II Reyes  20, 12-19

Embajada babilónica

(2 Cr 32:30,32-33)

Por entonces * el rey de Babilonia, Merodac Baladán º, hijo de Baladán, mandó una carta y un regalo a Ezequías, pues se había enterado de que estaba enfermo. Ezequías atendió a los mensajeros y les mostró el palacio y sus tesoros: la plata y el oro, las especias y perfumes, la armería y todo lo que había en sus depósitos. Ezequías no dejó nada sin enseñarles de su palacio y de todos sus dominios. º Luego el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó: — ¿Qué te dijeron esos hombres? ¿De dónde han venido? Ezequías respondió: — Han venido de Babilonia, un país lejano. Isaías preguntó de nuevo: — ¿Y qué han visto en tu palacio? Ezequías le dijo: — Todo lo que hay en palacio. No ha quedado nada de mis tesoros por enseñarles. Entonces Isaías le dijo: — Escucha este mensaje del Señor: “Llegará un día en que se llevarán a Babilonia º todo lo que hay en tu palacio, todo lo que tus antepasados han reunido hasta hoy, y no quedará nada, dice el Señor. Incluso a algunos de los hijos que tienes y que has engendrado, los emplearán como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.” Ezequías dijo: — Me parece bien la palabra del Señor que me has anunciado. Pues pensaba que durante su vida, al menos, habría paz y seguridad.
Ver contexto