Isaías 14, 4-23

entonarás esta sátira contra el rey de Babilonia: ¡Cómo ha acabado el tirano! ¡Cómo ha terminado su arrogancia! Rompió el Señor el cetro del malvado, el bastón de mando del tirano: machacaba pueblos con saña, sacudiendo un golpe tras otro; oprimía con rabia a las naciones, las perseguía de forma implacable. Ahora descansa tranquila la tierra y prorrumpe en gritos de júbilo; º se alegran por ti los cipreses, se alegran los cedros del Líbano. desde que pereciste no ha vuelto a subir contra nosotros el leñador º. El reino de los muertos º se estremece en lo profundo al salir a tu encuentro, despertando en tu honor a las sombras, a los grandes del mundo, haciendo que se alcen de sus tronos los reyes de los pueblos. º Todos te entonan un canto: ¡También tú estás consumido, ya eres parecido a nosotros y entierras tu fausto en el reino de los muertos con el son melodioso de tus arpas! Te acuestas en lecho de gusanos º, te cubre una colcha de lombrices. ¡Cómo has caído del cielo, lucero, hijo de la aurora º! ¡Cómo yaces ahora por tierra, tú, sometedor de naciones! º Tú, que solías decirte: “Voy a escalar el cielo; por encima de los astros divinos pienso establecer mi trono. Me sentaré en el monte de los dioses º, allá por los confines del norte; º cabalgaré en las crestas de las nubes y seré lo mismo que el Altísimo”. Pero acabaste hundido en el reino de los muertos, en lo más profundo de la fosa. Los que te ven te miran atentos, observando hasta el último detalle: “¿No es este el que atemorizaba la tierra, el que hacía temblar a los reinos, convertía la tierra en desierto, dejaba sus ciudades arrasadas y negaba a los cautivos la libertad?”. Los reyes de la tierra reposan con honor, cada cual en su morada. Pero tú has sido tirado y privado de tu tumba, igual que un feto asqueroso; estás cubierto de muertos, de traspasados a espada, como un cadáver pisado º. º No compartirás su sepulcro, pues arruinaste tu país y masacraste a tu pueblo. Nunca será mencionada la estirpe del malvado. Preparen la matanza de sus hijos, debido a la culpa de su padre; que no vuelvan a adueñarse del país y no llenen la tierra de ciudades. Voy a levantarme contra ellos —oráculo del Señor del universo—, arrancaré a Babilonia apellido, vestigio, retoño y vástago. —Oráculo del Señor—. Haré de ella un habitáculo de erizos, una zona de aguas pantanosas. La allanaré con llana de destrucción —oráculo del Señor del universo—.
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