Genesis 18, 1-27

La teofanía de Mambré

Apretaba el calor y estaba Abrahán sentado a la entrada de su tienda, cuando se le apareció el Señor en el encinar de Mambré º. Al alzar la vista vio a tres hombres de pie frente a él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la tienda y, postrándose en tierra, dijo: — Señor mío, será para mí un honor que aceptes la hospitalidad º que este siervo tuyo te ofrece. Que les traigan un poco de agua para que laven sus pies, y luego podrán descansar bajo el árbol. Ya que me han honrado con su visita, permítanme que vaya a buscar algo de comer para que repongan fuerzas antes de seguir su camino. Ellos respondieron: — Bien, haz lo que dices. Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara, y le dijo: — ¡Rápido!, toma tres medidas º de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas. Después Abrahán fue corriendo a la vacada, tomó un becerro tierno y cebado y se lo dio a su sirviente, que a toda prisa se puso a prepararlo. Cuando el becerro ya estuvo a punto se lo sirvió acompañado de leche y requesón. Mientras comían, Abrahán se quedó de pie junto a ellos, debajo del árbol º. Ellos le preguntaron: — ¿Dónde está Sara tu mujer? Abrahán respondió: — Ahí, en la tienda. Uno de ellos le dijo * : — El año próximo º volveré sin falta a visitarte, y para entonces Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo. Mientras tanto, Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, a espaldas del que hablaba. Abrahán y Sara ya eran ancianos, entrados en años, y Sara ya no tenía sus períodos menstruales. Por eso Sara no pudo contener la risa º al pensar en sus adentros: “¿Ahora que ya estoy seca voy a tener placer con un marido tan viejo?”. Pero el Señor dijo a Abrahán: — ¿Cómo es que Sara se ha reído pensando que una mujer tan anciana no puede dar a luz? ¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene por estas fechas volveré a visitarte y Sara habrá tenido un hijo. º Sara tuvo miedo, y lo negó diciendo: — Yo no me he reído. Pero el Señor le replicó: — Sí que te has reído.

Abrahán intercede por Sodoma

Luego aquellos hombres se levantaron y dirigieron la mirada a Sodoma. Abrahán los acompañó para despedirlos. El Señor se decía: “¿Dejaré que Abrahán ignore lo que voy a hacer, toda vez que se ha de convertir en un pueblo grande y poderoso, hasta el punto de que todas las naciones de la tierra serán bendecidas por él? Yo lo he escogido para que enseñe a sus hijos y a su descendencia a mantenerse en el camino del Señor, haciendo lo que es justo y recto, de modo que se cumpla cuanto ha sido prometido a Abrahán”. Así que el Señor dijo a Abrahán: — La denuncia contra Sodoma y Gomorra es tan seria y su pecado tan grave, que bajaré a ver si sus acciones se corresponden con la denuncia que contra ellas ha llegado a mí. Si es o no así, lo averiguaré. º Los visitantes * se fueron de allí y se encaminaron hacia Sodoma º, pero Abrahán se quedó de pie delante del Señor. Entonces Abrahán se acercó al Señor y le dijo: — ¿De modo que vas a hacer que perezcan juntos el inocente y el culpable? Supongamos que en la ciudad hay cincuenta inocentes. ¿Destruirás ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti hacer una cosa así: hacer que mueran inocentes junto con culpables y que tenga el mismo castigo el justo que el malvado! ¡Lejos de ti! ¿El que juzga toda la tierra, no va a hacer justicia? El Señor respondió: — Si encuentro cincuenta inocentes en la ciudad de Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad. Replicó Abrahán: — ¡Ya sé que es un atrevimiento hablar así a mi Señor, yo que sólo soy polvo y ceniza!
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