Mateo 21, 33-43

Parábola de los labradores criminales

(Mc 12:1-12; Lc 20:9-19)

Escuchen esta otra parábola: Una vez un padre de familia plantó una viña *, la cercó con una valla, construyó un lagar y levantó en ella una torre º; luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió sus criados para percibir de los labradores el fruto que le correspondía º. Pero los labradores, cayendo sobre los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. º El amo envió otros criados, en mayor número que la primera vez; pero los labradores hicieron lo mismo con ellos. Por último envió a su propio hijo, pensando: “A mi hijo lo respetarán”. Pero cuando los labradores vieron que se trataba del hijo del amo, se dijeron: “Este es el heredero. matémoslo, y apoderémonos de su herencia”. Y, echándole mano, lo arrojaron fuera de la viña º y lo asesinaron. Por tanto, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Contestaron a Jesús: — Son unos miserables; los hará perecer sin compasión y confiará la viña a otros labradores que le entreguen a su tiempo el fruto que le corresponda. Añadió Jesús: — ¿Acaso no han leído ustedes en las Escrituras: La piedra que desecharon los constructores, se ha convertido en la piedra principal. Esto lo ha hecho el Señor, y nos resulta verdaderamente maravilloso? º Por eso, les digo que el reino de Dios º se les quitará a ustedes y será entregado a un pueblo que produzca los frutos que corresponden al Reino.
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