahí «católica» se entendía como «canónica», es decir, reconocida en todas las Iglesias. Si bien el sentido oriental de la designación se considera más adecuado, resulta más difícil de justificar, puesto que 2-3 Jn y 1 Pe tienen por destinatarias a comunidades concretas.
18 En las listas orientales (véase Atanasio, Ep. 39.85; PG 26.1177,1437) las epístolas cató(-)licas siguen a Hechos y preceden al corpus paulino; según parece, se consideraban más importantes por estar atribuidas a apóstoles o miembros originarios de la Iglesia madre de Jerusalén. En las listas latinas, sin embargo, si(-)guen a las cartas de Pablo, consideradas más antiguas e importantes. Dentro del grupo, el orden actual (San., 1-2 Pe., 1-3 Jn., Jds.) tal vez dependa del orden de los nombres en Gál. 2,9.
Un orden diferente encontrado en los decretos de los concilios de Florencia y Trento (EB 47. 59; DS 1335.1503) refleja una valoración de la dignidad que resulta habitual en Occidente: 1- 2 Pe, 1-3 Jn., Sant., Jds.
19 (V) Redacción o dictado. En la anti(-)güedad, una carta se solía escribir de cuatro modos: (1) escribiéndola uno mismo; (2) dic(-)tándola palabra por palabra, sílaba por sílaba; (3) dictando el sentido y dejando su formula(-)ción a un secretario; (4) haciendo que alguien escribiera en nombre de uno, sin indicarle los contenidos. Las modalidades usadas más co(-)rrientemente eran la (1) y la (3). Los escritores antiguos se quejaban de la fatigosa modalidad del dictado (2), especialmente cuando el escri(-)ba no era diestro.
20 ¿Qué método utilizó Pablo? Rom 16,22 señala que hubo un dictado a Tercio (¿se refie(-)re sólo a Rom 16? [? Romanos, 51:10-11.134]). En 1 Cor 16,21, Pablo añade el saludo de su propia mano, lo cual puede suponer que el res(-)to fue dictado. Véase también Gál 6,11, donde compara su letra con la del escriba cualificado que había escrito lo anterior. Cf. 2 Tes 3,16; Col. 4,18. ¿Fue ese dictado del tipo (2) o del tipo (3)? Resulta imposible decirlo. El de tipo (3) podría explicar la diferencia de estilo en las deuteropaulinas. Flm 19 tal vez dé a entender que Pa(-)blo escribió la carta entera de su puño y letra. Los anacolutos, las imperfecciones de estilo y la falta de terminología constante se pueden ex(-)plicar por el dictado; además se debieron de producir distracciones que afectaron al estilo. Una carta larga como Rom o 1 Cor no se pudo terminar ni mucho menos en una sola sesión o un solo día. Poco se puede decir acerca de la re(-)dacción de otras cartas del NT. 1 Pe 5,12 tal vez dé a entender que fue Silvano quien actuó co(-)mo escriba poniéndola por escrito.
21 ¿Dictaron los autores del NT a escri(-)bas que utilizaban taquigrafía? La taquigrafía era conocida en el mundo romano. Por lo ge(-)neral se piensa que no fue practicada por los escribas gr. antes del año 155 d.C. aproxima(-)damente. Véase, sin embargo, el texto esteno(-)gráfico gr. todavía sin descifrar en Mur 164 (DJD 2.275-79), de fecha posiblemente ante(-)rior (-? Apócrifos, 67:119).
[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]


Primera carta a los Tesalonicenses

Raymond F. Collins

BIBLIOGRAFIA

1 Bassler, J. M. (ed.), Pauline Theology, Vol. 1: Thessalonians, Philippians, Galatians, Philemon (Minneápolis 1991). Best, E., A Commentary on the First and Second Epistles to the Thessalonians (HNTC, NE 1972). Black, D. A., «The Weak in Thessalonica», JETS 25 (1982) 307-21. Boers, H., «The Form-Critical Study of Pauls Letters: 1 Thessalo(-)nians as a Case Study», NTS 22 (1975-76) 140-58. Broer, I., «"Antisemitismus und Judenpolemik im Neuen Testament», BN 20 (1983) 59-91. Bruce, F. F., 1 & 2 Thessalonians (WBC 45, Waco 1982). Collins, R. F., Studies on the First Letter to the Thessalonians (BETL 66, Lovaina 1984); The Thessalonian correspondence (Lovaina 1990). De Vos, C. S., Church and Community Conflicts: The Relationships of the Thes(-)salonian, Corinthian and Philippian Churches with Their Wider Civic Communities (Atlanta 1999). Donfried, K. P. y J. Beutler (eds.), Thessalonians debate (Grand Rapids 2000). Donfried, K. P., Paul, Thessalonica, and early Christianity (Grand Rapids 2002). Ellis, P. F., Seven Pauline Letters (Collegeville, s.f. [1982]). Friedrich, G., Die Briefe an die Galater, Ephe(-)ser, Philipper, Kolosser, Thessalonicher und Philemon (NTD 8, Gotinga ls1981) 203-51. Hamisch, W,, Eschatologische Existenz (FRLANT 110, Gotinga 1973). Henneken, B., Verkündigung und Prophetie im 1. Thessalonicherbrief (SBS 29, Stuttgart 1969). Hoch, R. F., «The Working Apostle: An Examination of Paul's Means of Livelihood» (diss., Yale, New Haven
1974) . Holmstrand, J., Markers and meaning in Paul: an analysis of 1 Thessalonians, Philippians and Gala(-)tians (Stockholm 1997). Klijn, A. F. J., «1 Thessalo(-)nians 4,13-18 and Its Background in Apocapyptic Li(-)terature», Paul and Paulinism (Fest. C. K. Barrett, ed. M. D. Hooker y S. G. Wilson, Londres 1982) 67-73. Koester, H., «1 Thessalonians Experiment in Chris(-)tian Writing», Continuity and Discontinuity in Church History (Fest. G. H. Williams, SHCT 19, Lei(-)
den 1979) 33-44. Laub, F., Eschatologische Verkündi(-)gung und Lebensgestaltung nach Paulus (BU 10, Múnich 1973). Légasse, S., Les Epitres de Paul aux Thessaloniciens (París 1999). Lührmann, D., «The be(-)ginnings of the church at Thessalonica», en: Balch, D. L., Ferguson, E. y Meeks, W. A. (eds.), Greeks, Ro(-)mans, and Christians (Minneápolis 1990) 237-49. Malherbe, A. J., The Letters to the Thessalonians (Nueva York 2000). Marshall, I. H., 1 and 2 Thessalo(-)nians (NCB, Grand Rapids 1983). Marxsen, W., Der erste Bruef an die Thessalonicher (ZBK NT 11/1, Zú(-)rich 1979). Morris, L., The first and second epistles to the Thessalonians (Grand Rapids, Mich., 1995). Pearson, B. A., «1 Thessalonians 2,13-16: A Deutero-Pauline Interpolation», HTR 64 (1971) 79-94. Ortiz, F., 1° y 2a Tesalonicenses (Terrasa 1997). Plevnik, J., «The Parousia as Implication of Christs Resurrection», Word and Spirit (Fest. D. M. Stanley, Willowdale 1975) 199-277; «1 Thess 5,1-11: Its Authenticity, Intention and Message», Bib 60 (1979) 71-90. Porter, S. E., «Developments in Germán and French Thessa(-)lonians Research: A Survey and Critique», Currents in Research 7 (1999) 309-34. Reese, J. M., 1 and 2 Thessalonians (NTM 16, Wilmington 1979). Rigaux,
B. , Les épitres aux Thessaloniciens (Ebib, París 1956); «Tradition et rédaction dans 1 Th. V. 1-10», NTS 21 (19-74-75) 318-40. Staab, K., Die Thessalonicherbriefe (RNT 7, Ratisbona 41965) 7-63. Still, T. D,, Conflict at Thessalonica: a Pauline church and its neighbours (Sheffield 1999). Trimaille, M., La primera carta a los tesalonicenses (Estella 1998). Weima, J. A. D. y Por(-)ter, S. E., An Annotated Bibliography of I and 2 Thes(-)salonians (Leiden 1998). Whitheley, D. E. H., Thessa(-)lonians in the Revised Standard Versión (NclarB, Londres 1969). Williams, D. J., 1 and 2 Thessalonians (Peabody, Mass. 1992).
ICBSup 900. Brown INT 599-611. Wik-Schm, INT 603-09.


INTRODUCCION

2 (I) La Iglesia en Tesalónica. Tesalónica era una ciudad portuaria de Macedonia (al norte de la Grecia moderna). Situada al fondo del golfo de Termas, fue fundada hacia el 31 a. C. por Casandro, general de Alejandro Mag(-)no, sobre el emplazamiento de la antigua Ter(-)mas. Casandro le dio a la ciudad el nombre de su esposa, la media hermana de Alejandro.
Una vez que los romanos asumieron el control de la ciudad, tras la batalla de Pidna (168 a. C.), su importancia aumentó. En el 146 a.C. Tesalónica se convirtió en la capital de la pro(-)vincia romana de Macedonia. La ciudad apo(-)yó a Octavio en la batalla de Filipos (42 a.C.), y ello le valió alcanzar la categoría de «ciudad libre», que tenía sus propios magistrados y de(-)sempeñaba la función de sede del gobierno.
En tiempos de Pablo, Tesalónica era una ciu(-)dad importante desde el punto de vista econó(-)mico, comercial y político. Gracias a su puerto y al hecho de estar situada en la vía Egnatia, la principal calzada romana que atravesaba los Balcanes, Tesalónica se había convertido en un floreciente centro comercial. El comercio atra(-)jo a una población cosmopolita. La población judía de Tesalónica tenía una sinagoga en la cual, según Hch. 17,1-2, predicó Pablo. Entre sus restos arqueológicos se han descubierto santuarios egipcios y romanos. Isis, Serapís, Osiris y Anubis se encontraban entre las deida(-)des orientales veneradas, pero también se daba culto al emperador.
3 Según Hechos, Pablo, Silvano y Timoteo llegaron a Tesalónica durante la segunda mi(-)sión de Pablo, muy probablemente el año 50 d.C. Tras haber sido expulsados de Filipos (Hch. 16,16-40), casi a 160 km al este de Tesalónica, pasaron por Anfípolis y Apolonia, pero no se entretuvieron en ninguno de estos lugares, al parecer porque ninguno de ellos tenía sinago(-)ga. La población judía de Tesalónica, sin em(-)bargo, era lo bastante numerosa como para sustentar una. Lucas cuenta que Pablo y sus compañeros encontraron alojamiento en casa de Jasón, que el apóstol predicó en la sinagoga durante tres semanas y que luego se produjo un motín entre la población judía debido al éxito de su predicación. Pablo y Silvano fueron ex(-)pulsados de la ciudad, y desde ahí llegaron a Berea (Hch 17,1-9). El relato lucano de la acti(-)vidad de Pablo en Tesalónica está compuesto a la manera estilizada de Hechos; no proporcio(-)na una descripción completa ni exacta de la ac(-)tividad de Pablo en ese lugar. A juzgar por la in(-)tensidad del afecto de Pablo por los cristianos tesalonicenses, parece que su permanencia en la ciudad hubo de ser más larga que el breve pe(-)ríodo de dos o tres semanas calculados por He(-)chos. La carta de Pablo no respalda la idea de que el núcleo principal de su predicación fuera Jesús como Mesías. La carta, de hecho, nada dice acerca de la predicación de Pablo en la si(-)nagoga de la ciudad. Sin embargo, sí indica cla(-)ramente que los cristianos tesalonicenses eran gentiles, es decir, conversos del paganismo.
4 (II) Ocasión, fecha y lugar de su com(-)posición. Según Lucas, la oposición judía a Pablo siguió a éste hasta Berea. Sin compañe(-)ros, Pablo escapó a Atenas (Hch. 17,10-15). Sil(-)vano y Timoteo se reunieron allí más tarde con Pablo, quien anhelaba visitar de nuevo a los te(-)salonicenses. Ante la imposibilidad de hacerlo, Pablo envió a Timoteo en su lugar (1 Tes. 2,17- 3,3) . En el entretanto, Pablo siguió viaje hasta Corinto, donde finalmente se le unió Timoteo (Hch. 18,5). Timoteo trajo buenas noticias acer(-)ca de la situación de la iglesia de Tesalónica, pero al parecer indicó que en la comunidad tesalonicense había algún malentendido acerca de la fe, en concreto en relación con el destino de quienes habían muerto (4,13). Mientras que muchos partidarios de esta opinión piensan que esa cuestión formó parte del informe oral de Timoteo (p.ej., B. N. Kaye, F. F. Bruce), unos pocos (p.ej., E. Fuchs) creen que a Pablo se le planteó en forma escrita.
5 1 Tes. fue motivada por el informe de Ti(-)moteo a Pablo. Es prácticamente seguro que fue escrita desde Corinto casi inmediatamente después de la llegada de Timoteo a esa ciudad desde Tesalónica. La impresión que da Hch de que los acontecimientos de la segunda misión de Pablo se fueron desarrollando rápidamente en este punto de la vida del apóstol queda con(-)firmada por 1 Tes. Pablo dice estar separado de los tesalonicenses por poco tiempo (1 Tes. 2,17) . Recuerda frecuentemente su presencia personal en medio de la comunidad tesalonicense (el «motivo del recuerdo», 2,1). Parece(-)ría, pues, que entre la evangelización paulina de Tesalónica y la redacción de 1 Tes por par(-)te de Pablo sólo transcurrió un lapso relativa(-)mente breve de tiempo, muy posiblemente unos meses. Lo más probable es que la carta fuera escrita en el año 50 d.C. (B. Schwank, A. Suhl), pero algunos especialistas siguen da(-)tándola en el 51 d.C. (-? Pablo, 79:39).
6 (III) Autenticidad, unidad e integri(-)dad. Aunque algunos especialistas de finales del s. XIX, en particular F. C. Baur y algunos miembros de su Escuela de Tubinga (G. Volkmar, C. F. Holsten), dudaban de la autenticidad de 1 Tes, la autoría paulina de esta carta se afir(-)ma en la actualidad de manera casi unánime.
7 Menos unanimidad existe entre los espe(-)cialistas en relación con la unidad e integridad de la carta (Collins, Studies 96-135). En 1909, R. Scott dividió la carta en dos partes, caps. 1- 3 y 4-5, donde distinguía respectivamente la in(-)fluencia de Timoteo y Silvano. Desde 1961, un grupo de especialistas (esp. K.-G. Eckart, W. Schmithals, H.-M. Schenke, K. M. Fischer y R. Pesch) ha planteado dudas más serias acerca de la unidad de 1 Tes. Dichos especialistas sos(-)tienen que el texto canónico de 1 Tes es una compilación de dos cartas escritas por Pablo a los tesalonicenses, pero discrepan, a su vez, en lo relativo a las partes de 1 Tes procedentes de una u otra de esas hipotéticas cartas anteriores. Schmithals atribuye 1,1-2,12 y 4,2-5,28 a una carta y 2,13-4,1 a la otra; pero las opiniones de otros son más complicadas. W. G. Kümmel (1965) planteó objeciones serias a las teorías compilatorias de la época. Son relativamente pocos los especialistas no pertenecientes al mundo alemán para quienes 1 Tes es una amal(-)gama de textos anteriores; pero algunos alema(-)nes siguen sosteniendo esta opinión.
8 Un tema muy distinto es el de la integri(-)dad de la carta. A lo largo del s. XX predominó entre los especialistas la opinión de que 2,13-16 era una interpolación (p.ej., J. Moffatt, M. Goguel, K.-G. Eckart, B. A. Pearson, D. Schmidt y H. Koester). Los principales argumen(-)tos a favor de esta opinión son el fuerte tono antijudío de la perícopa y el hecho de que 2,17 parece continuar sin dificultad 2,12. El debate sobre este tema continúa. Aquellos especialis(-)tas que sostienen la autoría paulina de 2,13-16 por lo general llaman la atención sobre el he(-)cho de que los principales argumentos en con(-)tra de ella son más de índole teológica e ideo(-)lógica que derivados de la diversidad histórica y literaria (p.ej., J. Coppens, G. E. Okeke).
La pertenencia de 5,1-11 a la carta también ha sido cuestionada recientemente (G. Friedrich, W. Hamisch). Los argumentos principa(-)les en apoyo de la opinión de que esos versícu(-)los no formaban originalmente parte de 1 Tes se basan en un análisis del vocabulario y estilo del pasaje. También se dice que 5,1-11 es un doblete de 4,13-18. Críticas serias a esta opi(-)nión ha hecho J. Plevnik, entre otros. El núme(-)ro de autores que creen que 5,1-11 representa una adición posterior a la carta es mucho me(-)nor que el número de quienes optan por la no autenticidad de 2,13-16. El comentario de Friedrich es prácticamente el único que sostiene el carácter de añadido de 5,1-11, mientras que la opinión de que 2,13-16 es una adición la apo(-)yan varios comentarios modernos.
9 (IV) Importancia de la carta. La fecha en que fue compuesta 1 Tes la convierte en el primer libro escrito del NT. Puesto que utiliza material tradicional, particularmente fórmulas confesionales (1,9-10; 4,14; 5,10), es un testimo(-)nio importante del evangelio en el período que medió entre la muerte y resurrección de Jesús y las obras escritas del NT (es decir, 30-50 d.C.). La carta aporta la prueba literaria más antigua de la importancia que los primeros cristianos atribuían a la muerte y resurrección de Jesús.
10 Desde un punto de vista doctrinal, las secciones escatológicas de la carta (4,13-18; 5,1-11) son las que se estudian con mayor fre(-)cuencia. Pablo escribió acerca de la parusía (4,13-18) y el día del Señor (5,1-11). Estos pa(-)sajes hablan de las expectativas escatológicas de los primeros cristianos, pero están formula(-)dos con terminología apocalíptica. En muy gran medida, el lenguaje apocalíptico es sim(-)bólico. Existe considerable distancia entre el símbolo y aquello a lo que el símbolo apunta. Así, esos pasajes no se pueden tomar como una descripción literal de los acontecimientos de los últimos tiempos. No obstante, conservado(-)res y fundamentalistas entienden dichos pasa(-)jes como si proporcionaran literalmente una descripción objetiva de los últimos tiempos.
11 Desde el punto de vista literario, 1 Tes. es especialmente valiosa por ser el documento cristiano más antiguo que ha llegado hasta no(-)sotros. Tras la muerte y resurrección de Jesús, una combinación de diversos factores históri(-)cos, sociales y religiosos impidió la aparición de una literatura específicamente cristiana. Di(-)chos factores no impidieron la composición de cartas, que son literatura (porque están es(-)critas), pero no son literarias (en el sentido de composiciones particularmente artísticas). De ahí que en la investigación alemana se les de(-)nomine Kleinliteratur (lit., «literatura menor»). Por ser la más antigua de las cartas cristianas que han llegado hasta nosotros, 1 Tes es un «ex(-)perimento de escrito cristiano» (H. Koester). Contra la opinión de aquellos especialistas que consideran 1 Tes. una carta parenética (esp. A. J. Malherbe), es preferible verla como un tipo de carta personal que Pablo escribió según las nor(-)mas de redacción vigentes para las cartas per(-)sonales en el mundo helenístico (? Cartas del NT, 45:4-8). La estructura fundamental de 1 Tes. es semejante a las cartas personales de aquella época, aunque su contenido es decididamente cristiano y evangélico. Dado que posee la forma de una carta personal, se debe leer como una carta, es decir, una comunicación fundamental(-)mente ad hoc.

12 (V) Esquema. 1 Tes se puede esquematizar como sigue:
(I) Salutación (1,1)
(II) Acción de gracias (1,2-3,13)
(A) Primer período de la acción de gracias: la recepción del evangelio por parte de los tesalonicenses (1,2-2,12)
(B) Segundo período de la acción de gra(-)cias (2,13-3,13)
(III) Exhortación (4,1-12)
(A) Sobre la castidad (4,1-8)
(B) Sobre la caridad (4,9-12)
(IV) Escatología (4,13-5,11)
(A) Primera revelación apocalíptica: la pa(-)rusía (4,13-18)
(B) Segunda revelación apocalíptica: exis(-)tencia escatológica (5,1-11)
(V) Exhortación final (5,12-22)
(A) Primer período: llamamiento al orden en la comunidad (5,12-13)
(B) Segundo período: llamamiento a diver(-)sas funciones (5,14-22)
(VI) Deseos y salutación finales (5,23-28)